ALDEA
Mi blanca soledad-
aldea abandonada.
Revuelo de perezas
sobre la torre de
un anhelo
que tañe sus
horizontes.
Pintadas negras de
la desolación.
Yunques abandonados
y puentes solariegos.
Se ha sentado el
dolor como un cacique
en el banquillo de
mi corazón.
Las lluvias
estancadas de mis sueños
se han cubierto de
musgo.
En el horno apagado
del silencio
mis frutos
maduraron
estérilmente.
Perdí mi itinerario
en el desierto.
¡Hospedería triste
de mi vida
en donde sólo se
aposentó el azar!
En una pradería de
cansancios
balan estrellas mis
ovejas grises.
Lugarón sin
destino;
las calles
andariegas
beatas de mi ser
son manos
contemplativas
que van perdiendo
soles...
MAÑANA DE SOL
Tañía el sol sus
llamas
en los cántaros
húmedos del viento
de rocío y paisaje
que alargaba el
elástico sendero.
Desentumecimientos.
Carnes del trigo;
espigas de mis
manos.
Jadean los aromas;
temblequean cual besos
los caminos.
Silencios verdes de
los bosques rojos
apretados de gozo y
alegría.
¡Enloquece en mis
ojos la mañana!
De: “Molino rojo”, 1926. En: “Obra poética
1”, Leviatán, 1998.
Jacobo Fijman (Rusia –hoy Rumania-, 1898 –
Buenos Aires, 1970).
Imagen: José Planas Casas, grabado interior
primera edición de Molino rojo.
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