viernes, 15 de junio de 2018

DELMIRA AGUSTINI En tu alcoba techada de ensueños, haz derroche


EL ROSARIO DE EROS



Cuentas de mármol

Yo, la estatua de mármol con cabeza de fuego,
apagando mis sienes en frío y blanco ruego...

Engarzad en un gesto de palmera o de astro
vuestro cuerpo, esa hipnótica alhaja de alabastro,
tallada a besos puros y bruñida en la edad;
sereno, tal habiendo la luna por coraza;
blanco, más que si fuerais la espuma de la Raza,
y desde el tabernáculo de vuestra castidad,

elevad a mí los lises hondos de vuestra alma;
mi sombra besará vuestro manto de calma,
que creciendo, creciendo, me envolverá con Vos.
Luego será mi carne en la vuestra perdida...
luego será mi alma en la vuestra diluida...
luego será la gloria... ¡y seremos un dios!

Amor de blanco y frío,
amor de estatuas, lirios, astros, dioses...
¡Tú me los des, Dios mío!


Cuentas de sombra

Los lechos negros logran la más fuerte
rosa de amor; arraigan en la muerte.
Grandes lechos tendidos de tristeza,
tallados a puñal y doselados
de insomnio; las abiertas
cortinas dicen cabelleras muertas;
               buenas como cabezas
hermanas son las hondas almohadas:
plintos del Sueño y del Misterio gradas.

Si así en un lecho como flor de muerte,
damos llorando, como un fruto fuerte
maduro de pasión, en carnes y almas,
serán especies desoladas, bellas,
que besen el perfil de las estrellas
pisando los cabellos de las palmas!

Gloria al amor sombrío,
como la muerte pudre y ennoblece:
¡tú me lo des, Dios mío!


Cuentas de fuego

Cerrar la puerta cómplice con rumor de caricia.
Deshojar hacia el mal el lirio de una veste...
La seda es un pecado, el desnudo es celeste;
y es un cuerpo mullido, un diván de delicia.

            
Abrir brazos...así todo ser es alado;
o una cálida lira dulcemente rendida
de canto y de silencio...más tarde, en el helado
más allá de un espejo, como un lago inclinado
ver la olímpica bestia que elabora la vida...
                            
Amor rojo, amor mío;
sangre de mundos y rumor de cielos...
¡Tú me los des, Dios mío!


Cuentas de luz

Lejos como en la muerte
siento arder una vida vuelta siempre hacia mí,
fuego lento hecho de ojos insomnes, más que fuerte
si de su allá insondable dora todo mi aquí.
Sobre tierras y mares su horizonte es mi ceño,
como un cisne sonámbulo duerme sobre mi sueño
y es su paso velado de distancia y reproche
el seguimiento dulce de los perros sin dueño
que han roído ya el hambre, la tristeza y la noche,
y arrastran su cadena de misterio y ensueño.

Amor de luz, un río
Que es el camino de cristal del Bien.
¡Tú me lo des, Dios mío!


Cuentas falsas

Los cuervos negros sufren hambre de carne rosa;
en engañosa luna mi escultura reflejo,
ellos rompen sus picos, martillando el espejo,
y al alejarme irónica, intocada y gloriosa,
los cuervos negros vuelan hartos de carne rosa.

Amor de burla y frío,
mármol que el tedio barnizó de fuego,
o lirio que el rubor vistió de rosa,
siempre lo dé, Dios mío...
O rosario fecundo,
collar vivo que encierra
la garganta del mundo.

Cadena de la tierra,
constelación caída.

O rosario imantado de serpientes,
glisa hasta el fin entre mis dedos sabios,
que en tu sonrisa de cincuenta dientes
con un gran beso se prendió mi vida:
una rosa de labios.


SERPENTINA

En mis sueños de amor, ¡yo soy serpiente!
gliso y ondulo como una corriente;
dos píldoras de insomnio y de hipnotismo
son mis ojos; la punta del encanto
es mi lengua… ¡y atraigo con mi llanto!
             soy un pomo de abismo.

Mi cuerpo es una cinta de delicia,
glisa y ondula como una caricia…

Y en mis sueños de odio ¡soy serpiente!
mi lengua es una venenosa fuente;
mi testa es la luzbélica diadema,
haz de la muerte, en un fatal soslayo
son mis pupilas; y mi cuerpo en gema
            ¡es la vaina del rayo!

Si así sueño mi carne, así es mi mente:
            un cuerpo largo, largo, de serpiente,
vibrando eterna, ¡voluptuosamente!


TU AMOR, ESCLAVO, ES COMO UN SOL…

Tu amor, esclavo, es como un sol muy fuerte:
jardinero de oro de la vida,
jardinero de fuego de la muerte,
en el carmen fecundo de mi vida.

Pico de cuervo con olor de rosas,
aguijón enmelado de delicias
tu lengua es. Tus manos misteriosas
son garras enguantadas de caricias.

Tus ojos son mis medias noches crueles,
panales negros de malditas mieles
que se desangran en mi acerbidad;

crisálida de un vuelo del futuro
es tu abrazo magnífico y oscuro
torre embrujada de mi soledad.


EN EL CAMINO

Yo iba sola al Misterio bajo un sol de locura,
y tú me derramaste tu sombra, peregrino;
tu mirada fue buena como una senda oscura,
como una senda húmeda que vendara el camino.

Me fue pródiga y fértil tu alforja de ternura:
tuve el candor del pan, y la llama del vino;
mas tu alma en un pliegue de su astral vestidura,
abrojo de oro y sombra se llevó mi destino.

Mis manos, que tus manos abrigaron, ya nunca
se enfriarán, y guardando la dulce malla trunca
de tus caricias ¡nunca podrán acariciar!...

En mi cuerpo, una torre de recuerdo y espera
que se siente de mármol y se sueña de cera,
tu sombra logra rosas de fuego en el hogar;
y en mi alma, un castillo desolado y sonoro
con pátinas de tedio y humedades de lloro,
¡tu sombra logra rosas de nieve en el hogar!


BOCA A BOCA

Copa de vino donde quiero y sueño
beber la muerte con fruición sombría,
surco de fuego donde logra Ensueño
fuertes semillas de melancolía.
Boca que besas a distancia y llamas
en silencio, pastilla de locura,
color de sed y húmeda de llamas…
¡verja de abismos es tu dentadura!

Sexo de un alma triste de gloriosa;
el placer unges de dolor; tu beso,
puñal de fuego en vaina de embeleso,
me come en sueños como un cáncer rosa…
Joya de sangre y luna, vaso pleno
de rosas de silencio y de armonía,
nectario de su miel y su veneno,
vampiro vuelto mariposa al día.

Tijera ardiente de glaciales lirios.
Panal de besos, ánfora viviente
donde brindan delicias y delirios
fresas de aurora en vino de poniente…
Estuche de encendidos terciopelos
en que su voz es fúlgida presea,
alas del verbo amenazando vuelos,
cáliz en donde el corazón flamea.

Pico rojo del buitre del deseo
que hubiste sangre y alma entre mi boca,
de tu largo y sonante picoteo
brotó una llaga como flor de roca.

Inaccesible… Si otra vez mi vida
cruzas, dando a la tierra removida
siembra de oro tu verbo fecundo,
tú curarás la misteriosa herida:
lirio de muerte, cóndor de vida,
¡Flor de tu beso que perfuma al mundo!


LA CITA

En tu alcoba techada de ensueños, haz derroche
de flores y de luces de espíritu; mi alma
calzada de silencio y vestida de calma,
irá a ti por la senda más negra esta noche.

Apaga las bujías para ver cosas bellas;
cierra todas las puertas para entrar la Ilusión;
arranca del Misterio un manojo de estrellas
Y enflora como un vaso triunfal tu corazón.

¡Y esperarás sonriendo, y esperarás llorando!…
Cuando llegue mi alma, tal vez reces pensando
que el cielo dulcemente se derrama en tu pecho…

Para el amor divino ten un diván de calma
o con el lirio místico que es su arma, mi alma
apagará una a una las rosas de tu lecho.


MI PLINTO

Es creciente, diríase
Que tiene una infinita raíz ultraterrena…
Lábranlo muchas manos
retorcidas y negras,
con muchas piedras vivas…
muchas oscuras piedras
crecientes como larvas.
Como al impulso de una omnipotente araña
Las piedras crecen, crecen;
Las manos labran, labran.

Labrad, labrad, ¡oh manos!
Creced, creced, ¡oh piedras!
Ya me embriaga un glorioso
aliento de palmeras.

Ocultas entre el pliegue más negro de la noche,
debajo del rosal más florido del alba,
tras el bucle más rubio de la tarde,
las tenebrosas larvas

de piedra, crecen, crecen,
las manos labran, labran,
como capullos negros
de infernales arañas.

Labrad, labrad, ¡oh, manos!
Creced, creced, ¡oh, piedras!
Ya me abrazan los brazos
de viento de la sierra.

Van entrando los soles en la alcoba nocturna,
van abriendo las lunas el silencio de nácar…

Tenaces como ebrias
de un veneno de araña
las piedras crecen, crecen,
las manos labran, labran.

Labrad, labrad, ¡oh, manos!
Creced, creced, ¡oh, piedras!
¡Ya siento una celeste
serenidad de estrella!


La dedicatoria es simple, dice: “Al amigo José María en la previa a su onomástico ¡salud! y por muchos más. Eva y Rubén. 27/02/2010”. Eva es la compañera de Rubén Sacchi, amigo de caminatas en otros tiempos de sueños de papel. En City Bell, claro.

La revista Caras y Caretas se refirió de éste modo a la muerte de Delmira: “La sociedad montevideana se vio conmovida profundamente con el asesinato de la talentosa poetisa Delmira Agustini y el posterior suicidio de su marido Enrique Job Reyes. El año pasado habían coronado sus anhelos amorosos realizando el matrimonio, entre todo género de hermosos presagios y parabienes. A los pocos meses, la faz de las cosas cambio, y ambos solicitaban su divorcio. Delmira volvió a la casa paterna y Reyes se instaló en casa de una familia de su amistad. Allí tuvieron lugar diversas entrevistas de los esposos que fueron menudeando hasta ser diarias. Últimamente producida ya la sentencia de divorcio habían proyectado alejarse de Montevideo para reanudar una vida apacible en los coloquios de su amor. No obstante, Reyes desconfiaba de Delmira, y la noche antes de la tragedia vio que aquélla hablaba con otro hombre por el balcón. Después ocurrió el triste drama que precipitó quizás aquel detalle. Y al final de una entrevista, Reyes dio muerte a Delmira, descerrajándole dos tiros de revólver, y luego matándose él.”

En Poesías completas, Losada, Buenos Aires, Argentina, 2008. De El rosario de Eros (poemas póstumos, 1924). Fotos: Jmp.
Delmira Agustini (Montevideo, Uruguay, 24 de octubre de 1886 - 6 de julio de 1914).





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