viernes, 14 de noviembre de 2014

John Ashbery, Seis poemas


¿QUÉ ES LA POESÍA?

¿La ciudad medieval, con un friso
De niños exploradores de Nagoya? ¿La nieve
Que llegó cuando queríamos que nevara?
¿Imágenes bellas? ¿Tratando de evitar
Ideas, como en este poema? ¿Pero nosotros
Regresamos a éstas como a una esposa, dejando atrás
A la amante que deseamos? Ahora son ellos
Quienes tendrán que creer
Como nosotros los amantes creímos. En la escuela
Todo el pensamiento fue rastrillado:
Lo que quedó era como un campo.
Cierra los ojos y podrás sentirlo por millas alrededor.
Ahora, abre los ojos en el eje de una fina línea vertical.
Podría proporcionarnos -¿qué?-¿algunas flores pronto?


CORAZÓN SIN TECHO

Cuando pienso en terminar el trabajo, cuando pienso en el trabajo terminado, una enorme tristeza me invade, una tristeza paradójicamente como la alegría. Las circunstancias de su hacer se hacen a un lado, su ser toma posesión, como un inquilino en una casa alquilada. ¿Dónde estás ahora, corazón sin techo? ¿Atrapado en una bisagra u oculto tras un panel de yeso, como tus predecesores sin nombre ahora que han sido catalogados? Es mejor no habitar en nuestra situación, aunque habitar en ella es profundamente refrescante. Como una cómoda cubierta de frutas y decantadores de vino. Como un barrilete tridimensional a un barrilete plano. La intimidad del tropezón. La manera de respirar. La caricatura en la pizarra.


CÓMO TE CONOCÍ

Debo haber tenido una noche de buen dormir, es decir
pensando en despertar y despertándome,
cambiando de posición para acercarme a vos, y después no.
Eso y la música que nos toca, a veces
oportuna, a veces incompleta, como Ulises y Penélope
conversándolo en el cuarto de atrás, no
demasiado preocupados por si la gente escucha, después de todo
es problema de ellos, ¿no? O tal vez
estaba corriendo una carrera a lo largo de la luna, la orilla del agua
parecía más o menos en su lugar, pero cómo podía yo saber
de qué orilla se trataba. ¿El chapoteo o el agua? Al final
todo se reduce a estas cosas, tal vez nimiedades.
Y por supuesto, podrás tenerlo “por lo que vale”,
sólo cuando ya nos hayamos
replegado de nuevo;
hay gente que puede desprenderse de estas cosas
tan seguros como otros de que luego te las traerán de vuelta
por el camino más largo. Además,
las tablas fueron pintadas de rojo, de arriba a abajo.
Algo como un escalofrío produjo una atmósfera aislada
sólo que yo no estaba hablando sobre eso, sólo
donde las copas unidas, en una danza, entrelazándose
como tallos en un estado de ánimo alegre y abierto
por una única vez.


EL AMIGO A MEDIANOCHE

Teniendo en cuenta que todas las cosas se rompen,
el estudiante destacado nos apremia con sus futuros planes:
No se rindan. Es demasiado pronto. Las cosas se rompen. Sí, fracasan
o quedan ancladas más adelante, pero nadie puede ver tan lejos.
Mientras hablaba, el sol se puso. Creció el silencio en la arboleda.
Hay ahora como nunca antes, más de nosotros mismos tomándonos a nosotros en serio,
pensó uno. Puede que nunca nos demos cuenta de nuestras vidas
hasta que sea demasiado tarde, y un hombre con un perro venga a dispararnos.
Me gusta sin embargo pensar que todo conlleva su propia recompensa,
que mentirosos como nosotros fuimos hechos para durar por siempre,
y que cada mañana tiene un timbre especial que le es propio.
Así que nos vimos enfrentados al amigo que vino a medianoche
y quiso reemplazarnos con una canción. Nos resistimos con rabia:
Había demasiada comida en su mesa, la noche era demasiado negra,
y a nuestro alrededor unas bandas de outsiders, decadentes,
entablaron negociaciones con sus tinieblas. Esto
parece omitirnos, su razonamiento, o en el pozo del tiempo
puede que no nos queden fondos, y los cosméticos acudan a ponernos una buena cara,
preguntando ¿por qué este viento mágico, con tantos ángulos
contra el prisma del río y el incendiado cielo azul?
A lo que uno responde: nada está a la deriva
demasiado rato. Acaso seremos sobrepasados
incluso por nuestra felicidad, y nos hundan las olas de pasión.
Ahora bien, ¿no fue sencillo? La inhalación de un instante y todo el mundo
se puso a ponderar el asunto con mayor profundidad.
Afuera, los niños se deslizan sobre un trineo
infinitamente.


LA MEJORÍA

¿Es eso donde sucede?
Recién ayer cuando volví, sentí
un diáfano desapego por esta habitación, por los espacios,
por el cielo entero y lo que sea que se encuentre más allá.
Sentí la berenjena, después el ruibarbo.
¿Nada parece lo bastante fuerte para
que esta vida lo atienda y llegue a ver
adentro de las partículas que forman cierto tipo de entidades?
Entonces nos vestimos amablemente, locos por el momento.
Y una vida de epílogos empieza.
Nunca vivimos lo suficiente a lo largo de nuestras vidas
para saber cómo es el día de hoy.
Fragmentos, playas sonrientes,
de algún modo nos abandonan incluso mientras charlamos con ellos.
Y el leopardo es transparente, como un té helado.
Me despierto, mi cara apretada
contra el rocío dejado por la confusión de un sueño. Importaba,
a causa del sueño, y porque los sueños son por naturaleza tristes
aún cuando haya muchas exclamaciones y golpes
como hubo en éste. Quiero que lo abierto
del sueño se de vuelta de adentro hacia fuera, estallado
por sus propias preguntas informuladas, en briznas de sentido
más allá de los cálculos del cielo. Entonces la flor de larkspur
se envolvería en su propio desproporcionado peso,
y los árboles podrían volver al punto de partida.
Mira, nuestros labios se curvan.


TIEMPO LOCO

Este tiempo loco que estuvimos teniendo:
Cayendo hacia adelante un minuto, recostándose al siguiente
Entre las hierbas sueltas y suaves, blancas, anónimas flores.
La gente ha estado haciendo de eso un vestido,
Cosiendo a puntadas el blanco de las lilas con relámpagos
De un cruce de caminos sin nombre. El cielo invoca
A la tierra sorda. Y el desorden proverbial de la mañana
se corrige a sí mismo mientras te levantas.
Estás vestida con un texto. Las líneas
Cuelgan hasta los cordones de tu calzado, y nunca volveré a querer o necesitar
Ninguna otra literatura que esta poesía de barro
Y ambiciosas reminiscencias de los tiempos en que esto venía fácilmente
A través de los bosques de entonces y los campos arados, y tenía
Una simple dignidad inconsciente, a la que ahora no podemos esperar
Aproximarnos, excepto por esos angostos barrancos que nadie
Va a inspeccionar, y donde acaso algún ejemplo tardío de lo raro,
espécimen de poco interés, puede que continúe dando frutos,
por todo lo que sabemos.



Traducción: © Lisandro Kahan y Florencia Abbate.
John Ashbery (Rochester, Nueva York, EEUU, 28 de julio de 1927). Poeta.
Photo: Bill Hayward. JA 70s San Francisco. 

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