viernes, 26 de marzo de 2021

SILVIO RODRÍGUEZ Compañeros poetas, que escriban la historia



PLAYA GIRÓN

 

Compañeros poetas,

tomando en cuenta los últimos sucesos

en la poesía, quisiera preguntar

-me urge-,

¿qué tipo de adjetivos se deben usar

para hacer el poema de un barco

sin que se haga sentimental, fuera de la vanguardia

o evidente panfleto

¿si debo usar palabras como

flota cubana de pesca y

“Playa Girón”?

 

Compañeros de música,

tomando en cuenta esas politonales

y audaces canciones, quisiera preguntar

-me urge-,

¿qué tipo de armonía se debe usar

para hacer la canción de este barco

con hombres de poca niñez, hombres y solamente

hombres sobre cubierta,

hombres negros y rojos y azules

los hombres que pueblan el “Playa Girón”?

 

Compañeros de historia,

tomando en cuenta lo implacable

que debe ser la verdad, quisiera preguntar

-me urge tanto-,

¿qué debiera decir, qué fronteras debo respetar

si alguien roba comida

y después da la vida, qué hacer?

 

¿Hasta dónde debemos practicar las verdades?

¿Hasta donde sabemos?

Que escriban, pues, la historia, su historia

los hombres del “Playa Girón”.

 

“Fue la primera vez que jugué a hacer una canción panfletaria para desarticular esa categoría, explicitando el proceso de elaboración. Estuve a punto de titularla “Arte Poética”, pero le dejé “Playa Girón” en homenaje a aquellos pescadores que libraban una batalla en cierto sentido tan crucial como la de Bahía de Cochinos.” (Del blog personal de Silvio Rodríguez)

 

 

OJALÁ

 

Ojalá que las hojas no te toquen el cuerpo cuando caigan
para que no las puedas convertir en cristal.
Ojalá que la lluvia deje de ser milagro que baja por tu cuerpo.
Ojalá que la luna pueda salir sin ti.
Ojalá que la tierra no te bese los pasos.

 

Ojalá se te acabe la mirada constante,
la palara precisa, la sonrisa perfecta.
Ojalá pase algo que te borre de pronto:
una luz cegadora, un disparo de nieve.
Ojalá por lo menos que me lleve la muerte
para no verte tanto, para no verte siempre
en todos los segundos, en todas las visiones.

Ojalá que no pueda tocarte ni en canciones.

 

Ojalá que la aurora no dé gritos que caigan en mi espalda.
Ojalá que tu nombre se le olvide esa voz.
Ojalá las paredes no retengan tu ruido de camino cansado.
Ojalá que el deseo se vaya atrás de ti,

a tu gobierno de difuntos y flores.

 

 

“Recuerdo la mañana en que la estaba escribiendo, en el “Playa Girón”. Emilia fue la llave de ingreso a aquella música y palabras vertiginosas. Era un momento intenso, una conciencia plena de lo que estaba hallando. Andaba y desandaba los dos metros y medio del camarote con la guitarra sobre el pecho, cantando aquella aparición, chocando con todo, con la vista nublada. Entonces no entendía aquellos sentimientos de fiera enjaulada. Al cabo de los años, viendo la respuesta que Ojalá provoca en tantos públicos, me pregunto cómo aquella mañana tan solitaria de alta mar pudo llegar hasta el futuro.” (Del blog personal de Silvio Rodríguez)

 

 

EL PAPALOTE

 

Será por tu vivienda
hecha de ruinas
y de misterios,
porque partías la roca
para ganarte

un par de medios,
o por tus tirapiedras,
los más famosos de la loma,
de la mejor horqueta
de la guayaba,

y duras gomas.


Será por todo eso
que mi memoria
se empina a ratos,
como tus papalotes,
los invencibles,
los más baratos;
y te levanta en peso,
Narciso el Mocho,
para ponerte
entre los elegidos:
los que no caben
en la muerte.

El papalote

cae, cae, cae,
se va a bolina

la imaginación
buena cuchilla lo picó

Una vez de tus manos
un “coronel”

salió brillando:
Qué pájaro perfecto,
cuántos colores,
qué lindo canto.
Ninguno de nosotros
iba a volarlo, ya se sabía:
Era un encargo caro
del que mandaba,
del que tenía.


Llevabas en el puño
aquel dinero de la tristeza,
dinero de aguardiente,
del “Sol de Cuba”,
de la cerveza;
y te seguimos todos
a celebrarlo,
sucios y locos:
Para ti Carta Oro
y caramelos
para nosotros.

El papalote

cae, cae, cae,
se va a bolina

la imaginación:
Buena cuchilla lo picó.

 

La gente te chiflaba

cuando en la tarde

subías borracho,

tú contestabas piedras

y maldiciones

a tus muchachos

eras el personaje

de los trajines

de tu pueblo:

Eras para la gracia,

eras un viejo,

eras negro.

Una noche el respeto
bajó y te puso
bella corona:
Respeto de mortales
que, muerto, al fin
te hizo persona.
Pobre del que pensó
-Pobre de toda,
aquella gente-
que el día más importante
de tu existencia
fue el de tu muerte.

El papalote

cae, cae, cae,

se va a bolina

la imaginación.
Buena cuchilla lo picó.

 

                                               1972

 

“Le guardo un especial cariño porque describe recuerdos de infancia en mi pueblo y la vida de aquel hombre, que hacía papalotes y que al cabo de los años me hizo comprender a la gente anónima que es importante para los niños. En realidad trata de muchos temas; entre ellos hay un toque a la discriminación racial, sin subrayarlo, que es parte de un viejo propósito que siempre tuve: hablar de cosas cruciales como si fuera sin querer, sin ser didáctico, sesgadamente, como la mayoría de las veces nos enseña la vida real.” (Del blog personal de Silvio Rodríguez)

 

 

UNICORNIO

 

Mi unicornio azul ayer se me perdió,
pastando lo dejé y desapareció.
Cualquier información bien la voy a pagar.
Las flores que dejó
no me han querido hablar.

Mi unicornio azul
ayer se me perdió,
no sé si se me fue,
no sé si se extravió,
y yo no tengo más
que un unicornio azul.
Si alguien sabe de él,
le ruego información,
cien mil o un millón
yo pagaré.
Mi unicornio azul
se me ha perdido ayer,
se fue.

Mi unicornio y yo
hicimos amistad,
un poco con amor,
un poco con verdad.
Con su cuerno de añil
pescaba una canción,
saberla compartir
era su vocación.

 

Mi unicornio azul
ayer se me perdió,
y puede parecer
acaso una obsesión,
pero no tengo más
que un unicornio azul.

Y aunque tuviera dos
yo solo quiero aquél.
Cualquier información la pagaré.
Mi unicornio azul
se me ha perdido ayer,
se fue.

 

“Cuando apareció la canción, el diario “El Mercurio”, de Chile, hizo una encuesta preguntando qué era el unicornio para cada entrevistado. Isabel Parra me trajo la página y leerla fue estremecedor. Cuánta razón había en cada una de las interpretaciones: una señora hablaba de su esposo muerto, una niñita lloraba su cachorro perdido... Creo que descubriendo todo aquello me di cuenta de lo que había escrito. Con Unicornio sucedieron otras cosas extrañas: la escribí a finales de 1980, o en enero del 81, no recuerdo. Lo que sí sé es que el disco fue editado en el 82. Y resultó que el año siguiente, 1983, fue nombrado como año mundial del unicornio por la UNESCO. Entonces comenzaron a aparecer libros, almanaques, agendas, y hasta se hicieron peregrinaciones al museo de Los Claustros, en New York, donde se encuentran los cincos famosos tapices de los unicornios. Para colmo, unos pocos meses después, un ingeniero genético inglés consiguió un cabrito con un solo cuerno en la frente. Todo eso fue, y sigue siendo, un gran misterio para mí.” (Del blog personal de Silvio Rodríguez)

 

 

 

En Silvio Rodríguez, Sala 2, número 1, abril de 1994.  

Silvio Rodríguez Domínguez (San Antonio de los Baños, Cuba, 29 de noviembre de 1946). Autor de canciones, poeta popular. Fotos: jmp 





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