martes, 20 de diciembre de 2016

Eduardo Langagne, Un verso limpio, exacto, trabajado, bien pulido, aunque el pobre no sea inolvidable


NECESIDAD

Primero un epígrafe rotundo, convincente.
Después ese pronombre en la dedicatoria.
Abajo, un verso limpio, exacto, trabajado,
bien pulido, aunque el pobre no sea inolvidable.

Otro verso más claro, la sencilla metáfora
del verso que le sigue, tal vez algún recurso
que mantenga la idea y luego un tropo, alguno
que haga chocar las piedras de la alegre semántica

para que saquen chispas que alcancen la hojarasca
y se produzca el fuego. Entonces está listo:
se borra aquel epígrafe, se tacha el nombre de ella,
se suprimen los versos (los exactos, los limpios,

los pulidos, los otros). Se despoja el poema
de metáforas, tropos. Se abandona dejando
la hoja blanca manchada de palabras que digan
ciertas cosas humanas cuando alguno las lea.


PERCUSIONES
(Canto grave para tambor solo)

madre
madre muerta

mi tambor sobre tu tumba madre muerta

suena el cuero del tambor sobre tu tumba
y mis manos sobre el cuero del tambor sobre tu tumba

las uñas de mis manos
golpeando sobre el cuero del tambor sobre tu tumba
madre muerta

la sangre de las uñas de mis manos
sobre el cuero del tambor sobre tu tumba

la sangre de tu cuello está en las uñas de mis manos
que golpean sobre el cuero del tambor
sobre tu tumba tumba madre muerta


SEGURIDADES

hoy amo a una mujer que no está cerca
que no está lejos siquiera
que no está
y dondequiera que exista si es que existe
será inútil pensar que me conoce
que ha escuchado mi desorden o mi grito
no queda mucho más:
inventar que en la casa alguien espera
y pensar que el amor seguramente existe
si uno ha sentido un odio inexplicable


UNA VEZ LO DIJE PERO AHORA HA VUELTO A SUCEDER

Esa mujer paseaba con su aroma

Un día trajo
sus labios acostumbrados a la guerra
y un ciclón adentro de su blusa

entonces sobrevino la catástrofe


POEMA ENCONTRADO EN UN RINCÓN

Los amantes fueron un día adolescentes
se arrancaron con furia el cordón umbilical
para entrar en algún cálido lugar de la mañana

Se cubrieron con sábanas oscuras
dolorosas y limpias
y empezaron a odiar
                             quiero decir
                                              se amaron


OTRAS PALABRAS

Las palabras son a veces
igualmente dulces y redondas
que las uvas

Mientras la zorra claudica
frente al alto racimo
escribo yo


ÉL SIN MIEDO CANTABA

Han pasado veinte años de los primeros versos
que escribió aquel muchacho de la barba rojiza,
con su tinta nerviosa. Han pasado veinte años,
acaso la hora exacta era la más oscura
pues su barco zarpaba en busca del océano
sin saber si existía. Y en esas condiciones
él sin miedo cantaba como si tal empresa
requiriera su vida. Así era aquel viaje.


En: Dos Siglos de Poesía Mexicana. Del XIX al fin del milenio: Una antología, Editorial Océano, México, 2001.
Eduardo Langagne (Ciudad de México, 21 de diciembre de 1952). Foto: Jmp.

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