UN MI PADRE… EL TAL LEZAMA
El río en la suma de sus
ojos anunciaba
lo que pesa la luna en sus
espaldas
y el aliento que en halo
convertía…
Así el espejo averiguó
callado,
así Narciso en pleamar fugó
sin alas.
Lezama Lima
En una misma gota
de agridulce piedra lunar
El poeta y el hijo
Cayeron en
torbellino esplendente.
Un rostro opaco
opacó aún más su opacidad
De cotidiano trajín
salpicado
De incontables desavenencias
conyugales
Fue fustigado por
nuestras palmas lanzadas a rebato furioso
En bandada de
bofetones de cabezas de alfileres.
Firme fuste en
audaz ajuste de cuentas con el nombre
Interrogando con
intempestivas voces:
¿Cuál es el nombre?
¿Dónde está ese
hombre precipitado en suaves sueños
Orgásmicos y nunca
falaces digresiones interpretativas?
¿Acaso necesita
explicación el amarillo
De la roja flor
azul de Delacroix?
¿Acaso preguntó
aunque más no sea una vez
Funámbulo
arriesgado y suicida
Por qué podía
quedarse parado en tan frágil hilo
Un dios que nació
para caer?
Mi vicio un vicio y
una nostálgica manera
La de enhebrar
caracoles y signos
En veloces y
espantadizos dientes de conejo.
Su vicio una
tremenda lucidez para elucidar
Lo lúdico del nada
lúcido envés de la vida
Y el lúbrico
ambular amblador entre los morfemas
Caireles de
balanzas rotas y mazapán azul
En los agónico
caballos de Uccello
Hincándose en áurea
matriz dejando una imagen
De inicial
frustración y aquiescencia
No ajustable a
cartabón imaginable:
Ser parias paridos
por la palabra
En parto
particular-mente partido.
Par de parias con
un obús por cara y una cara
Por toda queja
levantándose en doble ala.
Una mirada al Sur
cuando el Arco Iris constriñe
La verdadera
témpera del tiempo maltratado
A destajo mientras
el día y la noche se juntan
Para hacer de la
luz una oscuridad hirviente y fría
Cuando el calor de
una gelatinosa espera habla
De suaves tardes
entre palabras reacias
Y firmes torsos
adolescentes.
Todas redes que
soportan la fatiga sin pausa
Y no temen acabar
escayoladas por la pertinaz
Pátina del tiempo y
sin mañana.
Porque los
almanaques sienten temblar
Sus flacas piernas
de límites y muertes
Cuando un ojo abre
una O oscura o deja colgando
Flácidos sus pechos
la frágil be con su nunca
Perdida mayúscula
dulzura porque también
Un mi padre… el tal
Lezama nació de una be larga
De muslos como
jotas y labios como emes.
La plácida placenta
fue entonces regurgitada
Siete veces por las
cinco vocales y el cordón umbilical
Fue divertido por
erótica equis sin razón y mil abortos.
UNGARETTIANA
La tarde cenerina
húmeda y ácida
atraviesa
el canal de mi
sangre
que picotea
entre nombres
brutales
y lejanos.
Quieto
al borde
cabeceo la memoria.
ALITER
La ciudad con olor a río y el útero
La costanera y el pescado asándose
Ante las miradas con cristales de vino
De los amigos alrededor del fuego
La calva neta y amada del viejo poeta
Y sus manos y su boca y el gesto aquél
Que hoy cuando el alma se recuesta
En la caricia de la memoria para no morir
De locura y soledad aparecen junto
A la piel de aquella mujer que quedó
Apretada a mis ojos y no puedo arrancar:
Mi ciudad, el río, mis amigos, mi amor,
Tal vez sólo eso sea la poesía, tal vez.
La ciudad con olor a río y el útero
La costanera y el pescado asándose
Ante las miradas con cristales de vino
De los amigos alrededor del fuego
La calva neta y amada del viejo poeta
Y sus manos y su boca y el gesto aquél
Que hoy cuando el alma se recuesta
En la caricia de la memoria para no morir
De locura y soledad aparecen junto
A la piel de aquella mujer que quedó
Apretada a mis ojos y no puedo arrancar:
Mi ciudad, el río, mis amigos, mi amor,
Tal vez sólo eso sea la poesía, tal vez.
MEDITERRÁNEO
Estas arenas donde
mi pie cautivo
De un corazón
lejano pisa
No son esas arenas
de aquel sueño
No son esas arenas
donde quedaron
Elpénor insepulto y
Ulises acechante
Donde sonaba el
galope del centauro
Donde Nausícaa
bañaba su inocencia
Donde la idea era
la suma de la idea
No son estas arenas
el remanso
Ni la fiera
naumaquia donde las fieras
Y las naves
luchaban bajo el gozoso
Mirar de la
doncella y el tirano
No son estas arenas
las arenas
Que la epopeya
canta ni las otras
Las del sueño
perturbado del poeta
No es este mar el
que buscaba
Ni ésta la luz ni
ésta la oscuridad
Ni éstas las
estrellas neblinosas
Ni este feroz
desierto urbano
Lo que mi alma
necesita.
AL FIN EL GOCE
MACHINA MUNDI
Amarillys purpurea
y vi a Dios en su tarea
el lobo estepario
liliata rutilantium te confessorum turma
circumdet
iubilantium te virginum chorus excipiat
el dedo del ojo del
dios recorre trémulo la carne
los adentros que
rezuman entre sus piernas
el dios se afana en
el tajo en el placer alfarero
lirio vulvabulbosa
baya que chorrea
belladonna
tubotuberosa campanilla
muguete azucena en
el borde escarlata verde
el deseo placer del
dios cuando la creación
de la flor
fotosintética lo que agrega saber
el conocimiento
embellecido artificio del ombligo
pulsión engranajes
del sonar el concebir en mente
la textura el color
la jugosidad para el palpitar
la extrañeza del
sentido ante la tanta belleza
el largo peciolo
que chorrea y abraza el escapo
globoso almizcle
que se derrama denso
-¡ay, que el
corazón del dios!- por donde se va
tejiendo la urdimbre
lo que puede la palabra
el dedo del ojo el
temblor el placer de sentir
el lenguaje
naciéndose haciéndose bemba lustrosa
que absorbe lo que
gotea la piedra de saliva
caparazones que se
desmantelan se desmadeja
la lujuria cuando
la creación del lirio
el ojo y el dedo y
la lengua del dios trabajan
en la creación de
la inocente e ignorante belleza
¡no! el pecado
original cuando la belleza originaria
del barro y del
hueso paraquelavidaseaporeldeseo
trenzas de ideas
por donde todas las fuentes
durante el escorzo -¡mira!- los
gestos del pétalo
sobre la palabra
debajo los jugos que jugamos
la lengua flap flap sobre el borde suave
cráter que
enloqueció al otro dios al de la guerra
y se rindió en el
bosque ante el cazador de jabalíes
estremecí-en-verdad-os-digo-en-verdad-os-digo
el jugo se desliza
por el dedo y quema
y disuelve el
pensamiento impregnando
el pequeño barrueco
donde el humor
agua de la geoda la
gota de sudor del miglior fabbro
sentado en la
piedra laborando la esencia y la forma
el tallo quebrado del
goce del dios
que concibe en la
mente y amasa para que sea
flor la idea flor y
después del lirio
el reposo del
guerrero
En
“El último gesto”, Laborde Editor, Rosario, 2005.
Humberto
Lobbosco (Santa Fe, 1948). Poeta, traductor.
Foto:
Encuentro en City Bell, 31 de octubre de 2009.
José
María Pallaoro, Raíl "Bigote" Acosta y Humberto Lobbosco.
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