Lo efímero
LA FORTIUNA
(Fragmento)
Tal vez no ha sido
la fortuna quien nos ha recorrido
en estos días
cortos en la tierra
pero nosotros
necesitamos de cara a esa risa
encontrar oro.
LA JUVENTUD
Como un globo de
cumpleaños
que dice Feliz
Cumpleaños
y cabecea
exangüe
en una calle
adoquinada
después que
todo ocurrió
y sucede
que dura más
de lo que dura
para lo que fue
creado
su persistencia es
casi un escándalo
que se debe ocultar
porque
incomoda a todos
los que
a él se aferraron
y ahora con
tozudez
lastimosa
arrastra su deseo
de perdurar
un poco más
él
que fue felicidad
es menos
que nada.
LA MEMORIA
Es olvido. Es
polvo.
Es un hálito de
humo
que apenas vela
lo que habrá de
venir.
Pero no lo cubre
ni lo impide
ni lo impregna.
Se resigna
a caer
como una lluvia
tenaz
acaso fría.
Que todo lo moja
y lo estropea.
Todo se desploma en
ella.
Hasta la luz
de lo que fue.
Entramos
en su intemperie
sólo para comprobar
que no hay modo
de ser
más que ser aquello
que
se pierde en ella.
En su muelle manera
de esfumarse.
EL HOMBRE
Reducido a cenizas
el hombre pesa.
Arrojado a las
aguas
el hombre encuentra
su lugar.
Esparcido a los
vientos
triturado por
la gramilla y las
raíces
del campo
el hombre
alcanza su
estatura.
El hombre podrá ser
una sombra.
Su voz perderse
entre las
multitudes.
Ser apenas
presente.
Podrá no haber más
que ese destello
en toda oscuridad.
Pero brilla.
EL POEMA
Este poema se
escribe para que lo leas
a vos está dedicado
a vos te habla
y por eso se
despliega aquí
como un agua
al encuentro de una
sed
que ella adivina.
Ésta es mi voz
tiene las
inflexiones
que conoces
las palabras que yo
elijo a menudo
para decírtelas.
Nada nuevo ni
distinto.
Pero que hace
nacer esto que acá
murmura como algo
que no sabe su
destino
y que aún así
confía.
Busca encontrarte
busca llegar a un
lugar tuyo
para allí perderse
y hablar con
verdadera voz
como esa agua que
sacia.
Éste es el poema
que va
a tu encuentro
hablándote.
Al cabo somos esto
que pervive
de nosotros.
Poemas inestables
VI
LO NUESTRO
3.
Lo disperso que
nuestra desidia olvida
persiste y entibia
el hogar que
habitas.
Una mañana es
apenas un instante
pero se abisma
hacia los días y las noches
en que tu porfiada
energía los guió
hacia este presente
de amoroso silencio.
Dejo sobre la mesa
todo lo que tengo
y tal vez se pierda
un momento después
y nadie sepa lo que
ha sucedido.
Somos olvido y
disolución.
Pero nuestros
cuerpos portan
la confianza de
quienes fueron juntos
y eso alcanza
en la luz de un
desayuno tardío.
Los
poemas fueron seleccionados por Néstor Mux. Hace unas horas, en casa,
compartimos vino y calor junto a la parrilla. Néstor me dejó el libro de Gaya,
en el índice estaban marcados con tinta negra aquellos poemas que, por el
motivo que sea, le habían atraído más. Simplemente tuve que tipearlos. Mux
contó lo cordial y amistoso que Gaya estuvo en una lectura que hizo en Berisso,
en un ciclo organizado por Griselda Eustratenko. Aquí me planto.
En:
“Lo efímero y otros poemas inestables”, Ediciones En Danza, 2009.
Miguel Gaya
(Ayacucho, Provincia de Buenos Aires, 1953). Foto: MG en FB.
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