viernes, 30 de abril de 2010

Juan Romagnoli – Precisión paleontológica


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PRECISIÓN PALEONTOLÓGICA

Los dinosaurios son seres fabulosos que comenzaron a poblar la tierra promediando el siglo diecinueve. Durante el siglo veinte, su variedad se diversificó. La justificación de su extinción, a consecuencia de la caída de un meteorito, es más reciente.


En “El límite de la palabra. Antología del microrrelato argentino.” Menoscuarto, España, 2007
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Juan Romagnoli nació en La Plata en 1962. Vivió en Mendoza, y en la adolescencia se instaló en Buenos Aires. Muchos de sus textos se han publicado en antologías.
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Foto: Juan Romagnoli en FB
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jueves, 29 de abril de 2010

Néstor Mux – Estas madres


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ESTAS MADRES

Las escobas, las sartenes, las plantas,
las camisas fueron dejando de ser reales
debajo de una lluvia remota
de días sencillos y mejores.

Desde entonces el pañuelo blanco
quedó anudado a las cabezas
como una certeza abriéndose paso
y de pie sobre sus propias ruinas
de todas las obstinaciones posibles
ninguna otra más natural y más feroz.

Porque al negarse a creer
que sólo la ausencia sea centro de la vida
no se cansan estas madres
de insistir por sus desaparecidos
mientras cómplices y verdugos
– en espacios diferentes de un mismo infierno –
no se cansan de cerrar las puertas.

1985

En: “Disculpas del irascible”, antología (1978-2009), Libros de la talita dorada, 2009.
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Néstor Mux, La Plata, 1945.
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Foto: Telam, 19 y 20 de diciembre de 2001
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Charly García – Los dinosaurios



LOS DINOSAURIOS

Los amigos del barrio pueden desaparecer,
los cantores de radio pueden desaparecer.
Los que están en los diarios pueden desaparecer,
la persona que amas puede desaparecer.
Los que están en el aire
pueden desaparecer en el aire.
Los que están en la calle
pueden desaparecer en la calle.

Los amigos del barrio pueden desaparecer,
pero los dinosaurios van a desaparecer.

No estoy tranquilo, mi amor,
hoy es sábado a la noche un amigo está en cana.
Oh, mi amor, desaparece el mundo.

Si los pesados, mi amor,
llevan todo ese montón
de equipaje en la mano.
Oh, mi amor, yo quiero estar liviano.

Cuando el mundo tira para abajo
es mejor no estar atado a nada,
imaginen a los dinosaurios
en la cama.


Los amigos del barrio pueden desaparecer,
pero los dinosaurios van a desaparecer.


Foto: “Plaza de Mayo, afiche, 24 de marzo de 2010”, Jmp

miércoles, 28 de abril de 2010

Mario Trejo – Lady Godiva


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LADY GODIVA

Hasta los ciegos lloraron por su belleza.


En “El uso de la palabra. Antología personal”, Ediciones Colihue, 2004
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Mario Trejo, ¿La Plata?, 1926.
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Ilustración: “Lady Godiva” (detalle), por John Collier (1850–1934), ca 1897.
La única verdad es la realidad
.

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Francisco Urondo – La verdad es la única realidad


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LA VERDAD ES LA ÚNICA REALIDAD

Del otro lado de la reja está la realidad, de
este lado de la reja también está
la realidad; la única irreal
es la reja; la libertad es real aunque no se sabe bien
si pertenece al mundo de los vivos, al
mundo de los muertos, al mundo de las
fantasías o al mundo de la vigilia, al de la explotación o de la producción.
Los sueños, sueños son; los recuerdos, aquel
cuerpo, ese vaso de vino, el amor y
las flaquezas del amor, por supuesto, forman
parte de la realidad; un disparo en
la noche, en la frente de estos hermanos, de estos hijos, aquellos
gritos irreales de dolor real de los torturados en
el ángelus eterno y siniestro en una brigada de policía
cualquiera
son parte de la memoria, no suponen necesariamente
el presente, pero pertenecen a la realidad. La única aparente
es la reja cuadriculando el cielo, el canto
perdido de un preso, ladrón o combatiente, la voz
fusilada, resucitada al tercer día en un vuelo inmenso cubriendo la Patagonia
porque las masacres, las redenciones, pertenecen a la realidad, como
la esperanza rescatada de la pólvora, de la inocencia
estival: son la realidad, como el coraje y la convalecencia
del miedo, ese aire que se resiste a volver después del peligro
como los designios de todo un pueblo que marcha hacia la victoria
o hacia la muerte, que tropieza, que aprende a defenderse, a rescatar lo suyo, su
realidad.
Aunque parezca a veces una mentira, la única
mentira no es siquiera la traición, es
simplemente una reja que no pertenece a la realidad.

Cárcel de Villa Devoto, abril de 1973

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En: “Poemas de batalla”. Antología poética, Seix Barral, 1998. Palabras previas. Juan Gelman. Y en: “Obra poética”. Cuidado de la edición y prólogo de Susana Cella, Adriana Hidalgo Editora, 2006 (incluido en “Cuentos de batalla”, 1973-1976).
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Francisco “Paco” Urondo nació el 10 de enero de 1930 en Santa Fe. Murió en Mendoza, combatiendo a la dictadura militar, el 17 de junio de 1976.
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Ilustración: “Lady Godiva” (detalle), ca 1897, por John Collier (1850–1934).
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lunes, 26 de abril de 2010

Karina Sereni – Next morning



NEXT MORNING


El celofán del sándwich
que comimos a medias
ahora envuelve los restos
de la noche: cenizas
y el rojo de mis labios en las colillas blancas
y los carozos de las aceitunas
y tu líquido aún cálido en el látex...

Aclara entre los intersticios
de la persiana. Adiós,
amor de algunas horas:
ayer apenas si te conocía;
mañana, cuando saque
la bolsa de consorcio a la vereda,
ya no sabré quién eras.


Inédito


Karina Sereni, Yacanto (Córdoba), 15 de marzo de 1982

Foto: Karina Sereni, archivo FB
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Germán Arens – Tres poemas


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VIZCACHAS

A los costados del camino
a Cuchilló-Có
está lleno de vizcachas.
Los sábados
a la noche
nos disponemos a matarlas.
Cruzamos a La Pampa
desde Río Negro
y por la ruta 22
nos dirigimos a la 154.
En el cruce ya se deja ver alguna vizcachera.
Les disparamos
desde la caja de la F100 blanca de Jara,
él sí está vestido de sábado
pero en la disbóbera
nadie lo nota,
por eso viene con nosotros
y nos hace de chofer,
mientras habla de la Vasca
todo el tiempo.
Yo tiro
con una Rubí Extra modelo 65
calibre 22 LR
mira 3-9 x 40
de 20 tiros.
El Pato tiene la costumbre
de ahuecar las balas
y tira con un Remington pajero.

Sin Rumbo
porta un Colt 38
de 2” y 6 tiros
por si aparece algún chancho.
(Esta información detallada
en alusión a los modelos
la obtuve en el buscador Google.
Nunca me gustaron las armas.)

Jara nos ilumina
con un reflector halógeno
camuflado
de 5 pulgadas,
recargable en 12 volts.

Esa noche
un vizcachón herido
se le prendió
de una pierna.

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ESTAMPITAS

Al ser
sorprendidos
por la madre de Sin Rumbo
en posesión
de fotografías eróticas,
intentamos persuadirla
diciéndole
que se trataba de estampitas…
pero nuestras manos
avergonzadas
se ocultaron.
Bajamos
del techo embreado
y en la Zanella 200 naranja
nos fuimos a la colonia.
Principiaba el mes de enero
y en las chacras
la cereza ya estaba madura.

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LA ANTENA

Una mañana
el pueblo se hizo al día
con una sorpresa de esas
que en un pueblo
genera la inmediatez
de la noticia.

En los más alto
de la antena de Entel
estaba el E.T.
Era una manera
de hacerle saber
a la comunidad
que nadie lo quería.

Muchos
de los tantos
curiosos de siempre
le pedían que se tire.

En “Pueblada”, Ediciones en Danza, 2008
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Germán R. Arens nació en Bahía Blanca en 1967. Músico y poeta. Dos libros de poemas publicados: “Pueblada” (Ediciones en Danza, 2008) y “Versos de Gabino” (El Suri Porfiado, 2009). Blog personal: El Cosmosurero
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domingo, 25 de abril de 2010

Aurora Venturini – Matilde Alba Swann (1912-2000)



MATILDE ALBA SWANN (1912-2000)

Nacida Matilde Kirilovsky, eligió firmar Matilde Alba Swann su obra literaria. Hija de Emma Joffe y de Aliaquin Kirilosvky, una peona campesina y un maestro de escuela. Esta pareja emigró de Rusia zarista y se afincó en la localidad de Berisso, donde vio la luz Matilde, la mayor de los hijos del matrimonio. El, maestro, venía contratado por el barón Hirsch para desempeñar su magisterio en el pueblo de Escrinia, de la provincia de Entre Ríos. Aliaquin era cultísimo y hablaba varios idiomas, recalando especialmente en el idische para comunicarse con sus paisanos. Era afecto al idioma de los llamados alemanes del Volga, cuya presencia todavía abunda en Entre Ríos, donde aún se puede apreciar uno que otro carro de cuatro ruedas en las trojas y transportando estibas. Una vez confesó Matilde Swann: “Escribo con los sueños de mi padre, con las esperanzas de mi madre, con los recuerdos de ambos, con los motivos de sus recuerdos, con sus profecías, con sus triunfos y con sus frustraciones”.

Matilde tenía en su memoria la historia familiar de dos rusos inmigrantes huyendo de un cruel despotismo. “Con sus miedos, con sus osadías, con su intrepidez de inmigrantes; con su humildad y su rebeldía”, dijo. La escritora y madre de cinco hijos y ocho libros, que así se definía a si misma, agradece a sus padres por haber nacido. En una página muy sentida cuenta que doña Emma, a pesar de sus miedos por el futuro de sus criaturas, apenas si se los insinuaba y prefería pedirle a su marido que les llamara la atención: “... pero su recurso resultaba contraproducente; papá no sólo no nos reprendía sino que la regañaba a ella echándole en cara su temor enfermizo”. Cuando los hijos estuvieron en edad escolar, los Kirilovsky-Joffe se mudaron a La Plata, a la calle 7 y 47; esta última, la calle de los naranjos, que son los árboles de sus veredas. El perfume de esa arboleda inducía a la joven Matilde a la poesía, y luego, por ser también vía de los abogados, a la carrera de Derecho y al amor por un futuro abogado, Samuel Creimer.

“Yo le dije en más de una oportunidad: ‘Doctor Creimer, usted es el junco pensante de Pascal’”. La novia y luego esposa lo conoció mirando por una ventana de la habitación de su dormitorio, y le enseñó a capturar el perfume de los azahares del naranjal; que no había que arrancar la flor sino recoger los pétalos caídos o formar un cuenco con ambas manos y aspirar en el hueco que, con delicadeza, contenía a la intacta flor.

Mamá Emma atendía un kiosco habilitado en una de las ventanas de la casa que se transformó en librería. Matilde seguía aprisionando perfumes y sonidos musicales que llegaban de la fábrica de licores Regia, pegada a su casa. En las noches de invierno el olor de los eucaliptos inundaba el predio. La poeta rimaba: Calle de los naranjos, bajando hacia el mar grande, de idilio y aula, tibio antiguo recuerdo, borroso sobre un fondo de acacias y araucarias. Te vivo hirsuto de eucaliptos, lento el bosque, soñando a tu costado.

Matilde Swann dedicó su saber del Derecho a solucionar problemas de Minoridad. En la década del ‘70 presentó un hábeas corpus de amparo para evitar que en los institutos de menores se extrajera sangre a los internados contra su voluntad; se preocupó por la población de educandos y sus problemas de salud y escolaridad. En 1972 presentó una acción de amparo a favor de los hospitalizados en el neurosiquiátrico Melchor Romero. En un poema anuncia su despedida: Cuando se ha comenzado a escribir la edad de cinco hijos, y se ha cumplido ya la edad de ocho nietos y continúa uno escribiendo con el deleite infantil de estar haciéndolo, es porque la poesía lo quiere a uno, y ha de seguir queriéndolo... seguramente hasta el instante del ciprés y más allá...


En LAS/12, viernes 23 de abril de 2010
Foto: Matilde Alba Swann
Aurora Venturini nació en La Plata el 20 de diciembre de 1921. Poeta y narradora. En 2007 recibió el Premio de Nueva Novela Página/12 por su libro “Las primas”.
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sábado, 24 de abril de 2010

Beatriz Vignoli – Tres poemas


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PARÍS, TEXAS

El padre mira
su reflejo en el vidrio:
toda la luz que cae
fuera de su sombra
no es su imagen,
no es su hijo,
no es la sombra del pelo de su hijo
que está detrás del vidrio
jugando a que no existe:
–Mirá, papá,
no existo! y si viajara
más rápido que la velocidad de la luz
tu mirada no me alcanzaría nunca
y yo sería
entonces
como una estrella que está fuera del espacio
–dice
el hijo–
como una estrella que está fuera del espacio.

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HE REÍDO CON LOS MUERTOS DEL VERANO

He reído con los muertos del verano,
muertos jóvenes cuyo silencio indestructible
es un jazmín de hierro en el centro de la nada;

no hay ausencia como la de sus cabellos
invisibles luego de desparramarse, por vez última
hasta el amanecer como una quieta llamarada;

y lo que en ellos aún reclame una palabra
desollará su puño contra la puerta de la noche,
seguirá golpeando mientras haya memoria.

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DICIEMBRE 31, 2001

Y la vida era esto:

salir a la vereda el treinta y uno
a las doce, ver cómo un vecino
enciende una bengala.

El brazo en alto, inmerso en la luz ígnea.
Un silencio rosado y expectante,
un fuego inmóvil el mundo.

¿Celebra? ¿Pide ayuda? Nada pasa.
Nada llega. Todo al final se apaga.
Pero aquel brazo en alto, aquella duda.

Aquella intensidad.



En revista Fénix poesía – crítica, Nº 24, abril 2009, Ediciones Del Copista, Córdoba, octubre de 2009. Director: Pablo Anadón.
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Beatriz Vignoli nació en Rosario en 1965. Es poeta, traductora de inglés y crítica de arte.
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Foto: Telam, represión 19 y 20 de diciembre de 2001

viernes, 23 de abril de 2010

Jorge Ariel Madrazo – Poemas con cine, 1



I. PAJARITO Y UN FILM MUDO

¿Se habrán previsto descarnados,
sombras vivientes de un film mudo, los
actores (hoy muertos) de un film mudo?
Es decir: ¿soñaría louise brooks
la lujuria la sal de pasión
de algún voyeur de hoy deseando a su lulú y tal
voyeur el posible desear
adivine
del hijo que mañana
deseará a su louise brooks?

Y así, siguiendo el hilo, te preguntas:
Los mitos griegos las magníficas perséfones
¿sospecharon, un quizás, un talvez, su mítico
linaje? ¿Habrán acaso
razonado: “Mito somos y así
debemos comportarnos? ¿O:
“triste es el mito que no se presiente”?

Y ¿cómo en la foto tremolar tal gesto,
convertirte en el mítico ancestro
de un futuro álbum familiar?
¿Susurrar cheeessseee y la obediente
sonrisa (pajarito)

Pajarito del mito gorjea, viajero
de las alas y flashes del tiempo.


II. MALVA Y UN FILM MUDO

Un film mudo: sus actores
ni lo sospecharían.
¿Sería eso –para ellos– un film
no audible aún
mimético
inverbal?
(ellos sólo rodaban un film).

Así tu forma de mirar
la planta de la malva:
No pensarás: “estoy mirando
la festoneada malva
el sueño voraz
de algún ácaro malvácea real
sembrada en riberas del
Tigris
que crece en cementerios y en
caminos
vellosa malva igual a
la vida
si se lo piensa con detenimiento”.

Sólo miras una hierba una
malva
y el viento (brusco)

te despeina.

Poesía inédita, especial para Aromito

Jorge Ariel Madrazo nació en Buenos Aires en 1931. Poeta, narrador y periodista. Exiliado entre 1976 y 1983 en Caracas, Venezuela. Su último libro publicado es “De vos”, Ediciones El Mono Armado, 2008.

Fotos: Louise Brooks (1906 – 1985), mucho más que una cara bonita del cine mudo.

Jorge Ariel Madrazo – Poemas con cine, 2



III. ES POR ELLO QUE

De su perfil o helénica medalla
búrlase john barrymore
(terror del transcurrir burbujas
en la arena)
Se hubiese él decidido por la pintura
–dices–
Y aquella starlette advenediza
(la ninfa de rojos
dolores)
no seguiría desahuciándolo en whisky. ¿Por qué
su pasión john no ofrendaría a asta
nielsen femme fatale
mirabilis amore
cuya máscara mima nerviosas hojitas?

Nadie retiene su último sol Un
perfil (hermoso) destila gusanos.


IV. MEDELLÍN, 24 DE JUNIO
(a un documental sobre la muerte de Gardel)

Si se horrorizan todos con
chambergos: cintas negras copas
en bombín
mientras sus nervios, calando la gorra
trémulo vigilante apacigua,
gesto inservible ante tragedia tal
como ésta que enluta a chicos y
a grandes: trivial escena en que
la parca
de pronto de un cantante se enamora,
lo abate la Señora sin preaviso
y es la tierra cardumen de sábanas
debajo de las cuales yacen
mueren
cuerpos gloriosamente
anónimos

Y esto torne a ocurrir cada junio
y un petimetre espía a la cámara

Mas, si usted vuelve atrás la manivela
la serranía límpiase de sangre
Dejen de arrojar fuego los aviones
y estén a tiempo los protagonistas
de eludir las argucias del destino,
obviando así que radios y periódicos
proclamen con acongojado énfasis
lo que sorprende, obsede todavía:
Carlos Gardel matóse en Medellín.

                                                                       Poesía inédita, especial para Aromito

Jorge Ariel Madrazo nació en Buenos Aires en 1931. Poeta, narrador y periodista.
Foto: Carlitos en Montevideo, 1933

miércoles, 21 de abril de 2010

Andrea Ocampo – Tres poemas


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SEÑORAS

señoras gordas
escriben poemas
a sus enredaderas
modelan aburridas
la arcilla del que muere
y destejen otra vuelta
del ámbar tapiz que
memora
ese tiempo feliz
(siempre pasado)
donde todas fuimos
jóvenes y hermosas

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MUJER ADULTA

si al menos
estos años hubieran merecido
la paciencia o
la esperanza y no calcular cuántas
horas de insomnio van
del sarcasmo a la depresión
y entender que cuando
la vida pierde
todo sentido, aún quedan
los electrodomésticos

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ABUELA

Ahora tiene las ideas enhebradas
con hilos débiles.
Una fragilidad
que duele en los huesos
y se contagia a los objetos
como un barniz transparente
y tangible.
Sus ojos me ven de un modo
que no recuerdo. Para ella
las paredes son de un material viscoso
y permeable. Comunican
a habitaciones inventadas, estaciones
de la infancia, viajes en
primavera. El hombre que ama
desde siempre le dice
en sueños que la espera pero
no todavía.
Me atan a esa mujer
incontables tardes de canasta,
largas rutas de crochet
y la infinita gratitud de saber
que hay un lugar
donde siempre soy bienvenida.

En “2º Edición y Sueltos”, Editorial Ciudad Gótica, Rosario, 2004
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Andrea Ocampo nació en 1968 en Avellaneda, Buenos Aires, y reside en la ciudad de Rosario desde 1970.
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Foto: En City Bell, octubre de 2009, archivo de la talita dorada
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martes, 20 de abril de 2010

Raquel Sinelli – El eclipse


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EL ECLIPSE

Mi madre y mi hija
no se conocieron.

Sin embargo se parecen
de un modo
que no se ve en las fotografías.

Mi mirada sostiene las paredes
de la casa
donde ellas se cruzan
y en ese espacio aprendo
mi lugar de unir y separar.
Un abrazo como un eclipse
una mujer
hecha de figuras recortadas
que se apoyan una en la otra.

En “El espiniyo”, revista de poesía, nº 1, 2005. Director: José María Pallaoro.
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Raquel Sinelli nació en Pergamino en 1954. Poeta y periodista. Vive en La Plata.
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Ilustración: “El espiniyo”, nº 01, otoño 2005.
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Eduardo D’Anna – Nuestro amigo se salva del infarto


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NUESTRO AMIGO SE SALVA DEL INFARTO

Al principio la conversación
tiene un tono convencionalmente serio.
Después, como conjuro, los chistes
acusan nuestro miedo. Alguien
imagina a la Muerte, con su túnica
acercándose a nuestro amigo.
Imaginamos el diálogo, absurdo,
como todas las empresas que se gestan
hoy. Reímos, con todas nuestras fuerzas,
porque a pesar de todo, de todas las miserias
todavía podemos
hablar con nuestro amigo de la muerte.

En “El espiniyo”, revista de poesía, nº 01, 2005. Director: José María Pallaoro.
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Eduardo D’Anna nació en Rosario en 1948. Publicó 12 libros de poesía, una novela, artículos de crítica literaria y una historia de la literatura rosarina que va por la tercera edición.
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Ilustración: “El espiniyo”, nº 01, otoño 2005
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lunes, 19 de abril de 2010

Juan Gelman – Ensaladas


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ENSALADAS

La ensalada es un plato difícil. Hay
filósofos orientales y occidentales que
pensaron el tema. ¿Cuánto
vinagre hay que poner, cuánto aceite?
¿Cuánto de sí cuánto del otro
atrapado en cebollas
que hacen llorar? Pero todo o casi
todo hace llorar, caballeros y damas
que ven el espectáculo sin
pañuelo o abra que dé curso
a lágrimas secas.
Que nada miente, ni la hoja
que amarilleó el otoño, ni
el pedazo del arrastrado por
la suerte a cauces del vacío.
Qué soledad de mientras.
Es indecible el fracaso
del universo en este soplo
de ser. Con las manos se cavan
tierras donde
algo se hundió cuando saltaba
del sacrificio a la memoria.
Caravanas que buscan bendición
cruzan desiertos
con muros que arden.

En “de atrásalante en su porfía”, Ciudad de México 2007/2008, Seix Barral, 2009.
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Juan Gelman, Buenos Aires, 1930.
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Ilustración: Ciruelo en flor, pintura china en estilo Xieyi (escribir la idea).
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domingo, 18 de abril de 2010

Roberto Themis Speroni – Las cosas


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LAS COSAS

–Has construido un mundo; ya no es tuyo,
¿o quizá no lo fue desde el principio?
Y si lo fue, ¿por qué nos lo dejaste
con soberbia fatiga?
Nos movemos
debajo de tu límite, los días
nos cubren como un mar, nos desordenan
inevitablemente. Somos tristes,
tristes como tu ropa, como el rostro
de la memoria que nos adjudicas.

Sácanos de esta dura circunstancia.
Éramos algo así como la gente,
como algún ser de nombre breve y bello.


De: “Y digo al aviador”, 1966. En: “Roberto Themis Speroni. Antología”, Fundación Argentina para la Poesía, Buenos Aires, 1968. Colección dirigida por Carlos Alberto Débole y Rubén Vela.
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Roberto Themis Speroni (La Plata, 1922-1967)
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Ilustración: Dibujo de Antoine de Saint-Exupéry
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jueves, 15 de abril de 2010

María del Carmen Colombo – La montaña y otros poemas




TENGO FACILIDAD PARA PERDER…

Tengo facilidad para perder
objetos queridos sobre todo
aquellos felices y los otros
recuerdos en mi mente
se deshacen. Acaso me prepare
para el futuro y ejercite
sin nostalgia
ni culpa la desaparición
final: una casa, una calle, nada
queda de mí. Cada día
me acerco más a lo que soy,
artesana del olvido.


LA MONTAÑA

Si fuera segura
como una montaña –las cosas
claras, la palabra
precisa–. Si fuera calma, una
piedra de quietud, mi derrotero
culminaría –seguramente–
en la cima de la cordura
y así colmada miraría
desde allí:
un ojo de vértigo, el otro
abismo.

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MENSAJE

Las escrituras me sujetan
al orden de mi hermano
pero yo, Magdalena, la descalza,
en sueños soplo
y con mi llanto deshago
las hojas cinceladas
de la gran catedral

Ah mi querido Pedro
cuánto darían por llorar
sobre tu nombre seco de vigilias
los hacedores de este mundo
breve e inasible

Mejor mi pelo
emocionado en su caída
que tu acabado monumento
hacia el cielo

Precario el que padece tu perduración
Yo solo resucito





En “El Jabalí, revista ilustrada de poesía”, Nº 13, Año VIII, 2001. Director: Daniel Chirom.
María del Carmen Colombo nació en Buenos Aires en 1950. Poeta. Coordina talleres literarios desde 1980. Noticias en Blog del amasijo.
Fotos: María del Carmen Colombo

miércoles, 14 de abril de 2010

Aldo Luis Novelli – Del discurso a la poesía



DEL DISCURSO A LA POESÍA

EpA!

“La palabra dice lo que dice y además más, y otra cosa”
Alejandra Pizarnik, de “El infierno musical”, 1971


Este verso de Alejandra Pizarnik nos dice que la palabra tiene tres grados de significación, y en ellos debemos hurgar para ir más allá, para comprender ciertos discursos. Nos acercaremos de a poco.

La palabra: ‘dice lo que dice' es indudablemente aquello que sabemos de la palabra, es como la entendemos corrientemente, aquello, que en todo caso, podríamos verificar en el diccionario. 'Y además más', es lo que resignifica para cada uno, lo que llevamos en el interior, de todas nuestras experiencias vivenciales con esa palabra, lo que nos dejó nuestro medio social en ella: la familia, la escuela, el barrio, la literatura, el cine, la televisión, la prensa, etc.

En el discurso político, en la oratoria seudoreligiosa, en el texto periodístico sensacionalista, la palabra dice lo que dice y además más, y en ese plus, previamente estudiado e intencionalmente dirigido, se juegan nuestras acciones futuras, se condiciona nuestro libre albedrío, o sea, por dar un ejemplo, cuando entramos al mal llamado cuarto oscuro y tomamos una determinada boleta, no estamos realmente solos aunque nosotros creamos que si, o más cotidianamente, cuando entramos al supermercado y nos detenemos frente a una góndola y alargamos la mano hacia esa bebida refrescante, hay alguien que nos la acerca del otro lado, pero nosotros no lo vemos.

Paradójicamente, pero en el extremo opuesto, en ese 'además más', también se pone en juego el arte, allí trabaja el artista y en especial el escritor, allí se juega la discutida y difusa línea que separa el arte del no-arte, que separa la palabra poética de la palabra comunicativa. En ese 'más' resonando en la parte más íntima de nuestro ser, en ese golpe de timbal que vibra hacia dentro, que sacude por unos instantes el alma, sentimos una emoción inesperada o se despiertan ciertas sensaciones dormidas hace tiempo, hibernando seguramente, hasta que pase el duro invierno que está cayendo aquí afuera.

Pero para tranquilidad de los artistas, la palabra también dice 'otra cosa', y es aquello que no conocemos pero la palabra lo está diciendo, aquello que le dice al otro y nosotros ni siquiera imaginamos. La palabra poética, y tal vez sólo ella, dice 'otra cosa', esa otra cosa que nunca dirán los otros discursos, y donde se oculta la sustancia íntima y la primigenia razón de ser del arte.

Por esa otra cosa desconocida de la palabra, nosotros dejamos de ser lo que somos rutinariamente, o dicho de otra forma, descubrimos los otros 'yo' que habitan nuestro 'yo cotidiano', o vemos al mundo, nuestro subjetivo fragmento del mundo, distinto y diverso, al menos por un instante, - el instante poético - que tiene, como todos sabemos, una duración inmedible en tiempo real.

Por esto es, que esa otra cosa imposible de definir, escurridiza como un pez dorado en el mar infinito, esa sensación inefable, hace de la POESÍA la más provocativa, la más subversiva y profunda de las artes del hombre.

Hasta aquí llegamos, y en este punto, acalladas las últimas palabras, habiendo dicho lo que dicen, solo queda rastrear en esta nota, el 'además más' de las mismas, y más aún, necesaria e inevitablemente ustedes reescribirán el 'otra cosa' de estas palabras, de estas inasibles y dudosas palabras.

Ver en Aromito:
Alejandra Pizarnik – La palabra que sana


Aldo Luis Novelli, poeta, narrador y ensayista. Neuquén, Patagonia, Argentina, 1957. 
Correo-e: aldonovelli@yahoo.com

Foto: Alejandra Pizarnik

martes, 13 de abril de 2010

Alberto Luis Ponzo – Al final


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AL FINAL

Una fuente
en el vacío
del desnombrar

un acto inmaterial
huérfano
bajo la desnudez
del latido

sin descubrir
que me tiene la mano
en busca
de estar juntos

reconstruir
otras voces
que den luz
al final.

Inédito
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Querido y admirado amigo:
Te envío este brevísimo poema escrito hace unos días, para Aromito.
Con un fuerte abrazo
ALBERTO

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Alberto Luis Ponzo, Buenos Aires, 1916. Poeta y editor.
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Ilustración: Pintura de Rodolfo Bianglino (Barracas, Buenos Aires, 1932)
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lunes, 12 de abril de 2010

Emilio Del Guercio – Trabajo de pintor



TRABAJO DE PINTOR

Si vieras como te extraño
junto a las cartas
que mandabas desde allá.
En el trabajo,
que me sonríe y que me aplasta,
se me hace mate la esperanza,
y sin embargo noche a noche estoy aquí.

Te escribo para pedirte
que un día de estos
te me vengas para acá.

En Buenos Aires
todo me duele, hasta el amor.
Todo es trabajo de pintor,
y en la pintada está mi rabia por venir.

Yo sé que el tiempo que pase
me cambiará.
Pero todo lo que fui
siempre vuelve a dar en mí,
y a golpearme en esta sola soledad,
como el hacha da en el árbol,
como el agua da en el mar.

Si diera toda mi vida,
si acaso hablara como el viento te habla a vos,
tal vez sería
una mañana en ese río,
un rumor suave en el verano,
y sin embargo noche a noche estoy aquí.

Yo sé que el tiempo que pasa...



En LP “Pintada”, 1983
Emilio Del Guercio nació en Buenos Aires en 1950
Foto: Emilio Del Guercio en film “Argentina Beat”, 2006. Dirección: Hernán Gaffet

sábado, 10 de abril de 2010

Julio Castellanos – Rostros


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ROSTROS

I. Instante

Entras
en la humedad de su cuerpo.

Ella cierra los ojos, desvía
levemente el rostro.

Separándose,
sus labios dejan
nacer un suspiro: un poco
de alma que en aire se abandona.


II. Demaquillaje

Con una emulsión compuesta de agua,
miristato de isopropilo, alcoholes
citílicos, germen de trigo y excipientes varios,
cubrías tu rostro
para luego
retirar el excedente con un delgado, humedecido
trozo de algodón.

Quitarse el maquillaje es una forma
acariciada de borrar el mundo
y el estar ante el mundo.

Entonces, frente al espejo que ya no te guarda,
tus máscaras paulatinas se volvían
identidad sin pausa.

Queda un frasco de emulsión a medio uso;
yo en mis ojos vaciados no te encuentro.


En “Jardín a tientas”, Ediciones Argos, Córdoba, 2006
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Julio Castellanos nació en Córdoba, el 13 de mayo de 1947.
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Foto: Julio Castellanos
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viernes, 9 de abril de 2010

Marcelo Leites – Dos poemas de “Tanque australiano”


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LO QUE DIJO EL VIENTO

Las hilachas de luz describen
siluetas diminutas, desnudas.
Hileras verdes en galería
adelgazándose en las sombras.
La luna irradia mi cuerpo
¿Soy todavía?
¿Soy un río que viene y va
o sólo su reflejo?
Estallido de agua.
Nado contra la corriente.
y mis brazos levantan vuelo.
Nadar es apropiarse del agua.
En la costa bailamos unidos
un ritual ebrio y tribal
cuyo ritmo hemos olvidado.

El aguaribay mueve sus ramas
y la lengua absorbe el centro
picante de los pimientos rojos.
El viento entre las ramas del aguaribay.
Arranco una rama
y la rugosidad de mis manos
cede a la suave savia de sus hojas.
Este olor a resina pegajosa me acompañará
en el viaje definitivo.

La superficie iluminada de la costa,
los biguaes y sus círculos sobre el río,
la insistencia del grito de las aves
y los dorados que saltan fuera del agua
deberían bastar a la hora de hacer un recuento.

Cuchilladas de sol en las nubes oscuras.
Las brasas oscilan tenues sobre los restos
del mediodía: el humo de la carne asada:
el pan y el vino y esa canción que quedó
flotando como una revelación
deberían bastarte, aunque más no fuera
como una lacerante, dolorosa maravilla.

¿Y la alegría de la mesa compartida?

¿Aún te dicen algo esas nubes?
Dibujan entre los huecos del cielo
los rostros que creías fieles
con una sonrisa lejana y suficiente.
¿Aún te dicen algo esas nubes
que se disgregaron en el aire?
Pasan
Pasan
Pasan como las plumas
tornasoladas del pavo real.

¿Te dicen algo, todavía?
Ah, la entropía del conocimiento.
Saber no nos salva:
Nos deja al borde
de nosotros mismos:
Los zumbidos de las moscas
nos atraparon como arañas en su tela.
Hemos llevado el universo a nuestra casa
y hemos cerrado la puerta.
Pequeños hombres grandes
Pequeños monstruos maquillados
que acusan con el dedo de dios
y no dejan a nadie en paz.
No se puede tolerar a los intolerantes,
no, Oliverio, no hay que compadecerlos:
hay que ignorarlos.

¿Y la alegría de la mesa compartida?

Todavía el aire bombea tu corazón.
No has muerto en ninguna batalla,
y aunque tu papel en el universo
sea como el paso de una hormiga
sobre una brizna de hierba,
cada día renuevas el salto.
Debería, entonces, alcanzarte.

Ahora, en esta primavera de guerra,
los hijos toman aire de mis pulmones
y cantan una canción.
Estas voces enamoradas del mundo…
Habrá que seguir cantando
y las voces unidas en el canto
deberían, al fin, bastarnos.

Las luciérnagas no saben que iluminan la noche.
Suspendidos en el espacio, los amantes
quedan exhaustos como dos nadadores.
El mundo se cae a pedazos
y todavía estás ahí, del otro lado,
tendida, tendiéndome una mano.

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EL JILGUERO DE LEOPARDI

Todavía se repliega el pájaro solitario.
Es un jilguero que goza de soledad.
Solamente canta en una de las ramas
del álamo.
Todos los días y a la misma hora
canta... y le alcanza.
Canta sin saber quién es
sin saber por qué o para qué
canta.
Nada, ni siquiera la presencia
de otros pájaros
lo distraen de su canto.

¿Dónde quedó ese tenue hilo
que nos deja al borde
de nosotros mismos?
¿En qué lugar olvidaríamos el canto,
la articulación fulgurante de la vida?
La memoria sólo repite los gestos del cuerpo.
Cuando uno rescata sus mejores años
había otros que ya habían crecido
y creían que esos años eran los peores.

El jilguero sigue con su canto ensimismado,
aunque nadie lo escuche.
Sigue cantando aún en el álamo.

El descanso en las escaleras
puede confundirse con el vacío
cuando el pie pierde el equilibrio.

Algún día llegaremos al final de la infancia
y entonces podremos volver a cantar,
cuando el instante tenga la fuerza
de lo permanente.

En “Tanque australiano”, Ediciones Gog y Magog, Buenos Aires, 2007
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Marcelo Leites nació el 2 de marzo de 1963 en Concordia, Entre Ríos. Poeta y crítico literario.
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Foto: Marcelo Leites
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jueves, 8 de abril de 2010

Marcelo Leites – Tres poemas de “Ruido de fondo”


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LA MÚSICA PERDIDA

VI

Las huellas del Renault en la arena continúan su trayecto hasta la orilla del arroyo donde hay un toallón naranja y una bikini a merced del oleaje, se continúan en las huellas de unos pies y ya en el agua se pierden en las piernas que aparecen y desaparecen de la superficie, en su cuerpo que nada mariposa y exhibe su destreza desnuda. Cuando vuelve a la costa deja ver su rostro maravillosamente joven sin saber que alguien la observa detrás de una roca. En la trama posible hay diversas huellas para seguir, huellas demasiado transitadas por los automovilistas que casi siempre siguen los mismos caminos, pero la escena en sí es lo que vale, ahora que su novedad e importancia disminuyeron. De todos modos ella presiente algo y camina ondulante hasta la orilla. Las líneas de su cuerpo son una ofrenda al sol poniente que compite con sus pezones turgentes y relumbra en vano, oro bruñido, en otros ojos alucinados ahora por esas manos deslizándose sobre sus hombros, sobre sus turbulentos pechos, sobre sus caderas, sobre su piel bronceada; alucinado, sí, por esas manos que siguen el juego de las gotas de agua que tocan su pubis, mojada ahora, sí, mojada y absolutamente conciente. Cuando te das cuenta hacia dónde va, tenés que seguirla aunque a una velocidad muy inferior, sobre todo porque las huellas que dejás en la arena no coinciden con las de ella y si intentaras luego de considerar qué maravillas prometen su desnudez cómplice, el agua como un fluido atravesando su sexo y la visión del mundo satisfecha, si lo intentaras, decía, si quisieras trasponer sus huellas y hacerlas coincidir con las tuyas luego de un esfuerzo desmesurado y justo cuando ella empezara a suspirar apenada y satisfecha a la vez luego de volver sobre sus huellas, si de verdad lo lograras…entonces las huellas de la historia dejarían de tener sentido. Las cosas se pierden de vista y lo mejor es ser olvidados pronto.

Una mujer desnuda
con el pelo mojado
y un toallón naranja
yéndose en su Renault
mientras la luz
declina.

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HONGOS

II

Espero que vengas luminosa
mientras la semana se te pega al cuerpo
y el vapor de la ducha inaugura otra
perspectiva.
Entonces pienso si los niños
tienen cabida en este mundo
o si sólo son el persistente espejismo
de la continuidad.
Escucho el ruido de agua que cae
sobre tu pelo
y sé que tuviste acceso
al único instante de placer
de la jornada.

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RUIDO DE FONDO

IX

Frente a la multiplicidad de flores
que podemos regar en nuestro jardín
la mujer siempre va a elegir una
e inexorablemente a esa flor
prodigará el agua.
Del mismo modo el hombre
con la diferencia de que no podrá evitar
el deseo de cultivar
otras.

En: Ruido de fondo, Trópico Sur, Asunción, Paraguay, 2001
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Marcelo Leites nació el 2 de marzo de 1963 en Concordia, Entre Ríos. Poeta y crítico literario.
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Foto: Marcelo Leites
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miércoles, 7 de abril de 2010

Jorge Aulicino – Canción de amor para Raúl Gustavo Aguirre


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CANCIÓN DE AMOR PARA RAÚL GUSTAVO AGUIRRE

Si un hombre al cabo de intentarlo, de asustarse,
de ajustarse el reloj pulsera, de conservar
el lugar, el modesto empleo que financia
la publicación de asuntos que no interesan a nadie,
corrige, pule, y de improviso,
la verdad se hace evidente, y es moral,
una verdad callada y sofrenada,
una verdad aplastada por expedientes, conversada
en ratos de madrugada, en bares majestuosos
y a la vez pulidos y disecados por la Gran Máquina;
no importa
si no fuiste monstruo, como rimbaud, como los verlaine, como los poe, los artaud,
si fuiste un hombre de sal y de sol, de internaciones y debilidades,
de pasar y ribetear, ¿cómo eras, Raúl, en verdad? Qué importa,
qué importan los genios y sus continuas revelaciones,
qué importa el sol insoportable, qué importa el verano en Buenos Aires,
qué importa el empleo oficial, el hombre que tomó subtes y trolebuses,
si una noche,
si una larga noche aburrida, si una de muchas noches fundidas en una,
en la cocina o el comedor de tristes porcelanas,
escribiste No importa que no haya solución para nadie ni perdón para nadie,
si al fin estás solo en las salinas de la madrugada haciendo todo lo posible
para que esos rostros queridos no se hundan en los rápidos de la nada.
Como lo ha hecho hoy, una persona amada, evocando las palabras de su padre,
el modo en que su padre bailaba o la miraba, el esfuerzo titánico que hace cada uno
para que la épica contenga a los que ha amado, a los que ama, para que no sean olvidados,
para que brillen en su esplendor los gestos fuera del capital,
los destellos del universo en los seres amados.

Inédito. En: Jorge Aulicino

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Jorge Aulicino, Buenos Aires, 1949. Poeta y periodista.
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Ilustración: Tomás Maldonado (Buenos Aires, 25 de abril de 1922). “Tema sobre rojo, 1953”. Óleo sobre tela 99,5 x 100 cm. Colección privada, Buenos Aires.
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lunes, 5 de abril de 2010

Raúl Gustavo Aguirre – Yo también estoy destrozado



YO TAMBIÉN ESTOY DESTROZADO

Yo también estoy destrozado
a pesar de que (dentro de mis limitadas posibilidades) visto correctamente
me afeito todos los días, excepto los domingos,
visito mensualmente al peluquero y de vez en cuando al dentista,
lustro mis zapatos y desempeño con aplicación ciertos oficios irreales
tales como bibliotecario, profesor y jefe de familia.
Y aunque Rimbaud me pasma y admiro a Gotfried Benn quien dijo que el cerebro es nuestra tarea y nuestra maldición, y soy capaz como cualquiera de entusiasmarme con la pampa cuando viajo y exclamar: ¡qué increíble país!,
y no exhibo ninguna actitud filosófica original con respecto al desgarramiento que significa la existencia,
yo también, mis amigos, yo también, les juro y aseguro, yo también estoy destrozado.

Cuándo empezó a romperse todo en mí no sabría decirlo.
Posiblemente fue cuando vi llorar a mi abuelo por falta de trabajo,
o cuando vi llorar a mi padre por el mismo motivo,
o cuando un capitán me trato de piojoso
o cuando vi apalear a mis amigos
por la simple razón de soñar en voz alta
o cuando vi una prímula en la hierba
o cuando vi el fantasma de una estrella de mar, seco en una vitrina.

No sabría decir cuando empezó a romperse todo en mí,
cuando fui destruido por una infinita desazón
cuando se puso amarga la belleza en mi copa
pero lo cierto, amigos,
y a pesar de que bajo determinadas condiciones me conduzco de un modo bastante razonable,
yo también soy un hombre de los que arrastran sus pedazos
por una tiera sin sentido.

1970


En “La estrella fugaz” (Libros de Tierra Firme, 1984), antología de textos aparecidos en diarios y revistas desde 1964 hasta 1983.
Raúl Gustavo Aguirre (Buenos Aires, 2 de enero de 1927 - 18 de enero de 1983).
Foto tapa libro “La estrella fugaz”, Jmp

sábado, 3 de abril de 2010

Matias Vernengo (1963-2010) – Larga noche y otros poemas



LA MITAD DE UNA PALABRA

Ella, con su vestido
aún intacto,

deambula
por la casa con la mitad de una palabra
apretada entre los dientes,

y busca
en los rincones

fragmentos.


NO ALCANZA

No alcanza el atardecer en el valle.

Y hay aguiluchos amontonados
sobre el cuerpo de una yegua alazana.

Existir es demasiado.
Y no alcanza.


UNA ARTERIA

Un tronco reseco
a la deriva

arrastra materia degradada en el tiempo,
fragmentos fijos de memoria,
bolsitas negras y blancas.

Un tronco reseco
a la deriva

por una arteria aún flexible del insomnio
que lentamente se endurece.


EL CHARCO

Un mecanismo complejo se exige demasiado
y provoca un desvío: el tiempo derrama
un fluido oscuro en el metal.

Prolijamente
algo se vacía
de contenido

y produce un charco alrededor.


EL VIAJE

Inmóvil la noche en la ventana del tren
que avanza como una escritura
en línea recta hacia el sur.

Inmóvil la luna sobre el mapa.

En “Cuaderno blanco”, Alción Editora, Córdoba, 2009


PEQUEÑAS TAZAS BLANCAS EN FILA

Ella dibuja recuerdos en el aire
y clausura las ventanas
para que no entre el viento de las sierras.

Ella pega viejas fotos sobre fotos nuevas
en álbumes que aún no existen

y mira alrededor y espía
la intemperie que se forma a sus costados.

Ella coloca pequeñas tazas blancas en fila
sobre la superficie roja de un mantel.


LARGA NOCHE

Tal vez es sólo eso,
el tiempo, la existencia:

un patio con dos aljibes,
los discos de Serú, los de Floyd,

y la espuma que se forma
en la parte superior del vaso
al echar coca en el fernet,

en una larga noche fugaz.

De “La fragilidad”, inédito


Matías Vernengo (Buenos Aires, 6 de mayo de 1963 - San Luis, 28 de marzo de 2010).

viernes, 2 de abril de 2010

Matias Vernengo (1963-2010) – La cerradura y otros poemas



LA VENTANA

Calle solitaria.
Una luz amarilla la sostiene
con el brazo de hierro.
Árboles y ramas entre los cables
sin viento. Y la vida de nadie
a quién le importa?

Lo real es una lámina adherida
minuciosamente
al vidrio.

*

Todo era Dios o el tajo
de su ausencia en la mirada.

El peso del aire curva
las espaldas y el eco
de la piedra no arrojada
permanece.
Caímos en los treinta como un relámpago.

*

algo en mí
– con el imperio de una lluvia serena –
desplegará sus alas.

Eso busco:
detenerme a recordar la tarde
mientras sucede.

En “El gesto del que danza”, Córdoba, 1994


ANIMAL NOCTURNO

No es el ala su escritura, sino
esa membrana que forma entre sus dedos
el insomnio:

ese ir y venir
bajo los techos
de un asunto privado,

ese casi dolor

ante una mínima
insinuación
de la luz.


LA LLAVE DEL SUICIDA

Ya estaba el arma
(un recuerdo de su abuelo)
en un cajón del placard

y también el agujero en la cabeza
esperando la bala.

Cada cosa en su sitio,

y en el bolsillo indicado
la copia mal hecha
de la llave original.


OFICIO

Ella desgarra con sus dientes
la noche envuelta en celofán

y adora el oficio de un pez amargo
entre sus pliegues de agua dulce.

Ella sabe entre sus piernas

y se mece en un cuerpo
mientras muerde la cruz del rosario
que cuelga de su cuello
amarrando la fe.


LA CERRADURA

Como un antiguo crimen:
el acento olvidado
en su trabajo de corrector,
la bala
en la cabeza de su padre
(algunas caries demás)

y la sensación de andar por el mundo
como si en cada cerradura
hubiese un ojo.

En fin,
lo inútil
que se convalida

¿en el texto de quién?


EL CONDUCTOR

Tal vez alguna sed
saciándose
en los ojos del hombre que se mira
en el cristal del parabrisas,
un segundo antes
de atravesarlo con el cuerpo entero,
bajo una luz plateada,
en la curva final.

En “El ojo y la cerradura”, Ediciones Del Dock, Buenos Aires, 1999


Matías Vernengo (Buenos Aires, 6 de mayo de 1963 - San Luis, 28 de marzo de 2010).


Hace un rato Jorge Rivelli me dio la noticia de la muerte de Matías. Días atrás estuve pensando en él, saqué “El ojo de la cerradura” de la biblioteca y pensaba seleccionar algunos textos; me llegan a través de Jorge algunos poemas por correo-e, tipeo otros. Matías diseñó los tres primeros números de El espiniyo, y era un pibe hermoso. Publicó tres libros de poemas: “El gesto del que danza”, 1994; “El ojo de la cerradura”, 1999; y “Cuaderno blanco”, 2009. Desde 2007 vivía en la provincia de San Luis, donde ocurrió el accidente.