jueves, 1 de febrero de 2018

Raymond Carver, No pido nada



QUÉ PUEDO HACER

     Lo único que quiero hoy es echar una ojeada a esos pájaros
de fuera de mi ventana. El teléfono está descolgado
de modo que los que me quieren no pueden dar conmigo
y echarme el brazo por encima del hombro.
Ya les he dicho que el grifo se ha secado.
No quisieron oírlo. Siguen tratando de que las cosas
continúen igual. En este momento no puedo soportar enterarme
de que al coche se le ha roto otro intermitente.
O que el remolque que creía haber pagado hace tiempo,
ahora lo reclaman por falta de pago. O el hijo en Italia,
que amenaza con quitarse la vida allí
a no ser que yo le siga pagando sus gastos. Mi madre quiere
hablar conmigo también. Quiere volverme a recordar todo
lo que le debo. Toda la leche que tomé,
mientras me acunaba en sus brazos
Necesita que le pague esta nueva mudanza suya.
Le gustaría ir a Sacramento por vigésima vez.
La suerte, toda, se ha ido al sur. Lo único que pido es
que se me deje estar sentado un poco más.
Cuidándome la mordedura que el perro
me dio la otra noche.
Y observando esos pájaros. No pido nada
excepto tiempo soleado. Dentro de un minuto
tendré que colgar el teléfono y tratar de separar
lo cierto de lo falso. Hasta entonces
una docena de pajaritos, no mayores que tazas de té,
están posados en las ramas del otro lado de la ventana.
De pronto dejan de cantar y vuelven la cabeza.
Está claro que notan algo.
Se echan a volar. 



 
En: Bajo una luz marina, traducción de Mariano Antolín Rato (no bilingüe), Colección Visor de Poesía, 1996.

Raymond Carver (EEUU, 25 de mayo de 1938 – 2 de agosto de 1988). Fotos: Jmp. 

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