jueves, 16 de julio de 2020

DANIEL PONCE Me gustan los poetas que se leen con miedo



EL LIBRO DE LAS INEXACTITUDES
(Inédito, 2020)


CREADOR

Dios no sintió por su cuerpo los ríos
que le asignan, ni tuvo rostro femenino,
ni anduvo por calles sin esperanza,
ni procreó hijo alguno que sacrificar,
ni inventó la piedad ni la paciencia,
ni fue y vino buscando enfermera
que haga respirar a su madre,
ni comió de un tacho,
ni bajó la cabeza para escupir sangre.
Los que lo mataron
no hallaron nada
dentro de él.


LA LIEBRE

En el ojo de la liebre
está mi fobia.
Un punto rojo, ardiente.
El desacuerdo con el mundo
va impreso en ese ojo
que es de neón.
Sólo orejas, vértigo,
la liebre corre.
Nadie me alcanza,
nadie.


POLILLAS

En invierno, desovan las polillas.
Son alegres, incansables, sin rostro.
En mi ropa fueron a vivir, a esperar.
Justo agujerearon un chaleco
en el lado derecho, cerca del hombro,
donde solías fingir que dormías
con una media sonrisa.


EMMA

Mi abuela Emma era francófona.
En el orfanato francés, casi termina monja.
Sus pequeñas manos moteadas, su cráneo de niño
de pelo al rape, sus modales cautos
la tornaban ingrávida.
Los pechos desflecados, la ropa interior de otra.
Parecía rescatada del mar.
Nunca gritó, lloró una vez,
al menos ese es el sedimento
en mi memoria.
Yo quería que me dijera
algo, una frase modesta,
porque su voz suspirada
se parecía al perdón.


LA ALEGRÍA DE DIOS

Para alegría de Dios
has muerto.
Celebra verte regresar
desnudo: te hizo
para la muerte.
No temas ni ruegues.
Dios desoye las súplicas
porque es Dios.
Cordero, castor, insecto,
dan lo mismo para él.
Su tiempo infinito
es desguazar inventos.


LA NIÑEZ DE DIOS

Cuando Dios era niño
y las cosas no estaban creadas
temía y lloraba.
Como todo huérfano
debía crear a sus padres
con fragmentos de otros
que no existían.
Vivía a merced de sí mismo.
Pero siendo Dios
no podía esperar
favores de Dios.
Lloraba, temía.
Llevó vida de paria.
Cuando se dispuso
a crear las cosas
estaba inundado
de resentimiento.


DIOS PECADOR

Dios ha caído en pecado.
Hizo un hombre y una mujer
a su imagen y semejanza.
Luego, los juzgó.
Luego, los expulsó.


TRABAJOS DE DIOS

Para ocultarse y vivir en el silencio
Dios trabajó de viajante, luego de sereno,
por último, fue confidente.
Debía escuchar.
A sus trabajos, acudía con una bolsa,
una libreta con tapas de hule, una lupa.
Disfrutaba viendo en detalle.
Anotaba pequeñas frases.
En la bolsa, cargaba cigarrillos y licor.
Así, estuvo una eternidad.
Fue visto en una estación de servicio
a medianoche
por un borracho
a quien nadie creyó.


DIOS Y EL TIEMPO

Dios hizo el tiempo para quedarse fuera de él.
Luego, creó gente para que creara relojes.
Creó un universo que se expande en el tiempo.
Creó una manzana que se pudre en el tiempo.
En el lugar sin tiempo, Dios gestiona
las estaciones, la muerte de los padres,
la de los hijos, la de los nietos.
La miseria de Dios es haber creado el tiempo.
Lo sabe.


LA FINITUD DE DIOS

Dios es finito a pesar de su magnitud,
su omnipresencia,
su silencio de piedra,
su falta de sueño.
De hecho,
 multitud de hombres y mujeres
por él creados
estragaron su obra visible
matándose.
Le cobran la desidia.
Muertos los hombres y las mujeres,
Dios se reunirá con su creador
consigo mismo
el último día.


MI PADRE Y YO

Mi padre quería un niño sabio
o sabihondo, que no es lo mismo.
Pero aquel niño estaba en su niñez,
forzado a recoger frutos con Robinson,
encender fósforos que se metía en la boca
para apagarlos y exhalar un humo dulce,
dibujar pequeños monstruos
de muchas patas, vigilar el mercurio
del termómetro de pared.
Aquel niño era un nadador friolento,
un tímido vengativo, un perseguidor
de insectos. Un niño al que no puedo
defender  y a quien le encomendaron
ser otro.


LAS COLMENAS

Las colmenas quedaban lejos
en la memoria de la familia.
Había que sortear
un pueblo de conejos, de aves,
eucaliptos y pedregullo.
El motociclista llegaba
sediento de aire.
La quimera fue ser joven.
El motociclista tenía
la frente hundida
por un golpe.
Era mi padre.
Las colmenas estaban en el hueco
de su frente hundida.
Quedaron palabras
que dijo y que me dijeron
para enmascarar su fracaso.


DERIVA

Recuerdo los esfuerzos que hice
para que no te volvieras humo.
El celo puesto en la palabra.
Yo iba desnudo con mis mejores ropas.
Era transparente como el granito.
Tenía la firmeza del aire.
Así, a tus ojos, fui lo que no era.
Persistí, ciénaga por suelo, garabatos.


EL AMOR DE DIOS

Dios odia las caléndulas.
Odia la nieve. Odia los juncos, las alondras,
el canto del benteveo, el musgo, la hormiga.
Redime el olvido.


DOBLECES

Sobrevives comportándote, el pequeño insecto
de la muerte hace su tarea.
Quiebras la taza y sonríes, el turbio confesor
que te absuelve
va dentro de tu camisa.
Sales a flote negociando, el reloj que robaste
te perdona una hora.
El libro de la alegría queda por escribirse.


RECUERDO

Lo que recuerdas no lo recuerdas
sientes una parte, eso es todo.
Recuerdas un recuerdo.
Barrieron la sala de parto
donde asomaste la cabeza.
Luego, fue recordar para olvidar.
Recuerdas un recuerdo.
Los huesos del gato
que te dio consuelo
mezclados con raíces.
Las nueces tienen polvo adentro.
Recuerdas el recuerdo.
Una prosa. Mejorada o desvalida.
Algo que te lees.


CANSANCIO

Yo no me dejo llevar por las palabras.
Ni por el sonido, ni por las pausas.
Los adjetivos estorban.
Estorba la biblioteca.
En el centro de lo que digo
no hay nada. Bueno es reconocerlo
para que, por fin, las palabras
dejen de ser palabras,
anochezcan.
El concepto es el viento, la tierra,
el fuego, el agua.
La inexactitud.


ESPACIOS

Puse tierra en la maceta.
Escarbé la tierra. El oxígeno
es la razón. Sentado en el piso
usé una cuchara para romper
con paciencia
los terrones secos.
Luego, dispuse las semillas
como se entierra una legión
de guerreros de terracota
para sorprender al incauto.
Cuando menos se espere
tímidos plumones
saludarán;
será una mañana.


PRIMOS

Mis primos eran mayores, entendían
de motores, hablaban guiñando un ojo,
cargaban objetos en los bolsillos.
Limitado a la mirada, me hacía a un costado
cuando martillaban un listón o arrancaban
una moto o encendían un cigarrillo aplanado
como quien tira un naipe: la primera pitada
era para el cosmos, una fanfarronada
que les ponía ojos inspirados.
Ocurría en un verano o un otoño.
Yo era cauto. Adquirí esta noción
en el silencio.


LA TRAMPA DE DIOS

Dios creó la malicia cuando vio que todo era fugaz.
Debía haber alguna persistencia.
Un universo en fuga es un incordio.
Dios creó su propia trampa al hacer cosas fluyentes.
Trató de dar marcha atrás pero ya había creado el tiempo.
Creó la codicia como ilusión de perpetuidad,
luego, la ira como látigo portátil,
por último, para tener aliados, creó la venganza.
Muchas noches de mal dormir le agriaron la boca.
Creó la pesadilla y descansó un domingo.


TRÉBOL

El trébol es la milésima parte de un todo.
Conozco la parte. Menos mal que haya partes
para alentar ideas, partes de una humildad
cautivante como la inocencia. Dulce aliento
de los libros que guardan un trébol
que es la milésima parte de un todo.


CENTRO

En el centro del cosmos no hay nada
que pueda decirse centro del cosmos.
No hay centro aunque lo hubo en un papel.
La metáfora es el placebo.
El primer mono, el primer poeta, el primer astrónomo.
La metáfora es el plasma.
En el centro del cosmos no hay nada
porque no hay centro.


COMER

Juntábamos moras,
fue como entintarse los dedos.
El hinojo era el néctar de los zánganos,
nosotros los iletrados.
Higos y ciruelas al alcance de un palo.
El humo de las cocinas, el hervor.
Los recolectores, los asalariados.
Comer.


LA CERCANÍA

¿Qué buscaba al estar lejos de mí?
Había un mundo hecho a mano.
Buscaba estar disuelto,
predicaba con la lástima,
me ayudaba a mi mismo a morir.
Sin embargo, uno quiere vivir
cuando declina,
cuando ve muertos flamantes.
Luego, el amor.


EL NIÑO DE RODILLAS TRANSPARENTES

Yo no supe de mí
hasta bien entrada la vida.
No supe nada
salvo la pregunta:
¿por qué se espera de mí
si no hay tesoro oculto,
 ni cielo perfecto, ni vocación?
El niño pescaba la llave hundida,
el niño se hacía viejo por instinto,
niño caía por una claraboya.
Me hería el sol, respiraba mal.
Todo lo que sé del odio
lo aprendí de niño.
Alrededor, misterio.
Yo no sabía nada del niño
que me encomendaron.


LAS HORMIGAS

Las hormigas llevan una vida humana.
Las exploradoras cumplen la ley del amo.
Las porteadoras son adivinas.
Las obreras forman gremios secretos.
Mastican aquello que recolectan.
Delegan el liderazgo en una élite.
Desovan apiñadas en sucuchos.
Construyen ciudades intrincadas.
Celebran la abolición del ocio.
Mueren de a miles, no resucitan.


LA OVEJA

Una oveja mojada por la lluvia
huele mal; la lluvia es fina, constante.
No alcanzó a ponerse al reparo.
Camina con pequeños pasos
aleteando las orejas. Camina.
No hay mucha persuasión
en su marcha. Un gran viento
la impulsa por detrás
pero es pesada y torpe.
Sin embargo, resplandece
aunque no haya sol
y huele mal.


LOS PERROS

¿Qué alienta a los perros
a portarse como seres ruines?
Se aventuran a ladrarle a la Luna.
Van en grupo a saldar viejas pendencias.
Tironean raíces que les rompen los dientes.
Tienen fama de cómplices de los hombres.
¿Qué los lleva a oler todo
como si el planeta fuese un trasero?
¿De qué lobo escéptico viene esta sangre?
El humor de los perros es amargo
como el de los cactus.
Van, se echan, siguen camino.


BÚHO PAMPEANO

Me dicen que hay un búho que rara vez se hace ver.
Que se lo presiente en ausencia como al padre de Hamlet.
Que es tieso y flemático, más juez que animal.
Me dijeron de él que, cada tanto, despliega las alas
en cámara lenta y busca ocultarse en la higuera.
Siempre taimado. Cuando nadie puede verlo
carga sus ojos para desaparecer dejando un trazo
en la honda noche de los perplejos.


LOS HINOJOS

A los hinojos, había que pisarle los tallos
y, quebrados, lamerlos
como una forma de alegría pobre.
Sus cabellos perturbados se dejaban de lado.
Se iba al dulzor del jugo
del mismo modo que la fatiga
va hacia una superficie blanda.
Los hinojos no abandonaban
la rudeza y hacían frente:
algunos tallos volvían a su posición.
Desgarrar es parte del oficio
de ser niño. También, prolongar
las cacerías, reñir, apedrear.
Quebrar los hinojos
era como quebrar una mano,
avasallar los dedos
de alguien
mal enterrado.


VIDA LITERARIA

Me gustan los poetas que se leen con miedo.
O que son quebradizos como vidrios o mudos.
No tengo tiempo para miniaturas, ni escolios,
ni contrachapado.
He llevado una vida llena de ira. Una vida secreta.
Una vida de libros que terminaba odiando.
Me gustan los poetas que no proveen epígrafes.


LA RISA

En mi antiguo país, hay una comarca
para reírse de los pobres. Fue creada ad hoc.
Nos reímos de sus caras,
de los alimentos que se llevan a la boca.
Nos reímos de sus enfermos.
Los días de lluvia somos felices y los días nublados
nos mantenemos contentos. El clima hará risibles
a los pobres. Hay escritores propensos a reírse
con nosotros y lentas señoras que agitan la nariz
en señal de que nos entienden;
hasta insectos jocosos.
Es una gran risa
reírnos de los pobres.
Tanta que nos deja sin aire.


EL NIÑO LUTERANO

El niño luterano es un niño de un barrio
que no habla alemán. Canta los salmos
cada domingo y conoce a Isaías.
Cree que Job y Robinson provienen
del mismo mundo: uno porque vivió
dentro de un pez enorme  y otro
porque reinaba en una isla.
En Juan y en Mateo sólo hay gente de a pie
y el niño luterano querría que haya navegantes,
tormentas y sargazos.
Dios de la bondad y la sabiduría,
Dios de los mares y los cielos.
El libro tiene hojas tan finas.
El niño luterano protege el libro
cuando llueve y ha puesto un trébol
aplastado en la Epístola a los Hebreos.
Dios de los niños y las plantas.
De la islas, del pez enorme, los náufragos,
 los barrios que no hablan alemán,
de la confusión y la luz.


JARDINES

El gramillón era una bolsa de semillas venida de lejos.
Uno ignoraba cómo los barcos son parte
de la siembra.
Creía que lo visible era espontáneo.
El riego se hacía con un tacho donde iban a parar
la ropa, el hermano menor, la verdura
según la estación y la necesidad.
El gramillón es obstinado, su disciplina
no pide retribución.  Viene de países fatigados.
Una mano, una pala, alguien escupía mientras cavaba.
Daba vuelta los terrones.
Las semillas eran la esperanza.


VUELTAS

Alrededor del ciruelo da vueltas un viejo.
De niño, daba vueltas alrededor de un palo.
El plantín había venido en arpillera húmeda.
Fue como enterrar una corchea.
El niño no conocía las corcheas
aunque las silbaba en su duración perfecta.
El viejo ha olvidado silbar. La vida fue sin música.
Da vueltas alrededor del ciruelo,
las flores delicadas con su sonrisa de alfileres
son la música que plantó,
que no escucha.


TALLERES POR LA TARDE

El ruido era distinto durante la tarde.
Telares de San Martín, camiones que hociqueaban
al ganar el cordón.
Íbamos en jeep con trabajos de imprenta.
Mi abuelo tosía su tos de perro.
Por la mañana, sobre todo cuando era invierno,
la luz era un coloide de pelusas que rotaban.
En la tarde, los talleres olían a grasa de asado,
eran conventos cuyo coro de fieles
miraban fierros, interruptores y manijas.
Llevaba mi cuaderno de deberes.
Los hombres eran viejos como mi abuelo.
No tan viejos, más amables.


JABALÍES

En nuestras patrullas, dejamos de lado
la complacencia; somos rústicos,
de cuerpo tortuoso.
Medimos el tiempo por la necesidad.
Al sereno, dormimos cubiertos de polvo.
¿Qué buscan en nuestra tierra?
Razonamos, menesterosos,
henchidos de orgullo.
¿Qué buscan en nuestra tierra?


CIUDAD

La ciudad no es lineal porque el deseo es torcido
como la foto tomada por un canguro. La ciudad
está llena de cables alegres que enhebran pesar,
repleta de porfiados, poetas cansadores.
No es un libro, ni una metáfora, ni un cuerpo.
Va en procura de idiotas melancólicos.
Fue hecha por muchas manos, lame un río,
es chillona, ignora el azafrán, amodorra.


DESGRACIADOS

En ocasiones, se recurre
a un mismo elenco de palabras
para lamentarse.
Mucho del stock de las letras
se acumuló para que prospere el moho.
La vergüenza no consigue emigrar
de la autocompasión.
La gracia de una tortuga es más intensa
que todos los sintagmas empeñados
en desenterrar sorpresas antiguas.


SAPO

La virtud del sapo es vivir de su mente.
Reposa en una luz aguachenta que es todo su reino.
Cuando Dios creaba las cosas el sapo miraba.
Cada tanto, cambia de sitio para continuar
aburrido como los sabios que se fingen tontos.
Inmóvil, el cuero duro lo convierte
 en su propia valija. Nadie lo lleva ni lo trae,
no escucha otra voz que la de su conciencia.
Guarda distancia.


AFLICCIÓN

La poesía está plagada de grandes afligidos.
Pasan los años, los siglos, las horas y allí están
dándole trabajo a la madre. La impudicia
los hace caprichosos. Es duro envejecer
pero habrá que intentarlo.
Los afligidos han tomado, además, la forma
de afligidos por el lenguaje. Un subgrupo
de los afligidos se ha entregado a probar
que se dice lo que no se dice y que la piedra
es aire y que el aire es piedra.
Otro subgrupo de los afligidos
ha decidido afligirse en forma endogámica.
Un tercer subgrupo de afligidos polimorfos
se complotó para intrigar
a favor de imponer
nuevas aflicciones.
Un cuarto subgrupo decidió crear doctrina
para monjes, expulsar falsos afligidos,
levantar un molino para moler franceses,
búfalos y mariposas.
Un quinto subgrupo buscó roerse los huesos
para producir penas subcutáneas.
Todos los subgrupos se reconocen
por los graznidos.


EL MUNDO ABOLIDO

Un hombre bajó por la espalda de otro hombre
hasta descender a los tobillos para pensar
en el origen de las cosas y de Dios.
Ya en los tobillos del hombre escalera
vio que había un piso de anzuelos y trampas,
que no había posibilidad de pensar el origen
de las cosas y de Dios. Sólo veía los tobillos,
los anzuelos y las trampas.
Intentó trepar por la espalda del hombre.
Resopló cuando perdía el aliento.
Se  quedó a la altura de los pulmones.
El aire moviéndose dentro del cuerpo
por el que había descendido y ascendido
era más concreto que toda pregunta.

                                                                                               ABEJAS

La hospitalidad de las abejas no puede constatarse.
Ensimismadas, parecen urgidas por muchos asuntos,
no hablan entre sí, como obreros de una demolición.
Es probable que la hospitalidad sea la complicidad
o una forma de secreto aprendido en la inclemencia.
Enseñan un arte para contemplativos y perezosos.
Como los obreros no desean ser molestadas.


LOS NO

Qué cantidad de negaciones hay en tus palabras.
Un no para cada inicio de frase y un no ante cada pregunta.
Hay un no, general, para todos los comentarios y un no pequeño
para adentrarte en una historia. También, hay un no genérico,
inespecífico, para todo aquello que puede merecer un sí.
Los no son obstáculos victoriosos que tu extraña boca
martilla en mi frente.


ZAPATOS

Mis zapatos poseen la forma del dueño
de aquel que va y viene siempre por el mismo lado
de los lugares, porque los lugares tienen lados
no geométricos para ir y venir hasta deformar
los zapatos y hacerlos parecidos a su dueño.
De modo que cuando los veo sin los pies,
asimétricos en el piso, me parece oírlos preguntar:
¿cuándo será la próxima vez; no estamos en vena
para seguir la marcha obligada;
cuándo será nuestro turno?


HUESO

El hueso era un hallazgo en los potreros.
Objeto de conjeturas, el hueso
era limpio como la alegría
aunque nada ruidoso. Callado
esperaba que cada uno arriesgara
opinión. Su procedencia
era un secreto del potrero.
¿Por qué un hueso y no una osamenta?
Cuando no existía el tiempo
hallábamos el hueso.


ARAÑAS

Dios no se atrevió a mostrar todas las cartas.
Inventó las arañas para dejarlas suspendidas
en una red y, puestas a un costado, a esperar.
Cuando inventó las arañas, al momento,
inventó la trampa del tiempo.
Les pidió discreción.
Como regalo, las dotó de muchas patas.
Les ocultó que debían morir.


ESTRELLAS, EL CIELO DE OTOÑO

Cada hora, salgo a mirar desde el balcón.
Así, paso el día. Otro día igual a otro día.
Sospecho, con total realismo, que a nadie
le importa si salgo al balcón o vuelvo a entrar
o si paso los días en cosas sin relevancia.
Lo cierto es que los techos van cambiando
a medida que la luz cobra vitalidad y declina.
Será por eso que entro y salgo al balcón.
Quizás, para convencerme de que todo
sigue allí. Ya es de noche. Las estrellas,
que en la ciudad son pocas,
están como yo: aisladas sin imaginación.
Perduran porque alguien les prometió
recompensa a su faena. Porfían.


LOS VERBOS

Lengua de mi madre y de mi padre
tan clara y oscura, lengua de pocos verbos.
Hacer, deshacer, obedecer, esperar.
Los primeros verbos son los que ocurren.
Los verbos posteriores prosperan
según la ocurrencia de los primeros verbos.
Lengua de mi madre y de mi padre, verbos.
Pan de las mañanas.


TÍOS

Los tíos más alegres eran niños
que no se rendían, usaban disfraces,
hablaban raro o con morisquetas.
Eran los últimos en irse a sus casas
luego de comer y cantar. No conocían
la tristeza. Alguno usaba una pañoleta
para hacer de vieja, otro cantaba
rasgueando una escoba.
Yo los hacía de un lento país de sueños,
donde todos se libraban de morir,
donde nadie extrañaba.


CICLOS

Se cierra un ciclo para que otro se abra.
Un estado de gracia en la habitación aireada.
El sol al que llamaré confort silencioso
replica el cielo en los muebles.
Llamaré desahogo
al gran arte de olvidar.
El ciclo de la felicidad está cargado
de ventanas abiertas y olor a lápiz.


LOS INVENTOS DE DIOS

Dios hizo a los escritores
para que se fotografíen
delante de una biblioteca.
A los grillos,
los hizo para olvidar
todos sus fracasos.
Hizo a los conferencistas
para competir con Morfeo.
A los poetas afligidos
los arrumbó
en el Río de la Plata.
Hizo los cielos
para desamparar.
Las moscas
para que lidien
con los cadáveres.
Hizo al cangrejo
para burlarse del galgo.
Para atormentar
al marinero ebrio
hizo la gaviota.
Hizo a los editores
y a los mariscos
por hacer rarezas
y divertirse.
Se hizo a sí mismo,
inventó el espejo.


DOS VIEJOS

Soy tan viejo como mi padre
cuando murió con la carne arrugada
como un bebé al nacer.
Cuando murió me lo mostraron
desnudo y no pude atestiguar:
jamás lo había visto así.
Podría haber dicho
“es parecido”
pero no dije nada.
Asentí para escapar;
un padre muerto y desnudo
no procede de ningún país.
Soy tan viejo como mi padre,
el de la carne extenuada.
Todo lo que vive y tiembla
trafica la promesa
del adiós.


LOS TIPOS DUROS

Sólo conocí a tipos duros o que se pretendían duros
a quienes nadie les había roto los dientes.
Vengativos, narraban sus proezas
mirando el piso. Eran de musgo, pastosos.
O de madera rajada o de tiza roja.
Yo los miraba hacer, que era lo mismo
que ver el vacío cuando salen burbujas
por la nariz bajo el agua.
Sin embargo, ahí estaban, en algo
que mentaban amistad.
Yo era melancólico, temeroso.


UN HOMBRE EN UNA CAJA

Un hombre que está dentro de una caja
espera una idea que lo haga salir de la caja
para escribirla en un papel que antes
estuvo dentro de la caja y que ahora está afuera.
Con un palo intenta acercar el papel
hasta la caja, asoma un poco la cabeza,
pero aún no tiene idea de cómo
salir de la caja.


SEPULTURERO

El sepulturero es indiferente o actuador
según la circunstancia.
Se reúne con otros sepultureros
en un bar de sepultureros
e intercambian vivencias.
En general, anda de gris,
enciende un tabaco aplastado.
Como sus pares
es socio encubierto de Dios.
Sabe que la vida es un hilo.


POCO

De lo poco que queda
de los libros
escapa un ratón
que pasa corriendo
sobre un puente,
deja baba luminosa
donde se ve la Luna
y pierde una uña.
De lo poco que queda
de un cuerpo
emerge un vaho
a flores podridas
que son las caricias
convertidas en gas.
Lo que queda de todo
que es poco
lo invaden el mar,
la telaraña, el tétano.


MI AMIGO

Mi amigo cree que Dios le ha dado
poder de adivinación; se sujetó
a un arduo misticismo y a mirar.
Así, observando el mar y la sierra
intentó dar con el hueso del universo
en pequeñas piedras,
en nubes con rostro,
en epifanías y números .
Cree que lo cóncavo del cielo
es la boca de Dios.
Cree que el océano
es el Evangelio.
Mi amigo honra su pensamiento
con una ética sin desgarro.
Cree que puede salvarme
de mi escepticismo.
Teme por mí.


ESCONDIDO

Esta noche en la que velás
tus magros signos bajo la lámpara
ocurrirá un crimen, alguien gritará,
otro celebrará que exista el verano.
Tan tensa es la sábana que te acogerá
que no habrá espacio para el sueño.
También, la alegría cuenta sus balas
que nunca te rozan.
Nunca ofrecés el cuerpo.


UNA RAYA EN UN PAPEL

Una masa importante en la composición
del cuerpo de mis padres fue el carbono.
Aún, sus huesos conservan carbono alterado.
Mi hermano, que forma parte de la Tierra,
posee carbono como segundo componente
luego del oxígeno.
El grafito con el que escribo estas líneas
es una versión del carbono.
El diamante es una forma estable
del carbono y, por alguna razón,
su estructura cristalina y dura
pudo ser metáfora o perversión.
El universo, sus gases, estrellas,
 ruiseñores y asesinos poseen
una alta proporción de carbono.
El caracol que, hoy por la mañana,
devastaba el geranio
conseguirá fosilizarse
por alteraciones del carbono.
Dios que no inventó la química
disputa al carbono la ubicuidad.
El carbón mineral es una degradación
paulatina de vegetales
que mutan en carbono
hasta ser piedra.
El carbono 14 servirá
para asignarle entidad
a mi esqueleto.
La cuna de Jesús
procedió del carbono.
Los animales incorporan
en la ingesta
el carbono de las plantas.
La degradación del carbono
es la edad de todo:
la raya que tacha el papel,
la mano que dibuja la raya,
la mesa que sostiene el papel.


ELLA CON VESTIDO

Desabrochar ha reemplazado a la ciencia.
El cuerpo nudoso, pálido, cuyos músculos
se tensan a medida que la luz crece.
No es una luz que provenga de fuente eléctrica.
En general, soy ciego por emoción, obnubilado
es la estúpida palabra que me describe.
Esta luz es mi ceguera blanda.
Me río del pantano, del desierto y la nieve.
Me río de los trenes que parten y los recuerdos.
Soy tan serio al desabrochar que me río.


NOCHE DE LLUVIA

Alegre como voy en esta noche
en que el agua se desliza fugitiva,
celebro que llueva largamente
en mi cabeza: ser quien escucha.




De El libro de las inexactitudes, libro inédito, 2020.
Selección y foto: Jmp
Daniel Ponce (Buenos Aires, 1956).


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