jueves, 2 de febrero de 2017

Luis Franco, El banquero llevando a la manicura sus uñas de hiena


POESÍA PURA

A Alberto Hidalgo

Sollozos tumefactos que no logran cruzar la garganta.
Frentes haciendo de lápidas a pensamientos ausentes.
Niños que ya no son meros aprendices de viejos.
Se fusilan las ideas insurgentes un poco antes del alba
y se degüella todo grito pionero o de alerta.
Es forzoso a los más el ingreso en la Legión Extranjera del Hambre.
El sudor del salario es más copioso que orines de camello.
El esqueleto curiosea a través de muchas pieles y desocupados
y mendigos desfilan con el féretro al hombro.
Los soldados: soldaditos de plomo usados como proyectiles.
Las mercenarias custodian en todos los rincones
la fecundidad de las matronas y la fragilidad de las doncellas.
Los pabellones patrios deviniendo meras hojas de parra.
Y la civilización cultivando fábricas de armas como macetas de alhelíes
regadas por el Jordán de aguas servidas que bajan desde Roma.
Todo esto y por encima de esto
los cocineros que se desayunan cada día
con el expolio y el crimen perfectos,
la cofradía de los hartos, aunque nunca del todo,
que devoran después del banquete sus propios vómitos.
El terrateniente que quiere usar de alfombra un mapa.
El cardenal de barriga mitrada y secretos blindados.
El general que tiene de retaguardia un cementerio.
El banquero llevando a la manicura sus uñas de hiena.
El juez y el polizonte sirviendo de muletas
a la casta que ha perdido el uso de las piernas y el bochorno,
y el político alando a la democracia de avemaría y dividendos
con urgencia de esfínter relajado.

Sólo que ninguno sospecha que el hipo de los sumergidos
se alza ya como un géiser enviado del infierno a los cielos
para intentar, oh poetas, el lavado del mundo.


En: Insurrección del poema, Colihue, 1979.

Luis Franco (Catamarca, 15 de noviembre de 1898 – 1 de junio de 1988). Fue albañil, agricultor, hachero, poeta y narrador. Foto: Jmp

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