jueves, 25 de mayo de 2023

AMOR PERDÍA El mar y otros microrrelatos


Silvina Perugino Bernabé Malacalza Julián Trovero Paula Martini José María Pallaoro Amor Perdía Paola Boccalari Silvana Babolin  
Margarita Eva Torres (detrás del espejo) / City Bell, 13 de marzo de 2014




PEQUEÑA BATALLA 

     Los conquistadores les vienen pisando los talones. El pueblo caimare huye porque ya los conoce. Ya cruzó las coloridas bienvenidas, las arduas negociaciones, las obscenas traiciones. Ahora solo quiere alejarse.
     Ellos van a pie. Y tienen pies pequeños, adultos, lentos, enfermos, medios pies también tienen.   Los conquistadores montan sobre cuatro patas que relinchan y les ganan en velocidad sobre tierra llana. Pero son torpes en altura, se quiebran, se desbarrancan. Por eso el pueblo caimare asciende. Mira hacia arriba y avanza. Van orillando un arroyo. "Por dónde cae el agua, subiremos", dicen. Entonces llegan a una cascada. Empinada, imposible. Le cuentan a las sierras sus razones de huida y ellas entienden. Transforman en piedra el chorro, le dan forma de camino, de escalera. Pueden subir todos ahora: jóvenes de zancadas amplias, hombres con pasos chuecos, sabias milenarias, aprendices de guerreros, animales mansos, semillas húmedas, frutos secos.
     Los conquistadores los ven ascender y apuran la marcha. Casi pueden tocarlos, desmontan para atrapar al último, para tirar de él y hacer caer al pueblo entero. Pero dos pasos antes de llegar, la piedra retoma su consistencia líquida. La cascada de agua abrupta los cubre. Quedan debajo, mojados, maldiciendo en dirección al cielo.
     Sé lo que van a decir: los conquistadores finalmente vencieron. Ocuparon las sierras y sus ríos, etiquetaron animales y personas, devoraron los frutos frescos, vendieron los secos. Ya lo sé. Pero aquella pequeña batalla, la perdieron. 

City Bell, 26 de enero de 2023 


EL MAR 

     El Silvio cuida su mar desde una silla alta. Mide la dirección del viento, la multiplicación de las algas, el paso doloroso de las embarcaciones. Le toma la temperatura al agua, como madre a la orilla de la cama. Examina la espuma, cuánto hay de agitación marina, cuánto de blanqueador. Le pide calma en tardes turbulentas mientras reza: "sana, sana, colita de rana”.
     El Silvio detiene el ingreso de baldes, palitas, comida, flotadores. La arena es para jugar, el mar no. Saca tarjeta roja a los bañistas que lastiman las olas. Les corrige la brazada: “no es un bofetón”, explica. “Es un movimiento de remo, una mano que mira hacia afuera e ingresa siguiendo al más gordo de los dedos. Se hunde sin dañar. Se impulsa pidiendo ayuda al mar, no atacando su ritmo parejo”.
     Después lo deja ser, confía. Como buena maestra, como buen guardavida.
     Cuando el sol ya fue tragado por el agua, baja de su silla alta y saluda a su pedacito de océano. Se despide hasta el día siguiente, prometiendo volver. El mar se estira con paso lento, sólo para acariciar los pies del Silvio. Es su forma de decir “hasta mañana”, de decir "gracias”, de decir “te quiero”. 

City Bell, 19 de enero de 2023 


LEE 

     Si al protagonista le va bien, el desayuno es más abundante. Si la racha no es buena, Encarna pela tanto las papas que sólo queda un corazón pequeño y poco rendidor. Y es necesario agregar arroz en el último momento. 
     María Encarnación lee al acostarse. Los domingos, un rato a la mañana. Cuando termina de juntar las cosas del desayuno y aún es temprano para cortar las papas del almuerzo. Lee cuando finge dormir la siesta. Y un poco a la tarde, si el ritmo de la casa lo permite. 
     Lee novelas que saca de la biblioteca. Sabe que no son de ella, por eso no las marca ni las ensucia. Sólo las sufre, las vive y las disfruta. Si el personaje principal triunfa, prepara buñuelos para la merienda. Y coloca almíbar tibio en una salsera, por si alguien le quiere agregar. Si la heroína viaja a la playa, ella se siente tostada. Si vuela, tiene vértigo y roba algún sedante del botiquín. Si se enamora, Encarna se ríe. Tampoco la pavada. 
     Cuando hay un muerto, la casa toma un aire de velorio que nadie entiende. Las cortinas permanecen cerradas, los espejos desaparecen. Si es un niño el que la novela lleva, ella recuerda al suyo y llora desconsoladamente. La azucarera rebalsa de sal, el pan se quema y la manteca se derrite amarga en la alacena. “Está grande”, susurra la señora y Encarnación busca, entonces, un libro con título divertido, para no perder el trabajo. 

City Bell, 12 de enero de 2023 


ONÍRICO 

     Hay una escalera apoyada en nada, que va hacia la nada. Pongamos que es un sueño, para no impacientar al lector atolondrado. No hay quien la suba. No hay quien la baje. Está mal estacionada a mitad de cuadra. Aunque tiene algo de recién llegada, no sé. Estoy segura de no haberla visto antes. 
     Tengo frío, tiemblo. Noto que el sol avanza acelerado por el cielo. La escalera proyecta una sombra cambiante. De allá para acá. Y es lo único que se mueve. Tal vez es lo único que miro. Inclino la cabeza siguiendo la silueta sobre el piso. 
     Me acerco mientras carcomo las uñas que aún quedan en los dedos. Espío para arriba, dudo. Los pies se hunden en una arena cálida, es agradable. Creo que podría dejarme tragar. Llegan pájaros que se asientan en los escalones superiores. Uno me pregunta la hora. Otro me dice que es tarde sin decírmelo. Su trinar parece un llanto, una alarma, un despertador. 
     Lo peor no es abrir los ojos y despabilarme en una habitación sin sol ni cielo. Lo realmente espantoso es descubrir/asumir que en ningún momento intenté subir la escalera. 

City Bell, 5 de enero de 2023 


TIRONES 

     Mamá desenreda el pelo y Alejandrina protesta. Las tardes de tirones suelen ser así. Mamá toma mechones chicos y pasa el peine con delicadeza (o eso intenta, porque de vez en cuando se traba en un nudo y se reinician los reclamos). Alejandrina tiene el pelo más largo que su nombre y es un lío cuando llega el turno del peinado. Mamá le cuenta la historia de Rapunzel, para que se quede sentada. “Era una princesa que tenía una trenza de ocho pisos, por la que subía un príncipe a rescatarla”. “Eso debe doler”, piensa Alejandrina y lo dice, justo cuando una sacudida le recuerda lo difícil que es permanecer quieta si un nudo se atascan entre los dientes del peine. “Así es el cuento”, responde mamá. “No me gusta”, protesta Alejandrina y lo cuenta de otro modo.
     “Había una vez una princesa que tenía una trenza de ocho pisos. Y como son muchos pisos para una trenza, decidió contarla. Luego la ató al borde de la ventana (porque ahora la trenza se parecía más a una soga que a un peinado), por si alguien quería visitarla. Y así como servía para subir, también era buena para bajar. Por eso la princesa-pelo-largo, -dice Alejandrina, sin recordar su nombre- trepó al revés y llegó al piso. Se fue, entonces, a recorrer el mundo y listo”.
     “¿Y el príncipe?”, pregunta mamá colocando un moño al final de la trenza. Alejandrina inventa: “Se dejó crecer el pelo y escribió el cuento del rescate una tarde de tirones, mientras lo peinaba su mamá”.

29 de diciembre de 2022 


FELICIDAD 

     Ya antes del último gol tenía la sonrisa instalada en la cara. A tiempo completo. A todo terreno. En esos casos resulta sencillo reconocer la felicidad. Excede el cuerpo, embriaga sin alcohol cada uno de los movimientos. Por eso la alegría es torpe, desaliñada, un tanto áspera en sus formas.  Pero también es buena compañera, solidaria. No le gusta salir sola en las fotos.
     Él baja corriendo las escaleras para sumarse a la calle. Para mezclarse. Y hay algo matemático y algo físico en el asunto. Saluda desconocidos, corea, abraza y se deja abrazar. Y hay algo místico en este punto. “La felicidad invertida en el conjunto aumenta las ganancias”, piensa (o siente, no puede el Contador estar seguro). 
     Ya tarde, vuelve tarareando a la soledad de su casillero. Y tal vez mañana olvide la letra que se oyó cantar, el roce multiplicado, el carnaval desclasado. “Todo es efímero”, publicarán. “No serán visibles los síntomas en veinticuatro, o cuarenta y ocho horas”, diagnosticará el médico. Pero él sabrá (ahora sabrá) que hay un tipo distinto de felicidad. Un cosquilleo que hace sentir como propia la risa ajena. Una celebración propia que se deja sentir como ajena. Algo que (por fin) está bien repartido. 

22 de diciembre de 2022 


SUS PREGUNTAS 

-¿Cómo llego hasta al centro? -preguntó un hombre a otro en una parada de colectivos. 
-Cansado -fue la respuesta.
-Hablo del modo -dijo el primero.
-Yo de adjetivos -agregó el segundo.
-Pregunto por la forma de arribar al centro de la ciudad.
-Puede arribar cansado, si decide ir caminando, transpirado, si lo hace corriendo, o apretado, si lo hace en colectivo.
-¿Y qué línea me lleva?
-Sin dudas no será la línea recta. 
-El número quisiera saber.
-Yo suelo apostar por el 16.
-¿Y sabe el precio?
-Eso dependerá de la ubicación.
-¿De la ubicación dentro del colectivo?
-No, de la ubicación en la apuesta. 
-¿Y el precio del colectivo, lo sabe?
-Desconocía que estuviera en venta.
-Del boleto.
-¿De boleto de quién?
-Del mío.
-Pues eso debería saberlo usted. ¿No le parece?
-Pregunto por el costo del viaje.
-Todo viaje tiene sus costos: las cosas que uno deja, el cambio de ambiente, las personas conocidas. Pero también está la ganancia de explorar lugares nuevos. 
-Bien, no hablemos de precio.
-Buena conclusión: la vida no es sólo dinero. 
-¿Y sobre el tiempo?
-Lluvias, anuncian la próxima semana.
-El tiempo de espera.
-Ese es el peor, sin dudas.
-¿Demora mucho en pasar el colectivo?
-Normalmente anda rápido, pero si usted le hace señas, aminora el paso y puede subir. Despreocúpese.
-¿Y cada cuánto pasa?
-Cada vez que completa la vuelta.
-¿Y es grande?
-Treinta y tres asientos tiene el colectivo. Pero no se inquiete, también se puede ir parado. 
-Hablaba de la vuelta.
-¿La vuelta? Y, no sé... la vuelta será a la noche, cuando regrese. 
-¿Lo espero acá o en la vereda de enfrente?
-¿A mí? Espérenme acá, no más… ya estoy llegando, ¿no me ve?
-¡Al colectivo, digo!
-Ah, perdón, entendí mal. ¿Usted quiere tomarse un colectivo?
-¡Sí! ¡Por favor!
-Pregunte en la esquina, esta calle está cerrada por obras, hace meses que no pasa nada.
-Gracias…
-De nada. Un placer poder responder sus preguntas. 

15 de diciembre de 2022 


AJEDREZ 

     El caballo no quiere ser caballo, pero tampoco reina, pero tampoco alfil. Dice que quiere ser aviador. Por eso sobrevuela encima de la mesa, sostenido por la mano de Lote, quien parece estar a cargo de sus estudios de aeronavegación. El segundo caballo, en la orilla del tablero, espera que nunca llegue su turno pues le aterran las alturas. Un alfil se llama Lorenzo y el otro Vanina. “No son hermanos -aclara Lote-, sólo se parecen porque usan la misma ropa”. Uno intenta ser alpinista y el otro sueña hacer buceo. Entonces, a este último, le agrega un salvavidas naranja pintado con fibrón indeleble. “Para que no se borre bajo el agua”, explica. La reina sí quiere ser reina, pero reina de verdad. Y mandar: esto se puede hacer y esto no. Por eso trepa a lo alto de una repisa. Dice Lote (que dice la reina) que desde allí controla todo mejor. Los peones tienen nombres como Raíz, Siete, Dobladillo, Ventana o Marrón. Y hay uno que es Adán, como su hermano (que se llama Adrián). Porque Lote (en su casa conocida como “Lore”) nombra todo lo que se encuentra en su camino, con una pronunciación desafiante de cuatro años y una lógica indestructible de cuatro años. Hay peones malabaristas, los hay almaceneros, dos son violinistas y hay tres que se fueron de vacaciones (lo cual explica porqué están en el suelo). 
     “¿Y el rey?”, pregunta la profesora de ajedrez. Lote sacude los ojos con algo de culpa y algo de inocencia. “Lo estaban esperando en otro lado”, responde mientras termina de organizar un partido de fútbol sobre el tablero. No necesita haber estudiado la revolución francesa para comprender que descabezar a un rey puede llegar a desagradar a algunas personas. Por eso guarda silencio y espera que la profe no revise hoy el tacho de basura. 

8 de diciembre de 2022 


RENACER 

     No renacerás al tercer día, ni al cuarto, ni al quinto. Primero será necesario que caiga mucha tierra sobre tu cuerpo inerte. Mucho barro. Mucha mierda. Para que nadie imite tus actos, replique tus palabras, interprete tus letras. Luego, cuando no quede uno parecido a vos, podrás volver.  Sacudirte el polvo del olvido, podrás. Refinar tus modos, filtrar tus decires, también. Blanquearte un poco, ya que estás. Y renacer. Hervido, ornamentado y mudo. De gran tamaño, tallado. Para ocultar a los que vendrán doscientos años después, a proponer las mismas revoluciones por las que a vos te mataron. Pues eso de tapar el sol con un dedo (contrariando el sentido común), nunca les ha fallado. 

1 de diciembre de 2022 


LA PIEZA

La pieza de mis abuelos
un día se detuvo.
Paula Martini

     La pieza se desprende de la casa. Como fruta madura cae del árbol, pero cerca del árbol. La pieza de los abuelos se separa y toma su propio rumbo, pero no lejos de la pieza de los hijos, de la habitación de sus nietos. A veces aparenta estar quieta, y es engaño. Avanza marcando rumbo, soltando estela, o más bien polvo. Porque no tiene patitas la pieza, repta y deja huellas que, vistas de lejos, parecen caminos. 
     Yo me subo, de tanto en tanto, y me voy en viaje de pieza. Si miramos por la ventana, me señalan la lluvia. Si observamos fotos, me explican cosas en blanco y negro. También comemos en la cama, y nadie nos reta. Después me piden que me baje, porque hay algo que sólo es de ellos, y llaman “siesta”. 
     Los abuelos no están siempre en la pieza, se van a pasear, a hacer los mandados, a visitar al médico, dicen, como si de verdad hubieran sido invitados. Por eso, en algunas ocasiones, queda estática la sábana, inmóvil la cortina y duros los retratos, aguantándose la risa. Cuando mis abuelos salen, la pieza se detiene a esperarlos. Se amarra al puerto de las obligaciones cotidianas y aguarda, en silencio, que ellos vuelvan para ponerse en marcha.

24 de noviembre de 2022 


PEDACITO

     El muerto se aburre y se endereza. Se acomoda en el cajón y disfruta el placer de no sentir. Ni un tirón en la cintura, ni una pierna dormida, ni siquiera un tímido dolor de cabeza. Acodado en el borde del cajón saluda a los deudos. 
     Se muestra poco interesado en explicaciones trascendentales, gritos lazarinos o cuestiones forenses. Sólo se aferra a este pedacito de vida que le faltó gastar. ¿Alguien conoce una parrilla cerca?, pregunta. ¡Yo invito!, dice seguro de no tener que pagar.
     Brinda, rememora, planifica. Poco importa. Al rato, los otros que toman, olvidan el motivo primero de la reunión. También brindan, rememoran y planifican. “Seguimos el próximo jueves”, propone un primero. “Todos los jueves”, arriesga un segundo. “De jueves a jueves”, dice un tercero que se está por dormir. El muerto aprueba cada propuesta seguro de no tener que asistir.
     Al final de la tarde un enterrador pide orden, caballeros, más respeto, por favor. Que retornen a sus lugares los que lloran y el llorado, manda. Pero el finado tiene un bis por consumir aún. “Andá, yo te cubro”, dice un amigo y se acuesta con gesto de eternidad. Dispuesto a improvisar una siesta hasta que decida volver el titular.

17 de noviembre de 2022 


RUTINA 

     Miriam espera el colectivo por última vez. Por última vez escribe el horario de entrada. Por última vez almuerza sola en el pasillo, mirando la gran ventana. También serán últimos los pasos del regreso, los rituales nocturnos, el sueño ligero que precede al definitivo.
     Todo es mentira. Ella lo sabe, pero le gusta andar por la vida con ánimo de despedida. Cada mañana, en la parada del colectivo, se relata en tercera persona su última jornada. Saluda, sin saludar, un mundo que ya es ajeno, que casi no está. Pinta de funerales la cotidianeidad. Mastica la rutina con algo de arsénico, de sátira, de saliva.
     Tiene vocación de suicida, pero no tiene descaro. Le agrada más escucharse, cada mañana, contando su tic-tac terminal. Imaginando el obituario que redactaría la familia. Aunque siempre está abierta a la opción de que, tal vez, un día cualquiera, la pise un auto, se enamore o gane la lotería. 

10 de noviembre de 2022 


MENTIRA 

     Engendran una mentira en la mesa del bar. No es un mal lugar, después de todo, para verla crecer. Sólo basta subir la voz, mirar en todas direcciones, gesticular con alevosía. Luego es cuestión de esperar que adquiera nombre, que tome cuerpo. Siempre da un poco de orgullo notar cómo se estiran los vástagos, cómo maduran y cruzan, sin girar siquiera, la puerta de su nacimiento. Aunque alguien observe la salida, tres mesas más allá, con cierta envidia o enojo incierto.
     Una mentira sabe desenvolverse en sociedad. Se adapta, se amolda, se agranda. Suele vestirse de sabia respuesta a previas mentiras. Por eso es (y hace) feliz, además de tener una buena esperanza de vida. Se encuentra capacitada para camuflarse hasta hacerse imprescindible e invisible, un pilar fundamental en la comunidad educativa.
     Mientras tanto en el bar, tres mesas más allá, la verdad almuerza. Estira el menú económico con bocados pequeños y largas pausas que le permiten mirar por la ventana. Ignoramos todo sobre sus padres. De ella sabemos nada. Tal vez espera que alguien la pase a buscar. Quizá hoy. Por qué no, mañana. 

3 de noviembre de 2022 


MANCHÓN 

     Para contarte la historia de la misteriosa isla tengo que empezar diciendo que el mapa era de América. Maitena tenía que ubicar los países y averiguar sus capitales. Primero se enchinchó, (porque no le gusta hacer tareas), después se preparó un sándwich de jamón y queso con mucha (mucha) mayonesa, y se puso a comerlo encima del trabajo sin terminar. Fue en ese preciso momento que una gota gorda, amarilla y sustanciosa, cayó sobre el mapa. En algún lugar del Atlántico sur, frente a las costas de Brasil (más o menos). La gota chocó contra el papel celeste, se expandió apenas un poco, y delimitó para siempre los contornos de una isla de mayonesa.
     Los barcos que deambulaban por la zona fueron los primeros en descubrirla. Una montaña amarilla y cremosa en medio del mar. ¿Un iceberg de mayonesa? Por las dudas, las embarcaciones se corrieron, los peces se alejaron y los cruceros se limitaron a sacar fotos a buena distancia. Las olas lamieron un rato el borde de la isla y luego (empachadas) la dejaron ser.     ¡Qué le hace una mancha más al océano! (debe haber pensado alguien).
     Navegantes intrigados desembarcaron para hundir sus pies en esa nieve gastronómica. Pero terminaron chupándose la punta de los dedos, la mano y el codo. Más tarde llenaron frascos vacíos y volvieron a sus barcos antojados de saborear un sándwich de jamón y queso. Arribaron científicos con anteojos, buscadores de tesoros, comedores compulsivos de mayonesa y mirones con tiempo libre. Finalmente se tomó la decisión irrevocable de hacer un documental.
     Menos mal que todo este asunto salió en los diarios, (y lo pasaron en la tele y lo multiplicaron con memes). Porque, de lo contrario, Maitena hubiera recibido una mala nota al presentar su mapa con los nombres de los países, sus capitales y un manchón aceitoso en el Pacífico sur. 

27 de octubre de 2022 


CIRCULACIÓN EQUINA 

     Pasean caballos por el barrio hipódromo, mientras Mireya los cuenta desde la ventana. Uno blanco, dos manchados, tres que miran hacia el costado y cuatro que fingen indiferencia. “Un día de estos se van olvidar que los vigilo y desplegarán las alas”, piensa. Morderán sus riendas hasta romperlas, sacudiéndose, para liberarse de sus pequeños cuidadores. Luego se dejarán crecer extremidades aladas y remontarán vuelo. Perforarán las nubes encapotadas y dejarán siluetas de pegasos para rellenar con celeste cielo. 
     No procrean arcoíris ni tienen cuernos únicos en la frente. “Eso no es posible”, dice Mireya al silencio de su pieza vacía. Estos son caballos comunes, que compiten y ganan, que combaten y pierden. Sólo que, de tanto en tanto, escalan al firmamento. Ella lo sabe. Y ellos saben que ella sabe. Por eso miran hacia el costado, por eso fingen indiferencia.
     Antes que vengan a buscarla para sembrarla delicadamente en una silla que rueda, Mireya espía caballos y los cuenta. Espera el día que se muestren tal cual son, que emprendan vuelo, invitándola (¿por qué no?) a dar una vuelta. 

20 de octubre de 2022 


MONTAÑAS 

     Juana sale en las fotos con sus montañas detrás. Siempre. Porque las montañas siguen a Juana. Cada vez que ella va a la ciudad llana, las fulanas puntiagudas se le suben en la espalda.  Y asoman la nariz por la mochila, porque son curiosas además. Van saludando en el camino y comentando al pasar: “¡Mirá, un edificio con ascensor!”, dice una. “¡Pobre! -responde la otra-, con lo lindo que es escalar”. “¿Viste esa avenida recta?”, pregunta una. “Capaz que no sabe que es posible doblar”, piensa la otra.
     Suena divertido, pero no resulta tarea fácil andar haciendo mandados por el centro con dos montañas en la espalda. Hay que cuidarse de las puertas bajas, los puentes angostos, las publicidades excluyentes y los piropos discriminatorios. Además siempre hay que pedir comida para tres, porque no se pierden la oportunidad de probar cosas nuevas. Y más de una vez también hay que pedir disculpas, pues comentan en voz alta lo primero que les viene a la cabeza.
     A las montañas no les gusta pasar desapercibidas (lo cual es de público conocimiento), por eso se presentan donde van, averiguan hasta lo que ya saben y asoman sus picos cuando alguien saca fotos. Además son coquetas, entonces (de tanto en tanto) le piden a Juana que les acomode el verde-musgo, el gris-piedra, los amarillos-reflejos y los celestes-agua. Después se miran entre ellas y alguna pregunta: “¿Estoy peinada?”. 
     Pero también hay que decir que extrañan. Así que al tercer o cuarto día de paseo, ya tironean desde la mochila para que Juana emprenda el regreso. Dicen adiós varias veces (porque tienen eco) y guardan en su memoria las cosas que vieron. Al llegar se acomodan en su terrenito y duermen una buena siesta. Pues cansa mucho eso de andar desbaratando el paisaje. 

13 de octubre de 2022 


DOMICILIO 

     Es misionero, correntino, cordobés, con algo de porteño. Nació allá y después se mudó dos o tres veces. Cuatro o cinco. Bueno, tal vez seis. Tiene tonada variada, se come las eses y, de tanto en tanto, las palabras se estiran antes de terminar de salir de su boca. Roberto Matías tiene los ojos del padre, la nariz de la abuela, la paciencia de la bisabuela y dos nombres que heredó de unos tíos que nunca conoció. 
     Tuvo a la seño Bety, a Lucía, a Sandra, al maestro Antonio y se enamoró perdidamente de la profesora de música de tercer grado, (el tercer grado que hizo en una escuela, porque después terminó en otra en donde había clases de pintura, en lugar de canto). Nunca se tomó la molestia de aprenderse una dirección de memoria. 
     Si dibujara un mapa lo llenaría de abrazos, que es lo que más le gusta. Abrazos de abuelos junto al río, de los tíos en la ciudad, de la prima en la sierra, de la tía abuela que vive al lado de un ruta ancha y de los amigos que hizo cuando iba a club que se llamaba San Martín.
     A veces le dijeron Beto, a veces Mati, también chueco y en más de una oportunidad fue “El nuevo”. A él le gusta escuchar todo su nombre y su apellido, como si fueran esas las coordenadas de su domicilio. 
     “¿Dónde está tu casa?”, preguntó un día la directora al ver que tardaban en venir a buscarlo.  Roberto Matías encogió los hombros. “¿Pero dónde vivís?”, insistió la señora. Él hizo un recuento de casas, paisajes y pasajes, de piezas, de escuelas, de amigos y enemigos, para elegir contestar: “Vivo en donde viven los que más me quieren”.

6 de octubre de 2022 


GARANTÍA DE VISTA 

     Las ventanas no vienen con garantía de vista, y es una pena. No se limitan a dar entrada a la luz, marcan el largo que los ojos tienen para creer en la vida eterna. 
     Matías recién llega a la ciudad y ha descubierto que tiene un hueco. Además del hueco en el alma, digo. Un hueco en su habitación. Mira de costado, muy de costado, pegando la nariz sobre el vidrio, para entrever algo de calle, algo de claridad. De cualquier manera todo le suena extraño, desconocido. El vecino de enfrente ha decidido opacar los cristales, por lo que ni vale la pena sonreír. Ve cables, tubos, humedad. Entiende, así, que nadie ve. Que esta ventana no está pensada para mirar.
     Siente el cansancio de la mudanza, pero antes de acostarse corre los vidrios y asoma buena parte de su cuerpo. Logra ver el sol. Entonces imagina que lo enlaza y lo arrastra hasta su pieza. ¿Dónde lo pondría? Sobre aquella pared, a los pies de la cama. Con fines de calefacción y para salvar los ojos del alma. Piensa que debería ser fuerte el tirón, no resultará fácil remolcar semejante bola amarilla. Tal vez caiga alguna antena, en el empujón. Tal vez se enganchen un par de calzones casi secos, también algunos pájaros. Un barrilete, por qué no. 
     Cuando Matías despierta de la siesta descubre que alguien dibujó los vidrios de su ventana sin salida. Ahora hay un sol amarillo que viene con antenas, calzones, pájaros y un barrilete rojo, verde, violeta. La luz que llega torcida de la calle se cuela de refilón, calcando el dibujo sobre la pared. Matías lo mira desde la cama mientras estira las piernas. Se hace largo para que el sol proyectado caliente sus pies.

29 de septiembre de 2022 


LA TRISTEZA 

     Armando quiere llorar. Así, de golpe. Le agarraron unas ganas fuertes de llorar con todo el cuerpo y le cuesta disimular. Piensa que es porque olvidó hacer la tarea, pero no puede ser... pues la seño también olvidó pedirla. Quizás es por dolor, pero hace un recorrido rápido que va desde la cabeza a los pies y todo parece estar en orden. A lo mejor la tristeza saltó por la ventana y se le vino encima porque sí, porque es el que está sentado más cerca del patio. No tiene la respuesta, sólo un nudo en el estómago y unas lágrimas que empiezan a asomarse. Por eso espera el recreo y busca un rincón donde nadie lo vea.
     Flora sí lo encuentra. Porque lo conoce, lo encuentra. Y enseguida descubre el llanto acumulado y le pregunta las razones. Armando encoge los hombros. Dice que no sabe, y en serio no sabe. “Bueno, llorá”, responde Flora mientras termina de comer una factura. Y las lágrimas brotan en catarata, como si hubieran estado esperando la orden de salida.
     “Ahora pensemos qué hacer con ellas”, dice Flora con la boca llena. Armando está demasiado ocupado gimiendo como para contestar, por eso vuelve a encoger los hombros. “No hay que desperdiciar agua”, afirma muy seria. Comenzando, así, un listado de ideas para ocupar “racionalmente” (y usa esa palabra Flora) las lágrimas saladas. 
     “Podemos armar una laguna. Una de esas que tienen botes con pedales y vendedores de helados en las orillas”. “También un acuario para peces marinos. Con algas, cangrejos y caballitos de mar”. “Hipocampos, se llaman”, aclara Armando mientras se limpia la nariz con la manga del guardapolvo. “Una fuente podría ser”, sigue Flora. “Una fábrica de olas”, dice él. “Una reserva de mar”. “Un reloj de agua (que es como el de arena pero con lágrimas)”.
     Antes que toque el timbre, la lista habrá crecido en siete u ocho puntos más. Armando ya no llorará en un rincón del recreo y la tristeza habrá salido a buscar a otro desprevenido para saltarle encima.

22 de septiembre de 2022 


HOY 

     Sembraron una semilla en la pared y creció un árbol dibujado. En el fondo del aula fue, para que lo vean bien quienes miran al revés. “Tema uno” y “tema dos”, se escuchó decir. “Tema tres”, también. “Copien”, “indiquen”, “señalen”, “resuman”, se oyó repetir. “Justifiquen”, más de una vez.  De todo eso se alimentó el verde ramificado, con todo eso se extendió por la pared. Juntando el poco gusto de escuchar, el amplio encanto de correr. Los timbres de salir, los timbres de volver.
     Estoy en el frente y hago un poema (disfrazado de prosa sobre el papel). Veo cómo se estiran las hojas dibujadas, trepan al techo, vencen la pintura descascarándose. Regado con ganas (muchas) de huir y no retroceder, el tronco tallado con fibrón verde sigue hacia el dintel. Ayer sembramos una semilla de cansancio, hoy creció un plano de fuga sobre la pared. 

15 de septiembre de 2022 


LA LISTA 

     Elena estrena su primer día de jubilada listeando el futuro. “Viajar a Mendoza”, pone. Porque siempre quiso y nunca pudo. “Ir a clases de pintura”, pone. “Caminar tres veces a la semana”. “Hacer una huerta”. “Arreglar la casa”. Además escribe: “huevos, aceite, manteca y pan”, (porque uno sabe cómo empiezan las listas, pero ignora hacia dónde pueden derivar).
     Por costumbre se levantó temprano, por eso son las ocho y está bañada y desayunada. Estirando el mate en la punta de la mesa, mientras enumera lo que hará primero, lo que ya no hará. “Comprar una casa rodante”. “¿Vos viste lo que cuestan?”, se dice. Después tacha esa línea y otras dos: “Conocer un crucero”, “Aprender a manejar”. No da el presupuesto, argumenta. No tiene sentido tener carnet sin auto, razona. También tacha dos o tres cosas más.
     Entonces se queda mirando el reloj. A sus excompañeras aún les falta llegar al primer recreo.  Una vez tamizada, la lista no queda muy larga. ¿Tuvo sentido dejar todo para después? Prende la tele llenando el silencio. Apenas son las nueve y diez de la mañana. 

8 de septiembre de 2022 


LA RADIO 

     Hacía girar el dial buscando personitas. Era como en el cine pero sin ver. Voces impostadas, fuertes, que hablaban de tú y no sabían putear, pobrecitas. A ella le gustaban las canciones fáciles de aprender, aunque ofrecieran maizena, toddy, geniol o jabón federal.
     Ya sabía que no eran personas pequeñas dentro de una caja. Pero aún así solía imaginarse directora, diciéndoles: “¡Ahora!”, cuando elegía la señal. Sólo entonces ellos comenzaban a hablar, simulando distracción, como si la conversación ya estuviera empezada.
     A veces no la dejaban tocar. Eso no era divertido. Con ceños fruncidos corrían el dial buscando entender. Como el día en que la hermana iba y venía de una esquina a la otra, girando la perilla con rabia y espanto. Al final la rompió y quedó fija la voz, diciendo todo aquello que hubieran preferido no saber. Por última vez se oyó hablar al general. Después fue preciso esperar dieciocho años junto a la radio para volverlo a escuchar.

1 de septiembre de 2022 


Julián Trovero, Silvana Babolin, Laura Sáenz,
José María Pallaoro, Amor Perdía, yPaola Boccalari / City Bell, circa mayo de 2012
Te fuiste Amor. Hace un rato te fuiste. ¿O estás solo dormida? 
"Amor duerme, y yo, en mi insomnio de frío, espero su despertar. Espero, con la esperanza del también dormir." jmp 

Amor Perdía (Santa Fe, 1973 – City Bell, 24 de mayo de 2023) / Profesora de Historia / Escritora / Últimos microrrelatos subidos a JUEVES DE MICRORRELATOS /  
Los autores y textos forman parte de estudio en ejercicios de taller, y su destino es solo para este objetivo.- 

miércoles, 17 de mayo de 2023

RAFAEL GABINO BRITEZ Tu nombre en las ventanas




1, el insomne 

¿Quién corre en el aire frío de la madrugada? 
Esos pasos de espanto persiguen 
lo que ya no puede regresar. 

     ¿En qué orillas arde todavía 
     la memoria, 
                       corazón? 

A los tumbos 
     anda la luz 
                       buscando tu nombre 
                       en las ventanas.


4, pérdidas 

palabras que creíamos 
no volverían nunca más 

fotografía borrosa 
de un verano perdido 

para siempre 
esa promesa 

nos sostenemos con sangre y agonía 
esa es nuestra perdición 
con abrazos y adioses 
en medio de los truenos 

esa es nuestra migaja de gloria


7, territorios 

penetro en la noche 
como en tu cuerpo 
… 
así es mi desamparo


30, correspondencias 

¿Qué dirán mañana de nosotros los objetos de nuestra codicia? 
¿Adónde huyó el silencio que abrigabas como a su semilla la fruta? 
¿Pudiste leer algo en la inclinación de las ramas sobre el río? 
Hoy nos extraviamos en la hondura de un deseo. 
Vayamos entre las palabras como quien camina sobre papel de arroz. 

La belleza es el riesgo de ir más allá de la línea de sombra. 


42, minimalismo 

Aquella nubecita 
contra el azul de enero 
es un enigma 

de ella depende nuestra sed.


52, ahá 

En esa hoja que se desprende y cae 
hay un camino 
hasta tus ojos 

ninguna sombra pudo 
domesticar tu mirada.


62, la fe es una gracia 

Hubo un tiempo en que hubo fe 
en la poesía y sus efectos 
los poetas jugaban a ser dioses 
llamaban a cada objeto 
a instalarse en su palabra justa 
así las palabras respondían por las cosas 
el universo se ordenaba 
sin dudas de guardar. 

Hubo un tiempo 
en que palabra y objeto e idea 
eran una sola cuestión 
en agua podía uno mojarse 
en fuego ardíamos 
hasta la ceniza original 
en la palabra fuego 
en sol y luna 
celebrábamos la vida 
nos deteníamos a beber 
vino y rosas para todos 
duelos y fiesta 
lluvia y amparo 
abrazo es desde entonces 
llevarse algo del otro 
muy lejos con uno 
caminar / vasija / sed 
tenerte así / estar en vos
amor y amor 
supieron ser la misma cosa. 

Tal vez nunca sabremos 
por qué 
el polvo cubre 
el viento derriba 
la luz distrae del miedo 
oscuridad / cueva / útero. 

¿Dónde empezamos a nacer? 
¿Desde qué instante 
poblamos la vigilia 
con los escombros del sueño? 

Boca voraz del hambre 
que deglutió nuestro tiempo 
arrancó de nosotros 
hasta la más pequeña fibra 
de lo que respiraba 
en laberintos ciegos 

aquella fe nos arrojó a esta tierra 
un día vamos a rescatar 
la gracia del verbo.



En A espaldas de la noche, Ediciones del Dock, Buenos Aires, 2016 / Selección y fotos: jmp /
Rafael Gabino Britez (Almirante Brown, provincia de Buenos Aires, Argentina) / Vive en Florencio Varela / 
Los autores y textos forman parte de estudio en ejercicios de taller, y su destino es solo para este objetivo.- 

sábado, 15 de abril de 2023

OMAR LARA Solo un viaje de ida



     LA MARCA EN EL CAIREL

Ella dice que nadie 
Como ella en el abismo 

Arde como en el tiempo 
Que ardía sin saberlo 
Porque saber es ser 

Y ella sabe que sabe 
Y sabe que el abismo 
Fue un invento del arte 
De no querer saber


     BARRIO CHINO

En una ocasión dejé una mano olvidándome 
     en el Barrio Chino 
Yo estaba en medio de los fenómenos 
Pensando que tenía que haber 
Un tipo de física especial 
Yo me sentía en medio de los fenómenos 
Con una mano olvidándome 
Pensando para mí qué diablos había pasado 
     con la naturaleza 
No hubo naturaleza solo hubo 
     extremos 
Y algo que parecía un cuerpo 
Levitando sobre un plato de mariscos


     CAMINOS

No llegarás, me dicen, 
Hay un atasco de recuerdos 
Y un presente que se niega a morir 
Pero en la nostalgia de lo que aún no hemos 
     Vivido 
Los presagios se pierden 
Y el aire sabe a ti y se empobrece sin aviso 
Estamos a punto de sucumbir bajo el peso de los sueños 
Respiro 
Amor 
He desistido 
Será solo un viaje de ida


     VUELO DE NOCHE

¿Sabrá la bella que es la más salvaje 
y sabrá la salvaje que es la bella del cuento? 
Todos los huérfanos vuelan esta noche 
Amados por luciérnagas y aromas mudos 
Algo parece una estrella fugaz 
Pero esta noche todo pareciera 
Y nada de verdad tiene verdad 
A menos que te sumes al cortejo 
Que sube hacia la luna y la trae hasta el árbol 
Que crece en el jardín de la bella salvaje 
Que eleva su cabello en un gesto malévolo 
Y enreda en él la luna y yo la sigo 
A la luna, al cabello a lo que sea 
Que se enreda en el pelo 
De la bella salvaje.


     ALGUIEN VIENE A VERME

Me pregunto de dónde 
Esa mujer que viene 
Esa mujer 
Me pregunto si sabe 
Qué destinos trazaron los caminos 
Qué caminos trenzaron los destinos
Qué confusiones 
Qué tiempos 
Qué historias 
Detrás de ese camino 
Las unificaciones 
De ciertas cartas geográficas 
Las distorsiones de ciertas historias 
Y esa mujer que viene a verme 
Esa mujer


     VILLA GRIMALDI

Pienso en una mujer 
Que es más que una mujer 
Que además es la tierra 
Y la feracidad suntuosa de la tierra 
Que además son mis pies en la tierra 
Y los pies de la tierra en la estatura 
De las cosas del hombre 
Y por eso surgió 
De la hecatombe 
Como un rayo de seda 
Y del aullido 
Como un hilo frutal 
Y de la hoguera 
Como una nube plácida 
Pienso en una mujer 
Brasa y abrazo 
Respiración y piel 
Una mujer.


     POESÍA

Imposible no mirar esta tarde 
Sin pensar 
Que una tarde 
Que ya tiene un recuerdo (pienso, claro, 
En Vallejo) 
Que ya tiene una herida 
Un vaivén 
Un reflejo 
La tendré entre mis venas 
Esa amada imposible 
Esa fiebre 
Ese guiño 
Imposible esta tarde 
Entrecerrar los ojos 
Sin encerrar en ellos la diminuta ola 
Que nació esa mañana y se hizo 
Huracana 
Y se hizo esa boca 
Esta búsqueda loca


     CUANDO NADIE EXISTÍA

El asombroso roce de una mano en la calle 
Un gato más allá de la lluvia 
Una voz 
Pájaros 
Bocinazos 
Un fantasma colado en el paraguas inútil 
Un vestido empapado 
El silbido de una puerta invisible 
Ese gustillo amargo del café 
Y todo en esa tarde a punto de volar




En Nohualhue: Ida y vuelta Poesía 1964-2016, Ediciones Universidad de La Frontera, Temuco, Chile, 2017 / De Papeles de Harek Ayún, Premio Casa de América de Poesía Americana, 2007 / 
Luis Omar Lara Mendoza (Nohualhue, Teodoro Schmidt, Chile, 9 de junio de 1941 - Concepción, 2 de julio de 2021) / Foto: jmp, Montmartre, París, 7 de julio de 2019 / 
Los autores y textos forman parte de estudio en ejercicios de taller, y su destino es solo para este objetivo.- 

lunes, 10 de abril de 2023

LUISA VALENZUELA El suspenso de la carne que aún no sabe de la herida




CONSEJO 

      Echado/a sobre la piedra, sentir el latido de la piedra que es el propio latido. 


INTERPÓSITA PERSONA 

     Ahora empiezo a saber que cuando dos se encuentran es casi siempre cuestión de tres y ¿dónde se sitúa el verdadero punto de contacto? A mí que me atraen los triángulos no me gustan los tríos y vendría a ser lo mismo. Anoche, bailando con Pepe la incorporé a Pepa y nos abrazamos/enlazamos los tres y con una mano tenía tomada la mano de Pepe por encima de los hombros de Pepa y con el otro brazo alrededor de la cintura de Pepe la tomaba a Pepa y estábamos muy juntos aunque no sé con cuál de ellos ya que no puede darse la juntidad de tres. ¿O sí? ¿Triángulo, es decir algo cerrado, completo, perfecto, figura geométrica de un mínimo de líneas o triángulo es decir fuga de ángulos, flecha hacia otros contactos? 


LA VERDADERA CRUELDAD 

     La verdadera crueldad de las espinas no reside en tenerlas sino en irlas perdiendo, dejándolas prendidas en la azorada piel de quien tenga la osadía de acercársenos. 


HAY ALGO MÁS 

     Hay algo más a la vida que la vida misma: hay la muerte que le da a la vida su particular textura (un brillo insospechado).


EL MAYOR DE LOS ODIOS 

     El mayor de los Odios se llamaba Federico y nació mientras sus padres veraneaban en California. Llegó lejos y obtuvo un importante cargo público. El menor de los Odios nunca vio la luz del día: se suicidó nonato al saber que nunca llegaría a ser el mayor de los Odios por culpa de un hermano que tomó la delantera. 


UNO ARRANCA EL… 

     Uno arranca el cuchillo y queda el suspenso de la carne que aún no sabe de la herida. Es el único instante de inocencia: el cuchillo ha sido clavado y retirado y la carne queda boquiabierta un segundo antes de empezar a sangrar y manifestarse. 


¿EL SUEÑO SE…

     ¿El sueño se la traga? ¿Por qué justo antes de dormir leemos alguna irrefutable y secreta verdad que después no aparece -o aparece tan pálidamente- en la página que hemos marcado? 

     No se duerma. 


UBICACIÓN GEOGRÁFICA Y… 

     Ubicación geográfica y muy precisa de la duda: 
     Exactamente en algún punto entre mi sofá y mi mesa de trabajo. La distancia entre uno y otra no es grande. Es infranqueable.  


¿LA PASIÓN DE… 

     ¿La pasión de de mi vida?: sacarle punta al lápiz. 


DESPUÉS ESTÁN AQUELLOS… 

     Después están aquellos que sucumben a la tentación del blanco móvil: siguen un pájaro con la vista y lo apuntan con el dedo como queriendo bajarlo. Son los peores asesinos. Los que quieren pero no pueden, los que se limitan. 


DE COMETAS, BARRILETES, PAPALOTES O COMO QUIERAS LLAMARLOS 

     Para remontar un barrilete, como para las demás actividades humanas, hay sistemas y sistemas: correr como locos arrastrándolo de un hilo o simplemente mantenerlo en alto (en vilo) con el brazo estirado a la espera de algún viento propicio. 


ESCRIBIR ESCRIBIR Y… 

     Escribir escribir y escribir sin ton ni son es ejercicio de ablande. En cambio el psicoanálisis no, el psicoanálisis es ejercicio de hablande. 



En Cuentos completos y uno más, Alfaguara, Ministerio de Educación Presidencia de la Nación, 2010 / De Libro que no muerde, 1980 / Fotos: jmp / 
Luisa Valenzuela (Buenos Aires, Argentina, 26 de noviembre de 1938) / 
Los autores y textos forman parte de estudio en ejercicios de taller, y su destino es solo para este objetivo.- 

viernes, 7 de abril de 2023

LEOPOLD SACHER-MASOCH Una mujer bella es lo más encantador que existe




     PD: Al ir a cerrar la carta, se me ocurrió todavía algo que debía haberte dicho. Se trata de un encuentro extraño. Cuando salía del cuartel para dirigirme a mi habitación, a mi lado pasó un trineo veloz como un rayo que parecía producto de mi fantasía. En el trineo iba sentada una mujer joven vestida con las galas más suntuosas. La vi sólo por un instante, pero sabría decir que era rubia, que poseía unos ojos hermosos y la arrogancia de alguien de alto rango, es decir, de alguien acostumbrado a mandar. Me quedé petrificado mirando ese vertiginoso pasaje, y si sus cuatro caballitos ucranianos no hubieran tenido alas en su carrera, me habría ido en pos de ella. Naturalmente, estoy dispuesto a recorrer la calle del Paseo, a asistir al teatro, inclusive a visitar las iglesias, con el propósito de descubrirla. Y si me llegara a enterar dónde vive, me pasaría horas bajo sus ventanas con tal de ver su sombra detrás de las cortinas de su casa. 
     Aclárame esto, por favor. Una mujer bella es, para mí, lo más encantador que existe. Puedo pasarme los días y las noches con ese pensamiento. Así, me cuento a mí mismo historias en las que actúo como el héroe, y ella es a su vez la heroína. Ella aparece en mis sueños, pero no se me ocurre ni por casualidad poseerla. Inclusive he hecho la experiencia de que sólo necesito cambiar con ella diez palabras para... 
     Una mujer bella es como una obra de arte, por ejemplo una pintura, que no está permitido rozar con los dedos, a la que ni siquiera es posible acercarse demasiado si no se quiere hacer desaparecer la magia. 
     Volveré a ver a mi princesa, pero seguramente no he de hablarle. Voy a proceder como haces tú con tus rosas, oler su precioso perfume, admirar su forma, pero nunca cortarlas... Ríete de mí, di que soy un muchacho tonto al que solamente se le ocurre hablar de tronchar una rosa tan arrogante. 
     Esta vez has obtenido de mí una carta bien larga, pero en compensación la próxima será más breve. Ten consideración con tu héroe un poco infantil, pero escribirte es mi único y el más bienaventurado de los placeres. 
     Buenas noches, mamá querida.



En El amor de Platón / El cuenco de plata, Buenos Aires, Argentina, 2004 / Título original: Die Liebe des Plato / Traducción del alemán de José Amícola / Fotos: jmp / 
Leopold von Sacher-Masoch (Leópolis, Ucrania, 27 de enero de 1836 - Lindheim, Fráncfort del Meno, Alemania, 9 de marzo de 1895) / 
Los autores y textos forman parte de estudio en ejercicios de taller, y su destino es solo para este objetivo.- 

martes, 4 de abril de 2023

CLARICE LISPECTOR Una gallina de domingo




UNA GALLINA 

     Era una gallina de domingo. Todavía viva porque no pasaba de las nueve de la mañana. Parecía calma.   Desde el sábado se había encogido en un rincón de la cocina. No miraba a nadie, nadie la miraba a ella. Aun cuando la eligieron, palpando su intimidad con indiferencia, no supieron decir si era gorda o flaca. Nunca se adivinaría en ella un anhelo. 
     Por eso fue una sorpresa cuando la vieron abrir las alas de vuelo corto, hinchar el pecho y, en dos o tres intentos, alcanzar el muro de la terraza. Todavía vaciló un instante —el tiempo para que la cocinera diera un grito— y en breve estaba en la terraza del vecino, de donde, en otro vuelo desordenado, alcanzó un tejado.   Allá quedó como un adorno mal colocado, dudando ora en uno, ora en otro pie. La familia fue llamada con urgencia y consternada vio el almuerzo junto a una chimenea. El dueño de la casa, recordando la doble necesidad de hacer esporádicamente algún deporte y almorzar, vistió radiante un traje de baño y decidió seguir el itinerario de la gallina: con saltos cautelosos alcanzó el tejado donde ésta, vacilante y trémula, escogía con premura otro rumbo. La persecución se tornó más intensa. De tejado en tejado recorrió más de una manzana de la calle. Poco afecta a una lucha más salvaje por la vida, la gallina debía decidir por sí misma los caminos a tomar, sin ningún auxilio de su raza. El muchacho, sin embargo, era un cazador adormecido. Y por ínfima que fuese la presa había sonado para él el grito de conquista. 
     Sola en el mundo, sin padre ni madre, ella corría, respiraba agitada, muda, concentrada. A veces, en la fuga, sobrevolaba ansiosa un mundo de tejados y, mientras el chico trepaba a otros dificultosamente, ella tenía tiempo de recuperarse por un momento. ¡Y entonces parecía tan libre! 
     Estúpida, tímida y libre. No victoriosa como sería un gallo en fuga. ¿Qué es lo que había en sus vísceras para hacer de ella un ser? La gallina es un ser. Aunque es cierto que no se podría contar con ella para nada.  Ni ella misma contaba consigo, de la manera en que el gallo cree en su cresta. Su única ventaja era que había tantas gallinas que aunque muriera una surgiría en ese mismo instante otra tan igual como si fuese ella misma. 
     Finalmente, una de las veces que se detuvo para gozar su fuga, el muchacho la alcanzó. Entre gritos y plumas, fue apresada. Y enseguida cargada en triunfo por un ala a través de las tejas, y depositada en el piso de la cocina con cierta violencia. Todavía atontada, se sacudió un poco, entre cacareos roncos e indecisos. 
     Fue entonces cuando sucedió. De puros nervios la gallina puso un huevo. Sorprendida, exhausta. Quizás fue prematuro. Pero después de que naciera a la maternidad parecía una vieja madre acostumbrada a ella. Sentada sobre el huevo quedó respirando mientras abría y cerraba los ojos. Su corazón tan pequeño en un plato, ahora elevaba y bajaba las plumas llenando de tibieza aquello que nunca pasaría de ser un huevo. Solamente la niña estaba cerca y observaba todo, aterrorizada. Apenas consiguió desprenderse del acontecimiento, se despegó del suelo y escapó a los gritos: 
     —¡Mamá, mamá, no mates a la gallina, ha puesto un huevo!, ¡ella quiere nuestro bien! 
     Todos corrieron de nuevo a la cocina y enmudecidos rodearon a la joven parturienta. Entibiando a su hijo, no estaba ni suave ni arisca, ni alegre ni triste, no era nada, solamente una gallina. Lo que no sugería ningún sentimiento especial. El padre, la madre, la hija, hacía ya bastante tiempo que la miraban, sin experimentar ningún sentimiento determinado. Nunca nadie acarició la cabeza de la gallina. El padre, por fin, decidió con cierta brusquedad: 
     —¡Si mandas matar a esta gallina, nunca más volveré a comer gallina en mi vida! 
     —¡Y yo tampoco! —juró la niña con ardor. 
     La madre, cansada, se encogió de hombros. 
     Inconsciente de la vida que le fue entregada, la gallina empezó a vivir con la familia. La niña, de regreso del colegio, arrojaba el portafolios lejos sin interrumpir sus carreras hacia la cocina. El padre todavía recordaba, de vez en cuando: «¡Y pensar que yo la obligué a correr en ese estado!». La gallina se transformó en la reina de la casa. Todos, menos ella, lo sabían. Continuó su existencia entre la cocina y los fondos de la casa, usando de sus dos capacidades: la apatía y el sobresalto. 
     Pero cuando todos estaban quietos en la casa y parecían haberla olvidado, se llenaba de un pequeño valor, restos de la gran fuga, y circulaba por los ladrillos, levantando el cuerpo por detrás de la cabeza pausadamente, como en un campo, aunque la pequeña cabeza la traicionara: moviéndose ya rápida y vibrátil, con el viejo susto de su especie mecanizado. 
     Una que otra vez, al final más raramente, la gallina recordaba que se había recortado contra el aire al borde del tejado, pronta a renunciar. En esos momentos llenaba los pulmones con el aire impuro de la cocina y, si les hubiese sido dado cantar a las hembras, ella, si bien no cantaría, por lo menos quedaría más contenta.  Aunque ni siquiera en esos instantes la expresión de su vacía cabeza se alteraba. En la fuga, en el descanso, cuando dio a luz, o mordisqueando maíz, la suya continuaba siendo una cabeza de gallina, la misma que fuera desdeñada en los comienzos de los siglos. 
     Hasta que un día la mataron, la comieron, y pasaron los años.


En Cuentos reunidos, Alfaguara, 2002 / De Lazos de familia (1960) / Traducción de Cristina Peri Rossi / 
Clarice Lispector (Chechelnik, Ucrania, 10 de diciembre de 1920 – Río de Janeiro, Brasil, 9 de diciembre de 1977) / Fotos: Jmp

martes, 21 de marzo de 2023

EDELMIRO MOLINARI Que salte los tapones



MAÑANA POR LA NOCHE 

Estoy tan cansado
que me voy a suicidar
mañana por la noche

Si mi abuela me deja
me voy a suicidar
mañana por la noche

Es imposible, nena
seguro que lo hago
mañana por la noche

Quiero una nena
una mujer eléctrica
mañana por la noche 

Una mujer eléctrica
que salte los tapones
mañana por la noche 

Que me de vibraciones
para poder tocar
mañana por la noche... 

...si no me mato 


Con Edelmiro (Luces que a lo lejos), La Plata, circa 2008 
“Mañana por la noche”, lado 1, tema 2 / En elepé Color Humano (3) / grabado entre marzo y junio de 1973 / editado en 1974 / Color Humano en este disco es: Edelmiro Molinari (voz, guitarras y percusión), Rinaldo Rafanelli (bajo, segunda voz y percusión), Oscar Moro (batería y percusión) / También colaboran: Egle Martin, Jorge Cutello y Alicia Varadi / Letra y música de todos los temas: EM / 
Edelmiro Molinari (Buenos Aires, 8 de julio de 1947) / Fotos: jmp y Carlos Aprea en Luces que a lo lejos / 
Los autores y textos forman parte de estudio en ejercicios de taller, y su destino es solo para este objetivo.- 



domingo, 19 de marzo de 2023

JACKSON BROWNE David Lindley




     David Lindley, el guitarrista, lap steel y violinista que dio su personalidad y su inspiración a muchas de mis canciones, falleció el 3 de marzo. El derramamiento de amor, y el reconocimiento generalizado de su dominio han sido muy conmovedores. Quiero unirme al rotundo coro de agradecimiento por sus dones, pero nada de lo que escribo parece suficientemente bueno. Las palabras nunca han sido suficientes para describir lo que David Lindley trajo a una canción.

     Jugué con David por primera vez en un vestuario del Trovador en 1969. Mi amigo Jimmy Fadden de la Nitty Gritty Dirt Band lo había traído a saludar, y señaló que David llevaba su violín con él, diciendo que probablemente se sentaría si se lo pidiera. Ya lo conocía de la banda Kaleidoscope, cuyo primer álbum, Side Trips, fue uno de mis discos favoritos.

     Comenzamos a tocar mi canción “Estos días”, y mi mundo cambió. Su interpretación fue tan emotiva e inmediata que lanzó un hechizo sobre mí y todos los que estaban allí. No importaba que nunca hubiera escuchado la canción antes. Lo que estaba tocando lo hizo más emotivo y más real de lo que había sonado en los años que lo había tocado solo.

     David estaba en Inglaterra tocando con Terry Reid cuando hice mi primer álbum. Cuando volvió, intenté armar una banda de gira con él, pero no fue tan bueno como solo nosotros dos. Decidí que iríamos de gira de esa manera, como un dúo, a pesar de tener un single en las listas que requiriera batería, bajo y congas para tocar correctamente. Ni siquiera lo jugamos. Tocamos un montón de canciones que había escrito hasta entonces, algunas canciones viejas que ambos conocíamos, y canciones que mis amigos habían escrito. Finalmente tuve una banda con él, y era un ambiente musical rico y variado. Hemos co-encabezado una gira nacional con Bonnie Raitt. Esa era la banda de mi tercer álbum, Late For The Sky.

     David es una gran parte de mí, en quien me convertí, y en quien sigo siendo. Nadie jugó como él. En mis bandas posteriores, después de que David se fuera para formar El Rayo X, tocábamos la estructura de las canciones, más o menos basándonos en lo que había tocado, pero era, y sigue siendo hoy, depende de los jugadores convocar a su propia naturaleza Lindley. ¡Buena suerte! Es algo muy bueno para ir. No tocaba lo mismo cada vez. Siempre estaba explorando, siempre escuchando algo nuevo. Siempre en el momento.

     Los intereses musicales de David eran hasta ahora, y su genialidad tan evidente, atrajo y tocó con muchos de los grandes artistas de nuestro día. Ry Cooder, Linda Ronstadt, Graham Nash y David Crosby, Warren Zevon, Bonnie Raitt, James Taylor, Bruce Springsteen. Pero fue su banda, El Rayo X, la que se convirtió en el ambiente rico y fértil que le dio rienda suelta para desarrollar y mezclar sus influencias, y crear la síntesis única que ahora y siempre será conocida como David Lindley.

     Con Henry Kaiser, David continuó la exploración de la música mundial que había comenzado en Kaleidoscope. Estoy agradecido a Henry por publicar su Réquiem For David Lindley, y por todas las otras publicaciones y clips en internet que dan fe de las muchas culturas diferentes que David navegó, tejiéndolas en un mundo.

     Mi propio mundo está destrozado por la muerte de David. Era mi amigo y mi maestro. Fue con gran placer y certeza que revisé nuestra especial conexión a lo largo de los años. Supongo que pensé que él siempre estaría por aquí.

     He estado luchando para escribir algo y publicarlo durante las últimas dos semanas. Fue difícil empezar, y es difícil de concluir, supongo, porque no quiero dejarlo ir. David fue amable con todos, y muy divertido. Incapaz de pronunciar una palabra deshonesta, o tocar una nota deshonesta. Habrá conciertos de tributo, y un documental sobre él, seguro. Habrá maneras de seguir celebrando su vida. Y todos sabemos que nunca habrá otro David Lindley.

Jackson Browne, 17 de marzo


David Perry Lindley (EEUU, 21 de marzo de 1944 – 3 de marzo de  2023) / 
Clyde Jackson Browne (Heidelberg, Alemania, 9 de octubre de 1948) / Artista y músico estadounidense / Fotos: jmp, tapas y contratapas de discos elepé de JB en los que participa DL /  / 
Los autores y textos forman parte de estudio en ejercicios de taller, y su destino es solo para este objetivo.- 

Jackson Browne & David Lindley “The Load Out” and “Stay” Live BBC 1978


Jackson Browne & David Lindley “These Days” Philadelphia Folk Festival 2006



miércoles, 15 de marzo de 2023

MIGUEL GRINBERG Una flor amanece




AMÉRICA, HORA CERO 

     Voces de pronto fluyen entre las rocas, el asfalto, la mentira y el ruido. Un ritmo, pequeños seres deslizándose sin prisa por las ciudades, seguros de su victoria. Entretanto, trepidan artefactos de muerte, caen aquí y allá los inocentes. Y los asesinos prosiguen su faena, impunes. 

Las voces en verdad son una, la apetencia es una, los ojos suman una gran mirada, y más allá de la Ciénaga, en las riberas, algo diferente se alza de a poco. No es el grito, no es una amenaza, no es ya la receta del crimen político. Un ser solidario aparece, y brinda su todo al mensaje que crece y se agiganta, vibrante. 

Y están los pobres ciegos, los que juzgan y son juzgados en la asfixiante maquinaria de la década. Los que huyen de sus propios fantasmas, incesantemente hacia el borde de un abismo que se los tragará sin consuelo. Sombra de cobardías, rechinar de miserias. 

Polen y corolas incondicionadas trazan sus itinerarios. América brota en cada ángulo del mapa, y hay hombres y mujeres que sufren y aman en el nacimiento, hombres y mujeres que navegan con sus barcas de fe entre los aullidos. Generación voraz, génesis indeformable del nuevo ser implacable en su coraje, invencible en sus caricias. 

No más fetiches, no más monumentos al vacío. Apenas la mudez y el amor en el rostro, apenas el salir a la calle y expandirse en silencio. Ni mártires, ni héroes. 

Germen continental en las horas, recuperación del presente, homenaje al duro tránsito de los precursores. América en cada pulsación, cadencia definitiva, vientre liberado. 

Un sol de gigantes se apaga. Una flor amanece. 


En América hora cero,  poesía – ahora, Buenos Aires, 1965 / Foto. jmp / 
Miguel Grinberg (Buenos Aires, 18 de agosto de 1937 - 4 de marzo de 2022) / 
Más poemas de Miguel Grinberg en AROMITO: 

domingo, 26 de febrero de 2023

MAROSA DI GIORGIO Sé que me estás esperando



     Sea donde sea, sé que me estás esperando, allá en lo hondo de la casa de las quintas, con sus cordeles de sol y luna, su pobre y extraña maravilla. 

***

     Llueve. 
     En las tinas se están elaborando sapos y más plantas. 
     Oímos el borboteo. 
     Te miro y miro la sucesión de los milagros. 
     Aunque ya es noche cerrada, todo se sigue viendo. 
     Estás en el sillón, blanca como el pan y como el nardo. 

***

     Si estuvieras aquí. Pero, si estás, digo, si... Iríamos por las veredas a comprar algo. ¿Agua colonia?, ¿un jabón en rosa suave, rodeado por unas puntillas? 
     No sé. O algo para comer. “Algo chiquito”, tal pediste un día. ¿Qué era?, ¿un bombón, un huevo de codorniz? lo que querías para comer. 
     Imagino un óvalo y lo izo en el muro. Estás en el óvalo. Como antaño, antes de que yo naciera. Vestido negro, y casi actuando. 
     El sombrero. 
     Un ramo florido. 
     Y ahí, en el ramo, oculto, pero a la vista, hay un amoroso huevo de codorniz. 

***

     Pongo a tus pies turquesas, turmalinas, rubíes, y platinos y diamantes, y todos los metales raros del planeta, unos que tienen nombres de flor. Otros que tienen nombres de hadas. 
     Y la mariposa aquella del sacrificio, (pero cómo pudo ser?), que, sin embargo se queda con nosotras! 
     Y nos mira con sus antenas largas como hilos. 
     Y aquella ropa de nieve azul. 

***

     Unas plantas dan rosas, otras lises, y hay otras de nuevo estilo y sólo dan a luz alondras. Tu jardín todo bordado a mano. ¡Y aquel tulipán color naranja! ¡Nunca vi nada igual! ¿Cómo lo hiciste? Fue un primo príncipe. Sólo por una semana. Lo rescato desde lo hondo de los años. 
     Te veo en el atardecer. Entre tus dedos, tu puñal es una hoguera; las cejas, cuidadas, negras, una un poco rebelde, pero, no se notaba, ama jardinista. 
     Bajo el sol que cae, yo soy tu penitente, y repto de rodillas, tramo a tramo, tramo a tramo, marchando humilde y empecinada, al sitio donde plantaste las últimas violetas. 



En Los papeles salvajes II, Adriana Hidalgo editora, Buenos Aires, Argentina, 2000 / De Diamelas a Clementina Médici, 2000 / 
Marosa di Giorgio (Salto, Uruguay, 17 de junio 1932 - Montevideo, 17 de agosto 2004) / Selección y fotos: jmp /  
Los autores y textos forman parte de estudio en ejercicios de taller, y su destino es solo para este objetivo.-