viernes, 5 de marzo de 2010

Julio Llinás – Dos poemas de “De las aves que vuelan”



CADA MAÑANA

Cada mañana
camino
quince cuadras
hasta el Café
de la Gloria
en el que nadie
me aguarda.

Y quince cuadras
de vuelta,
hasta mi vieja
casa
de San telmo.

El gallo canta
a mediodía
alrededor
del novecientos
de la calle Piedras.

¡Mi Dios!,
me digo,
igual que cuando
había
un planeta con vida
en mi cabeza
y la fragancia
de la hierba
recién segada
se apoderaba
de mis sueños,
como esos
bálsamos de Oriente
que hacen bailar
a las musas
entre árboles
de carne.
Acaso nada
importe más
que la belleza
que mana
de una pluma,
pienso.

Mi amiga
Guillermina,
que conoce
el arte
de no pensar
en nada,
afirma
que el pasado
no existe.

Yo opino
en cambio
que sólo existe
el pasado.

Nos
llevaríamos
mejor
de no ser
por eso.

De “La kermesse celeste”, 2001


NAVE

Entro en mi cama
como en una nave
sin capitán
ni marineros.

Mi error es grande
y se comprende:
en cuanto empiezo
a navegar
avanza la tormenta.

La nave cobra vida
y me castiga
con golpes
de recuerdos
y falsos caballeros
de rostro
abominable.

El verdadero peligro
es despertar
entre ellos
y hallarlos
verdaderos.

De “Sonrisa de gato”, 2002


En “De las aves que vuelan”. Antología personal (1950-2007), 
con prólogo de Rodolfo Alonso. Editorial Argonauta, 2008.

Julio Llinás nació en Buenos Aires en 1929. Poeta y narrador.

Foto: Jmp
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