martes, 7 de noviembre de 2017

Leopoldo Castilla, El azar no descansa



LA IDEA DE DIOS

Se dijo que el hombre crea dioses
que inventan la totalidad
que inventa al hombre.

Si fuera por Dios
estaría fuera de ese círculo,
porque él es sólo el impulso de la materia
por retornar
de su propia, inalcanzable, lejanía.

Y es esa memoria
                             no Dios
                                   la que trasciende.

¿Cómo hallar un lugar para su reino,
si hay en el caos
                             un solo sitio fijo
y lo ocupa
el parto
            sin madre
                   de la muerte?

Con el nombre de Dios
peregrina la energía. En el camino
ese cúmulo atómico
fue bienhechor, verdugo,
fue muchos y fue nadie.

No tiene otra entidad que ese pasaje.

Lo intuyen imponente.

Y esa magnitud
                             no es más que la inmensidad del viaje.


NEUTRINOS

Nos atraviesan.
No los detiene
la ofuscación del astro
ni los varía
la lenta insolencia del cometa.

Una lluvia interminable
en los predios
                      sin edad
                              del espacio
que contiene estos sistemas
que no están donde creen
pues todo ocurre en un tiempo perdido.

Hilo por hilo unen
la materia
                al vacío.
Y en esa trama eres otra línea de fuga.

Los neutrinos te sostienen aquí,
latente.
            Sólo un momento.

Para que el mundo pueda construirse
lo que existe
                    no debe saber que ya se ha ido.


ALMA

Qué puede hacer la ciencia
con esta neblina del más allá
que vive acorralada,
                                 condolida.

Con esta lejanía
volando en una paloma
que no es una paloma
sino una carta secreta
que extravió la muerte.

Hasta el universo ignora de dónde vino.
Anda por ahí
                    pródiga y mendiga
llamando a su bandada.

Es tanto
              siendo nada.
Apenas unos pocos gramos
que solo pueden pesarse
cuando faltan.

Un día, callada, te abandona.

Y eres
         una palabra sola
                                     dentro de la carta.


LUNA

Esta isla eligió el aire.

Se llevó el camposanto del agua
por eso no tiene sombra el mar
se robó la niñez de las cordilleras
y un ojo de la noche.

Tan joven
                 envejece.

Siempre en el último día.
Viaja
      en un espacio antiguo.
Ovula en las mujeres
delicados finales que caen
de los insomnes
claroscuros de la muerte.

Tanto adiós
                    dejando.

Al partir
se detiene
en una hora ensimismada.

Entonces,
igual que una vieja actriz
se inmola en su propia luz
como una orquídea

               y cambia la calavera.


MUNDOS PARALELOS

En los mundos paralelos
el mismo acto,
con iguales protagonistas,
modifica los hechos,
cambia el final,
trastorna el argumento.

No hay un único destino,
cada opción se cumple
(esa lección está en los sueños).

Si en la suma de todas las combinaciones
está el propio abolido,
la eternidad, entonces, no tendría extensión
y podría permanecer
en una inminencia absoluta
el universo.

Él busca esa potestad.
Y apuesta.

Pero el azar no descansa.

Si el Todo para cada designio crea un mundo
el azar
para cada mundo
                            crea un espejismo.


“Lo más lindo de la poesía es la amistad de los poetas, los poetas tienen que beber juntos, los jóvenes y los viejos. La poesía es un pan para que lo comamos todos, es un regalo”. LC
En Poesón (al universo), El Suri Porfiado, 2016.

Leopoldo Castilla (Salta, 1947). Foto: Jmp

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