viernes, 10 de agosto de 2012

Julián Axat, las Madres como hecho poético


LAS MADRES COMO HECHO POÉTICO
Algunas reflexiones

Por Julián Axat- Poeta e Hijo

Un hecho poético es un chispazo en la historia producto de un tipo de fuerza que la historia humana otorga, dona. No es un regalo de los dioses. Walter Benjamin (en sus Tesis), dice que hay distintos tipos de fuerzas hacedoras de la historia en la que los pueblos oprimidos se levantan o siguen oprimidos. La fuerza mesiánica de una generación es un momento clave (un clinámen), se desarrolla o queda como conato. Depende de la capacidad humana, y de que ella encuentre la forma correcta. Si resulta trunca, la padecen varias generaciones hasta que la vuelven a desarrollar. Los saldos a veces son terribles. No hay espera, hay que empujarla. Si se desarrolla, entonces hay despliegue de fuerzas en un tiempo, y tienen capacidad de ruptura. Claro que se chocan contra formas opuestas que le impiden seguir. La negación de cierta energía poética, es aquello que Cesar Vallejo denominaba los “Heraldos Negros”.

Podríamos pensar que el origen del Peronismo tiene algo de esa fuerza, también la tiene la resistencia peronista luego del 55, la tuvieron algunos (no todos) los movimientos revolucionarios. La tuvieron las Madres, a su manera.

El kairos (oportunidad justa) de las Madres manifiesta un hecho de “poiesis” histórica. Como poema vivo, cuerpo fuera del papel. Con capacidad de ruptura e identidad épica. La descripción de tal “poiesis” que “se sale” de  la vaina, con una manera distinta de intervenir en el espacio público, deviene “autopoiesis” que es, un tipo de identidad asumida que subvierte todas las formas hasta el momento existentes, para pensar la resistencia (hasta el momento que aparecen en escena las Madres no existe ningún movimiento, agrupación, organización que se le parezca). Se trata de un hecho inédito en la historia Argentina. En un tiempo y espacio específico, nace y se despliega una forma inédita de resistencia. Quizás, no traspolable a otros tiempos o lugares. No repetible.

Dicen las Madres en un cántico: No hay perdón no hay olvido para la mano ciega /que destrozó la rosa de la muchacha en flor, / que le quemó los senos, las pupilas, los párpados, / no hay perdón no hay olvido / para los que sonríen lo mismo que Gardel, / desde las fotos sucias del secuestro y el crimen. / No hay perdón este jueves. / No hay olvido este jueves /Hay una luna roja, tan pequeña, que cabe en la camisa.

La poesía no es acción literaria al papel, es fenómeno histórico de un cuerpo trazado por un rayo. Surge o no surge. El resto es retórica. La poesía, al decir de Rimbaud, es un chispazo, una iluminación en figura. El aura del poeta como raptus, manifiesto irrepetible en una lejanía sostenido en el tiempo por una fuerza extraña, un fantasma. Pienso en los poetas que evocan esta irrupción. Todos los poetas latinoamericanos dedicaron poemas a las Madres.

Pienso en la poesía de Juan Gelman por ejemplo, en un Gelman desterrado pensándose Madre, o proyectándose Madre, mientras las observa a la distancia evocadora: cuando pasabas con tu otoño a cuestas / mayo por mi ventana /y hacías señales con la luz /de las hojas finales / ¿qué me querías decir mayo? /¿porqué eras triste o dulce en tu tristeza? / nunca lo supe pero siempre /había un hombre solo entre los oros de la calle / pero yo era ese niño /detrás de la ventana/cuando pasabas mayo/como abrigándome los ojos/y el hombre sería yo ahora que recuerdo.

Mientras la dictadura arrasa con el tejido social, extermina la formación política de organizaciones sociales, elimina el elemento de solidaridad y compromiso, para que la desaparición de ese elemento dure décadas en forma de “miedo” hasta volverse a replantear. Paradójicamente, en el mismo momento que se produce la negación de la vida y una forma de resistencia es eliminada de cuajo, en ese contexto, nace una algo que podría parecer anómalo, salvaje, o salto cualitativo: mujeres-madres separadas reclamando por sus hijos, caminan juntas, se tantean, conversan, sufren, se ven obligadas a entrevistarse con genocidas para saber dónde están sus hijos, arman listas, interponen habeas corpus, se instalan en la puerta de comisarías, cuarteles, cárceles. Investigan, se juntan, se abrazan; en ese convite, en el roce de sus voces, nace una empatía, una pequeña potencia que comienza a desencadenar una fuerza inédita, epifánica, que con el transcurrir de los meses pasa a ser “pañuelo”, un día de la semana en la plaza alrededor, alrededor de su centro, y ese es el centro de todas las plazas del país.

La épica de las Madres, es también una fuerza bio-poética. Cuando autores como Michel Foucault hablan de bio-poder habla de la eliminación de una vida que no merece ser vivida (bio-política), en función de la administración burocrática de un ser biológico-político obturado que por un tiempo no puede volver a aparecer como ser social en comunidad; es despliegue tanático del genocidio y el terror que destruye los cimientos de la civilización alcanzada (el desempate hegemónico cultural). Esa destrucción es también la destrucción de una épica. La matriz, la matrix, el materon, es la fuerza contraria, vital-biológica que nace al mismo tiempo; la madre, la pitonisa que reacciona gesta vida parida y útero de épica para desplazar a tanathos. La bio-poética (ya no biopolítica), es la re-generación de formas más íntimas de poesía subyacentes, de una épica construida con retazos de la épica de los hijos; nutrida de poetas reconocidos vinculados al proyecto de las Madres, con intelectuales que estuvieron, que pasaron, que se fueron, y que volvieron. Épica que continúa en democracia, porque el terror se solapa en democracia, y los cuerpos desaparecidos son la deuda de esa democracia.

Lo que la dictadura 76/83 no podía prever era ese hecho inédito, la abrumadora fuerza de la madre desesperada ante la desaparición de un hijo. Una madre sin el cuerpo de su hijo, una madre que no puede enterrar el cuerpo de su hijo, es una figura desencajada en la historia, una “Antígona furiosa”. Y eso le da permiso para tomar la voz en escena y denunciar al poder. Nada puede parar a una madre que denuncia al poder, ninguna jauría, ningún heraldo puede contra el pañuelo de una Madre. Los caballos relinchan hacia atrás, corcovean ante los pañuelos. Respeto ante las madres. Respeto ante una madre. Las madres nacen sin los cuerpos de sus hijos, y en eso se emparentan con los poetas, son buscadoras entre tinieblas, hasta el infinito hurgan en la historia. Nada puede detener el dolor de una madre sin cuerpo. “Vivos se los llevaron, vivos los queremos”.

Las “Locas de la Plaza”, se presenta como estigma inventado por los “otros”. La complicidad civil, los medios de comunicación. Los milicos utilizaban la “locura” para patologizar una actitud política que no podían normalizar, porque los excedía. Las Madres se le iba de las manos, el estigma de “La Loca” no  funcionó para dañar y controlar. Como enseña Irving Goffman al pensar el “Estigma”, hay identidades que saben invertir los estigmas que el enemigo coloca.. Hay locos que están demasiado cuerdos, y utilizan la supuesta locura como estrategia de sobrevivencia y conquista. Pasan a la ofensiva. Las Madres invirtieron el estigma del poder de turno, lo supieron usar como forma de lucha. Esa es la clave poética. Si bien algunas quedaron en el camino, otras avanzaron, entendieron, se consolidaron.

¿Por qué Las Madres son hacedoras del tema Salud Mental? Porque justamente padecieron el estigma, y ellas saben qué es la “Locura impostada de afuera”. Quién mejor para convocar a Congresos que hablan de este tema- que no silencian la locura con mordaza o chalecos de fuerza, que las Madres, antes consideradas “Locas”. Hoy demasiado cuerdas. Esto es un hecho de naturaleza poética.

Julio Cortazar, reescribe el Elogio de la Locura de Erasmo de Rotterdam, y dice:
“Lo irracional, lo inesperado, la bandada de palomas, las Madres de la Plaza de Mayo, irrumpen en cualquier momento para desbaratar y trastocar los cálculos más científicos de nuestras escuelas de guerra y de seguridad nacional. Por eso no tengo miedo de sumarme a los locos cuando digo que, de una manera que hará crujir los dientes de muchos bien pensantes, la sucesión del general Viola por el general Galtieri es hoy obra evidente y triunfo significativo de ese montón de madres y de abuelas que desde hace tiempo se obstinan en visitar la Plaza de Mayo por razones que nada tienen que ver con sus bellezas edilicias o la majestad más bien cenicienta de su celebrada Pirámide. En los últimos meses, la actitud más definida de una parte del pueblo argentino se ha apoyado consciente o inconscientemente en la demencial obstinación de un puñado de mujeres que reclaman explicaciones por la desaparición de sus seres queridos....”.

Esta última idea de Cortázar me parece brillante y al desarrollar la idea de “DEMENCIAL OBSTINACIÓN” de las Madres, el hecho poético adjetivado. Entre el 76 y el 83, la desaparición, la eliminación y exterminio de la lucha armada, la persecución de la clase trabajadora, del movimiento estudiantil, de partidos políticos, la censura, el cierre de universidades, etc. Toda forma de resistencia anulada, solo podía depositar o confiar en la única resistencia posible, en la “DEMENCIAL OBSTINACIÓN” de un “puñado” de Madres. Las Madres como única esperanza. Una lucha dentro del horror. Una chispa en las Tinieblas (para parafrasear a Sartre), y también pensar que sostenerse de esa chispa, era una forma de sostenerse en los pañuelos para que esa chispa lleve a la luz, al umbral de la democracia.

La poesía es memoria – poiesis y memnoysné, van de la mano, de  allí que me interesa penar en aquellas evocaciones que el surgimiento de las Madres generó en los Poetas. Pues no solo deposita la fuerza el movimiento político desterrado, censurado, exiliado, escondido; también lo hicieron a su modo los poetas echados de la polis (durante la Dictadura, durante el Menemismo). Los poetas no son ajenos a dotar de fuerza simbólica a las formas genuinas de resistencia, como en el caso de Las Madres. Vuelvo a Gelman, y a su “Oratorio a las Madres”: Madre /temprano empieza el alma a dolor / pálida / a incierta luz explora tu no estar / fuimos uno / hijo /un solo ser en dos / te abrigué, te gesté, te diste / con mi cuerpo vacío de vos /eras mío / ¿hasta cuándo? “hasta encontrarlos”. lo volvería a mi vientre / a mi abrigo / a mi mar / otra vez lo nacería

La madre y el hijo desaparecido se buscan por medio de una danza alrededor del árbol de la vida, se hablan en la oscuridad, se miran en los cuartos vacíos. La madre finalmente dialoga con ese hijo que va buscando y pariendo al mismo tiempo.

Las Madres y el sueño demasiado real de la lucha de la vida contra la muerte, insisto, de la luz contra las tinieblas. No tiene fin, porque aun cuando el cuerpo aparece, no repara la calamidad, no está vivo. De alguna manera, para las Madres, sigue desaparecido. Solo ellas lo vuelven a parir con la batalla cotidiana, que es el hecho poético que vuelve a hacer parir a sus hijos. 

Me gustaría cerrar con un poema que escuché leer a Hebe evocando la figura del Che, y que a ella le atribuyo como autora, con motivo de los 20 años de la Dictadura. Hebe inmortalizó esa lectura, la fuerza profanatoria de Hebe al leer este poema es descomunal, vibra profetizando la justicia que ha de llegar, la que llegó y hoy vemos. Hebe lee con los tuétanos, con el arquetipo de madre, con el útero abierto al infinito, con la electricidad de quien vaticina las generaciones que se venían. Sin miga y cáscara de Benedetti. Que seamos como el Che!:

“Padre nuestro que estás en el tiempo/ sangre que corre por los ríos de América/ guerrillero intacto que invoca los Andes/ sueños y esperanzas que inunda el corazón de los indios y corre por sus venas/ santificado sea tu nombre/que comparte su luz con el sol/y esparce su oscuridad de infierno sobre la serpiente del siglo veinte/esa misma serpiente que nos brinda sus manzanas/ y sus transnacionales y sus bancos y sus deudas/ que nos quiere imponer su comercio/ y nos embarra con su mierda/ cárganos pues en tus brazos de acero/ y haz que vengamos a tu reino para seguir viviendo como tú vives/ para alzar nuestras armas y ofrendarlas al viento/ llévanos en tus pupilas de fuego/en tu sonrisa de vida/y en tu garganta de vencedor inmortal/hágase tu voluntad/ así en la tierra como en la tierra/ cubre este continente que amanece resplandeciente en tus cabellos/y que busca su libertad sin saber que ella es un pájaro/danos el pan nuestro de cada día/ no el de miga y cáscara de Benedetti/sino el pan que necesitamos para alimentar nuestras fuerzas y sueños de futuro/ el valor, el de la victoria/el que/ necesita Chile y le falta a América/el que necesita Argentina/ni siquiera te pido que perdones nuestras deuda/ porque jamás las pagaremos/pero sí ayúdanos a no perdonar a nuestros deudores y enemigos/cabalga de nuevo sobre tu rocinante de ideas y principios/y guíanos que llegó la hora de cobrarles/y de cobrar la vida de los nuestros/te exijo, además/ que no nos deje caer en la tentación de traicionar nuestros principios/ y apagar las voces de nuestras guitarras/de vender nuestra poesía/en nombre del pobre/ de todos los sin trabajo/y del indio/y del espíritu santo/Che”.

  
Tercer avance Congreso de Salud Mental, Pasaje dardo Rocha de La Plata, 8 de agosto de 2012.
La voz de Hebe puede esccucharse en: http://www.youtube.com/watch?v=CsXSzqzUsz8

Foto: Hebe y Axat. Archivo DLTD.

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