LA CASA VACÍA
Hoy llamé a la casa
vacía,
la casa de la infancia,
ese territorio donde la felicidad
fue la razón inconsciente de todas las cosas,
esa ventura de campo indómito
abierto al riesgo y al azar.
la casa de la infancia,
ese territorio donde la felicidad
fue la razón inconsciente de todas las cosas,
esa ventura de campo indómito
abierto al riesgo y al azar.
La casa vacía,
con todos sus ruidos alborotados,
con los pum asombrosos
de una enorme palta caída,
con los frondosos rosales
de colores extinguidos.
con todos sus ruidos alborotados,
con los pum asombrosos
de una enorme palta caída,
con los frondosos rosales
de colores extinguidos.
La casa vacía
a la que llamé con un pretexto simulado
para escuchar la voz
de ese hombre que vivió como quiso y como pudo,
aprendiendo, como casi todos.
a la que llamé con un pretexto simulado
para escuchar la voz
de ese hombre que vivió como quiso y como pudo,
aprendiendo, como casi todos.
Escuché a mi padre,
con voz animada,
y se me evaporó el abrazo y el beso.
y se me evaporó el abrazo y el beso.
Conrado Yasenza (Lanús, 1967).
Foto: Conrado Yasenza
y su padre.
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