miércoles, 31 de mayo de 2017

Charles Baudelaire, Cantan los transportes del alma y los sentidos


CORRESPONDENCIAS

La Creación es un templo donde vivos pilares  
dejan surgir a veces unas voces oscuras;  
allí los hombres pasan a través de espesuras  
de símbolos que observan con ojos familiares.

Como confusos ecos que a lo lejos se ahogan  
en una tenebrosa y profunda unidad,  
vasta como la noche, como la claridad,  
perfumes y colores y sonidos dialogan.  

Y así hay perfumes frescos como recién nacidos,  
verdes como los prados, dulces como el oboe,  
y hay otros triunfadores, densos y corrompidos,

todos de una expansión infinita movidos, 
como el almizcle, el ámbar, el incienso, el aloe,  
que cantan los transportes del alma y los sentidos.



CORRESPONDENCIAS

Naturaleza es templo donde vivos pilares
dejan salir a veces tal cual palabra oscura;
entre bosques de símbolos va el hombre a la ventura,
que lo contemplan con miradas familiares.

Como ecos prolongados, desde lejos fundidos
en una tenebrosa y profunda unidad,
vasta como la noche y cual la claridad,
se responden perfumes, colores y sonidos.

Así hay perfumes frescos como carnes de infantes,
verdes como praderas, dulces como el oboe,
-y hay otros corrompidos, y ricos y triunfantes,

de una expansión de cosas infinitas henchidos,
como el almizcle, el ámbar, el incienso, el aloe,
que cantan los transportes del alma y los sentidos.


En: Versión 1. El mundo de Charles Baudelaire, CEAL, 1980. Versión de Raúl Gustavo Aguirre (Buenos Aires, 1927 - 1983). Versión 2. Las flores del mal (1857), Losada, 1948. Versión de Nydia Lamarque (Buenos Aires, 1906 - 1982).

Charles Baudelaire (París, Francia, 9 de abril de 1821 - 31 de agosto de 1867). Foto: Jmp

martes, 30 de mayo de 2017

Friedrich Hölderlin, No preciso nada más


A LAS PARCAS

Dadme un verano solamente y un otoño
para que el canto me madure -¡oh, poderosas!-.
Cuando se sacie de estos juegos, más conforme
el corazón podrá morírseme en el pecho.

Alma que en vida no cumplió su ley divina
no halla reposo ni del Orco en las honduras.
Pero si al fin logro plasmar lo sacrosanto
que llevo dentro de mi ser, la poesía,

¡oh, bienvenido sea el mundo de las sombras!
He de sentirme satisfecho, aunque la lira
no me acompañe... Una vez sola habré vivido
como los dioses. Y no preciso nada más.


LAS LÍNEAS DE LA VIDA

Las líneas de la vida son diversas;
cual rutas son, cual bordes de montañas.
Lo que acá somos puede,
completar allá un dios con armonías
y gracia y paz eternas.


(Otra versión, en Poesía completa, Ediciones 29, España, 1997)
LAS LÍNEAS DE LA VIDA

Diversas son las líneas de la vida,
cual caminos son y cual confines
de las montañas. Lo que somos aquí,
pueda un dios completarlo allá,
con armonía y gracias y paz eternas.



En: Antología de la poesía universal, CEAL, 1978. Versión de José Vicente Álvarez.

Johann Christian Friedrich Hölderlin (Alemania, 20 de marzo de 1770 - 7 de junio de 1843). Foto: Jmp

lunes, 29 de mayo de 2017

John Keats, En las invisibles alas de la Poesía


A UN RUISEÑOR

Me duele el corazón y aqueja un soñoliento
torpor a mis sentidos, cual si hubiera bebido
cicuta o apurado algún fuerte narcótico
ahora mismo, y me hundiese en el Leteo:
no porque sienta envidia de tu sino feliz,
sino por excesiva ventura en tu ventura,
tú que, Dríada alada de los árboles,
en alguna maraña melodiosa
de los verdes hayales y las sombras sin cuento,
a plena voz le cantas al estío.

¡Oh! ¡Quién me diera un sorbo de vino, largo tiempo
refrescado en la tierra profunda,
sabiendo a Flora y a los campos verdes,
a danza y canción provenzal y a soleada alegría!
¡Quién un vaso me diera del Sur cálido,
colmado de hipocrás rosado y verdadero,
con bullir en su borde de enlazadas burbujas
y mi boca de púrpura teñida;
beber y, sin ser visto, abandonar el mundo
y perderme contigo en las sombras del bosque!

A lo lejos perderme, disiparme, olvidar
lo que entre ramas no supiste nunca:
la fatiga, la fiebre y el enojo de donde,
uno a otro, los hombres, en su gemir, se escuchan,
y sacude el temblor postreras canas tristes;
donde la juventud, flaca y pálida, muere;
donde, sólo al pensar, nos llenan la tristeza
y esas desesperanzas con párpados de plomo;
donde sus ojos claros no guarda la hermosura
sin que, ya al otro día, los nuble un amor nuevo.

¡Perderme lejos, lejos! Pues volaré contigo,
no en el carro de Baco y con sus leopardos,
sino en las invisibles alas de la Poesía,
aunque la mente obtusa vacile y se detenga.
¡Contigo ya! Tierna es la noche
y tal vez en su trono esté la Luna Reina
y, en torno, aquel enjambre de estrellas, de sus Hadas;
pero aquí no hay más luces
que las que exhala el cielo con sus brisas, por ramas
sombrías y senderos serpenteantes, musgosos.

Entre sombras escucho; y si yo tantas veces
casi me enamoré de la apacible Muerte
y le di dulces nombres en versos pensativos,
para que se llevara por los aires mi aliento
tranquilo; más que nunca morir parece amable,
extinguirse sin pena, a medianoche,
en tanto tú derramas toda el alma
en ese arrobamiento.
Cantarías aún, mas ya no te oiría:
para tu canto fúnebre sería tierra y hierba.

Pero tú no naciste para la muerte, ¡oh, pájaro
inmortal! No habrá gentes hambrientas que te humillen;
la voz que oigo esta noche pasajera, fue oída
por el emperador, antaño, y por el rústico;
tal vez el mismo canto llegó al corazón triste
de Ruth, cuando, sintiendo nostalgia de su tierra,
por las extrañas mieses se detuvo, llorando;
el mismo que hechizara a menudo los mágicos
ventanales, abiertos sobre espumas de mares
azarosos, en tierras de hadas y de olvido.

¡De olvido! Esa palabra, como campana, dobla
y me aleja de ti, hacia mis soledades.
¡Adiós! La fantasía no alucina tan bien
como la fama reza, elfo de engaño.
¡Adiós, adiós! Doliente, ya tu himno se apaga
más allá de esos prados, sobre el callado arroyo,
por encima del monte, y luego se sepulta
entre avenidas del vecino valle.
¿Era visión o sueño?
Se fue ya aquella música. ¿Despierto? ¿Estoy dormido?




En: Antología de la poesía universal, CEAL, 1978. Traducción de M. Manent.
John Keats (Londres, 31 de octubre de 1795 – Roma, 23 de febrero de 1821). Foto: Jmp

viernes, 26 de mayo de 2017

Juan Gelman, Lo que es en cualquier parte y nunca avisa


¿Y


     si la poesía fuera un olvido del perro que te mordió la sangre/una delicia falsa/una fuga en mí mayor/un invento de lo que nunca se podrá decir? ¿Y si fuera la negación de la calle/la bosta de un caballo/el suicidio de los ojos agudos? ¿Y si fuera lo que es en cualquier parte y nunca avisa? ¿Y si fuera?


En: Hoy (Ciudad de México, 2011-2012), Seix Barral, primera edición mayo de  2013.
Juan Gelman (Buenos Aires, 3 de mayo de 1930 – Ciudad de México, 14 de enero de 2014). Foto: Jmp.
Siempre leo a Juan. Y los motivos son diversos. Hoy saco uno de sus libros, Hoy, de la biblioteca. Y veo en la primera página, anotado con lápiz, que son 287 poemas numerados y un poema final llamado “¿Y”. Junto a este último poema hay un pequeño recorte de diario del jueves 26 de abril de 2007, titulado Encuentro con Juan Gelman. Y en la imagen se lo ve a Juan junto a Cristina. Se miran a los ojos. Se toman la mano. Hoy, en este día, en el libro de poemas, para el no al olvido, para que la vida amorosa del otoño tenga hojas que no se caen. 

miércoles, 24 de mayo de 2017

Juan Gelman, En la memoria hay palabras que no se pueden decir


MOSTRAR

     En la memoria hay palabras que no se pueden decir. Duran, y hacen mal y hacen bien, como un caballo loco. Correr por esos campos sin tapar los ojos del recuerdo para que se detenga. Respetar el deseo que no fue. Contestarse con nada y mostrar valor ante el desastre.


VIAJES

     La poesía tiene aceites para limpiar la palabra. Es más grasosa que la vida y deja manchas que llevamos sin merecer. Quema. Es movimiento de su obra y devuelve el pasado a su pasado.


EL ATADO

     Escribir sin contar es como vivir sin vida. Las palabras serán inocentes, pero no su relación. El contador traza una columna del “debe” y otra del “haber” y en la última anota los silencios que supo conseguir. Con las caras de una palabra quisiera hacer piedras y mirarlas todas hasta el fin de mis días. Esas caras siempre tienen otras fugitivas de la boca. Morder la piedra, entonces, es la tarea del poeta, hasta que sangren las encías de la noche. En esa noche navegará sin rumbo fijo, desconfiado de todo, en especial de sí, mirando espejos que cantan como sirenas que no existen. El poeta se atará al palo mayor de su ignorancia para no caer en sí mismo, sino en otro país de aventura mayor, muerto de miedo y vivo de esperanza. Sólo el dolor lo unirá muertovivo al vacío lleno de rostros y verá que ninguno es el suyo. Y todos serán libres.


En: Valer la pena (México, 1996-2000), Seix Barral, 2001.
Juan Gelman (Buenos Aires, 3 de mayo de 1930 – Ciudad de México, 14 de enero de 2014). Foto: Jmp.

lunes, 22 de mayo de 2017

Enrique Lihn, Un primer verso que pone al poema en movimiento como por obra de magia


ESTACIÓN TERMINAL

Ésta será ya lo veo tu última imagen: 
nuestra despedida en el poema en la estación terminal. 
No sé por dónde empezarla para que no se me escape nada,
y las gentes las cosas apelotonadas aquí tienen algo de agobiadoramente comparable a los restos que se enfrían 
frases enteras o adjetivos de una pequeña obra maestra 
sobre la cual pesara, hasta perderla, esta impaciencia, 
nuestro cansancio mi inarticulación la ferocidad del egoísmo 
por el cual cuando me empiezan a doler los pies prefiero la cama a cualquier otra cosa incluyendo a la poesía que voy a decirlo todo esta noche eres tú, 
y, entretanto, no insistas en que un gordinflón de cuarenta años 
duerma apoyado en tu hombro, para retenerlo otro poco. 
A la estación le sobran escenas como éstas, 
la cara triste de la revolución 
que me sonría por la tuya 
con algo de una máscara de hojas de tabaco pequeña obra maestra de la noche te improvisas 
una moral una paciencia y hasta lo que llamas tu amor, nada podría de todo eso 
brotar en esta tierra caliente removida por los huracanes 
sobre la que pasa y repasa este mundo con sus pies, 
y se acumulan los restos a la espera de mis adjetivos, obscenos bultos un mar de papeles, etc., 
algo, en fin, como para renunciar a este tipo de viajes. 
Me parece llegar a la edad más ingrata, 
me parece recordar el momento presente: 
no eres tú la muchacha que conocí hace un año 
ni te marchaste en circunstancias que prefiero olvidar. 
Por el contrario, ¿no hicimos el amor? 
Una y mil veces, se diría, y para el caso es lo mismo: 
te reemplazaron hasta en eso como una sombra borrara a otra, 
y tu virginidad: el colmo del absurdo 
no te defiende ahora de parecer agotada. 
En realidad recuerdo que nos despedimos aquí, 
pero no puedo precisar, con este sueño, cómo ocurrió la despedida, 
en qué sentido tus manos me revuelven el pelo 
y yo arrastro tu equipaje una caja de latón 
o me insinúas que te regale un pullover. 
A los ojos de la gente que no distingo de mis ojos 
sino para mirarles desde una especie de ultratumba 
somos una pareja un poco desafiante 
y acostumbrada a esto en su Estación Terminal 
un blanco y una negra 
contra la que, en cualquier momento, alguien arroja una sonrisa estúpida 
el comienzo de una pedrada.
La cara triste de la revolución 
y yo la tomo entre mis manos de egoísta consumado.  
Tanto como los párpados me pesan quienes se sientan en el suelo 
a esperar una guagua hasta la hora del juicio 
en que el viejo carcamal logra ponerse en movimiento 
y los riegue lentamente por el interior de la República. 
Tu última imagen quizá con tus yollitos en el pelo, 
esta falta de sentimientos profundos en que me encuentro 
parecida a la pobreza por la que en cambio tú 
no sientes nada o bien una despreocupada afinidad, 
la risa de juntar unos medios con tus alumnos, 
el espejo que se guarda debajo de la almohada para soñar con quién se quiera 
y tus visitas a la abandonada 
que por penas de amor se llena de hijos. 
Ya no estoy en edad de soportarme en este trance 
ni los bolsillos vacíos ni la efusión sentimental son cosas de mi agrado, 
hasta leyendo mis propios versos más o menos románticos bostezo 
y se me dormiría la mano si tuviera que escribirlos. 
Cuántos años aquí, pero, en fin, tú eres joven: 
“de otro, serás de otro como antes de mis besos”. 
Yo prefiero al lirismo la observación exacta 
el problema de lengua que me planteas y que no logro resolver te escribiré. 
La Estación Terminal un libro abierto perezosamente en que las frases ondulan 
como si mis ojos fueran un paraje de turistas desacostumbrados a estos inconvenientes, 
nada que se parezca a una mancha gloriosa, 
ya lo dije, de vez en cuando, una observación estúpida: 
piedrecillas que se desprenden de este yacimiento humano, 
incongruentes, con el saludo de Ho Chi Min transmitido por los altoparlantes institutrices de esas que no dejan en paz a los niños a ninguna hora de la noche, 
y sin embargo, tú duermes con tranquilidad 
capaz de todas las consignas, pero con una reserva al buen humor 
quizá la clave de todo esto 
un primer verso que pone al poema en movimiento como por obra de magia. 

La Habana, Cuba, 1968


RECUERDOS DE MATRIMONIO

Buscábamos un subsuelo donde vivir, cualquier lugar que no fuera una casa de huéspedes. El paraíso perdido
tomaba ahora su verdadero aspecto: uno de esos pequeños departamentos
que se arriendan por un precio todavía razonable
pero a las seis de la mañana. "Ayer no más lo tomó un matrimonio joven".
Mientras íbamos y veníamos en la oscuridad en direcciones capciosas.
El hombre es un lobo para el hombre y el lobo una dueña de casa de pensión
con los dientes cariados, húmeda en las axilas, dudosamente viuda.
Y allí donde el periódico nos invitaba a vivir se alzaba un abismo de tres pisos:
Un nuevo foco de corrupción conyugal.

Mientras íbamos y veníamos en la oscuridad, más distantes el uno del otro a cada paso
ellos ya no estaban allí, estableciendo su nido sobre una base sólida,
ganándose la simpatía del conserje, tan hosco con los extraños como ansioso de inspirarles gratitud filial.
"No se les habrá escapado nada. Seguramente el nuevo ascensorista recibió una propina".
"La pareja ideal". A la hora justa. En el momento oportuno.
De ellos, los invisibles, sólo alcanzábamos a sentir su futura presencia en el cuarto vacío:
nuestras sombras tomadas de la mano entre los primeros brotes de sol en el parquet.
Un remanso de luz blanca nupcial.

"Pueden verlo, si quieren
pero han llegado tarde".
Se nos haría tarde.
Se hacía tarde en todo.
Para siempre.



En: Nueva poesía de América, CEAL, 1970.
Enrique Lihn Carrasco (Santiago, Chile, 3 de septiembre de 1929 – 10 de julio de 1988). Foto: Jmp.

Vladimir Maiakovski, Soy poeta, y esperaba el futuro


AMOR


Tal vez,
          quizá,
                  alguna vez,
por el camino de una alameda del zoológico,
entrará también ella.
Ella,
     ella también amaba a los animales,
y sonriendo llegará,
                           así como está,
                                               en la foto de la mesa.
Ella es tan hermosa,
a ella con seguridad la resucitarán.
Vuestro siglo XXX
                          vencerá,
al corazón destrozado por las pequeñeces.
Ahora,
          trataremos de terminar,
todo lo que no hemos podido amar en la vida,
en innumerables noches estrelladas.
¡Resucitadme,
                     aunque más no sea,
                                                 porque soy poeta,
y esperaba el futuro,
luchando contra las mezquindades de la vida cotidiana!
¡Resucitadme,
                     aunque más no sea por eso!
¡Resucitadme!
                     Quiero acabar de vivir lo mío,
                                                                mi vida
para que no exista un amor sirviente,
ni matrimonios, sucios,
                         sucios,
                                  concupiscentes,
Maldiciendo la cama,
                               dejando el sofá,
alzaré por el mundo,
                              un amor universal.
Para que el día,
                       que el dolor degrada,
cambie,
y no implorar más,
                            mendigando,
y al primer llamado:
                              ¡Camarada!
se dé vuelta toda la tierra.
Para no vivir,
sacrificándose por una casa, por un agujero.
Para que la familia,
                             desde hoy,
                                             cambie,
el padre,
             sea por lo menos el universo,
y la madre
                 sea por lo menos la Tierra.




Traducción de Lila Guerrero. En: Antología de la poesía universal, CEAL, 1978.
Vladimir Maiakovski (Rusia, 19 de julio de 1893 – 14 de abril de 1930). Foto: Jmp. 

domingo, 21 de mayo de 2017

Moris, Un día me iré, no sé adónde



DE AQUÍ, ADÓNDE IRÉ

(Sha da da da da)

¿De aquí, adónde iré?
¿Qué amigos tendré, mañana?

¿Qué noches vendrán,
en tu amanecer de un día?

Mis hijos vendrán
y también se irán.  
(Es la vida...).

¿De aquí, adónde iré?
¿Qué vueltas daré, tan solo?

También moriré,
un día me iré, no sé adónde.

Ir más allá, y me esperará
tan poco.

La vida esperó
un tiempo de más.

Después recogió sus alas
y voló.

(Otra vez, sí, a la humanidad
y los hombres).

"¿De aquí, adónde iré?”,
pregunta un niño (y lo supe).

Vencerás sin fin,
te irás alegre y tendrás dolores.

Esperar a Dios,
la eternidad azul,

la vida sin fin,
las caras que amé,

los hijos que di
y mi vieja amada,

por siempre.

(Sha da da da da)



     En elepé Ciudad de guitarras callejeras, editado en 1974. Tema 6, lado 2. Leemos en contratapa del disco: “Aquí Moris expresa su visión particular del destino del hombre. Su vida aquí y ahora y el infinito que se extiende detrás de la mente. La vida y la voz elevándose alada hacia regiones intocadas.”
     Moris (voz, guitarra y coros). Litto Nebbia (bajo), Ciro Fogliatta (piano), Daniel Russo (bajo y piano), Ricardo Santillán (batería), Corre López (batería), Ricardo Jelice (bajo), Víctor Gómez y Rubén Parra (coros), Lalo Fransen (tumbadoras). Dirección de cuerdas: Rodolfo Alchourron. Producción: Horacio “Gordo” Martínez.
Mauricio “Moris” Biravent (Buenos Aires, 19 de noviembre de 1942). Fotos: Jmp.

domingo, 7 de mayo de 2017

Moris, Pensando en salvarme para volver a enterrarme



MUCHACHO DEL TALLER Y LA OFICINA

1, 2, 3, 4

Eh, muchacho del taller y la oficina,
ésta canción, ésta canción es para ti.
Está llegando ahora, en el éter de la radio,
brilla afuera el sol de la ciudad.
Aunque muchos te usan, muchos te escupen,
muchos te usarán...

Encerrado entre máquinas de hierro,
arrojado ahora en tu cárcel de hollín.
Y tu ídolo recostado en la pileta,
te regala la alegría de vivir.
Aunque muchos te usan, muchos te escupen,
muchos te usarán…

Eh, muchacho del taller y la oficina,
toma tu café de la obra social.
Escucha la canción de la libertad,
ahora que tu jefe te está por llamar.
Ve a mirarte al espejo,
ver tu cara de viejo,
tan orgullosa, asustada de nada.

Estoy creando ahora, en la puerta de la fábrica.
Estoy viviendo tu vida y la mía.
¿Dónde está… el albañil sonriente?
¿Dónde está… la mujer esperando?
¿Dónde está el río podrido,
el girasol solitario,
dónde está la brutalidad?


1, 2, 3

En el asfalto de enero,
comprando churros de acero,
pero estoy viendo como las luces se apagan
y nos aplasta la guerra.

Estoy viendo campos de concentración forzada,
muchachos de veinte años sirviendo a la casta armada.

Estoy pensando en salvarme para volver a enterrarme.
Estoy pensando en salvarme para volver a enterrarme.

Eh, muchacho, estoy en la calle cantando,
no me ves que estoy ahora cantando,
está como lloviznando en Hurlingham, oh.

Muchacho, no me ves en la calle cantando,
ando parando y mirando,
ando subiendo a los trenes
que tienen que llevarme
muy pronto hasta Luján.

Eh, muchacho, estoy en la calle cantando,
no me ves que estoy ahora cantando, ahora,
ahora mismo cantando, pateando botellas de plástico,
aspirando humo de camiones y chimeneas.

Estoy en José León Suarez,
hay volcadores y camiones Petinari.
Mujeres rojas salen de los bares.  
Ferrocarriles transportando pueblos con calor.

Estoy en José León Suarez,
hay volcadores y camiones Petinari.  
Ferrocarriles transportando pueblos con calor… 



     En elepé Ciudad de guitarras callejeras, editado en 1974. Tema 3, lado 1. Leemos en contratapa del disco: “Compuesto íntegramente en las proximidades de la ruta 8, ésta canción es la más larga del LP, y posee dos movimientos en su estructura musical. En la primera parte, es el cantante que le habla al muchacho de su propia vida, de la fábrica y el trabajo, y en la segunda parte, aparecen los sentimientos privados del compositor y sus visiones particulares. Una verdadera canción de los caminos.”
     Moris (voz, guitarra y coros). Litto Nebbia (bajo), Ciro Fogliatta (piano), Daniel Russo (bajo y piano), Ricardo Santillán (batería), Corre López (batería), Ricardo Jelice (bajo), Víctor Gómez y Rubén Parra (coros), Lalo Fransen (tumbadoras). Dirección de cuerdas: Rodolfo Alchourron. Producción: Horacio “Gordo” Martínez.
Mauricio “Moris” Biravent (Buenos Aires, 19 de noviembre de 1942). Fotos en espejo: Jmp.