domingo, 2 de octubre de 2016

Ted Hughes, Celda aislada del mundo


LARVA

Bestia de carga, con ideas de cocodrilo
y cuerpo de feto.

Rastrero absurdo, vives en una barraca,
eres tu peor enemigo.

Tu paranoia es arrastrar un castillo
por ese paisaje lunar, como un tren descarrilado

bajo la tromba del río.
Deberías haber sido cangrejo. No vale la pena.

En marzo las truchas se atiborran
con los despojos de tus dudas y esperanzas.

Cara de avispa, huérfano y abandonado prematuramente.
Das gritos de guerra inaudibles e improvisas

ese apaño hercúleo que es llevar a cuestas tu casa;
puedes pellizcarme el dedo pero

todavía eres un bebé.
Tus ropas campestres de paja, estilo samurai,

tu malla nibelunga de ágatas, solo
afirman fantasías de miedo y hambre.

Date prisa. Súmate a la orgía
aquí entre las hojas, bajo la llovizna,

bajo una carpa endeble de alas oscuras.



UNA ANGUILA

I

Lo más raro es su cabeza. Esa cúpula que cubre el cerebro
madurada de forma extraña, como una carlinga hinchada
con un cargamento enorme. Como glándulas lobuladas
de enorme sensibilidad. Qué extraña es la cabeza de la anguila.
Ese fruto de la evolución, abultado y brillante como una ciruela.
El morro es como el rostro aplastado de una zapatilla,
la boca es una mueca sonriente y mecánica
de depredador frustrado. Y el iris es como oro sucio,
destilado solo lo justo para distinguirlo
del lodo oliváceo de su cuerpo,
de los grumos y granos negros. Y ese ojo prematuro,
con la órbita más grande y con una visión más difusa,
situado detrás del ojo, más pálido, más ciego,
vuelto hacia dentro. Su joroba de búfalo
antecede su avance asombroso.
La aleta pectoral en medio del hombro, concesión
a la vida de pez, se oculta
pegada a su envoltorio: la piel de debajo
muestra la pálida desnudez de las profundidades de la anguila
igual que el vientre, que es como una perla opaca.
Lo más raro es esa piel que parece una huella dactilar, ese tejido gomoso
que la mantiene aislada. Todo el cuerpo
tiene ondulaciones identificativas. Aquí está,
hace flotar los sargazos
con su deseo secreto. Su vida es una celda
aislada del mundo. Su paciencia
es universal y la favorece el amor
de las estrellas inclinadas, como si ella
fuera la única inicial de la Tierra. A solas
con sus millones de años, es el peregrino de la luna,
la monja del agua.


II

¿De dónde viene el río?
¿Y la anguila, mente nocturna del agua,
río dentro del río y al otro lado del río,
nervio nocturno del agua?

No del todo memorioso de la Tierra
ni tampoco del capricho del aire,
ni del sol desbordante. ¿Pues de dónde?

Del fondo del lago de la nada,
sargazo de Dios,
nscido de la espiral vacía de las estrellas,

persona resplandeciente.


En: “Poemas de animales”, Mondadori, 1999. Traducción: Javier Calvo.
Ted Hughes (West Yorkshire, Inglaterra, 17 de Agosto de 1930 – Londres, 28 de octubre de 1998).

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