miércoles, 14 de junio de 2017

Daniel Gayoso, La endecha para bien dormir


DAR FE


     Doy fe de la unción por los escondites. Ah ésta, mi gruta para un cuerpo fantasma. Cerca los ojos de la piedra y, más, el aliento. Piedra azul y angelada, ya brumosa. A salvo, a salvo. Casi un ángel velando su décima luna. Vacía, donde mal venido y madre precian el coraje. Ahora, y en las grutas que la añoren, y en su vientre final, que peor el lago bajo un piélago.

     Doy fe de la paz, sin saber que sabía. A salvo, a salvo. Y en estrecha abertura, visos de celaje, vaivén de pétalos. Las noticias del mundo. Pero, ¿había un Afuera? O la magia: Parpadeo y me olvido. Al hombro la morada invisible. Fortuna y cruz. Mira en los ojos la sonrisa del agobio si derramo el vino. Allí, conmigo y Dios, Ella y su niño me era dado soñar la vida. Ramo de murmullos, ofrenda que alumbraba.

     Y doy fe del exilio. De que el viejo Sello fue abierto cuando otro, mendaz, se cerraba para mí. Y no -clamé- yo no vivo sin extraviarme. Pero labios mordientes alzaron sombras de palabras. Y entonces estalló mi escudo, el invicto en leyendas. ¿Gloria, bautismo de fuego, verdades? Nada por doquier. Aire ajeno y desalmado. Y dónde mi roca imaginaria; dónde el escondite, vientre o tumba. Y qué haré de mi día esta noche. Y cuál me dirá la endecha para bien dormir.

     Estoy de pie, solo, entre las ruinas; siquiera recuerdo el nombre antes impuesto. Dios es mi juez… Pero será otro dios, recién nacido.        





Poema inédito. Daniel Gayoso (Buenos Aires, 1957). Foto: Jmp

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