lunes, 6 de octubre de 2014

Carlos J. Aldazábal, Olga Orozco preparó un arrollado bañado en chocolate


DEBO ESTUDIAR FRANCÉS

Olga Orozco preparó un arrollado
   bañado en chocolate
y vino Miroslav, que es cocinero,
        a la hora del té.

También estaba yo, poeta inédito
  incapaz del francés y el galicismo.

El rito comenzó con la vajilla.
“Leeré en el futuro las llaves del abismo
para saber qué puertas nos tocarán en suerte.
Qué casas cruzaremos, qué portal venturoso,
que llanto inagotable hablará en las gargantas”.

No recuerdo el pronóstico.
Pero sí su paciencia,
la mágica infusión de su voz poderosa.
Y el “estudie francés” imperativo
               que siempre descarté.

El domingo pasado tuvimos otro encuentro.
Pero estaba en La Pampa:
un museo de infancia que ahora es Olga.

Ahí viven sus libros (incluyéndome a mí),
y sus plantas, sus piedras.
Y además Berenice maúlla en tono bajo
              profiriendo ladridos.

Ella se preocupó por explicarme
                      (esta vez sin rodeos)
cómo la muerte juega en los jardines
y los portones crujen
cuando suenan pavanas y milongas.

Y el llanto comenzó como gotera,
y no quiso parar hasta vaciarme
el poco mineral que hay en mis huesos.

Olga me consoló con galletitas y un pocillo de mate.

El llanto no cesó.

Aunque leo francés no puedo hablarlo
  y no puedo nombrar

                      con esta boca

                       en este mundo

    desde esta pena.



En: “Las visitas de siempre”, El Suri Porfiado, 2014.-
Carlos J. Aldazábal (Salta, Argentina, 1974).-
Foto: Aldazábal en FB.

“Las visitas de siempre” se presenta el 28 de octubre 
en el Centro Cultural de la Cooperación, sala Solidaridad, CABA.-

1 comentario:

María Tabares dijo...

Bellísimo poema el de Carlos. Bellísimo diálogo homenaje a la portentosa de Olga Orozco.