miércoles, 29 de octubre de 2014

Glauce Baldovin, Sólo quedan dos caminos


LA PALABRA


Amar la palabra, adentrarse en ella
buscar su origen
su único o mil significados.
Su refulgencia.
Convertirla en la herramienta de un oficio;
en la columna vertebran de la vida
–nardo espejo cráter travesía
pantera candado llave cántaro navío
cifra cóndor otoño abismo.

Es entonces la magia la propia sangre tras innumerables velos
un escudo la hoz la cruz la máscara.
Jaula.
Cárcel.
Muro.
Laberinto.
Aquel viejo amor, aquel oficio
se transforma en juego en traición en trampa.

Sólo quedan dos caminos:
el veneno o retornar.
Al comienzo de la espiral.
A la palabra exacta.


En: “Promesa postergada / Huésped en el laberinto”, Argos, 2009.
Glauce Baldovin (Río Cuarto, Córdoba, 1928-1995).

Foto: GB s/r

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