sábado, 1 de noviembre de 2008

Acerca de Gato Barcino de Eduardo Rezzano

La delicada degradación de la belleza

* Por Norma Etcheverry

Gato Barcino
Eduardo Rezzano
Lumen, 2006


“Gato Barcino” es el tercer libro de poemas del músico y escritor Eduardo Rezzano (La Plata, 1968), quien ha publicado “Targo, ciudad y después” (1987) y “Ningún lugar” (1999) y es además autor de una extensa obra (poesía y teatro) aún inédita y de una importante producción musical.
De la mano de la prestigiosa editorial Lumen, “Gato Barcino” se distribuye actualmente en Europa cosechando muy buenas críticas. En Argentina, “La Nación”, “Perfil” y “El Día”, entre otros medios, se hicieron eco de la frescura que proyecta “el inclasificable y original estilo” del escritor platense.
El libro comienza con un poema que instaura el mito de los orígenes -se menciona a Adán y Eva, se nombra el incesto- lo que siempre desnuda un regreso a lo fundacional, al punto inicial de un viaje, pero también a la negación de lo creado:

Él -Ferrán-
no nació nunca
no fue concebido
ni por obra ni
por gracia


Inmediatamente, quien toma la palabra hace saber que ha navegado hasta salirse del mapa con lo cual advierte que sus versos no se van a ofrecer como un todo acabado, sino justamente como restos de un naufragio.
Y así es, el discurso de Gato Barcino -título donde se deja leer una referencia indirecta a Barcelona, aunque convendría añadir que “gato” es en Argentina un ritmo musical del folklore y también su danza- renuncia a algunas de las máximas de la comunicación general ya sea por elipsis, ya por el trabajo de las imágenes o por otros procedimientos, todos ellos típicos de la escritura poética, a la que en general le pertenece lo fragmentario. La lectura se convierte en una aventura, en un viaje a través de los enunciados donde se resignifican las palabras que han perdido valor en la obviedad. Y a menudo, Rezzano logra esa revalorización del lenguaje desestructurándolo, poniendo en jaque su sentido común, como cuando se lee “que la cantante tenga / tres piernas” o a partir del absurdo, como en “Aleluya / si no hemos vencido / al menos estamos / muertos”. En este camino, el lector no puede permanecer pasivo, sino que cobra una función de constructor, aunque sea parcial, de un discurso que continuamente dibuja otros planos, escenarios donde la certeza se desdibuja y lo inverosímil es protagonista. Es que la materia de estos poemas nace a la vez de lo cotidiano y de lo extraordinario: se puede morir y amar con naturalidad pero también, se puede convivir con lo insólito o vivir al borde de lo desatinado, como un padre para unos gusanos nacidos de los huevos que una mariposa ha puesto en el balcón y a los que, por esa rara lógica que todo lo gobierna, se les enseñará a volar “arrojándome / por la ventana”.

Si ser poeta es -entre otras cosas- oír voces, como se ha dicho alguna vez, las voces que oye Rezzano alcanzan el objetivo que lo convoca a escribir: “Acaso cada poema que escribo es un intento por levantar una casa propia, en medio de la intemperie que me permite despojarme no sólo de quien no soy sino también del que vengo siendo.” Lo que construye es, de este modo, un espacio creativo en constante transformación.

Bajo el signo del gato, animal mítico y místico, misterioso y doméstico, todo es posible en el sorprendente universo poético que este libro trasmite hasta el final, donde el verso “me quedé sin palabras” permite un respiro reflexivo para hacer pie en medio de la fascinación, y seguir creando, ya en la multiplicación de las voces, ya en el silencio. ee
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El presente comentario iba a formar parte de el espiniyo / 2008, lo presentamos ahora en AROMITO.-
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Norma Etcheverry, periodista y poeta, nació en Ranchos, Provincia de Buenos Aires. Publicó plaquetas y dos libros de poemas: “Máscaras del tiempo” (1998) y “Aspaldiko” (2002). Es editora de Diagonal ConVerso.
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