jueves, 17 de marzo de 2016

Kato Molinari, La enemiga de la familia


ESQUINITA PORTEÑA

Despreciado hasta por las liendres, mi homeless danza en la esquina
cada vez que el semáforo se lo permite. Se dedica sonrisas
secretísimas. Después, sin convicción, tiende la mano enguantada
hacia los vidrios de los automóviles.

A lo largo del día hay varios momentos de cansancio, sin duda. Pero
puesto que sigue despertando podemos inferir que sale airoso de
casi todos los combates.

¿Bailará esta tarde cuando yo pase?



SALVO EN LO QUE RESPECTA AL ALCOHOL

Descanso sobre, dentro, en una reposera amarilla mientras las retamas odorantes se ventilan sin preocupación. Mi madre teje, mi abuela hace la quinta, mi padre lee "Los Principios" en la galería. El hombrón cruza las piernas. Pegado al pie que pisa en mosaico firme se echa mi primer perro. Paro no ser menos activo o emprendedor que el resto de la familia, él fuma en pipa y nadie lo reprende. Es que vivimos en una atmósfera permisiva salvo en lo que respecta al alcohol.


LA ENEMIGA DE LA FAMILIA

Yo era propensa, dictaminó mi parentela no
deseada, a: la gula, la vagancia, la lascivia,
el sueño, el dibujo, la música, las palabras
escritas.
Era, por lo tanto, la enemiga de la
familia.


DUERME DE SENTADA

Duerme de sentada
como cualquier viejita
de campo.

Le duele el campo que le
arrancaron y después no.

Barbechos, rastrojos
¿qué palabras son éstas?

Si existen están fuera de
contexto.
Convicciones agrietadas
sobre bandejas de Navidad.

Como cualquier viejita de campo,
duerme sentada.
De las manos se ocupan los
mirlos.


BORGES A LA ENÉSIMA

Notable. Me tientan las mismas cosas que a él:
el amarillo, los espejos, los felinos mayores…
Desconocí su obra durante añares. Leída en mi
estación de jovencita sabihonda, era todo vejez y
entrevero.

Ahora me siento tan outlet como él y cualquier texto
surgido de sus manos o dictado por su voz me maravilla
y me sume.

Intento volar a su lado, en la eternidad de las palabras.
Por favor, no interponga reproches. Hago lo que puedo,
don.


CARTAS DE AMOR EN LA MANO

Made in Brazil reza el cuaderno y habrá que creerle, qué
otra cosa. Revisé anoche los cajones de mi escritorio en
busca de una factura. No la encontré pero sí había cartas
de amor que aunque dirigidas a mí parecían para otra
persona.

No sé por qué pero recordé a Emily Dickinson, a Sylvia Plath
Y también pensé en mí misma. Me vi en esos meses durante los
que el amor era el invasor y una carta un objeto vibrátil e
infinito que siempre ganaba la carrera a los ojos.

¡Caramba! ¡Quedarme dormida con cartas de amor en la mano!


PRECIOS

Le costó tan barato que cuando
respira hondo se le parte en dos
(el vestido).

Le costó tan caro que cuando
respira hondo no se le parte en dos
(el corazón).

Ninguno de los dos le sirve, qué va.


En: “Una hormiga / Un halcón”, Ediciones Último Reino, 2004.
Kato Molinari (Alta Gracia, Córdoba).

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