sábado, 31 de diciembre de 2016

Alejandra Pizarnik, El templo es un circo y la luz un tambor


EN UN EJEMPLAR DE “LES CHANTS DE MALDOROR”

     Debajo de mi vestido ardía un campo con flores alegres como los años de la medianoche.

     El soplo de la luz en mis huesos cuando escribo la palabra tierra. Palabra o presencia seguida por animales perfumados; triste como si misma, hermosa como el suicidio; y que me sobrevuela como una dinastía de soles.


SIGNOS

     Todo hace el amor como el silencio.

     Me habían prometido un silencio como un fuego, una casa de silencio.

     De pronto el templo es un circo y la luz un tambor.


DEL OTRO LADO

     Como un reloj de arena cae la música en la música.

     Estoy triste en la noche de colmillos de lobo.

     Cae la música en la música como mi voz en mis voces.



De: El infierno musical, 1971. En: Alejandra Pizarnik. Poesía completa (1955-1972), Editorial Lumen, 2011.
Alejandra Pizarnik (Avellaneda, 29 de abril de 1936 – Buenos Aires, 25 de septiembre de 1972). Foto: Jmp.

jueves, 29 de diciembre de 2016

Lawrence Ferlinghetti, Los pájaros verdes


XXI

A ella le encantaba mirar las flores
oler la fruta
y las hojas tenían la mirada del amor

Pero marineros semiborrachos
tambalearon en su sueño
desparramando semen
sobre el paisaje virgen

A una cierta edad
su corazón partió
a buscar las costas perdidas

Y escuchó cantar a los pájaros verdes
desde el otro lado del silencio


De: A Coney Island of the Mind, 1958. En: Antología, Ediciones del Mediodía, 1969. Versión de Marcelo Covián.
Lawrence Ferlinghetti (Nueva York, EEUU, 24 de marzo de 1919). Foto: Jmp

lunes, 26 de diciembre de 2016

Marcial y Cardenal, Epigramas




Los que queréis tener siempre a mano mis plaquettes
y las lleváis de compañeras de viaje en la valija,
comprad esta edición manual de pocos pergaminos.
Los cásicos son para los estantes. Yo soy para el bolsillo.
Pero para que sepáis donde estoy a la venta
y no reccorráis toda Roma, os doy mi dirección:
estoy donde Secundo, el liberto del doctor Lucensio,
junto a la entrada de “La Paz” y el foro de Palas.


¿Por qué me envías, Pola, estas rosas intactas?
Las hubiera preferido deshojadas por ti.


Mis epigramas los canta y los ama la Roma mía.
Ando en los bolsillos y las manos de todos.
Pero hay uno que enmudece y palidece y se enfurece:
Y por eso estoy contento de mis cantos.


Desde una raza nórdica te envío estos cabellos
para que compruebes que los tuyos son más rubios.


Sólo lo bonito quieres decir, Matón. Di
también lo bueno, y lo regular, y lo malo.


Sólo admiras a los antiguos, Vecerro,
y no alabas sino a los poetas muertos:
Perdona, Vecerro, pero no vale
tanto, tu elogio, para morirme.


No sé, Feliz, lo que escribes a tantas muchachas.
Sólo sé, Feliz, que ninguna de ellas te contesta.


Con mis once pies y mis once sílabas
y mi abundante (no insolente) sal,
yo, Marcial, famoso internacionalmente
y en el pueblo -¿por qué me envidian?-
no soy más celebre que el caballo de “Andraemon”.

Te ruego, Rufo, que Chione no lea este libro.
Estos versos la hieren, y ella hiere también.


Comprando todo, Cástor: lo venderás todo.


Sírveme, Calixto, dos dobles de Palermo,
y tú, Alcimo, ponle nieve a mi copa.
Que empape mi pelo el húmedo amomo
y doblegue mi cabeza el peso de las rosas.
Ese Mausoleo de enfrente nos incita a la vida,
recordándonos que se mueren los Césares.


Los que leéis macabras historias de Edipo y Tiestes,
y Cólquidas, y Escilas, y sólo cuentos de horror:
¿qué interés encontráis en el rapto de Hilas,
o en Patenópeo, o Atis, o el Durmiente Endimión,
o Hermafrodita indiferente al Agua enamorada?
¿Por qué gozáis con viejas chismografías mitológicas?
Leed esto que la Vida puede reclamar como suyo.
Aquí no hay ni centauros, ni Gorgona ni Harpías.
Mi poesía está hecha de seres humanos.
Pero tú no quieres conocer la vida, Mamurra,
ni conocerte a ti. Lee los Orígenes de Calímaco.


Te quejas, Velox, de que escriba epigramas largos.
Tú no escribes ninguno. Los tuyos son más cortos.


Sólo os sabéis resentir, amigos ricos:
esto no es elegante, pero es económico.


¿Por qué no te envío, Pontiliano, mis libros?
Para que tú no me envíes, Pontiliano, los tuyos.


Porque Oppiano ahora padece de anemia
se ha puesto, Castrico, a escribir versos.


¿Qué es lo que dice esa puta? No me refiero
a tu mujer, Gongylion, sino a tu lengua.


¿Cómo explico “que los vivos no tengan fama
y pocos lectores amen su propio tiempo”?
Es ya costumbre tradicional de la envidia, Régulo:
preferir siempre los antiguos a los actuales.
Preguntamos por la sombría columnata de Pompeyo.
Los viejos suspiran por sus templos ruinosos.
Lees a Ennio, oh Roma, y ahí anda vivo el Virgilio;
a Ovidio solamente lo conoció su Corina.
Sin embargo, no tengáis prisa, mis libritos:
si la fama viene con la muerte, no me apresuro.


El libro que recitas, oh Fidentino, es mío,
pero por tu mala recitación ya es casi tuyo.


¿Preguntas, Lino, qué me renta mi villa de Nomenta?
Que no te veo a ti, Lino: eso me renta.


Dices que eres bella, Bassa, y que eres joven.
Las dos cosas dicen, Bassa, las que no lo son.


Hay un notario que ataca mis versos. Quién es
no lo sé. Si lo averiguo, ¡ay de ti, notario!


El que es pobre, Emiliano, siempre será pobre.
Hoy nadie tiene dinero, sino los ricos.


Miente el que te llama vicioso, Zolio.
Tú no eres vicioso, Zolio, sino el Vicio.


Aunque tú no publicas, atacas mis versos, Lelio.
O no ataques los míos, o publica los tuyos.


Mi libro es desigual, proclama Matón:
si eso es verdad, Matón elogia mis versos.
Libros iguales escriben Calvino y Umbro.
Libro igual, Creticio, es el mal libro.


Hoy improvisó el Señor Rector:
sin llevarlo escrito exclamó: ¡Hola Calpurnio!


Recházame, Gala: el amor que no atormenta
aburre: pero, Gala, no me rehaces demasiado.


Quieres que te llamemos poeta, y no recitas.
Te llamaremos poeta, Mamerco; si no recitas.


Más bella que todas las que son o han sido,
y más mala que todas las que son o han sido:
O sé menos bella o sé más buena mi Catulo.


He aquí Quinto Ovidio, a tu Máximo Caesonio,
cuyas facciones conserva esta estatua de cera.
A él lo condenó Nerón. Pero tú condenaste a Nerón,
siguiendo la suerte de un perseguido, y no la tuya,
y acompañaste a un exiliado por el Mediterráneo,
tú que antes te negaste a acompañar a un cónsul.
Si se preservan los nombres escritos en mis páginas,
si después de mi muerte yo continúo viviendo,
oirán esto mis contemporáneos y las generaciones
futuras: que tú fuiste solidario con él,
como él había sido solidario con Séneca.


De mi tierrita te envío, como ves,
Juvenal, nueces de Saturnalia.
Las otras frutas el dios lascivo
ya se las dio a muchachas alegres.


Vete a Roma, mi libro, y si te pregunta
de dónde llegas dile que de la Vía Emilia.
Y si quieres saber en qué ciudad estoy
le puedes decir que en Foro-de-Cornelio.
“¿Por qué se fue?”. Y tú confiésale:
“No aguantaba estar en toga.”
“¿Cuándo vuelve?” Contéstale: “Se fue poeta;
volverá cuando sea tocador de arpa.”


Si te entristece la perspectiva de cenar solo
Toranio, puedes venir a ayunar conmigo.
Si prefieres primero un elegante “peopinein”
tendremos lechugas baratas de Capadocia;
puerros picantes, huevos rellenos con atún,
repollitos tiernos de mi hortaliza
humeando en la negra olla de barro,
salchichas en nívea sopa de pasta,
y frijoles bayos con tocino dorado.
Y después como postre, si te apetece,
tendremos uvas pasas , peras sirias,
castañas universitarias a la napolitana.
El vino, se vuelve bueno bebiéndolo.
Y si tras este menú, Baco, como suele,
nos despierta otra vez el apetito,
hay aceitunas aristocráticas de reserva
y altramuces y petit-pois calientes.
Humilde es la cena (¿quién puede negarlo?)
pero tendrás una cena sin etiqueta
y te podrás recostar a tus anchas
y no te leerá el anfitrión ningún libro
ni bailaoras gitanas agitarán sus caderas
con un temblor estudiado. Sólo la flauta
de mi pequeño Cóndilo tocará un son
ni demasiado serio ni vulgar tampoco.
Esta es la cena. Tú te sentarás con Claudia.
¿Qué muchacha te parece como compañera mía?


“Cinco libros son bastantes y seis o siete
demasiado ¿no te parece mi musita loca ?
Más fama de la que tengo ya no puedo tener.
Mis gastadas ediciones están en todas partes.
Y cuando ya no exista el Mausoleo de Messala,
y los mármoles de Licinio sean polvo,
labios me leerán y extranjeros que no conozco
traducirán estos versos en su patria.”
Dije –y la novena hermanita de las musas,
Talía, la musa del epigrama, me contestó:
“¿Quieres renunciar, tonto, a la frivolidad?
¿En qué otra cosa mejor ocuparás tu ocio?
¿Deseas cambiar por coturnos tus zapatos,
o cantar a la Guerra en sonoros hexámetros
para que te dicte en clase un profesor pedante
y aburras a la adolescente alta y al muchacho?
Deja esos temas a los poetas pesados y clásicos
encorvados hasta medianoche bajo su lámpara.
Pero tú escribe con humor tu poesía romana,
y que la Vida se encuentre retratada en ella.
Porque no importa cantar con una débil flauta
si esa flauta se impone a las trompetas de muchos.”


Cardenal tradujo estos textos entre 1956 y 1957, cuando aún no se había convertido al catolicismo. En 1965 es ordenado sacerdote católico. En: Catulo - Marcial. En versión de Ernesto Cardenal, Editorial LAIA B, Barcelona, 1978. Foto: Jmp.
Marco Valerio Marcial (Marcus Valerius Martialis, Bibilis, Antigua Roma -Calatayud, Zaragoza, España-, 40 – Roma, 104).
Ernesto Cardenal Martínez (Granada, Nicaragua, 20 de enero de 1925).

jueves, 22 de diciembre de 2016

Alberto Laiseca, Se va la inocente poesía, viene el falso realismo


PEQUEÑO LAUREL

Un pequeño laurel
vive frente a mi casa.
Desnuda su máximo secreto,
pero está en armonía con los juncos del río.

Yuan Ho. Dinastía Han.


LA SERPIENTE DE LOS VIENTOS

El mayor criminal de toda la Serpiente de los Vientos
es quien mata a la mentira.
Porque las máquinas de la verdad fabrican mentiras más grandes.
Se va la inocente poesía,
viene el falso realismo oculto tras parábolas mortíferas.

Chuh Fo. Dinastía Ch’ing.


OCHO. GRAN CAÍDA MÁGICA DEL GORDO
(Fragmento)

(…) Sotelo sentía que la grieta no se había cerrado ni un centímetro. ¿Qué me pasó? ¿Qué es ese espanto, por los Dioses?” “No menciones a los Dioses, degenerado”, dijo otra voz que venía y no venía del fondo de la fosa. “¿Pero qué es esto?” “Esto sos vos.” “¡Pero si estas cosas no existen!” “No me digas”. “¿Me habrán, realmente escuchado ellos? Aunque fuera cierto, no sería tan terrible si este espanto no saliera de mí. Si De Quevedo y Teresa me vieron en serio no habría nombre para el horror.” “Pero no, si yo no tengo la culpa de todo esto. Debe ser que toda esta maldad existe dentro mío, pero… yo no sabía, además yo no deseo…” (aquí salió la primera voz de la grieta: “Sí, sí, lo deseo." Es necesario, desde todo punto de vista y en todo momento y lugar, mear dentro de la pancita embarazada de Teresa” (...) 


Causa un gran dolor despedir físicamente a un escritor que nos acompañó desde siempre. Chau, Laiseca, y gracias, tus libros están cerca.
En: Poemas chinos, Libros de Tierra Firme, 1987. En: El jardín de las máquinas parlantes, Planeta, 1993.
Alberto Laiseca (Rosario, 11 de febrero de 1941 - Buenos Aires, 22 de diciembre de 2016). Foto: Jmp.

martes, 20 de diciembre de 2016

Eduardo Langagne, Un verso limpio, exacto, trabajado, bien pulido, aunque el pobre no sea inolvidable


NECESIDAD

Primero un epígrafe rotundo, convincente.
Después ese pronombre en la dedicatoria.
Abajo, un verso limpio, exacto, trabajado,
bien pulido, aunque el pobre no sea inolvidable.

Otro verso más claro, la sencilla metáfora
del verso que le sigue, tal vez algún recurso
que mantenga la idea y luego un tropo, alguno
que haga chocar las piedras de la alegre semántica

para que saquen chispas que alcancen la hojarasca
y se produzca el fuego. Entonces está listo:
se borra aquel epígrafe, se tacha el nombre de ella,
se suprimen los versos (los exactos, los limpios,

los pulidos, los otros). Se despoja el poema
de metáforas, tropos. Se abandona dejando
la hoja blanca manchada de palabras que digan
ciertas cosas humanas cuando alguno las lea.


PERCUSIONES
(Canto grave para tambor solo)

madre
madre muerta

mi tambor sobre tu tumba madre muerta

suena el cuero del tambor sobre tu tumba
y mis manos sobre el cuero del tambor sobre tu tumba

las uñas de mis manos
golpeando sobre el cuero del tambor sobre tu tumba
madre muerta

la sangre de las uñas de mis manos
sobre el cuero del tambor sobre tu tumba

la sangre de tu cuello está en las uñas de mis manos
que golpean sobre el cuero del tambor
sobre tu tumba tumba madre muerta


SEGURIDADES

hoy amo a una mujer que no está cerca
que no está lejos siquiera
que no está
y dondequiera que exista si es que existe
será inútil pensar que me conoce
que ha escuchado mi desorden o mi grito
no queda mucho más:
inventar que en la casa alguien espera
y pensar que el amor seguramente existe
si uno ha sentido un odio inexplicable


UNA VEZ LO DIJE PERO AHORA HA VUELTO A SUCEDER

Esa mujer paseaba con su aroma

Un día trajo
sus labios acostumbrados a la guerra
y un ciclón adentro de su blusa

entonces sobrevino la catástrofe


POEMA ENCONTRADO EN UN RINCÓN

Los amantes fueron un día adolescentes
se arrancaron con furia el cordón umbilical
para entrar en algún cálido lugar de la mañana

Se cubrieron con sábanas oscuras
dolorosas y limpias
y empezaron a odiar
                             quiero decir
                                              se amaron


OTRAS PALABRAS

Las palabras son a veces
igualmente dulces y redondas
que las uvas

Mientras la zorra claudica
frente al alto racimo
escribo yo


ÉL SIN MIEDO CANTABA

Han pasado veinte años de los primeros versos
que escribió aquel muchacho de la barba rojiza,
con su tinta nerviosa. Han pasado veinte años,
acaso la hora exacta era la más oscura
pues su barco zarpaba en busca del océano
sin saber si existía. Y en esas condiciones
él sin miedo cantaba como si tal empresa
requiriera su vida. Así era aquel viaje.


En: Dos Siglos de Poesía Mexicana. Del XIX al fin del milenio: Una antología, Editorial Océano, México, 2001.
Eduardo Langagne (Ciudad de México, 21 de diciembre de 1952). Foto: Jmp.

lunes, 19 de diciembre de 2016

William Blake, Corderillo, corderillo


EL CORDERO

Corderillo, ¿quién te hizo?
¿Sabes quién te hizo?
¿Quién te dio vida y te alimentó
junto al arroyo y en los prados?
¿Quién te brindó deliciosas ropas,
de lana suave y alegres?
¿Quién te dio voz tierna
y capaz de regocijar todos los valles?
¿Quién te hizo, corderillo?
¿Sabes quién te hizo?

Corderillo, te lo diré;
corderillo, te lo diré:
le llaman por tu nombre,  
pues él mismo se dice Cordero.
Es humilde y manso.

Tomó la forma de un niñito.
Yo, un niño, y tú, un cordero,
somos llamados por el mismo nombre.
¡Que Dios te bendiga, corderillo!
¡Que Dios te bendiga, corderillo!


EL TIGRE

Tigre, tigre, que te enciendes en luz
por los bosques de la noche
¿qué mano inmortal, qué ojo
pudo idear tu terrible simetría?

¿En qué profundidades distantes, en qué cielos
ardió el fuego de tus ojos?
¿Con qué alas osó elevarse?
¿Qué mano osó tomar ese fuego?

¿Y qué hombro, y qué arte
pudo tejer la nervadura de tu corazón?
Y al comenzar los latidos de tu corazón,
¿qué mano terrible? ¿Qué terribles pies?

¿Qué martillo? ¿Qué cadena?
¿En qué horno se templó tu cerebro?
¿En qué yunque? ¿Qué tremendas garras
osaron sus mortales terrores dominar?

Cuando las estrellas arrojaron sus lanzas
y bañaron los cielos con sus lágrimas
¿sonrió al ver su obra?
¿Quién hizo al cordero fue quien te hizo?

Tigre, tigre, que te enciendes en luz
por los bosques de la noche
¿qué mano inmortal, qué ojo
osó idear tu terrible simetría?


En: Poesía completa, Hyspamerica, 1986. Traducción: Pablo Mañe. Imagen: Wikipedia.
“Visionario, grabador y poeta” llamó Jorge Luis Borges a William Blake (Londres, 28 de noviembre de 1757 – 12 de agosto de 1827). Y agregó: “Blake nos impone tres caminos de salvación: el moral, el intelectual y el estético. Afirmó que el tercero había sido predicado por Cristo, ya que cada parábola es un poema”. Poemas para ser cantados: “El cordero” (Cantos de inocencia, 1794) fue musicalizado por Allen Ginsberg en 1970, y lo tengo en una antología de la obra de AG, una caja de 4 CD; la versión se encuentra en el CD 3 y corresponde al track 5. “El tigre” (Cantos de experiencia, 1794; hay dos versiones más que están por fuera de CdE) es uno de sus poemas más conocidos. Inspirado en él, Borges escribió el cuento “Tigres azules”. 

lunes, 12 de diciembre de 2016

Santiago Espel, En el terciopelo rojo de la butaca


ANÁLISIS DE SANGRE

Por esa finísima aguja pasa rojo mi destino.
Una línea escarlata cara a los vampiros.
Esa sangre se traducirá en pocos días
en diagnóstico: en numerología objetiva.
El porvenir anuncia el olvido, reflexiono,
mientras sube rojo el guarismo espeso.
Esa espera induce el cambio de hábitos
malsanos: advertencia, dieta, líquido.
Levanta las cejas el médico, al ver en los
números fallidos las letras del poema escrito.


MERCADO DE PULGAS

A caballo del erotismo de la pulga en la oreja,
dicen que El provecto olvido del renuncio es
sin duda un texto conceptualmente díscolo,
pero que la autora posee un estilo hermafrodita.
La presentación abunda en detalles confesionales,
nunca referidos a la trama; antes bien, a la picazón.
Un crítico habla de lectores multiorgásmicos,
y la autora suscribe el comentario con suspiros.
Comezón del inconsciente, rizomas del deseo,
el texto atenta contra la pacatería burguesa.
Suspira desnuda la autora, y acomoda las nalgas
transpiradas en el terciopelo rojo de la butaca.
Sonríe, inhala, hipa, y acaricia el micrófono.




En: Mesa de entradas, Ediciones La Carta de Oliver, 2015.
Santiago Espel (Buenos Aires, 1960). Foto: Jmp.

sábado, 10 de diciembre de 2016

Raymond Carver, Las cosas volvieron a ser como eran antes


LA VENTANA

Estalló una tormenta la noche pasada y nos dejó
sin electricidad. Cuando miré
por la ventana, los árboles eran transparentes.
Doblados y cubiertos de escarcha. Una gran calma
se extendía sobre el campo.
Sabía lo que hacía. Pero en aquel momento
noté que en mi vida jamás hice
falsas promesas. Mis pensamientos
eran virtuosos. Avanzada la mañana,
claro, arreglaron la electricidad.
El sol salió de detrás de las nubes
fundiendo la escarcha.
Y las cosas volvieron a ser como eran antes.



En: Bajo una luz marina, traducción de Mariano Antolín Rato (no bilingüe), Colección Visor de Poesía, 1996.
Raymond Carver (EEUU, 25 de mayo de 1938 – 2 de agosto de 1988). Foto: Jmp.

viernes, 9 de diciembre de 2016

Alberto Vanasco, La ciega insistencia de este diluvio irreparable


SAN SALVADOR DE JUJUY

Aquí es la siesta del cobre
y la tarde del agua.

Aquí el ombligo del mundo se cubre de ternura.

Y el tiempo se dilata hasta tocar sus bordes
y el aire suena hasta volverse vidrio
y la luz se adelgaza hasta entrar en las rocas.

El glaciar se alejó dejándote estas piedras que los siglos y tus aguas lamen
y este nudo de cauces
que te ata a las cumbres.


MUERTE DE LA POESÍA

Oigo caer la lluvia
y es sólo el agua que se precipita en la luz vacía del amanecer.

Toco la claridad del día que nace
y es sólo la mañana y aquello que la mañana aún no ha vencido.

Miro tu piel, tus manos
y hallo solo la soledad más cruda de la tierra.

Huelo el aire difuso del otoño
y es solo la opresión, el peso de una atmósfera gastada.

Palpo los objetos, las ropas, los vidrios transpirados
y es nada más que la fatiga de la materia, la desolación del tiempo.

Todo todo ha sido arrasado para siempre
por la ciega insistencia de este diluvio irreparable.



En: Canto rodado, Editorial Sudamericana, 1970. El poema “Muerte de la poesía” está dedicado a Enrique Molina.
Alberto Vanasco (Buenos Aires, 18 de enero de 1925 – 11 de mayo de 1993). Foto: Jmp.

lunes, 5 de diciembre de 2016

Ferreira Gullar, Aquel mundo de gangsters americanos sin ansiedad


POEMA SUCIO
(Fragmento)

(…)

No sería correcto decir
que la vida de Newton Ferreira
se deslizaba o se gastaba
entre cestas con camarones, sacos de arroz
y bolsas de azúcar morena
en aquella tienda suya
en la esquina de la calle de los Anegados
con la calle de la Alegría.
                                         No sería correcto porque 
si alguien entrara al local
a eso de las 3 de la tarde (hora
de poco movimiento) –él acodado
en el mostrador leyendo X-9
vería que todo estaba detenido
en la misma inmovilidad blanca
de la harina dentro del depósito
y de las estanterías llenas de latas y botellas
y del mostrador con la balanza Filizola
                                                          todo
sobre el piso de baldosas verdes y blancas
como plataforma de la tarde.
Detenido y al mismo tiempo inserto
en un amplio sistema
                               que abarcaba los almacenes
de la Playa Grande, la vía férrea San Luis – Teresina,
haciendas en Coroatá, Codó plantaciones de arroz
y tabaco, hombres que ponían a secar camarones
al sol de Guimarâes. Y las propias familias
de la calle
que se sentarían más tarde a la mesa del comedor.
Por eso mismo
podía él sumergirse en aquel mundo de gangsters americanos
sin ansiedad.

(…)

Buenos Aires, mayo / octubre, 1975


En: Poema sucio (Poema sujo, escrito en Buenos Aires entre mayo y octubre de 1975), edición bilingüe, Grupo Editorial Norma, 1998. Primera edición en portugués 1976. Traductor: Elkin Obregón Sanín. Leemos en contratapa: “(…) escribió su Poema sucio en la ciudad de Buenos Aires, en 1975. Entonces ya hacía cuatro años que vivía en el exilio –en 1971 había sido obligado a huir de su país, perseguido por la dictadura militar–, lejos de una ciudad que si bien había dejado desde 1951 para radicarse en Río de Janeiro, le hablaba ahora con más fuerza. Poema sucio es su respuesta, un canto extenso y conmovedor a su ciudad natal”.  
Ferreira Gullar (São Luísde Maranhão, Brasil, 10 de septiembre de 1930 – Río de Janeiro, 4 de diciembre de 2016). Foto: Jmp. Detalle de tapa.

sábado, 3 de diciembre de 2016

Indio Solari, Donde hay dolor, habrá canciones


BEBAMOS DE LAS COPAS LINDAS

Donde hay dolor, habrá canciones
(acabo de perderlo todo)
bebamos de las copas más lindas
                               que tenemos hoy
No sé qué pudo haber pasado
Esto no es más que un himno
                               de amarguras de amor
Te traicionaban tus amigas
(y justo saltaban las tostadas)
Bebamos de las copas más lindas
                               que tenemos hoy
Voy a correr como un conejo
es lo que hace cualquiera
eso es lo que hacés vos

Ya vi caer la estrella (tu deseo se cumplió)

Quedó la marca de tus labios
en esa copa ya vacía
Brindemos por los rayos
de la luz que me alumbra hoy

Tuve una enfermedad malvada
y esto no es más que un himno
                          de amarguras de amor


En: Porco Rex (Fecha de lanzamiento: 3 de diciembre de 2007).
Carlos “Indio” Solari (Paraná, Entre Ríos, 17 de enero de 1949). Foto: Jmp. 3 de diciembre, City Bell.



viernes, 2 de diciembre de 2016

Indio Solari, Al morir crecemos mucho más que todas las galaxias


¿POR QUÉ SERÁ QUE NO ME QUIERE DIOS? 

¿Por qué será que no me quiere Dios?
Si el picho más feo, sabe… que soy yo!
Voy aprendiendo a desaparecer
pero empiezo con mal pie!

Hay sueños ligeros
sueños bonitos, sueños frenéticos…

La función no termina
y ya el tiempo se ríe de mí
no tengo nada más que perdonar
a mi esqueleto aún mortal

Te veo tan linda…
(como si todavía me amaras)

Con todos tus lindos dientes te vas a burlar
No me ves como a un palomo y me atendés…
(a un perro muerto con un palito molestás)
Qué precio tiene mi sueño… vos ya sabés!

Me crucé con el torito Chás-chás
“Oíme colega” -dijo- “esto es así…
al morir crecemos mucho más
que todas las galaxias”

La culpa no es de los astros ya
(soy el haragán de siempre)

Con todos tus lindos dientes te vas a burlar
No me ves como a un palomo y me atendés
(a un perro muerto con un palito molestás)
Que precio tiene mi sueño, vos ya sabés! 


En: Porco Rex, 2007. Imagen de portada: Monsieur Sandoz (Indio Solari).
Indio Solari (Paraná, Entre Ríos, 17 de enero de 1949).

jueves, 1 de diciembre de 2016

María Rosa Yorio, Un alma que a otra encierra no es humana




Y UNA VOZ COMO UN MANTRA REPETÍA

Yo te amaba esperando que me dieras
un camino a seguir. Pero en tus ojos sólo vi
cuatro muros y una espera. Y esperé,
encerrada, hasta que un grito
que venía de afuera me rogaba
que saltara ese muro. Presagiaba
mi muerte en ese útero maldito.
Tuve miedo. La luna se movía
anunciando, fatalmente, la mañana.
Y una voz como un mantra repetía:
“Un alma que a otra encierra no es humana".
Tomé impulso y salté como una fiera
y eras vos quien gritaba desde afuera.




Ejercicio poético para la construcción de una canción.
EpA!. Para Aromito.
María Rosa Yorio (Buenos Aires, 28 de agosto de 1954). Foto: Rubén Andón.
"Blues desesperado", tema de Charly incluido en el primer disco solista de María Rosa (Con los ojos cerrados, 1980).

miércoles, 30 de noviembre de 2016

Miguel Cantilo, Sólo los poetas por instinto


LAS VISTILLAS

Apacible atardecer
detrás de la Almudena
en el rincón donde mi amigo
Poni, el poeta
viene a fumar su cigarrito
a beber su cerveza.

Un poniente en el otoño de Madrid
puede sorprender al más curtido
bien por los espasmos invernales
que pretenden saltearse la estación
bien por el aroma que se inspira
en las barrancas de la morería.

Observando el puente de los suicidas
(ahora disuasivo con mamparas)
la perspectiva atrae la mirada
hacia la catedral de la Almudena.

El ángulo visual es un deleite
los árboles, las escalinatas
absorben en silencio a los paseantes
y dentro de una zona tan activa
existe este remanso
que sólo los poetas por instinto
disfrutan descubrir.


¿QUÉ BEBO?

Nadie sabe lo que beben
los que beben
por las calles de New York.

Hay una vieja costumbre
que es envolver la botella
en una bolsa marrón.

Así todo el mundo bebe
Y nadie sabe si es cola
agua, leche, birra, ron.

Es una antigua manera
de domar las prohibiciones
de beber alcohol al sol

un anónimo alegato
de quien se lleva a los labios
un secreto personal

y una regla igualitaria
pues el que bebe te frío
también embolsa su sed.

Nadie sabe lo que beben
los que beben (que son muchos)
por las calles de New York.

Las gente exhibe de todo
sus músculos, sus plegarias
su política sexual

alardea en sus tendencias
ejerce eufóricamente
su libertad de expresión

pero esconde la botella
como un símbolo sensible
del conflicto bebedor.

Nadie sabe lo que bebo
mientras escribo estos versos
en una bolsa marrón.


SIESTA EN QUEENS

Por un instante todo se detuvo
la maquinaria, el tren, la multitud
se produjo una cáscara
que empaquetó la tarde
en una jugarreta de silencio

disecó los gorjeos de un gorrión
le congeló los gestos a una ardilla
le consagró el ritual
de siesta suburbana
a esta parte de Queens.

A las tres de la tarde
recuerdo recesos madrileños
de una a cinco
todas las siestas de la hispanidad
heredadas por nuestra sudamérica

y aquí junto la locomotora
del tren capitalista de occidente
un barrio queda inerte.

Los que no están deslomándose
en Manhattan
hacen silencio aquí
o filtran remolinos de poesía.


En: Miguel Cantilo. Sitio Oficial. Miguel José Cantilo (Buenos Aires, 5 denoviembre de 1949). Músico, poeta.
“En España” (sacaron el video y puse Que sea el sol), Canciones de la buhardilla, 2014. Foto: Están María y Miguel.

sábado, 26 de noviembre de 2016

Juan Gelman, Entramos con Fidel con el Caballo


FIDEL

dirán exactamente de fidel
gran conductor el que incendió la historia etcétera
pero el pueblo lo llama el caballo y es cierto
fidel montó sobre fidel un día
se lanzó de cabeza contra el dolor contra la muerte
pero más todavía contra el polvo del alma
la Historia parlará de sus hechos gloriosos
prefiero recordarlo en el rincón del día
en que miró su tierra y dijo soy la tierra
en que miró su pueblo y dijo soy el pueblo
y abolió sus dolores sus sombras sus olvidos
y solo contra el mundo levantó en una estaca
su propio corazón el único que tuvo
lo desplegó en el aire como una gran bandera
como un fuego encendido contra la noche oscura
como un golpe de amor en la cara del miedo
como un hombre que entra temblando en el amor
alzó su corazón lo agitaba en el aire
lo daba de comer de beber de encender
fidel es un país
yo lo vi con oleajes de rostros en su rostro
la Historia arreglará sus cuentas allá ella
pero lo vi cuando subía gente por sus hubiéramos
buenas noches Historia agranda tus portones
entramos con fidel con el caballo



Compañero Comandante Fidel Castro (Cuba, 13 de agosto de 1926 – 26 de noviembre de 2016).
En: Gotán, 1962. Página 12, 2011.
Juan Gelman (Buenos Aires, 3 de mayo de 1930 – México D.F., 14 de enero de 2014). 

viernes, 25 de noviembre de 2016

Gabriel Zaid, No sé quién soy ni lo que digo


ALBA DE PROA

Navegar,
               navegar.
Ir es encontrar.
Todo ha nacido a ver.
Todo está por llegar.
Todo está por romper
a cantar.


CANCIÓN DEL SEGUIMIENTO

No soy el viento ni la vela
sino el timón que vela.

No soy el agua ni el timón
sino el que canta esta canción.

No soy la voz ni la garganta
sono lo que se canta.

No sé quién soy ni lo que digo
pero voy y te sigo.


PASTORAL

Una tarde con árboles,
callada y encendida.

Las cosas su silencio
llevan como su esquila.

Tienen sombra: la aceptan.
Tienen nombre: lo olvidan.


POUR MARX

Querida:
              Qué bien nadas,
sin nada que te vista,
en las aguas heladas
del cálculo egoísta.


TEOFANÍAS

No busques más, no hay taxis.

Piensas que va a llegar, avanzas,
retrocedes, te angustias,
desesperas.
                  Acéptalo
por fin: no hay taxis.

Y ¿quién ha visto un taxi?

Los arqueólogos han desenterrado
gente que murió buscando taxis,
mas no taxis.

                     Dicen
que Elías, una vez, tomó un taxi,
mas no volvió para contarlo.

Prometeo quiso asaltar un taxi.
Sigue en un sanatorio.

Los analistas curan
la obsesión por el taxi,
no la ausencia de taxis.

Los revolucionarios
hacen colectivos de lujo,
pero la gente quiere taxis.

Me pondría de rodillas si apareciera un taxi.
Pero la ciencia ha demostrado
que los taxis no existen.


ALABANDO SU MANERA DE HACERLO

¡Qué bien se hace contigo, vida mía!

Muchas mujeres lo hacen bien
pero ninguna como tú.

La Sulamita, en la gloria,
se asoma a verte hacerlo.

Y yo le digo que no,
que nos deje, que ya lo escribiré.

Pero si lo escribiese
te volverías legendaria.

Y ni creo en la poesía autobiográfica
ni me conviene hacerte propaganda.


ELOGIO DE LO MISMO

¡Qué extraño es lo mismo!
Descubrir lo mismo.
Llegar a lo mismo.

¡Cielos de lo mismo!
Perderse en lo mismo.
Encontrarse en lo mismo.

¡Oh, mismo inagotable!
Danos siempre lo mismo.


En: Dos siglos de poesía mexicana. Del XIX al fin del milenio: Una antología, Océano, México, 2001.

Gabriel Zaid (Monterrey, Nuevo León, México, 24 de enero de 1934).