sábado, 9 de junio de 2018

JOSÉ ANTONIO CEDRÓN En esta soledad de paredes tan altas



DE ESAS COSAS ME OLVIDO…

a Horacio De Tomaso,
   Ricardo Nelli

De esas cosas me olvido, es tanto el trajinar,
las rutinas que vuelven del deseo
con palabras cruzadas por el hábito.
De esas cosas me olvido, de las cartas
que siguen llegando hasta el exilio,
de los que se quedaron con todo y las maletas.
De la mano subida hasta mis hombros
para volver del nunca más, me olvido.
De las fragmentaciones que borraron el eco,
de lo que fue mudado,
de los que me donaron su paisaje, sin dar nombres,
de las perras que tuve mirando al desempleado,
de la noche escuchando, en Puebla, a Brian Eno, 
del sol que la plagiaba cuando ella estaba lejos,
de la hebilla plateada del cinturón que entonces
me alcanzaba debajo de la mesa.
De esas cosas me olvido, de los tantos poemas
inconclusos que hablaban de nosotros
y el misterio rumiaba sin poder descifrarlos,
de aquel aro de luz en los escombros,
de las huellas que pisan la búsqueda incesante
del sin mirar del sin saber de dónde.
A las piedras guardadas
para tocar el tiempo cuando estuve
les concedo el  olvido.
De esas cosas no hablo, como los elefantes,
para que la memoria se burle del olvido.


LLUEVE SOBRE AQUEL PÁJARO…

Llueve sobre aquel pájaro en la rama del patio
sobre la mancha verde que no alcanza
la nitidez del ojo, sobre el vidrio astillado de sus alas
y hay ruido de cucharas, de mediodía puntual,
rumor eterno en la silla vacía de mi padre
con su mirada al fondo, aquella, siempre quieta,
y voces en el rostro de la pared que tuvo la obediencia.
Pasa un caballo mudo, anónimo, sin cascos
(¿heredado de quién?)
descascarándose al sol de la intemperie.
Tal vez jamás lo he visto. Es más, tal vez
no existió nunca, pero yo lo recuerdo, como ahora
cuando lo necesito. Y es como eran tus manos
repitiendo la cita, sobre el cielo caliente de un mantel.
Traigo una vieja herida de aquella travesía,
que fue espera. No sé nada después,
es un decir, vuelve tu mano izquierda
y hace a un lado el vacío donde estamos ausentes.
Ay si te he recordado –como si hubieras sido posible–
en estos años. O por qué me pregunto por el tiempo
entre estas cosas simples,
la ignorancia es tan grande como el miedo
de los recién librados.
Hubo un largo reproche donde el día descansa
su ironía y tazas por lavar siempre esperando turno.
El pájaro inmortal sobre el que entonces
se posaba la lluvia, viene a sobrevivirnos.
El mismo de los siglos desde su aparición, atisba.
La supuesta utopía de libertad no es suya
sino nuestra.


LA GRANDE BELLEZZA

A veces miro lejos y alcanzo a ver.
Pero pasa. Y camino.

Vi a mujeres
dormirse en mis almohadas,
los labios en un beso, las pestañas pintadas.
Después llegaba el aire. Yo fumaba.
Y se iba descalza, borrada por el humo.
Puedo estar solo, casi, siempre casi.
Mis amigos predican, hablan, se disuelven
en sus lazos de sangre, sus cuentos de palacio.
Bebemos y mentimos sin razón ni saber,
cuando brindamos.
Me siento igual. Como si supiera que pronto
lo perderemos todo.
Es grande la terraza.
Lo que se ve es el tiempo, que no ve,
vemos nosotros:
un ladrón descuidado, el borracho expulsado,
el caer de una lágrima en el piso.
Pronto no quedará huella.
Y me dicen que escriba. ¿Escribir qué?
Si el que me mira lo hace entre comillas.
A veces cruza un barco en la pantalla
seguido por la luna.
Pero pasa y camino. Yo sigo caminando
cuando todos se han ido. 


TODO ESTABA TAN LEJOS…

Todo estaba tan lejos.
Pero los tiempos cambian
la experiencia de ignorar,
el no entender aquello
que atrapa y que conmueve.
Podría darte un abrazo, grande
como la Gran Manzana
antes de partir
entrar con luz nocturna a la memoria
que corrige los sueños obstinados
la admiración ingenua
para que no nos ciegue el despertar
y el horizonte siga donde está.
Pero como de eso ya no quedará nada
sorbamos el café, miremos a la playa, todo es cierto
de tu mano en mi mano y de la mía en la tuya,
caminemos
aún no estamos solos
y juntemos los labios,
formas de despedirnos al exilio más largo
con las manos tan frías
donde no espera nadie.


AHORA ESTOY DE REGRESO…

Cantan, y cuando cantan parece que están solos.
Miran, y cuando miran parece que  están solos.
Sienten, y cuando sienten parece que están solos.
Rafael Alberti

Ahora estoy de regreso
llevando aquello previo a lo dejado
para que no me aturdan las palabras
que pasan.
Siempre estoy de regreso cuando la tarde
baja por su ruta. Y descanso en lo poco que ilusiono.
El dudoso horizonte, intenso y ondulante
(que no ocupa lugar en la ventana)
comienza a destejer la piel donde estuvimos.
En ese tiempo inmóvil, a un lado del camino
el recuerdo entretiene lo que quedó en las cosas
como lo que se busca ya encontrado
pensando en lo que haremos estando de regreso
en la arboleda perdida.
                                         

ÚLTIMA MIRADA DE TERESA

En esta soledad de paredes tan altas
apenas sos un nombre en el silencio
(entre tantos extraños) que imagino,
antes de aquellas plantas
dejadas de regar.
Sola y tan solo a solas mientras espero el tiempo
igual que una memoria sin futuro
digo cosas, te hablo
sintiendo que a tus manos ha llegado el invierno.
Porque dicen me dicen    
que no voy a llevarte de regreso esta vez
que sólo soy la sombra en el patio nublado de tus ojos
donde termina el día que no tiene defensa
donde bajan la voz los visitantes
donde a nadie interesa, ahora, si te vas
con tus ojos vidriados ya sin verme.


EpA! Poesía inédita, poesía recibida.
José Antonio Cedrón (Buenos Aires, 1945). Foto: Jmp

3 comentarios:

Elena Isabel Garritani dijo...

Qué buen poeta Jose Antonio Cedrón,

por lo que dice y cómo lo dice!!!!

Elena Isabel Garritani dijo...

Excelente poeta José Antonio Cedrón
Bellos poemas

Elena Isabel Garritani dijo...

Excelente poeta José Antonio Cedrón
Por lo que dice y cómo lo dice