EL ESPEJO
El demudado quiere
ser ahí
estar ahí
LAS TABLAS DE LA LEY
A Delfina Goldaracena
Hay niños como águilas
que inventan las garras del tiempo
y tienen las manos como florcitas austeras.
No confiaba madrecita en mis versos
de manantial de agua inesperada. Desdecían
el escrúpulo del hombre que sueña
y no da de beber
para ser también madrecita tuya
y de todos los cielos de extramuros.
Pero un aire mundano
entorpece este incesante letargo
y la palabra es un aleteo de colibrí.
Yo trato madrecita de contar
cuántas veces se mueven las alas
en un solo minuto. Cansa mirarlo.
Si parece una estatua de arco iris
que liba su mismísimo cuerpito.
Yo soy lo que hice, lo que hago ahora
dentro de los siglos que no vienen.
No hay división divina diva
madrecita tu ternura de horas que consumen el futuro.
Nací para serte madre.
No me dejes morir
como el agua que huye río abajo
eterna entre las piedras y el sol.
No te quemes con este destierro a destiempo.
No destejas la mortaja que hicieron mis manos
cuando labraba la huerta de los hijos.
En las monedas que guarda la tierra está la palabra.
Y no dirá nunca qué soy
cómo llegué al mundo, cómo me fui.
A Delfina Goldaracena
Hay niños como águilas
que inventan las garras del tiempo
y tienen las manos como florcitas austeras.
No confiaba madrecita en mis versos
de manantial de agua inesperada. Desdecían
el escrúpulo del hombre que sueña
y no da de beber
para ser también madrecita tuya
y de todos los cielos de extramuros.
Pero un aire mundano
entorpece este incesante letargo
y la palabra es un aleteo de colibrí.
Yo trato madrecita de contar
cuántas veces se mueven las alas
en un solo minuto. Cansa mirarlo.
Si parece una estatua de arco iris
que liba su mismísimo cuerpito.
Yo soy lo que hice, lo que hago ahora
dentro de los siglos que no vienen.
No hay división divina diva
madrecita tu ternura de horas que consumen el futuro.
Nací para serte madre.
No me dejes morir
como el agua que huye río abajo
eterna entre las piedras y el sol.
No te quemes con este destierro a destiempo.
No destejas la mortaja que hicieron mis manos
cuando labraba la huerta de los hijos.
En las monedas que guarda la tierra está la palabra.
Y no dirá nunca qué soy
cómo llegué al mundo, cómo me fui.
TAUTOLOGÍA
Me pregunto por
esta insistencia
de traer una y otra
vez
así, viciosa y
reiteradamente
carne fresca a este
infierno.
Responde una voz
oculta
en el lecho
profundo de la música
nacemos de los hijos
aprendemos a sernos
en sus ojos
Alguien dice
desbaratar los ojos
en migajas del
tiempo que no cesa
Nada nos enseña a
ser huérfanos
en esta tautología
de andar perdidos
como hijos de los
hijos
DIVINA PALABRA
Decías gracias a la
vida
Benditos tus poemas
porque nunca estarás
muerta
DE LETRA
La ausente dice
que hay sombra que
zozobra
por la noche y
busca detrás de la palabra
las ruinas por
donde circula el azar
No hay tiempo en
este tiempo
cuando la voz es
otra oculta
Deletreamos ausencia
y no hay
Pero las voces
dicen por callar
que basta no decir
cuánto silencio
cuánto cabe
que no era letra
para el nombre del
padre
de sobra
de vocal que hace
preposición del
abandono
que no dice basta
que no
hijo puro espíritu
santo
No hay letra para
decir no vida
La muerte es otra
cosa.
MARGUERITE DURAS
El cuerpo se
corrompe
La letra
deletrea, hace
el milagro de la
palabra
Hay otra muerte:
la fábula
la evidencia
En: “Demudado”, Aire Diseño Ediciones, 2007. Selección:
Jmp.
Cristina Domenech (Buenos Aires, 1954).
Foto: CD en FB.