viernes, 26 de febrero de 2016

Stevenson, Un ruiseñor en el sicomoro


AL COMPRADOR INDECISO
(Poema inicial de La isla del tesoro)

Si los cuentos que narran los marinos,
hablando de temporales y aventuras, de sus amores y sus odios,
de barcos, islas, perdidos Robinsones
y bucaneros y enterrados tesoros,
y todas las viejas historias, contadas una vez más
de la misma forma que siempre se contaron,
encantan todavía, como hicieron conmigo,
a los sensatos jóvenes de hoy:

—¿Qué más pedir? Pero si ya no fuera así,
si tan graves jóvenes hubieran perdido
la maravilla del viejo gusto
por ir con Kingston o con el valiente Ballantine,
o con Cooper, y atravesar bosques y mares:
Bien. ¡Así sea! Pero que yo pueda
dormir el sueño eterno con todos mis piratas.
junto a la tumba donde se pudran ellos y sus dueños.


DESDE UN VAGÓN DE FERROCARRIL

Más rápido que las hadas, más rápido que las brujas,
puentes y casas, cercas y riachuelos.
Como tropas que se mueven en un campo de batalla,
los caballos y el ganado cruzan las praderas.
La escena de colinas y llanos
desaparece como envuelta en lluvia.
Y de nuevo, en un abrir y cerrar de ojos
coloreadas estaciones pitan a nuestro paso.

Allí hay un niño encaramándose
por una enredadera;
aquí un vagabundo descansa y nos contempla;
allí todo está cubierto de margaritas;
aquí una carreta se aleja por el camino
pesadamente con su carga y su campesino;
aquí hay un molino y allí está el río:
¡todos son como destellos y para siempre desaparecen!


EL VAGABUNDO
(Para una melodía de Schubert)

Dadme la vida que amo,
dejadme junto al río,
dadme el alegre cielo sobre mi cabeza
y un sendero amigo.
Cama en el matorral cara a las estrellas,
pan para mojar en el río:
esa es la vida que un hombre como yo ama,
esa vida y para siempre.

Que lo que ha de suceder ahora o mañana
suceda.
Dadme la paz de la tierra alrededor
y un camino ante mí.
No busco riqueza, esperanza, ni amor,
ni siquiera un amigo.
Todo lo que busco es el cielo sobre mi cabeza
y un camino para mis pies.

Dejad que el otoño caiga sobre mí
mientras vagabundeo por los campos,
callarán los pájaros
y yo mordisquearé mis dedos azules de frío.
La escarcha brilla sobre los campos.
El hogar estará caliente.
¡Pero no he de rendirme ante el otoño
ni siquiera ante el invierno!

Que lo que ha de suceder ahora o mañana
suceda.
Dadme la paz de la tierra alrededor
y un camino ante mí.
No busco riqueza, esperanza, ni amor,
ni siquiera un amigo.
Todo lo que busco es el cielo sobre mi cabeza
y un camino para mis pies.


ENVÍO

Ve, librito mío, y a todos desea
flores en el jardín, comida en su mesa,
una jarra de vino, talento,
una casa rodeada de césped,
un animado río en su puerta
y un ruiseñor en el sicomoro.


En: “Cantos de viaje”, Mondadori, 1998. Traducción: Txaro Santoro y José María Álvarez.
Robert Louis Stevenson (Edimburgo, Escocia, 13 de noviembre de 1850 - Vailima, Samoa, 3 de diciembre de 1894). 
Foto: Robert Louis Stevenson.

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