lunes, 27 de noviembre de 2017

William Carlos Williams, René Char, eres un poeta que cree en el poder de la belleza



A UN PERRO HERIDO EN LA CALLE

Soy yo mismo,
         y no la pobre bestia que aúlla de dolor
                    en mitad de la calle
lo que me hace volver en mí con el
            sobresalto de la explosión de una bomba,
                      una bomba
que devastara el mundo.
          ¿Qué puedo hacer
                   sino cantar
para calmar
          mi pena?


Mis sentidos se embotan
          como si hubiera
                    bebido cicuta, y pienso
en la poesía
         de René Char
                   y en lo que debió de haber visto
y sufrido
        para hablar tan
                    solo de
ríos llenos de juncias,
          y de narcisos y tulipanes
                    regados por sus aguas,
o incluso de ese río sin encausar
          que moja las raicillas
                 de las aromáticas flores
que pueblan la
          Vía
                      Láctea     .


Y me acuerdo también de Norma
        la setter irlandés de mi infancia
                   de sus sedosas orejas
y expresivos ojos.
          Una noche dio a luz
                    a una camada cachorros
en la despensa; patee
           a uno de ellos
                      pensando,
alarmado,
           que mordisqueaban sus ubres
                       para destrozarla.


Y también recuerdo
           un conejo muerto
                   que yacía inofensivo
en la mano abierta
         de un cazador.
                  Mientras yo
miraba
           él tomó su cuchillo de caza
                    y entre risas
lo clavó
          en el sexo del pobre animal.
Por poco me desmayo.


¿Qué me hace pensar en eso ahora?
         Los aullidos de un perro que agoniza
                   han de ser acallados
lo mejor que se pueda.
           René Char, eres
                      un poeta que cree en
el poder de la belleza
          para corregir el mal.
                     Yo lo creo también.
Con imaginación y coraje
           hemos de superar
                   a las pobres estúpidas bestias:
que todos lo crean,
           como tú me has enseñado
                     a creerlo.



LA FLOR AMARILLA

Si debo hablar, ¿qué diré?
           ¿Qué he encontrado cura
                    para los enfermos?
No hallé ninguna
           cura,
                     más que esta flor torcida:
con solo
          mirarla
                    los hombres sanan.
Es a esta flor
          a la que todos cantan
                     secretamente
sus himnos. ¡Esta es aquella
           sagrada
                      flor!


Y ¿cómo es posible?
            ¿Una flor retorcida
                     y oscura? Es una
flor de mostaza,
         y aun menos:
                   apenas un ramillete
sobre el tallo deforme
          y de hojas carnosas,
                       detrás del vidrio,
en este tiempo helado.


Una flor desgarbada
              e impropia
                        del clima;
¿cómo es que ha
          conseguido tenerme
                       aquí, boquiabierto
inmóvil frente a esta ventana,
              en medio del frío,
                       sin más
voluntad, sin ojos
          para nada que no sean
                     sus torcidos
pétalos amarillos   .   ?


Que esta apariencia
         aunque extraña
                    para mí
es común está claro:
          existen flores como esta,
                      con hojas así, que crecen
en sus climas
            originarios.


Y entonces, ¿por qué la tortura
         y la fuga a través
                  de la flor? Es como si
Miguel Ángel
         hubiese tomado de ella   
                    el tema de sus Esclavos
—y quizás así fue.
          Y ¿no hizo él
                   florecer el mármol?
Estoy triste
          como lo estaba él
                     a su manera heroica.
Pero además
          tengo ojos
                   para ver  
y si bien presienten mi ruina
         y la de todo
                 lo que amo, descubren
también
           en mis ojos
                       y mis labios
y mi lengua el poder
         para liberarme
               y para hablar de ello, igual
que Miguel Ángel, en sus manos,
           notó un poder similar
                 si bien mayor.


En suma, he ahí los
         torturados cuerpos
                  de
los esclavos y
          el torturado cuerpo
                  de mi flor
que no es siquiera una flor de mostaza
           sino apenas una flor irreconocible
                  y extraña
que yo he de naturalizar
           y aclimatar
                    y hacer mía. 


EL ARTISTA

El señor T.
          sin sombrero, con una
                   camiseta sucia
y el pelo
          completamente alborotado
                    se alzó de puntillas con
los talones juntos
          y los brazos graciosa-
                     mente
curvados sobre la cabeza.
          Entonces, girando,
                dio un salto
en el aire
          y culminó el
                      movimiento
con un perfecto
           entrechat.
                     Mi madre
sentada en su sillón de inválida
           enmudeció
                     a causa de la sorpresa.
¡Bravo!, gritó por fin,
           mientras aplaudía.
                     La esposa del señor T.
salió de la cocina, diciendo:
            ¿Qué pasa aquí?
                       Pero el show había terminado.



Maravillas: En La música del desierto y otros poemas (1954), edición bilingüe, Lumen, 2010. Traducción: Juan Antonio Montiel.

William Carlos Williams (Rutherford, Nueva Jersey, EEUU, 17 de septiembre de 1883 – 4 de marzo de 1963). Fotos: Jmp

sábado, 25 de noviembre de 2017

Carlos J. Aldazábal, Hombre pensando el poema



LAPA (CONCIERTO EN MI MAIOR)
PAJONALES

La vaca añora la mano,
la ubre de la vaca añora la mano
mientras la mano prepara
placeres imprevistos.
Terneros electrónicos
succionarán las tetas
y en el desierto
los pajonales arderán
cuando la vaca sienta
¿el placer?

Placer de vaca ordeñada,
un pajonal desierto
le incendia la mano.

Mano huérfana de manos,
mano triste como vaca.


SANTA TERESA / FLAMENCO (ÁRIA DA CANTATA)
JUAN GELMAN VISITA RÍO

Y se lo vio como una aparición en los tranvías.
Su voz bajaba a esa hora exacta,
hora de sábado entreverada con la ilusión de lo eterno.

Al lado suyo una mujer custodia (ángel o dios)
le llevaba el calor de la garganta.
“Afinadito así”, le iba diciendo,
señalando un pájaro, cuyo canto sobresalía sobre micos y loros.

Entonces empezó el concierto
por los barrancos que daban al mar:
“Esa mujer se parecía a la palabra nunca”, leía,
y las garotas aplaudían desde las playas
mientras las olas arremetían con furor festivo
y no quedaba estatua de poeta en pie
ni sambódromo arreglado para los estruendos.

Era un zorzal, una calandria, un cardenal copetudo.
Era un bandoneón en el mediodía de los barcos,
en el puente de Niteroi, sobre los roquedales con pescadores.

El sol quemaba las páginas del libro.
Yo no podía parpadear, enceguecido por la música.

El Cristo del Corcovado aplaudió sobre mi cabeza justo cuando él decía:
“Y el sapo de Stanley Hook se quedó solo”.


LEBLÓN (TRIO SONATA EM DÓ MENOR)
DESCUBRIMIENTO FRENTE A UNA VIDRIERA

Tan poco amado estoy,
tan mal querido,
tan abandonado amí
que me estropeo,
tan acostumbrado a ser
lo que no he sido
que me apeno al pensar
lo que estoy siendo.


COPACABANA (CONCERTO EN MI MENOR)
MÚSICA

Quiero escuchar tu voz,
agazapada y hosca,
invocando tormentas,
alucinando el aire,
bailando en las vertientes.

Tu voz de tronador que me derrumba
                            para nacer de nuevo.



IPANEMA (CONCERTO EN SOL MAIOR)
ESTATUA DE POETA FRENTE AL MAR

Hombre pensando el poema,
masticando el poema con los sesos.
“¿Para qué sirve esta boca?”, pregunta,
                 asqueado de mascar.



En Camerata carioca, El Suri Porfiado, edición bilingüe, 2017.
Carlos J. Aldazábal (Salta, Argentina, 1974). Fotos: Jmp

miércoles, 22 de noviembre de 2017

Julián Axat, A los complacientes obsequiosos minuteros tragaleches



& LOS OBSECUENTES TRAGALECHES

A los alcahuetes
A los acríticos chupaculos
A los comemierdas obedientes sumisos
A los consecuentes frecuentes ocurrentes
secamente aduladores de decentes comisarios
A los docentes tan secantes cortesanos delatores
tan sedantes por qué no comburentes de conscientes
A los abrepuertas y felpudos serviles chupamedias paragüeros
orejeros de sobón reversibles genuflexos
A los complacientes obsequiosos minuteros tragaleches

A todos ellos…
Por favor…

Poesía


LA CAMA DE CALLE 15

De un lado de la cama Sartre
en la mesa de luz
recita un sueño de amor
ella levita sin náusea
incorpórea cree leer el tiempo de los besos existenciales
gira al otro lado de la cama
Patti Smith la abraza
la besa con rouge de carmín
rouge mágico que al solo apoyar el labio
desvanece al besado


LA PUERTA DE LA DEFENSORÍA QUE DEJÉ
(Segunda despedida de la Defensoría 16)

Al final del pasillo
no hay un cadalso
sino la puerta que conducía
a la daga con la que rasgaba el lenguaje
de los leguleyos

Pero ya no estoy ahí hace rato

¿Habrá retumbos de mi eco antiguo
que traten de abrir la puerta?

¿O soy yo el llevado a rastras como menor delincuente
para ser asesorado por mí mismo?

¿O es mi daga que en buena hora me rebana los labios?


COLOQUIO EN POCITOS

Junté pedazos de la infancia gaucha de Lautremont y Laforgue
pinché en el cielo lo que quedaba de las libélulas de Di Giorgio
quise aspirarme todo lo que se metía Escanlar en sus fosas nasales
& deambular entre las sábanas disecadas de Idea y Onetti
en la noche rellené crucigramas y aprendí espiritismo con discípulos de Levrero
antes de que salga el sol hice pis sobre la lápida de Benedetti
& me imaginé bebiendo cicuta con Herrera y Reissig prometiéndole que volvería
Junté pedazos de mí mismo abrí los ojos y retorné a la conferencia de juristas


POEMA NACIDO AL PASAR DE UNA FRASE DE
GARCÍA LINERA EN UN DISCURSO BRINDADO
EN ARGENTINA EN 2016

Ellos son los muertos vivientes
Por donde pisan arrasan y esparcen la peste

Ellos abren la grieta más a fondo y después claman
Por la paz de los cementerios y la reconciliación nacional

Ellos ponen a los verdaderos muertos de esta Historia
Nosotros los lloramos y recordamos con justicia

Ellos son los muertos vivientes

Nosotros / La vida


LA JUVENTUD MARAVILLOSA & EL PUENTE GENERACIONAL

Sin estridencias
colocan
a sus jóvenes promesas

en la Justicia
en Empresas
en La Prensa
en Universidades
en Embajadas
en Consulados
en Ministerios
en la Literatura

hasta en los barrios clientelares
esperan su turno & llegan sus poetas
vociferan timbres semilleros y repúblicas

algunos jóvenes de ideas viejas
llegan disfrazados
de jóvenes nuevos

Como la Loba a sus Rómulos
es dadora de alimento y té

A su manera la Derecha
cuida a sus futuros heraldos

& logra tener
su puente generacional





Hoy el querido Julián Axat presenta en la ciudad amarilla la segunda reimpresión de su libro Offshore & otros poemas. La cita es a las 19 en Caburé Libros, calle México nº 620. 
En: Offshore & otros poemas, Ediciones Periféricas, segunda reimpresión con poemas agregados, 2017.
Julián Axat (La Plata, 1976). Fotos: Jmp

martes, 21 de noviembre de 2017

José Emilio Pacheco, Vamos sin pausa hacia el desastre



JUAN CARLOS ONETTI EN SANTA ELENA

“Sin excepción nacemos
para el fracaso.
La derrota
es el destino único de todos.
Nadie se salva”,
dice el viejo escritor triunfante
que ya no se levanta de la cama.
Le da un sorbo a su whisky y, añade:

“¿Quién ha tenido el éxito de Napoleón?:
la Campaña de Italia,
la Batalla de Pirámides,
el Consulado, el Imperio,
Jena, Austerlitz
y todo lo que gusten.
Gran victoria
si cortamos aquí el relato.

Pero al final Napoleón
es Waterloo y Santa Elena.

Todos vamos sin pausa hacia el desastre.
Toda vida termina en fracaso.”



De El silencio de la luna (1985-1996). En: Tarde o temprano (Poemas, 1958-2009), Fondo de Cultura Económica, 2009.

José Emilio Pacheco (México, 30 de junio de 1939 – 26 de enero de 2014). Fotos: Jmp

lunes, 20 de noviembre de 2017

José Emilio Pacheco, Lo que no regresa



EN LA NOCHE DE TODOS

En la noche de todos algo mío nada más:
La visión perfecta
De tu cara en un instante de luz
Como nadie te ha visto ni te verá.

Por desgracia se llama instante
A lo que no regresa.

Debería ser perpetua esa visión,
Debería
Iluminarnos para siempre.


EN EL CAMIÓN DE LA BASURA

En el camión de la basura todo se va:
Los objetos inútiles, los envases de plástico,
Las ruinas de la vida, los tributos desiertos
Pagados a la muerte de los días,
Los papeles, las cartas que ya nunca
Volverán a escribirse
Y las fotos de ayer.

Todo lo nuestro está hecho
Para acabar en la basura.


De: Como la lluvia. II Como si nada (2001-2008). En: Tarde o temprano (Poemas, 1958-2009), Fondo de Cultura Económica, 2009.

José Emilio Pacheco (México, 30 de junio de 1939 – 26 de enero de 2014). Fotos: Jmp

sábado, 11 de noviembre de 2017

William Heyen, Hasta que estén contados los muertos, o condenados



DESPUÉS DE UNA GUERRA

I

Nuestros generales se aclaran la garganta: bombardearemos
el monzón mismo, o los campos

nunca se agostarán; los arrozales, aunque espesos
de excremento, pescado muerto, nunca devolverán

todos los cuerpos que hemos reclamado.
Quemaremos la tierra hasta hacer de ella un desierto.


II

Principios de abril. Se levantan vientos
en el sudeste, remolinean. Rachas de lluvia

dispersan las vainas de arroz. En aguas
donde los muertos yacen camuflados

e inmóviles, abril empieza en sílabas acuosas. Los ojos,
las lenguas de los muertos se disuelven en las cuencas de sus cráneos.


III

Sí, juntemos los restos:
del oeste, un hueso de muñeca para tocar un tambor;

del sur, unas costillas destempladas por un arado;
del este, los afinados dientes de una mandíbula tañida

como en una caja de música por bueyes que van y vienen;
del norte, el curvo arco de un fémur.


IV

Después de una guerra que nadie podría ganar, vayamos,
honremos a los muertos asiáticos que exhumamos.

Permanezcamos de pie, inclinadas las cabezas, solemnes,
frente a un monumento de piedra envuelto en una bandera.

Oigamos su música áspera, discorde,
hasta que estén contados los muertos, o condenados.



Desde ayer viernes el presidente norteamericano Donald Trump está descansado y con sus "espolones" sanos en Vietnam. Las cicatrices y millones de muertos no descansan. 

En revista Sur, nº 322-323, enero-abril de 1970. Joven literatura norteamericana. Traducción: Enrique Pezzoni.

William Helmuth Heyen (Brooklyn, Nueva York, EEUU, 1 de noviembre de 1940). Fotos: Jmp

viernes, 10 de noviembre de 2017

Daniel Viola, Las viejas fotos insisten en mirar hacia el olvido




La hoja silenciosamente se aleja
del árbol y gira en su caída.

La tierra sabe de ese peso.
Siempre ha sido ella.

Otras formas de esperarse, de
acariciarse y combinar los días.

Tal vez secretamente de olvido.



La muerte goza cuando su labor es lógica.

Ella sabe del placer de acaparar la suma de hechos,
memorias, recuerdos, equívocos,
de logros y fracasos.
Los acuna, y ellos entregan la nana que
a la muerte aquieta.
Los sembrará luego en algún lugar de su pueblo.
Deben brotar y retornar para que
exista la historia.

Cuando el hombre llega a su encuentro
vacío de recuerdos, sin ansia de perdón o premio,
olvidado el miedo, la esperanza,
en logro de carencia de palabras,
la muerte advierte su profundo silencio.
Exhala solo aliento.
Vedada de matar, no puede generar lenguaje que
mengüe esas heridas que el caos le produce.



Retornan los otros. Los que
traen aquella imagen, esa palabra.
Haber acumulado faltante de instantes.
Un tiempo de nadas.
La tarde que fue ausencia sigue
presente aún en la espera.
La ecuación encierra a quien devora y es devorado.
Atreverse a pasar de miembro.
A no ser igual, ni equivalente.

Qué días serán los que se irán conmigo.
Serán cenizas.
Hubo todo un pueblo de días en memoria;
se fue desvaneciendo junto al destino.

Las viejas fotos insisten en mirar hacia el olvido.



En El nacimiento de los ecos, El Suri Porfiado, 2017.

Daniel Viola (Buenos Aires, 1958). Selección de textos y foto: Jmp

jueves, 9 de noviembre de 2017

Vicente Muleiro, Yo tenía un poema y te me fuiste



CLAVES

El aire se reordena
en los tibios confines de su papel.

Sabios gatos memoran
su condición felina

y por las noches, dios
                   baja sobre su pelo
                                      y se interroga.


TRENES

Trenes que salen de ningún lugar
trenes que llegan a ninguna parte.

No atraviesan la bruma
ni levantan el polvo
ni murmuran su paso por las noches.

Como la vida, trenes.

Sin embargo, en silencio
alguien le dice adiós a ciertos rostros
desdibujados en las ventanillas.


INSTANTÁNEA PARA DESARROLLAR
EN UN POEMA

La mujer embarazada toma sol
y el inminente padre recoge caracoles
para el que va a nacer
y en tanto los elige se pregunta
si esas maravillas que el mar trae
serán gozo del hijo el día de mañana.


EL MARATONISTA

Correr correr y levantar los brazos
mientras brama el estadio ¿O en el último tramo
abandonar la pista
para reflexionar bajo los sauces
su estética inclinada?

(cuando cruzás la meta ya es de noche
se han retirado el público y los medios).

Se te veía venir a esa derrota:
el que corre desnudo
le teme a la llegada.


MILONGA DE JORGE LUIS

El bastón que lo precede va buscando una
palabra
viene del sur y va al sur
silabeando la tiniebla
busca
la palabra parda, la no dicha
de bambú
aquel balbuceo nonato
la pura que se hizo agua.

Cuando está escrita es la muerte
si no está escrita es la nada.


9

Esas piernas de pollo nadador anciano
hacia la isla de enfrente.

La prosódica reaparición de su cabeza calva
con proa hacia otra costa
embarca la mañana en un destino.


CAÍAN

Que caían entonces en la anónima
tristeza de existir
y poco se entendía
                              tanto desentenderse
horas crucificadas debajo de la almohada
la nada en contraorgasmo
en virus colorido de la televisión

al levantarse
sacudíanse como patos
a la vera del mundo
y un solo haz de luz
era rellana luz.


POEMA EN FUGA

Yo tenía un poema
y te me fuiste.

Eras la niebla que podía enlazar
la última ola eras
antes de que el Atlántico retrocediera
de África.

Te agarrado tenía
del pezón que ya estaba por lamer
brillabas en mi red como un puñal nonato

pero pedís palabras
siempre me pedís otra
y te me vas.



En El maratonista (Antología personal, 1978 – 2016), Ediciones en Danza, 2016. “Claves” de Para alguien en el mundo estamos lejos (1978); “Trenes” de Boleros (1982); “Instantánea para desarrollar un poema” de Pimienta negra (1990); “El maratonista” de El árbol de los huérfanos (2000); “Milonga de Jorge Luis” de Milongas de modo tal (2003); “9” de Ondulaciones (2009); “Caían” de Los goliardos (2012); y “Poema en fuga” de Inéditos. Selección de textos: Jmp
Vicente Muleiro (Buenos Aires, 1951). Foto: Jmp