(1)
Bajé a Puerto Trakl
entre neblinas.
Buscaba el bar de la buena suerte
para charlar sobre la travesía.
Pero todos vigilaban la estrella polar en sus copas,
mudos como el mar frente a una isla desierta.
Salí a vagar por las calles con faroles rojos.
Las mujeres se ofrecían sin afecto, fragantes y cansadas.
“A Puerto Trakl los poetas, vienen a morir”, me dijeron
sonriendo en todos los idiomas del mundo.
Yo les dejé poemas que pensaba llevar a mi tumba
como prueba de mi paso por la tierra.
Buscaba el bar de la buena suerte
para charlar sobre la travesía.
Pero todos vigilaban la estrella polar en sus copas,
mudos como el mar frente a una isla desierta.
Salí a vagar por las calles con faroles rojos.
Las mujeres se ofrecían sin afecto, fragantes y cansadas.
“A Puerto Trakl los poetas, vienen a morir”, me dijeron
sonriendo en todos los idiomas del mundo.
Yo les dejé poemas que pensaba llevar a mi tumba
como prueba de mi paso por la tierra.
(2)
"Y si vienes a
morir a Puerto Trakl,
no bebas de mi vino", dijo el tabernero.
no bebas de mi vino", dijo el tabernero.
Este bar no es la
morgue de los ángeles
ni el cementerio de los fantasiosos.
Muchos hombres han cruzado el océano
por un jarro de cerveza, por una copa
de ginebra caliente.
Nadie aquí tiene patria ahora, y navegar
cansa más que la nostalgia y el amor.
Escucha, sólo escucha el estruendo del oleaje,
mientras el mirlo clama
entre las ramas y el viento.
ni el cementerio de los fantasiosos.
Muchos hombres han cruzado el océano
por un jarro de cerveza, por una copa
de ginebra caliente.
Nadie aquí tiene patria ahora, y navegar
cansa más que la nostalgia y el amor.
Escucha, sólo escucha el estruendo del oleaje,
mientras el mirlo clama
entre las ramas y el viento.
(4)
Como una manera triste de predecir
miro el paso de las nubes sobre el puerto.
Sé que mi suerte no está
en ninguno de esos nimbos que regresan al mar
movidos apenas por el viento de la literatura.
"Profetizar me asquea" podría decir
y, sin embargo, allá va mi vida
sobrepasada por pájaros que llevan
todo el tiempo del mundo entre sus alas.
Como una manera triste de predecir
miro el paso de las nubes sobre el puerto.
Sé que mi suerte no está
en ninguno de esos nimbos que regresan al mar
movidos apenas por el viento de la literatura.
"Profetizar me asquea" podría decir
y, sin embargo, allá va mi vida
sobrepasada por pájaros que llevan
todo el tiempo del mundo entre sus alas.
(6)
Fumando en el
muelle desierto
recuerdo a mis hijos,
apenas alumbrados por el sol de este anillo.
Mi paternidad se ha ido a pique;
el mercado está desierto frente a mí.
Un corazón apátrida late en esta fuga
hacia la isla prometida.
El amor ha abierto una oscura puerta
por donde paso
inclinándome.
recuerdo a mis hijos,
apenas alumbrados por el sol de este anillo.
Mi paternidad se ha ido a pique;
el mercado está desierto frente a mí.
Un corazón apátrida late en esta fuga
hacia la isla prometida.
El amor ha abierto una oscura puerta
por donde paso
inclinándome.
(8)
Bebimos el vodka de
madame “Su”
en el hotel
Melancolía.
Nos habló de sus
novios,
su vejez,
y de unos gatos
perdidos en el puerto.
La noche llegó
desde un poema de Trakl
que ella guardaba
en la memoria.
Alzamos nuestras
copas y, sin prisa,
cada cual volvió a
su propia
y cotidiana
decadencia.
(12)
Vi las flores morir
en el mar
quemadas con la sal
del horizonte.
Rosas de puerto
lanzadas por una mujer
al oleaje furioso.
En:
“Puerto Trakl”, LOM Ediciones, Santiago, 2001.
Jaime
Luis Huenún (Valdivia, Chile, 1967). Poeta mapuche-huilliche.
Foto: Jaime Luis
Huenún.
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