miércoles, 31 de enero de 2018

Almendra, Todas las letras de El hombre de la tapa, 1969



  
Lado 1 – Banda 1
Luis Alberto Spinetta
MUCHACHA (OJOS DE PAPEL)

Muchacha ojos de papel
adónde vas, quédate hasta el alba
Muchacha pequeños pies
no corras más, quédate hasta el alba
Sueña un sueño despacito entre mis manos
hasta que por la ventana suba el sol
Muchacha pies de rayón
no corras más, tu tiempo es hoy
Y no hables más, muchacha
corazón de tiza
cuando todo duerma
te robaré un color
Muchacha voz de gorrión
adónde vas, quédate hasta el día
Muchacha pechos de miel
no corras más, quédate hasta el día
Duerme un poco y yo entretanto construiré
un castillo con tu vientre hasta que el sol
muchacha, te haga reír
hasta llorar, hasta llorar


Lado 1 – Banda 2
Edelmiro Molinari
COLOR HUMANO

Beso mares de algodón
sin mareas, suaves son
sublimándolo, despertándonos
Somos seres humanos
sin saber lo que es hoy
un ser humano
Vida y sangre sin ardor
no hace falta, hay calor
no miremos hoy
descansemos hoy
Vemos todos colores
sin saber lo que es hoy
un color


Lado 1 – Banda 3
Luis Alberto Spinetta
FIGURACIÓN

Figúrate que pierdes la cabeza
sales a la calle, sin embargo el mundo
sigue bajo el sol, todo bajo el sol
debajo del sol
Figúrate que no eres más un hombre
sales a la calle, sin embargo hay árboles
como hubo ayer, calles como ayer
luces como ayer
En la plaza todo te parece igual
tú ya no eres hombre pero llorarás
Si vas a perder tu amor
alguien te ha dicho ya
aunque no eres real, vas a perder tu amor
Figúrate que pierdes la cabeza
y aunque no creas, se te va la voz
como se fue tu piel
Nada te queda ya, sólo la realidad
La realidad es caminar igual
tú ya no eres hombre pero llorarás…
Figúrate que has vuelto a ser el mismo
nada te contenta
a partir del alba te verás caer
ya sin figurar
te verás caer


Lado 1 – Banda 4
Luis Alberto Spinetta
ANA NO DUERME

Ana no duerme
espera el día
sola en su cuarto
Ana quiere jugar
sobre la alfombra
toca su sombra
cuenta las luces
mira la gran ciudad
Ana no duerme
juega con nada
tal vez mañana
despierte sobre el mar, el mar
sobre el mar el mar
Ana de noche
hoy es un hada
canta palabras
canta y se torna en luz


Lado 2 – Banda 1
Luis Alberto Spinetta
FERMÍN

Las manos de Fermín
giran y él también, gira
y da más vueltas
Pobrecito Fermín
quiere ser feliz
gira y da más vueltas
En el hospicio le darán
agua, sol y pan y un ave
que guarde su nombre
En el hospicio ha de morir
y antes de callar,
el ave vendrá desde el mar
lo llevará hasta la mar
Hoy tus sueños, Fermín
saben a aserrín
giran y dan vueltas
Hoy tu tristeza al sol
quiere ser real
aunque no lo creas
En el hospicio le darán
agua, sol y pan
y un ave que guarde
su nombre
En el hospicio le dirán
pronto has de morir
La noche izará su final
de gotera
Y el ave aquel
lo llevará
Fermín se fue a
la vida, no sé cuándo vendrá


Lado 2 – Banda 2
Luis Alberto Spinetta
PLEGARIA PARA UN NIÑO DORMIDO

Plegaria para un niño dormido
quizás tenga flores en su ombligo
y además en sus dedos que se vuelven pan
barcos de papel sin altamar
Plegaria para el sueño del niño
donde el mundo es un chocolatín adónde van
mil niños dormidos que no están
entre bicicletas de cristal
Se ríe el niño dormido
quizás se sienta gorrión esta vez
jugueteando inquieto en los jardines
de un lugar que jamás despierto encontrará
Que nadie despierte al niño
déjenlo que siga soñando felicidad
destruyendo trapos de lustrar
alejándose de todo el mal…


Lado 2 – Banda 3
Luis Alberto Spinetta
A ESTOS HOMBRES TRISTES

Salva tu piel, la ciudad te llevó el verano
Ponte color que al morir los hombres
son blancos, más blancos
que al volar sin volver
sin volver, que al volar sin volver
Tú tienes pies y tienes manos
pero no se ven
Si hoy tus pies nacieron viento
déjalos correr
y si tus manos con las plantas
déjalas crecer
Vive de azul, porque azul no tienes domingos
Ríete al fin, que llorar
trae tanto frío, más frío
que olvidar como ver
Una vez vi que no cantabas
y no sé por qué
si tienes voz tienes palabras
déjalas caer, cayéndose suena tu vida
aunque no lo creas
Cuánta ciudad, cuánta sed
y tú un hombre solo


Lado 2 – Banda 4
Carlos Emilio del Guercio
QUE EL VIENTO BORRÓ TUS MANOS

Era una chica que voló
vio florecer la luz del sol
y no volvió
El tiempo comenzó a pasar
las frutas no brillaron más
y el sol se fue, y llovió
Dónde estás ahora
que el viento borró tus manos
Dónde estás ahora
tu cara es muy gris,
tu imagen se va
Temprano fue el atardecer
el patio no la llama más,
en su lugar,
quizás esté sentada aquí,
en una silla de algodón
para mirar y mirar


Lado 2 – Banda 5
Luis Alberto Spinetta
LAURA VA

Laura va, lentamente guarda en su valija gris
el final de toda una vida de penas
Laura va, unos pasos la alejan
del pueblo aquel, donde ayer
jugaba al salir de la escuela
Laura, pobre tu dolor
se cayó de una oración
Por eso te vas con él
Por eso te vas
y hay algo de bueno en tus ojos
sin querer
Laura ve, los años le han dado
la resignación y el dolor
se fue con sus pocas tibiezas
Laura ve, aunque es grande
su vida comienza aquí, y a la vez
termina la sed de su espera
La valija pesa y él la ayuda a entrar
en el tren, la cubre de besos
y el sol también



Almendra es: Luis Alberto, Emilio, Edelmiro y Rodolfo. Grabado entre abril y septiembre de 1969. Editado en enero de 1970. Fotos: Jmp
Luis Alberto Spinetta (Buenos Aires, 23 de enero de 1950 – 8 de febrero de 2012).
Edelmiro Molinari (8 de julio de 1947).
Emilio del Guercio (Mar del Plata, 12 de abril de 1950).
Rodolfo García (Buenos Aires, 23 de febrero de 1946). 












miércoles, 24 de enero de 2018

Raúl O. Artola, Con la poesía nunca se sabe



GALERÍA DE INFANCIA

Aquel traje gris ya no existe
ni la abuela de alcanfor
y la mata de pasto en la vereda.
Hay perfume de magnolias
que se pudren
en un florero enorme,
sobre la mesa del comedor
de los domingos.
Es la hora del mate
y la novela por radio
en la vieja galería de invierno.
El ruido de la máquina de coser
vence a las desganadas teclas del piano
mientras el gato ronronea su siesta
y Felipa corta un jazmín
para la Virgen.


LAS ALIANZAS

Dijo Dios a la serpiente:
ve y cumple tu labor.
Y compartirás conmigo
el temor de los hombres
para siempre.
Dijo Dios a la serpiente:
ve y cumple tu labor.
Y mañana estarás junto a mí
en el reino de los cielos.


HACE TANTO, TAN CLARO

Hace tanto, tan claro
debió ser todo lo invisible
y nebuloso
como para que nuestros ojos
sean hoy
así de pobres,
con tal necesidad
de oscuridades.


SIETE NORMAS Y TRES SILENCIOS

-Mantenerse despierto, especialmente de pie.
-Dormir con un ojo en el sueño y con el otro en la ventana.
-No apagar las luces de los libros.
-
-
-No pronunciar el nombre de la poesía en vano.
-Usar diccionario.
-No escribir, salvo en caso de emergencia grave.
-
-Mantenerse de pie, especialmente despierto.


VECINOS

A la distancia que los urbanistas pusieron
entre la mujer de la ventana de enfrente
y mi lugar de observación,
yo la cubro en silencio.
Ella deambula con la niña en brazos
mientras pasa su mano por el mentón.
El hombre aparece por detrás
y la abraza suavemente
en el gris de la tarde.
Sin darse vuelta,
retribuye la caricia
y le entrega la niña.
Fuera de la mirada de su hombre,
la mujer junta las manos
en el pecho
y se queda quieta
hasta que cae
la primera gota de lluvia.


DAO ROJO FUEGO

Uno mira el cuadro
se conmueve, lo comenta
y dice: esta mujer es feliz
no pueden faltarle hombre,
mujer, vecinos, hijos
que la amen.
Uno mira el cuadro
y le dan ganas de llorar
por uno mismo.
Después nos enteramos
que la autora ha pasado
malos tiempos:
estuvo internada
toma barbitúricos
y nadie la cuida.


VIDA PRIVADA
(Fragmento)

No tuve nada
que ver
y no vi.
Tuve nada
para ver
y entonces vi.
La nada
que vi:
de eso
hablo.


INDICIOS
(Fragmento)

En épocas como la actual, cuando el mundo se está acostumbrando a que yo tenga 64 años a pedido de los Beatles, vamos organizándonos de otra manera. Apenas me despierto me alcanzan el cuaderno de notas para que escriba las primeras palabras del día, que se guardan sin que nadie las lea.


COMODORO RIVADAVIA, ENERO DEL 83
                                                       
Catorce poemas
recuerdo que me dijo
solo en diciembre
después de un
invierno malo.
Para mí al menos
es mucho.
A la orilla del mar
me lo dijo.
Luego opinó
que hay poesía
o no hay poesía
sin medias tintas
ni escalafones.
Usted escribe también, ¿no?
La formación, las lecturas
son el humus.
No publique hasta
que no pueda más
recién entonces.
¿Volvemos?
Nos estarán esperando.
Ah, y escríbame,
mándeme poemas.
Y se fue con su esposa
para el lago Musters
a pescar con un amigo.
                                  
en recuerdo de Raúl Gustavo Aguirre
a Marta S. de Aguirre y a Juan Carlos Moisés


A TIENTAS

Escribir un libro
es como conducir un auto
de noche.
Es imposible ver más allá
de las luces altas
pero se puede hacer
todo el viaje de esa manera.

Como vivir.

en recuerdo de E.L. Doctorow


ESCRITURAS

En el principio fue el Verbo.
Evangelios (Juan 1,1)

Cada vez que se reúnan
en mi nombre
yo estaré entre ustedes
dijo la Poesía.




El poeta es un ser en incesante estado de emergencia.

  


Selección: Jmp



En La mirada corta, antología poética (1976-2016), Ediciones La Carta de Oliver, 2017. Selección y prólogo: Silvia Castro.
Raúl O. Artola (Las Flores, provincia de Buenos Aires, 1947). Desde 1975 reside en Viedma, provincia de Río Negro. Foto. Jmp

lunes, 22 de enero de 2018

Héctor Viel Temperley, Otros caballos que galopé en el sur y que montaba en pelo


  
Ayer volví a caballo
por la tarde,
de vuelta de un arroyo.

Hoy he vuelto
a calzarme las botas.
He salido a caminar
por esta pampa alta.
Y a los pocos pasos
he hallado una larga piedra
y me he acostado
de espaldas sobre ella,
de cara al sol y con mis manos
junto a los duros pastos.




Y recuerdo el caballo
que murió con un ojo estallado por su dueño,
cuando mi madre era muchacha
y los carreros la saludaban
con el mismo silencio
que las dos torres de nuestra casa.

Y recuerdo otros caballos
que galopé en el sur
y que montaba en pelo
por una laguna de sal,
contra el viento que olía a mar,
hasta que la lluvia
lo lavaba en la arena.



EL NADADOR

Soy el nadador, Señor, soy el hombre que nada.
Soy el hombre que quiere ser aguada
para beber tus lluvias
con la piel de su pecho.
Soy el nadador, Señor, bota sin pierna bajo el cielo
para tus lluvias mansas,
para tus fuertes lluvias,
para todas tus aguas.
Las aguas como lonjas de una piel infinita,
las aguas libres y las de los lagos,
que no son más que cielos arrastrados
por tus caídos ángeles.

Soy el nadador, Señor, soy el hombre que nada.
Tuyo es mi cuerpo que hasta en las más bajas
aguas de los arroyos
se sostiene vibrante,
como en medio del aire.
Mi cuerpo que se hunde
en transparentes ríos
y va soltando en ellos
su aliento, lentamente,
dándoselo a aspirar
a la corriente.

Soy el nadador, Señor, soy el hombre que nada
hasta las lluvias
de su infancia
que a las tardes crecían
entre sus piernas salpicadas
como alto y limpio pajonal que aislaba
las casonas
y desde sus paredes
celestes se ensanchaba.

Soy el nadador, Señor, soy el hombre que nada
por la memoria de las aguas
hasta donde su pecho
recuerda las pisadas,
como marcas de luz,
de tus sandalias.
Y recuerda los días cuando el cielo
rodaba hasta los ríos como un viento,
y hacía al agua tan azul que el hombre
entraba en ella y respiraba.
Soy el hombre que nada hasta los cielos
con sus largas miradas.

Soy el nadador, Señor, sólo el hombre que nada.
Gracias doy a tus aguas porque en ellas
mis brazos todavía
hacen ruido de alas.


A MI CUERPO

Señor, mira mi cuerpo.
Mira mi cuerpo antes que yo lo llame
y él me llame, gritándonos
de lejos.
Mira mi cuerpo, este animal antiguo
como el río más antiguo,
y joven, todavía, como el agua
cuando aprendía a nadar,
sola entre cerros.

Señor, mira mi cuerpo.
Mira mi cuerpo, torre de mi infancia,
mira mi cuerpo, cueva a la que vuelvo
siempre
a sentarme solo
ante tu fuego.

Señor, mira mi cuerpo
como yo lo veo.
Oh cazador del agua en los veranos,
oh cazador, de mi alma
prisionero.
Oh cazador sediento de su caza,
más antigua que mi alma,
más joven que su miedo.

Lo amamantaron entre pajonales
donde ya se perdía
el viento, con tristeza.
Lo amamantaron entre pajonales,
oh cuerpo mío, antiguo cuerpo mío,
cueva para el amor,
torre para la guerra.
Señor, mira mi cuerpo. Es inocente.

Oh cueva de tu fuego,
oh torre joven.
Por los largos veranos que aún le esperan,
por estar junto a mí,
que me perdone.


 
A los 22 años HVT publica su primer libro, Poemas con caballos (1956), en la ciudad de La Plata. En revista de poesía El espiniyo, número 01, otoño de 2005. Director: Jmp. Ensayo “El ángel de las botas” de Alejandro Fontenla. En Quince poetas, Ediciones Centurión, abril de 1963.

Héctor Viel Temperley (Buenos Aires, 1933 – 1987).

viernes, 19 de enero de 2018

Orlando Van Bredam, Las botas vacías de mi abuelo



BOTAS

     Cuando era niño me gustaba mirar las botas vacías de mi abuelo, desde donde él brotaba por las mañanas hasta adquirir la altura de comisario de pueblo.
     Muchas veces llegué a pensar que el milagro de su autoridad, de su aplomo, de su coraje, residía en el fondo de aquellas botas relampagueantes.
     Un día no resistí la tentación y me las puse mientras mi abuelo dormía. Esa siesta anduve con ellas como en una canoa belicosa. Atravesé las habitaciones, el jardín, la calle inmutable y entré en la comisaría. Se rompieron las risas contra mis botas y el mareo de las burlas me hizo caer.
     Nunca más volví a intentarlo. Con el tiempo me convertí en un hombre pacífico, sin arrogancia, sin soberbia que sobrevive en un país que profesa una extraña nostalgia de botas. 




En El límite de la palabra. Antología del microrrelato argentino contemporáneo, Edición de Laura Pollastri, Menoscuarto, 2007. 
Orlando Van  Bredam (Villa Marcial, Entre Ríos, 23 de agosto de 1952). Vive, desde 1975, en El Colorado, pequeña comunidad de la provincia de Formosa. Foto: Jmp

jueves, 18 de enero de 2018

Hugo Gola, Desde este monte insobornable



NO ES LO QUE LLEGA

No es lo que llega
con esta luna maldita
no es el recuerdo
la palabra
la tormenta
el fuego tibio
que vuela
rondando
la curva de los labios
es algo así
como una ceniza
un ruido de hojas secas
un calor virgen
que llega
desde este monte insobornable
desde el fulgor oscuro
que ayer se derramó
hasta quemarme


LA LIBERTAD

La libertad
se va
La libertad
está
como quien dice
marchitando
renaciendo
La libertad
en abril
canta
sobre el viento
aunque muere
en las calles
La libertad
se va
pero
ya volverá
como un octubre
cada año
La libertad
un día morirá
pero otro día
como la hierba
logrará subir
La libertad
la libertad
pájaro muerto
o sólo herido
La libertad
enterrada
un día
querrá vivir



En Jugar con fuego. Poemas, 1956-1984, UNL, 1987.
Hugo Gola (Pilar, provincia de Santa Fe, 27 de octubre de 1927 – Buenos Aires, 4 de julio de 2015).