jueves, 7 de enero de 2016

José Antonio Cedrón, Teníamos la tierra, la raíz de las plantas


ENTRE LOS JEROGLÍFICOS HALLADOS…

Entre los jeroglíficos hallados en tu almohada
enfrentarás la mueca de los días.
La distancia idealiza.
El sueño solamente demora esa costumbre.
Las miradas de entonces
no quieren saber nada.
La mano que aún extrañas acostumbró su piel
al paso de tu ausencia.


TENÍAMOS LA TIERRA, LA RAÍZ DE LAS PLANTAS…

Teníamos la tierra, la raíz de las plantas,
los metales, la piedra.
Yo te amaba.
Teníamos ciudades, gobiernos, sacrificios,
líderes, predicciones, guerreros, bandoleros.
Teníamos rebeldes
teníamos las clases, la explotación, la lucha
de las clases, la barbarie, las leyes.
Pero yo igual te amaba.
Sabíamos rezar, combatir, cosechar.
Sabíamos cazar, torturar y matar.
Sabíamos reír, llorar, besarnos.
Teníamos dioses, semidioses, reyes,
armas, madera.
Teníamos pirámides y chozas y enemigos,
hambrunas, desnudeces.
Pagábamos tributo.
Teníamos idiomas, dialectos, oraciones,
maíz, pueblos vecinos, rutas.
Sabías que te amaba.
Teníamos envidias, celos, muertes absurdas,
casamientos, suicidios, crueldades, sacerdotes.
Teníamos canoas, sectas, enfermedades,
pestes.
Teníamos artistas, cementerios, hijos,
mejillas, putas, ceremonias.
Teníamos calendarios, promesas, medicinas.
Teníamos hermosos nombres,
ternuras, incendios.
Solíamos tener sueños para volar,
plumas para volar.
Sabíamos danzar, embriagarnos, tallar,
darnos la mano.
Conocimos el paso de los tiempos
y de los vientos.
Teníamos pasado, presente y porvenir.
Adoramos al sol, entre otras cosas,
al escribir lo hicimos del lado del poniente
le dimos a la piedra nuestras vidas
no teníamos ruinas
sabíamos quiénes éramos.
Después del desembarco de esos hombres
que fueron descubiertos
llegaron otros, y otros, y otros.
Aquí tuvimos barro, fuego, pájaros, peces.
De esto hace mucho tiempo.
Nada ha podido hacer que no te amara.


NO HUBO LUCHA DE CLASES…

No hubo lucha de clases cuando dimos batalla
sólo daños menores en la mampostería
cuyos antecedentes no pueden atribuirnos
fallas de construcción en el armado del cielo
incontrolables nubes y neblina constante
durante el acarreo de la luz.
Rasguños en la piel también menores
cansancio en la energía de los astros
que dieron de morder.
Sí algo de lava y polvo que escaparon
por las escaleras de emergencia
que no sería honesto negar aquí.
Caricias que acabaron despertando combate.
El roce de la carne con los filos del tiempo.
Me deslicé en tu cuerpo como por esos pueblos
que después de sus calles el desierto.
No te besé la espalda ni las piernas
para que la tormenta
no entrara en tu equipaje.
Ahora, con más calma, mirando
por los ojos de huellas y testigos
¿qué margen le darías a este temblor
en la escala de Richter?


En libro “Actas”, Editorial Tierra del Fuego, México-Buenos Aires, 1986.
José Antonio Cedrón (Buenos Aires, 3 de octubre de 1946). Poeta.
Foto: José Antonio Cedrón en FB.

6 comentarios:

Mónica Angelino dijo...

José, me encantó leer a este poeta en tu blogs! Mañana con tu permiso leeré estos poemas en la radio de mi pueblo. Será un placer!!

Besossssssssss

José María Pallaoro dijo...

Gracias Mónica. Beso grande!

Anónimo dijo...

Buenísimo Cedrón, un poeta mayor !!!
Rubén Casastori

Anónimo dijo...

Buenísimo Cedrón, un poeta mayor !!!
Rubén Casastori

Anónimo dijo...

Qué bueno ! Gracias por darlo a conocer, Malena Di Risio

Anónimo dijo...

LA POESÍA DE CEDRÓN PUEDE ATRAVESAR VARIAS GENERSACIONES. ACABO DE VER EL PROGRAMA Actualidad y Psicoanálisis. Su economía de lenguaje y humildad sorprenden tanto como su obra. Gracias por darlo a conocer. Le dejo un abrazo a los editores por el rigor y la selección. Y TODA LA SUERTE QUE MERECEN. Josefina Guadalupe Orozco (residente en Ciudad de México)