Manos que no son
las mías
intentan abrirme
y duele
aunque nunca estuve
cerrada.
Tus besos me dan
asco
ahogándome en la
espuma del jacuzzi.
Hay relámpagos y
más relámpagos
filtrándose por las
persianas del hotel
y sólo quiero que
todo termine.
De afuera
quisiera la
libertad
de no tener que
estar adentro
y salir así a lucir
el cansancio de
todo un día mezclándose
con el brillo en
los ojos que dejó el orgasmo.
*
Horas en que los
clítoris se abren
como mariposas
tardías.
Estoy limpia, él me
come.
Mirarlo es
marearse,
y es que el mar
entero mora en esos ojos.
Debo haber sido una
niña muy buena
para que me sea
permitido sentir su lengua llagándome,
lavar su cabeza
desnuda con agua de hammamelis,
sufrir su centro
rompiéndome una a una las vértebras
ver la herida que
nunca cierra más roja cada día
pasarme los días
congelando en uno o dos versos
esos ojos que
devoran al mirar.
*
SERRALLO
Otros ya idos
me coronaron reina:
final de un linaje
de crueldad.
Audaces, los que quedan.
Acérquense.
Anímense a ser
vistos así.
Voy a crear la
palabra perfecta
voy a decir sus
nombres
hoy nacen a mis
brazos.
Engendraremos
un ejército voraz.
Vamos a arder y
brillar.
TRABAJAR CANSA
Hombres con el torso desnudo
arrojan piedras al agua,
ven el río desde el río,
cometas que se niegan a volar,
cascos de viejos buques bajo el sol.
Hombres que una vez han hecho hijos
por la noche vuelven
a la pieza única, al único catre,
un último vaso de vino al acostarse,
alivio del fresco en la almohada,
asco de ese mundo que los olvidó.
En
revista de cultura “La Bota Literaria”, año 12, número 30, noviembre 2011.
Director: Claudio González Baeza.
Griselda García
(Buenos Aires, 1979). Foto: Julia Russo Martínez, GG en FB.