jueves, 31 de enero de 2013

Ignacio Uranga, decididamente sintomáticas y divididas mi mente y psique



EL ELLA REAL

Decididamente sintomáticas y divididas mi mente y psique
por el límite producto de la involuntaria violencia
ordenadora que estructura y jerarquiza sin tenerme en
cuenta, y sin piedad ensueña y golpea, golpea y ensueña
al punto tal de dolorosamente situarme a luz plena subalterno
indefenso frente al ella real y la pre-mujer, temporalmente frágiles
ambas; desesperadamente amando no la totalidad sino mínimas partes:
me refiero claro a ésta que no es no es: y no es: que canta no cantando
cuando extiende y no extiende sus manos que no son manos y
las abre cerrándolas para despedirse sin irse ni haber llegado
para luego finalmente lejana hacer las típicas señales del adiós
hasta que yo mucho más allá de lo inevitablemente preciso
incierto como la letra, como lo oscuro a los ojos, vuelvo arrodillado
a la construcción escritural, a dar sentido a esta vida, fundando un
territorio en el que comprensión y pregunta se desleen: como aquélla
que ni canta ni extiende ni cierra ni abre porque no hay ni canto ni
llegada ni manos para las típicas señales del que puede partir:
han fundado una y otra dialógicamente dis-cordia en mi pobre corazón



SÝMBOLON

El último invierno, agosto, miércoles, 11 pm
ella partió, dejó, la ciudad, un pacto, el amor,
roto en el café de las siete: un símbolo
de la antigua Grecia: la hospitalidad
de sus ojos: la mitad de mi tristeza



En: “El ella real”, Hemisferio Derecho Ediciones, 2009.
Ignacio Uranga, Bahía Blanca, 1982.
Foto: FB.

Ignacio Uranga, ahora, a dieciséis años de no escupir al caminar



EL SUEÑO DE LAURA

Ahora, a dieciséis años de no escupir al caminar
a dieciséis de no mear en los potreros, ahora que
el Lito espera un hijo, que Haroldo va por el
segundo; ahora que el Preso se mudó y no lo
veo; ahora, que caigo en la cuenta de que al Rodi
hace diez años lo mataron dos veces: la primera
por error, la otra jugando; ahora, que no puedo, que
no puedo: al barrio no vuelvo por miedo a mí
mismo, porque ahora el chico es un ilustrado que
asiste a la academia y evita ensuciarse los zapatos; ahora
que la licenciada en ciencias psicológicas Erzetic Paula
diagnosticó neurosis, y el psiquiatra no se pone de acuerdo
con la enfermedad y la droga para la cura; ahora, que es
un intelectual convertido, un converso pibe del barrio Colón
que antes escupía y meaba el portón de cualquier vecino, ahora
que sufre porque de las palabras no se vuelve: el siete de octubre
Laura soñó le decía: no quiero más esto, Laura, no quiero más esto


ASMA

Intentando saltar el alambre en 1988, la línea divisoria
empezaba a recorrer el camino hacia la cicatriz, la
marca para siempre, con todo lo que para siem-pre
implica: suturada una vez la herida, se pretendió que dos
partes desiguales fueran convocadas en una integridad
armónica: la conciencia debida que una línea divisoria
merece no fue considerada: una simple cicatriz pero
detrás se oculta y se muestra a la vez una causa, el sistema
de condicionamientos que contextualmente operaron para
que ahí las cosas no quedaran iguales: un componente más
en el proceso de gestación de la identidad: una huella que
no es más que otro lenguaje: porque nadie es hasta que abre
la boca o la letra, y cae en el abismo, la abertura por la distancia
el no puente, y siente al caos en carne viva, tras el esfuerzo y el
dolor, el esfuerzo y el dolor de intentar decir y caer y caer y venir
a darse cuenta de que el grito sería más: entonces el lenguaje se
vuelve cicatriz, lugar que siempre será un límite, a la vez que
marca que quema, individual, intransferible, entre la imagen
objetiva y subjetiva del mundo, un camino imposible, un
surco que marca un no camino, una construcción equivocada
insuficiente: una auto-herida que el hombre se ha hecho


IDENTIDAD O DEL MUNDO COMO VOLUNTAD Y REPRESENTACIÓN

El limonero de
Avellaneda 540
ha perdido
la libertad de ser
un árbol
cualquiera


En: “El ella real”, Hemisferio Derecho Ediciones, 2009.
Ignacio Uranga, Bahía Blanca, 1982.
Foto: FB.

miércoles, 30 de enero de 2013

Néstor Groppa, hace versos sencillos




POETA SE OFRECE (CON REFERENCIAS)

Hace versos sencillos.
Arregla versos desechos, o corridos
y camperas (poesías).
También coloca adjetivos vidriados (con garantía).
Indica precisos y modestos sustantivos de uso natural.

Poeta se ofrece cama afuera
o mediodía, sin comida.
Siempre a domicilio en lecciones personalizadas.
-prosistas sin ángeles ni vuelo, abstenerse-
Poeta sin master.

No confundir con otro Dr. en Literatura, ni licenciado,
ni filólogo, ni lingüistica.
Respeta la tecnocracia literaria
y la ornitológica (terrena o celestial),
además de la tensión semasiológica, la espacialidad
y el alma de la palabra (libro de Mallén Garzón).

Poeta solamente licenciado en “gramática de los sentimientos”.
No enseña a leer, pero está en contacto con “la empresa Takara
que interpreta las emociones de los perritos
usando un megáfono en el can y una pantalla
para perros japoneses”.

Se respetan todas las creencias literarias.
Se respetan la ciencia literaria
y demás profundos saberes.


Néstor Groppa (Laborde, Córdoba, 17 de junio de 1928 - 
San Salvador de Jujuy, 4 de mayo de 2011).
Del blog de Martín Bentancor “ASUNTO LITERARIO, 
apuntes de un lector en el desierto”.
Foto: Pablo Aguilar

martes, 29 de enero de 2013

Néstor Groppa, como un bien fregado piso de pinotea



ESA MAÑANA


Como un bien fregado piso de pinotea
huele la mañana
luego de la lluvia de anoche.
El cielo anegado, el paisaje sosegado
henchido de aromas
a barro, a aguas crecidas
botando su lecho.

Tal vez el mismo aroma haya tenido el aire
en aquel silencio
de luz,
anterior al mundo.

Lejos de aquel comienzo
paradas en el aljibe de la mediamañana
tersas, alegres
las pirinchas se interrogan
sobre los nidos de gorriones
en los altos del tipal.


Néstor Groppa (Laborde, Córdoba, 17 de junio de 1928 - 
San Salvador de Jujuy, 4 de mayo de 2011).
Del blog de Martín Bentancor 
“ASUNTO LITERARIO, apuntes de un lector en el desierto”.
Foto: Pablo Aguilar

lunes, 28 de enero de 2013

Elida Manselli (1941-2013), tres poemas



I


Entre y cierre la puerta que detrás vienen los presagios.
Aquí no encontrará más que tristeza y pequeñas fatigas
azules buscándose como torres a larga distancia.
Entre y ubíquese en diagonal a las pesadillas, que para
estar tranquilo basta hacer el pan diariamente sin pausa
y retribuirlo para no quedarse solo.
Voy a encender el espectro del bosque.
Necesito una mirada que pueda más que el agua, que el
dominio del tiempo sobre la inteligencia, que ese fuerte
dolor a aguacero en lo sentidos.
Siéntese tal cual ha nacido, Con pocas palabras, que hoy
descubrí un capullo con diez años de antigüedad y conocerá
usted la belleza que nunca ha entrado por los ojos.

¿Siente el roce del planeta?
Pronto desplegará el cielo la fila de perdices, esos privilegios
de invierno en los campos.

Esta soledad que prepara el ángel.


IV

Ave
de la pereza
tordo
chajá.
Rubio de la serpiente, partes de ángeles, alazán manos
blancas y la exactitud del aire.
¿Y la exactitud del aire?
He venido por ese tajo que florece sobre la frente, con el
oído sobre todos los oídos de la inmensidad.
He sentido la vida como la muerte sin ninguna venganza.
Sauce que mira largamente el orden, cuervos, testigos del
rastro de la conciencia.
Todo arde como un golpe en el viento del mundo.
En el encierro del fuego una especia levanta el camino hasta
los madrigales.
Una especie pegada hueso tras hueso en las claras durmientes
del cielo.

Aquí donde el Renacimiento vuelve al fuego de los renacimientos,
el agua dura sonríe a la pradera, al engranaje,
al declive…
Viendo el poro abierto de la reflexión sobre la tierra.



VII 

Me detuve con la mirada y conté cada hierba del nido.
Donde pasaba el reloj todos los días y la caricia voladora
dejaba nuevas clemencias de luz, en lo profundo del
silencio.
Salí del nido con el embrión vegetal sobre la frente.

Volé busqué cuatro caminos, porque estaba la razón fijada
sobre mi plumaje antiguo, que sabía del sufrimiento del
árbol, del animal, del crecimiento plata pura de las
palabras nuevas.

Volé construí mejor los ojos, compartí como pude las nacientes
del espíritu, las sensaciones de noche y de tormenta,
la ciencia en el amanecer.
No fue la razón sino la dalia del espacio, la que hizo de
todos los paisajes mi nido.
En la rara pendiente….




Elida Manselli (Buenos Aires, 1941-2013).
Poemas del blog de Elida Manselli.
Foto: Daniel Grad, 6 de junio de 2001, La Maga, Ciclo Huasi.

Elida Manselli (1941-2013), tres poemas



AZAHARES PARA MI ALAZÁN


Cabalgaremos al alba.
Déjame enjaezarte con las primeras aguas
de los manatiales que hoy coronan tu sangre.
Para el viaje cortaré azahares
que defenderán
arrullarán
rezarán
a nuestra sombra viva.
No encerraremos las penas del pasado.
No libraremos batalla,
no construiremos días ni manadas,
sólo arderemos dentro de la niebla
que a veces te ocultará,
aunque yo marche a corta distancia
de tus relucientes crines.
Mientras galopamos hacia el infinito de tu nido,
las flores nos embriagan,
desconocemos los cuerpos que resbalan
siempre tarde a nuestro paso,
ahora que rozas el todo después de la nada
que juntos intentábamos florecer.

Estamos en el centro del alma
con algunas almas posibles,
como si tejiéramos el arma celeste
ascendemos encantados
desencantados
del hálito que respira en las cenizas,
el áspero sueño de humanidad aún pendiente.
Atravesamos el rodeo del silencio,
lejano abrevadero que muda su espacio
de extremo a estación sin flor.
La mirada más dulce de los animales
llega de los latentes,
cercanos campos latinos.
No abandonaremos el paraje,
un destello de Tarquinia traza en la memoria
mi infancia última, la inocencia
mi entendimiento de los otros.
No destruiremos el son,
el ámbar de mi sin razón,
al abrigo de un sueño de los mandarinos.


BATALLA VERDE

En tanto te acercas batalla verde cortante.
Impulsas la orden de los mitos,
campaña lejana de aullidos dulces,
de caos suspendidos y de silencio...

¡Desesperada misión tu pata en llamas!
Todo me impulsa
y vuelvo la cabeza a la caballería distante,
a los frentes sin sombras ni luces en la luna,
donde la materia era un trago perdido.
El hemisferio quebraba la membrana mejor,
la sangre se coagulaba
en las manchas violentas del siglo,

¡ Desesperada misión tu pata en llamas!
Desesperado galope de hierbas, matices y espejos
rasgando los latidos en el manantial reinante.
Yo tenía miedo en la paciencia.
Ascendía el agua mezclada de olores e infinito,
ojos, ojos para volcarse en llamas
como una serpiente desplazada cada día.



NÁCAR DE MIS SENTIDOS

Eran días de guardar,
días de reserva.
Columnas de humo se filtraban entre los naranjos
y los racimos de todas las vías perdidas,
no había horror en la aureola de la hierba,
sólo temblor.
Un color desconocido resistía en la mirada del caballo,
era el incendio de todas las edades,
belleza de tinieblas que roía el aire
como una llaga arcaica flotando en el valor diario.

El caballo malacara esperaba,
nácar de los sentidos.
marcado brote de la serenidad del universo.
Esperaba el resto de su travesía y la mía,
acaso la totalidad de mis días dichosos.

Nada dejábamos, no recordábamos
ni siquiera el matiz de la patria vivida.
Subíamos otra orilla,
sin cesar el caballo flameaba azulándose
en su dorado andar,
especie real de un costado santo,

a través de espartos, manantiales, panales de abismos,
los grandes oxígenos obligados bajo el sol,
cuando aún nos invitaban los juncos, el sauce
y los dispersos cantos de los pájaros fugaces
cuando en la sabana chocábamos con ecos.

Guardábamos sólo un temblor,
el bien de sangre desprovisto de prodigios,
desnudo trino hacia un abrevadero de cenizas
o un reverbero de polos cruzados,
el sueño extremo de alcances todavía en la tierra,
ardiente,
despiadado aroma
enfrentado a los deseos detenidos del pasado
ahora niebla.



Elida Manselli (Buenos Aires, 1941-2013).
Poemas del blog de Elida Manselli.
Foto: Daniel Grad, 6 de junio de 2001, La Maga, Ciclo Huasi.

viernes, 25 de enero de 2013

Leónidas Lamborghini, cojeando, saltando



KULPA, LA YEGUA

    Cojeando, saltando
                             vallas
             a duras penas,
      trastabillando,
casi olvidada, viniendo
               desde el fondo,
      siempre ganadora,
               llega.



EL REPROCHE

Erguido
en sus dos patas
como una parodia
            de hombre
cubierto de pústulas
se interpuso
     en su camino;
él lo tomó
      en sus brazos
      besó las llagas
y fue sano.
         Desde entonces,
lo siguió a todas
        partes
hasta el momento
del madero final: al pie
      daba vueltas
como un cavilar
que no halla reposo
y, volteando hacia arriba,
le ladraba
        con furia.



PARÁBOLA

La pasión del agua
y el aceite
por hacerse
                    uno
en la olla puesta al fuego.
             Las indecisiones
    de lo monstruoso (la ambigüedad)
    por querer ser;
esas imágenes cambiantes
y atrozmente bellas:
tal, un dios
          encarnándose.



"TRINO"


Como en atolladero
           de espejos
   deformantes que
          multiplican
   mi confusión
                  al infinito
   vivo aquí: ¿broma de
          parque de diversiones?
   Verme hijo
      cuando me veo padre
                  padre
              cuando me veo
                  hijo
      y llamarada en el espejo
                 de
      un tercero en discordia
           ¿Soy el que soy?
           ¿Soy el verbo?
      Ya no lo sé; ahora y
                aquí
        soy el interno 3
        al que también llaman
                                     "Trino"  


En: “El macró del amor”, Paradiso, 2012. 
Selección de poemas: Valeria Cervero.
Leónidas Lamborghini (Buenos Aires, 1927-2009).

Foto: s/d

martes, 22 de enero de 2013

Juan Gelman, no es para quedarnos en casa que hacemos una casa



COSTUMBRES

no es para quedarnos en casa que hacemos una casa
no es para quedarnos en el amor que amamos
y no morimos para morir
tenemos sed y
paciencias de animal



Juan Gelman, Buenos Aires, 1930.

domingo, 20 de enero de 2013

Mariana Vacs, Frida se mira en la horizontalidad




FRIDA

Frida se mira en la horizontalidad
de su espejo; suma su pierna
estrecha y el bastón que la habita
en su cama de patio azul.


Duerme en la mirada
de sus luminiscencias,
pinta sus miserias en su corsé
y se dibuja en una Catrina:
le redobla sus cejas a la muerte.


Mientras, el sapo destapa
   algún silencio en la lluvia.



DÍA DE LOS MUERTOS II


El olor de los panes
se une a tu nombre
y bailo con tu sombra
de flores intensas:
sol de los muertos
en tu lápida de ausente
recién llegado.



De: “Espina de Maguey”, Edicones El Mono Armado, 2012.
Selección: Valeria Cervero.
Mariana Vacs, Rosario, 1967. Foto: FB. 

sábado, 19 de enero de 2013

Maritza Kusanovic, las moscas en la hojas



LA ENFERMEDAD EN EL SUEÑO ETERNO
  

hay las moscas en el aire huevos 
de moscas en los ojos un movimiento 
de insecto una gula de bichohaydedolor 
en el labio y la inmundicia y el contagio 

hay las moscas en la hojas y en 
las heces que come este cadáver que escribo


ay las moscas cuando huelen lo dulce 
los deseos y la carne que sufre


  

EL HABLA


Todo está escrito Todos los crímenes y los milagros 

Sólo nos queda 

la deformación de la cosa 
la manipulación al vacío 
el simulacro del tacto 
o el proctologuismo

  
romperle el círculo 
a la palabra


al silencio de la palabra


Maritza Kusanovic (Punta Arenas, Chile, 1965). Desde 1973 vive en Santa Cruz.
Poemas publicados durante 2012 en su blog Bloggrito.
Selección: Valeria Cervero.
Foto: FB.

viernes, 18 de enero de 2013

Pedro Aznar, pensaba en vos



PENSABA EN VOS

Atardecer,
viene la lluvia.
Leña de arder
en la penumbra.
Pensaba en vos.
Llegan mensajes.

¿Qué más que hacer
tirar el fuego?
¿Cómo encender?
Todo es un juego.
Pensaba en vos,
viajando el viaje.


Volcán del sur
fuma cenizas,
tiñe la luz,
miles de millas.
Pensaba en vos...
pensaba en vos...


pensaba en vos.

En CD: “Ahora”, 2012.
Pedro Aznar, Buenos Aires, 23 de Julio de 1959.

María Laura Fernández Berro, barcos oxidados, recostados sobre la arena rota



XXV 
(fragmento)


(…)
Ayer soñé que venía una ola. Mire la ola errante y no tuve miedo. La orilla, sucia y náufraga. Entonces vino a mí. El pelo en el sol. La espuma rota en perlas de nácar. Y la luz.
Fue entonces que el río se secó. Se arrugó el agua desde el centro hasta la orilla. Y vi la tierra abierta hasta el infinito. Los barcos oxidados, recostados sobre la arena rota.
Río por donde todo vino y por donde todo se va.
Río como un animal movedizo, marrón, enorme.
A la orilla del río
A la orilla del río
Un niño solo con su perro.
A la orilla del río
Dos soledades
timidas…


En: “La sangre derramada”, Babel Editorial, 2012. 
Primer premio de novela certamen Aurora Venturini, 2010.
María Laura Fernández Berro, La Plata.
Foto: FB.

jueves, 17 de enero de 2013

Eugenia Cabral, la mujer, dice el libro



ARS ERÓTICA


EN LAS PRIMERAS páginas del códice
se adiestra a la mujer en el arte de ofrendarse
y excitar la voracidad masculina.
Es la apertura hacia las arterias
que transportan el deseo y adormecen la racionalidad.
Esta es la fase lunar, femenina.



LA MUJER, dice el libro, debe ser vista por el varón
como la elegida que llegó casi fortuitamente,
en el momento preciso, pero sin hambre ni sed,
a una celebración concertada bajo la Luna,
desde alguna ocasión pasajera –poco gravosa–
para que el encuentro resulte provocador y no acuciante.
Será un período de aproximación y alegría
donde el antiguo Dionisos recibirá las primicias
como suaves melenas bañadas de luz selenita.
La sed progresará poco a poco y sin pausa.
Dionisos beberá el líquido de a sorbos.
Las yemas de los dedos sumarán células sensibles
milímetro a milímetro,
hasta cerrar la cifra de la erección.
Los labios entreabiertos irán derramando
el tibio maná de la saliva con mesura,
como abonando la tierra para que brote
del mismo maná en la otra boca,
la boca del hombre cuya carnadura comenzará a tensarse
desde las plantas de los pies hacia la nuez de Adán
y, del mismo modo que el bíceps o el dorsal,
el pene se irá dilatando al tiempo que roba calor
del cuerpo que lo roza con la pierna, con la mano, el pubis,
en un deslizamiento natatorio,
puesto que el bullente oxígeno de origen salival
irá humectando el aliento que de ellos emane.
La exultación dionisíaca culmina ahí.



EL VARÓN, ya enhiesto su falo
por gestión de la caricia que simula
no reclamar resolución ni satisfacción
entrará en la fase apolínea, la etapa viril.
La exigencia masculina, los designios de Apolo
serán el motor de las prácticas.
El calor se tornará apetencia,
la erección irá encendiendo la sed.
Durante este lapso, según el texto citado,
las fobias tienden a convertirse en enemigas potenciales
de la armonía entre los amantes.
Ninguna astucia alcanzará a disimular
los profundos rechazos –rayanos en desprecio–
y, no obstante, involuntarios, que pueden llegar a producirse
mutuamente el hombre y la mujer.
El ano decidirá la suerte de la supremacía.
El semen querrá penetrar más como violador
que como enamorado; si penetra o es repelido,
igual habrá presentado su moción.


Hasta el clímax, la mujer irá optando –señala el texto–
entre el esclavismo y la cooperación;
durante el orgasmo, el varón habrá de pagar
en moneda corriente y de contado.
Los dioses y semidioses, asomados a sus respectivos palcos,
observadores desde el panteón olímpico, el Hades,
la orilla de la laguna Estigia o los campos Elíseos,
apostarán por turno a su campeón preferido;
ellos serán los idólatras y los amantes sus divinidades.


Con los jugos dionisíacos, las articulaciones de la pelvis
se habrán aceitado a manera de mecanismos psíquicos;
durante la agonía regida por el dios de las flechas
los plexos solares sufrirán embates más o menos ecuánimes.
Las neuronas que gobiernan la maquinaria
oprimirán las coyunturas ejerciendo mayor o menor presión
a medida del proyecto hegemónico
o el ansia de placer que las domine.
De ahí en adelante, la posición de los miembros,
la cabeza, la posición decúbito dorsal o ventral,
constituirán el resultado de una transacción
o la admisión de un acceso indeseable.
Llegados a esa instancia, puntualiza el libro,
la grosería de las demandas y la compulsión de los actos
llenarán la escena de humanidad.


El reinado de Apolo habrá exhibido
–en progresión constante– sus atributos castrenses:
la apolínea verga, el peto defensivo,
los brazos combatientes, los pies que hienden la arena.
Ella, entretanto, habrá preparado la fase
que el apologista denomina de la Sirena:
la partición de las piernas que hará del sexo indiviso
mitades conexas por el canal vaginal.
De la antigua unicidad sólo ha de sobrevivir
la huella del clítoris, esa breve prominencia
donde acechan el gemido y el bramar.



APOLO, QUE NO ES ULISES,
doblegará a la Sirena haciéndole parir de sí misma
a una mujer, a cuenta de los partos venideros.
No habrá seducción posible mediante la voz ni los gestos
de la anti-hembra mitológica.
El macho intuirá claramente la amenaza de castración
y antes matará a la que pudo haber sido su madre
que ceder ante melindrosos requiebros
de quienes, por dulces, no son menos peligrosas.
El anti-Edipo se volverá contra Yocasta
y presentará disculpas a su padre.
Aguerridas, las flechas traspasarán los velos.
La agresión será la forma de la castidad y de la ley.
Todavía obnubilada, esa mujer recién nacida
escuchará la orden que la expulsa de la histeria sin remisión.
Será una desalojada de su mansión familiar.
El murmullo de la verdad emergerá impertinente hacia la luz.
Los dioses, colmados, se retirarán a sus templos.



EL ÚLTIMO CAPÍTULO de esta pedagogía
describe el cuadro donde la que otrora fuese Diana
y devino Afrodita se convierte en Eloísa razonable.
Junto a la ventana, contempla la ciudad donde residen
(aunque él en realidad está de paso, rumbo al Norte)
y que fue contexto de esa noche;
luego, mira al semidiós
que abandona el aquietado oleaje de las sábanas,
la toma por la cintura y besa levemente sus hombros.
Él ya no es aquel fauno que horas antes
celebraba danzando y bebiendo,
pero tampoco ha de volverse un Ares
puesto que es hijo de Prometeo.
Los dos seres humanos se abrazan,
ya entregados a la polis y a Mercurio;
de mañana, ella hará de Palas Atenea
para complacer a su Abelardo
y él mudará de Jaguar en Quetzal.


Otras muchas metamorfosis han de imponerles
a posteriori nuevas gradaciones y degradaciones.
A pesar de ello, seguirán llamándose
con el mismo nombre
y no habrá cambios visibles en sus cuerpos.
Bajo cada apariencia persistirán tatuajes,
heráldicas subcutáneas. Rastros adorables
de revelación y lucidez; del amor, en suma: del erotismo.
Sólo la muerte será dueña de transformar
sus figuras y verter sus nombres en el olvido.
Ellos perecerán y el deseo habrá de trascenderlos.
“Amor constante más allá de la muerte”,
la princesa y el plebeyo,
el deseo en flor, en vuelo, por siempre jamás.



De: “En este nombre y en este cuerpo”, Babel, 2012.
Selección de textos: Valeria Cervero.
Eugenia Cabral, Córdoba, 29 de noviembre de 1954.
Foto: FB.