martes, 31 de julio de 2012

Héctor Tizón, nunca es posible regresar a nada


NUNCA ES POSIBLE REGRESAR A NADA

La última de sus visitas había ocurrido quizá cuatro años atrás. Aunque para alguien como él, que había pasado largos años encerrado, el tiempo era distinto -pesado, lento, denso y distinto-, aun así recién ahora -que en verdad lo pensaba- sentía que había transcurrido, desde entonces, mucho más que la mera suma de meses y de años. En aquel momento le había vuelto a decir -lo quiso decir por última vez- que no volviera más; que nada valía la pena, que él ya era otro y que ella también era y sería distinta a medida que el tiempo pasaba.

Estaban esa mañana de un domingo sentados frente a frente, aunque separados por la tela metálica y la discretamente alerta mirada de los guardianes. Las pocas palabras que ambos se dijeron fueron en voz baja, en un tono que pretendía ser objetivo y neutral, pero cohibido por un sentimiento que tal vez simulaba o disfrazaba de indiferencia y quedaba en algo semejante al vacío. En esa última visita había otras gentes, no lejos, en la misma situación, que también hablaban con voz aplacada, aunque de vez en cuando reían. Hacía calor, lo recordaba porque volvía a escuchar el seco, amortiguado, suave golpe de las aspas de los grandes ventiladores que pendían del techo de aquella sala de recibo en el penal. Luego sonó un timbre y él se levantó. "Es el primero", dijo ella. Y él dijo que sí, que era el primero -faltaban dos más-, pero que era mejor así y que era inútil esperar los otros dos. Ya estaba de pie cuando lo dijo. Ahora recordaba la clara mirada de sus ojos, velados por la desdicha.

Ella después escribió tres o cuatro cartas, que le entregaron abiertas, como siempre, y que sin leerlas rompió y echó a la basura.

Después, empleando varios sistemas impuestos por la voluntad y la disciplina, la expulsó de sus recuerdos. Y, cuando al cabo de un largo y esforzado tiempo, cuando ya estaba seguro de no tener nada ni a nadie, tuvo un sueño, y en el sueño la volvió a ver, casi simultáneamente le notificaron que había sido indultado por el gobernador. En el sueño estaba ella como la había conocido, su imagen, la mirada de sus ojos, su indumentaria y su voz que le hablaba sin que sus labios se movieran, como ocurre en los sueños; y ya no pudo apartarla de sí durante los días y las noches, hasta que el pesado portal del cautiverio se abrió y él estuvo luego de todos aquellos años en la calle. Era la víspera de Navidad.

A bordo del ómnibus que lo llevaba al centro de la ciudad, iba redescubriendo el paisaje, que era el de siempre; los edificios, algunos iguales a sí mismos y los automóviles tan distintos, veloces y asombrosamente numerosos en comparación con los que hacía mucho tiempo había dejado de ver. El sol se ponía. Nadie puede atrapar la temblorosa belleza de un atardecer, pensó. Por la radio se escuchaban villancicos una y otra vez.

Era ya de noche cuando cobró el valor necesario y comenzó a caminar hacia la casa, en cuyo frente un arbolito lucía adornos de luces encendidas; aquella misma casa adonde, casi al mismo tiempo llegaba otro, que no era él, y con quien ella, que seguramente ya esperaba en la puerta, estuvo largo momento abrazada, como si extrañamente hubiese presentido alguna sombra ajena.

Después, definitivamente, los arbustos de enfrente lo ocultaron.


En: “Cuentos completos”, Alfaguara, 2006.
Héctor Tizón (21 de octubre de 1929 en Rosario de la Frontera, Salta – Jujuy, 30 de julio de 2012).

sábado, 28 de julio de 2012

Vicente Zito Lema, hay épocas en que la poesía se espanta de las almas


ÉPOCAS


Hay épocas en que la poesía se espanta de las almas
benditas y de los espíritus sin mácula que cuentan
estrellas ante las sombras del río...

Hay épocas en que la poesía pierde la buena medida,
el  buen tono, la buena contemplación, el buen amor,
el buen humor, la buena razón y el buen apetito
con que los cuerpos abren las puertas del destino...

Hay épocas en que la poesía llora en la noche
con lágrimas de niño y dice adiós a la belleza
sin estrépito, y corre hacia el infierno
con botas de gigante para sus pies desechos...

Hay épocas en que la poesía no duerme
entre las sábanas almidonadas de la cultura,
debe buscársela sonámbula y a los tumbos, casi ciega,
entre tiros y gritos y pájaros de mal agüero,
en noticias policiales...

Hay épocas en que la poesía sólo conoce las prácticas
subversivas y los métodos piqueteros
(la cosa es: tomar por asalto el palacio de verano y el de invierno,
o cortar las rutas, o cubrir de humo negro el cielo, o morir de pobre,
en la soledad del silencio,
como los elefantes mueren en los bordes de la selva.)
Entonces la poesía anda sin brújula, a saltos de mata,
de un lado a otro, del mar a la meseta, mientras el otoño
nos envuelve con su luz dorada
y solo cambia que uno está más viejo...

Hay épocas en que la poesía se plantea una última cuestión:
¿cuándo lleguen los poetas del mañana,
los que anuncian la alegría,
tendremos algo más para recibirlos
que tumbas de inocentes sin justicia
y la moneda de la vida jugada a cara o cruz...?



En: “Belleza en la barricada (Antología poética 1971-2007)”, 
Ediciones r y r, 2007.
Vicente Zito Lema, Buenos Aires, 1939. Poeta.

viernes, 27 de julio de 2012

René Char, hombre de la lluvia


XVIII

Suaviza tu paciencia, madre del Príncipe. Ayer tú ayudabas, así, a alimentar al león del oprimido.


XIX

Hombre de la lluvia y niño del buen tiempo, tus manos de derrota y de progreso me son igualmente necesarias.


.
René Char (Francia, 1907-1988).

De: “Seuls demeurent” (1945). Partición Formal. En: “Antología”.
Selección y versiones de Raúl Gustavo Aguirre.
Ediciones Del Mediodía,  Buenos Aires, 1968.
Foto: RCh, s/d.

jueves, 26 de julio de 2012

Versos de un payador a la señora Eva Perón


VERSOS DE UN PAYADOR
A LA SEÑORA EVA PERÓN


Con aire de payador entro a su casa, señora,
con la guitarra canora templada por el fervor.
Cada clavija, una flor, y cada cuerda cantora,
una pulsación sonora que resalta con amor
para vibrar en su honor, mi dignísima señora.

No se acostumbra actualmente este estilo de canción,
se fue con la tradición del payador elocuente.
Pero siento, de repente, que en esta noble ocasión
debo hacer una excepción para cantar gentilmente
mis décimas oferentes que dedico a Eva Perón.

Más debo, con su licencia, o más bien con su perdón,
reanudar la improvisación y borrar mi inexperiencia.
Cegado por la impaciencia cometí la incorrección
de hacer la salutación olvidando, en mi imprudencia,
de festejar en su ausencia al General Juan Perón.

Él es el verbo mayor y usted la mayor templanza.
Él es la punta de lanza y usted la punta de amor.
Él es un grito de honor que hasta el deber nos alcanza,
y usted la mano que amansa cuando castiga el dolor.
Él es el gran sembrador y usted la gran esperanza.

Él es el gran constructor de la patria liberada
y usted, la descamisada que se juega con valor.
Los dos uncidos de amor son vanguardia en la cruzada,
las masas, emocionadas al brillo de este fervor,
han jurado con honor morir en esta patriada.

En estilo payador canté en su casa, señora,
con la guitarra sonora templada para su honor.
Perdóneme si al favor de su mano acogedora,
mi pobre musa cantora no supo cantar mejor
al restallar con amor en esta casa, señora.


Homero Manzi. 1949.
Música: Hugo del Carril.
Imagen: idea de Alejandro Marmo y diseño de Daniel Santoro, 
Evita en las paredes del Ministerio de Desarrollo Social.

miércoles, 25 de julio de 2012

Día de Los Grones


D.L.G
(Día de Los Grones)

Y se abrirá todo el cielo
no será un día normal
después de todo
todo llega siempre de algún modo
las profecías se dan

Apocalipsis de abajo
un maremoto de amor
fiesta en la calle
un orgasmo que nunca se acabe
día de resurrección

Y será y será un fuego
un pantallazo un rayo luz conmovedor
una tormenta una música infinita
y será y será un fuego
un pantallazo un rayo luz conmovedor
una tormenta una música infinita

Negro animal de trabajo
clama la luna por vos
hijo cansado te observamos
pero no te amamos
cargas con todo el dolor

Gente de todos los lados
vientos amigos de Dios
carguen sus armas
aunque sea cárguenlas de ganas
y tírenle al cielo su amor

Y será y será un fuego
un pantallazo un rayo luz conmovedor
una tormenta una música infinita
y será y será un fuego
un pantallazo un rayo luz conmovedor
una tormenta una música infinita


En: LP “Giros”, 1985.
Fito Páez, Rosario, 13 de marzo de1963.

René Char, Heráclito acentúa la exaltadora alianza de los contrarios


XVII

Heráclito acentúa la exaltadora alianza de los contrarios. Ve ante todo en ellos la condición perfecta y el motor indispensable para producir la armonía. En poesía ha ocurrido que en el mo­mento de la fusión de estos contrarios surgiera un im­pacto sin origen definido cuya acción disolvente y soli­taria provocó el deslizamiento de los abismos que conduce al poema de manera tan antifísica. Corresponde al poeta abreviar ese pájaro haciendo intervenir ya sea un elemento tradicional de probado valor, ya sea el fuego de una demiurgia tan milagrosa que anule el trayecto de causa a efecto. El poeta puede entonces ver los contrarios —esos espe­jismos puntuales y tumultuosos—, llegar a su fin, personificarse su descendencia inmanente, siendo poesía y verdad, como sabemos, sinónimas. 



.
René Char (Francia, 1907-1988).

De: “Seuls demeurent” (1945). Partición Formal. En: “Antología”.
Selección y versiones de Raúl Gustavo Aguirre.
Ediciones Del Mediodía,  Buenos Aires, 1968.
Foto: RCh, s/d.

martes, 24 de julio de 2012

El poema está


XVI

El poema está siempre casado con alguien.



.
René Char (Francia, 1907-1988).

De: “Seuls demeurent” (1945). Partición Formal. En: “Antología”.
Selección y versiones de Raúl Gustavo Aguirre.
Ediciones Del Mediodía,  Buenos Aires, 1968.
Foto: RCh, s/d.

lunes, 23 de julio de 2012

Javier Heraud, yo soy un río


La vida baja como un ancho río
Antonio Machado

EL RÍO

                 1

    Yo soy un río,
    voy bajando por
    las piedras anchas,
    voy bajando por
    las rocas duras,
    por el sendero
    dibujado por el
    viento.
    Hay árboles a mi
    alrededor sombreados
    por la lluvia.
    Yo soy un río,
    bajo cada vez más
    furiosamente,
    más violentamente
    bajo
    cada vez que un
    puente me refleja
    en sus arcos.


                    2

    Yo soy un río
    un río
    un río
    cristalino en la
    mañana.
    A veces soy
    tierno y
    bondadoso. Me
    deslizo suavemente
    por los valles fértiles,
    doy de beber miles de veces
    al ganado, a la gente dócil.
    Los niños se me acercan de
    día,
    y
    de noche trémulos amantes
    apoyan sus ojos en los míos,
    y hunden sus brazos
    en la oscura claridad
    de mis aguas fantasmales.


                      3

    Yo soy el río.
    Pero a veces soy
    bravo
    y
    fuerte
    pero a veces
    no respeto ni a
    la vida ni a la
    muerte.
    Bajo por las
    atropelladas cascadas,
    bajo con furia y con
    rencor,
    golpeo contra las
    piedras más y más,
    las hago una
    a una pedazos
    interminables.
    Los animales
    huyen,
    huyen huyendo
    cuando me desbordo
    por los campos,
    cuando siembro de
    piedras pequeñas las
    laderas,
    cuando
    inundo
    las casas y los pastos,
    cuando
    inundo
    las puertas y sus
    corazones,
    los cuerpos y
    sus
    corazones.


                  4

    Y es aquí cuando
    más me precipito
    Cuando puedo llegar
    a
    los corazones,
    cuando puedo
    cogerlos por la
    sangre,
    cuando puedo
    mirarlos desde
    adentro.
    Y mi furia se
    torna apacible,
    y me vuelvo
    árbol,
    y me estanco
    como un  árbol,
    y me silencio
    como una piedra,
    y callo como una
    rosa sin espinas.


                     5

    Yo soy un río.
    Yo soy el río
    eterno de la
    dicha. Ya siento
    las brisas cercanas,
    ya siento el viento
    en mis mejillas,
    y mi viaje a través
    de montes, ríos,
    lagos y praderas
    se torna inacabable.


                     6

    Yo soy el río que viaja en las riberas,
        árbol o piedra seca
    yo soy el río que viaja en las orillas,
       puerta o corazón abierto
    yo soy el río que viaja por los pastos,
       flor o rosa cortada
    yo soy el río que viaja por las calles,
       tierra o cielo mojado
   yo soy el río que viaja por los montes,
       roca o sal quemada
    Yo soy el río que viaja por las casas,
       mesa o silla colgada
    Yo soy el río que viaja dentro de los hombres,
        árbol  fruta
        rosa   piedra
        mesa  corazón
        corazón y puerta
        retornados.


                        7

    Yo soy el río que canta
    al mediodía y a los
    hombres,
    que canta ante sus
    tumbas,
    el que vuelve su rostro
    ante los cauces sagrados.


                        8

    Yo soy el río anochecido.
    Ya bajo por las hondas
    quebradas,
    por los ignotos pueblos
    olvidados,
    por las ciudades
    atestadas de público
    en las vitrinas.
    Yo soy el río
    ya voy por las praderas,
    hay árboles a mi alrededor
    cubiertos de palomas,
    los árboles cantan con
    el río,
    los árboles cantan
    con mi corazón de pájaro,
    los ríos cantan con mis
    brazos.


                        9

    Llegará la hora
    en que tendré que
    desembocar en los
    océanos,
    que mezclar mis
    aguas limpias con sus
    aguas turbias,
    que tendré que
    silenciar mi canto
    luminoso,
    que tendré que acallar
    mis gritos furiosos al
    alba de todos los días,
    que clarear mis ojos
    con el mar.
    El día llegará,
    y en los mares inmensos
    no veré más mis campos
    fértiles,
    no veré mis árboles
    verdes,
    mi viento cercano,
    mi cielo claro,
    mi lago oscuro,
    mi sol,
    mis nubes,
    ni veré nada,
    nada,
    únicamente el
    cielo azul,
    inmenso,
    y
    todo se disolverá en
    una llanura de agua,
    en donde un canto o un poema más
    sólo serán ríos pequeños que bajan,
    ríos caudalosos que bajan a juntarse
    en mis nuevas aguas luminosas,
    en mis nuevas
    aguas
    apagadas.


De: “El río”, Lima, 1960.
En: “Poesía completa”, Ediciones Peisa, Lima, Perú, 2010.

Javier Heraud (Miraflores, Perú, 19 de enero de 1942 – muere asesinado en medio del río Madre de Dios, frente a la ciudad de Puerto Maldonado, al intentar ingresar en canoa  a su país clandestinamente el 15 de mayo de 1963; tenía 21 años).

domingo, 22 de julio de 2012

Miriam Cairo, mi amiga se baña desnuda en el mar


SENO SOBERBIO


Fulminante.

Mi amiga se baña desnuda en el mar. Se ha quitado la ropa interior y grita a los peces, a las medusas, a las algas marinas. Llama por su nombre a Alfonsina y a todos los muertos del amar. Usando sus pies como un tentáculo siembra pozos en el lecho del océano. No hay motivo para pensar que es un trabajo superior a sus débiles fuerzas.

La desnudez.

La soledad.

Llama a todos los que han salido de su memoria. El mar la mira cuando viene, la sigue mirando cuando se va. Por momentos se detiene ante ella para mirar esa breve esperanza de la desnudez y sigue su camino de mar para no detenerla en su caída o en su ascensión.

La mirada.

Los peces.

Mi amiga desnuda en el mar abraza con inmenso amor su seno soberbio de amazona. La luz del amanecer la cubre y la descubre. El viento la toca. Grita el nombre de todos los que salieron de su memoria. Sigue entrando en el mar presintiendo peces, vagando entre medusas hechas de delirios atroces y miradas obscenas.

La hermosura.

La memoria.

Los médicos pueden curarla. No se arrepiente de nada. En sueños mató a su amante. Su sangre temerosa apenas quería salir. Tuvo que hundir los dedos una y otra vez en el pequeño corazón para que deje de latir. Ella soñó hasta volverse loca. Mientras moría, el amante le sonreía con una ternura inimaginable. Demasiada sonrisa para quien está muriendo de ese lado por donde sólo llueve sal.

El amante.

El sueño.

Luego se acercó a su cadáver y le dijo: estás muerto. Y aunque él ya no podía escucharla lo sabía. Mi amiga le entregó su seno al amante que moría. El amante muerto lloraba deslizándose como un canto rodado llevado por la corriente. Las mujeres son sensibles a los coitos deslumbrantes y terroríficos. Mi amiga exhala un liviano olor a sangre y a menta. El aire la respira.

El seno.

El aire.

Ella levanta las manos hacia la peluca que es su cabello y la arranca suavemente. La cabeza desnuda y misteriosa como una runa. La cabeza apenas cubierta por un bozo de muchacho. Más hermosa que la noche. Más fuerte que un vendaval. Ríe. Delata. Eros, breve y mucilaginoso cae desprendido del pedestal.

La runa.

El viento.

Fulminante.

Mira hacia atrás. Aprecia la distancia que la separa de la costa. El amante quería más explicaciones antes de morir. Un ángel de papel atravesó el sueño riendo a fuego vivo hasta quemarse. Mi amiga apretó las manos y fue a mirarse en el espejo. Moriré de amor, pero no de cáncer. El amante muerto, al escucharla, se puso de pie y lloró. Recordaba la hora de la ambulancia, el camillero, el cuarto blanco. Cuando otra vez la llamó en sueños, ella llevaba efímeras flores sobre el pecho. A simple vista uno puede notar que el amante está muerto.

El ángel.

El espejo.

Los seres de los sueños no hablan entre sí cuando se encuentran en otros sueños. Las mujeres de dos senos estaban serias. Llevaban vestidos claros, discretamente floreados. Mi amiga miraba esas mujeres con una especie de fascinación. Atravesó desnuda toda la extensión del sueño, salvaje y dulce, aullante y murmurada. Llevaba en su pezón soberbio una cuenta de suspiros inaudibles. Un primer y un último milagro. Hacia arriba, abajo, a un lado y otro, atrás, adelante, un oscilar de los niveles de lo cierto y de lo constante.

La extensión.

Los suspiros.

Quizás en eso consiste la desnudez: sentir que te pertenece algo hermoso. Hay cosas que en la vigilia se nos escapan pero en sueños no. La vigilia ignora el vello del pubis, ignora el grito que sale del esternón. Con el cabello en la mano, mi amiga agita su cabeza de muchacho con pubis de mujer y llama por su nombre a todos los muertos del mar.

El esternón.

El pubis.

Hay que decirlo: mi amiga es un enjambre de alas frescas bajo el cielo desplumado. Puñados de sol se derraman sobre la vanidad bien llevada de su cuerpo. Unas lenguas de sirenas disimulan la emoción a fuerza de tragarse la espuma. Todos los muertos del mar se sientan sobre una lágrima y la observan cantar o bailar con ritmo de desnuda estrella. Hay que decirlo: para llegar a esto fue necesario estirar el miedo hasta el otro lado de la noche y someterse a las rigurosas leyes de un amor que no muere.



Miriam Cairo (San Nicolás, provincia de Buenos Aires, 21 de diciembre del 1962).

Mañana de sol


MAÑANA EN EL ABASTO

Mañana de sol, bajo por el ascensor,
calle con árboles, chica pasa con temor
no tengas miedo, no, me pelé por mi trabajo,
los lentes son por el sol, y para la gente que me da asco.

No vayas a la escuela, porque San Martín te espera,
estás todo el día sola, y mirás a mi campera.
Tomates podridos, por las calles del Abasto,
podridos por el sol, que quiebra el asfalto del Abasto.

Hombre sentado ahí, con su botella de Resero,
los bares tristes vacíos ya, por la clausura del Abasto.
José Luis y su novia se besan ahí por el Abasto,
yo paso y me saludan, bajo la sombra del Abasto.

Mañana de sol, bajo por el ascensor,
calle con árboles, chica pasa con temor.
Parada Carlos Gardel, es la estación del Abasto.
Sergio trabaja en el bar, en la estación del Abasto,
piensa siempre más y más, será por el aburrimiento.

Subte Línea B, y yo me alejo más del suelo,
y yo me alejo más del cielo, también
ahí escucho el tren, ahí escucho el tren
estoy en el subsuelo, estoy en el subsuelo.

Mañana de sol, bajo por el ascensor
calle con árboles…



L y M: Luca Prodan (Roma, 17 de mayo de 1953 – 
Buenos Aires, 22 de diciembre de 1987).
De: “After chabón”, Sumo, 1987.

sábado, 21 de julio de 2012

Javier Heraud, ha llegado el hombre de los mares



PRÓLOGO

Ha llegado ya el
hombre de los mares
Señor, abre tu puerta
Señor, abre tu corazón
que ha  llegado ya
el hombre de los mares.

                              Gabier Eró
                                        1960
 


De capitulo: “Poesía varia” (1957-1961). 
En: “Poesía completa”, Ediciones Peisa, Lima, Perú, 2010.

Javier Heraud (Miraflores, Perú, 19 de enero de 1942 – muere asesinado en medio del río Madre de Dios, frente a la ciudad de Puerto Maldonado, al intentar ingresar en canoa  a su país clandestinamente el 15 de mayo de 1963; tenía 21 años).

Javier Heraud y las estaciones


LAS ESTACIONES

POEMA

    Oscuro es el tiempo y leves
    las sonrisas de los días.
    El día asume su palidez
    de infante: su regocijo se
    expresa en las noches
    del amor y la venganza.
    Es la hora de los muertos,
    ahí donde surgen los pálidos
    rostros de niños consumidos
    por el viento.
    Largo es el camino y oscuras
    las sonrisas de los días.
    (Las tumbas conservan sus
    viejos temores, los hombres
    sus viejos escritos
    y los niños nacen
    con nuevos
    rencores en los labios).
    Y allí donde el día se ofrece
    (oscuro regocijo de hierbas caídas)
    abro mis ojos a la luz del amor
    y de tus labios. 


INVIERNO

    Agosto ha pasado ya.
    Duras primaveras
    acosan mis olvidados
    recuerdos.
    (Las cicatrices
    del tiempo y del olvido,
    lo cicatrices del odio
    y el amor,
    las llanuras de sangre
    abiertas con la mano,
    los campos desolados
    por la sed y el amor). 


PRIMAVERA

    Es la hora de la sangre
    y del clamor.
    ahí donde vibraban
    los viejos clarines,
    allí donde sonaban
    los viejos sonetos,
    vibran y suenan
    los días oscuros
    del tiempo y del amor.
    Los muertos esperan
    felices los truenos
    pacientes,
    y los ríos congelados
    aguardan la llegada
    del verano.
    Verano, viejo sólido,
    nada podrás contra
    la ardiente tiranía
    de la primavera. 


VERANO

    Redoblados soplos del amor
    sacuden el corazón y los ojos.
    (Es la luz de la vida y
    de los días. Es el castigo de la
    muerte y de las noches).
    Recojo y siembro las semillas
    del amor;
    camino entre noches
    oscurecidas por
    el vino,
    pregunto a la tierra
    y a los montes,
    arranco montañas
    de odios y tumultos:
    ¿Qué son las tardes
    al lado de la paz,
    qué son los montes
    al lado de los sueños,
    qué son los ríos
    a lado de las lágrimas,
    qué son una sonrisa,
    un llanto,
    un estremecimiento,
    un
    rostro,
    una
    mano
    si día a día
    mueren
    las hierbas
    en los campos,
    si día a día
    caen en sus
    noches
    los  árboles
    del amor y
    del silencio? 


OTOÑO

    En los ríos del otoño,
    mi sangre, los muertos,
    mi amor, las hierbas caídas,
    mis labios, las cicatrices
                                   abiertas,
    se fundirán como
    una primavera,
    se unirán como niños
    jugando,
    en el eterno renacer
    de nuestros corazones. 



De: “El viaje”, Lima, 1961. 
En: “Poesía completa”, Ediciones Peisa, Lima, Perú, 2010.
Javier Heraud (Miraflores, Perú, 19 de enero de 1942 – 
muere asesinado en medio del río Madre de Dios, frente a la ciudad 
de Puerto Maldonado, al intentar ingresar en canoa  a su país clandestinamente 
el 15 de mayo de 1963; tenía 21 años).
Foto: JH, s/d.

viernes, 20 de julio de 2012

La embolia dialéctica que azota a todo poema


XIII

Furor y misterio de vez en vez lo sedujeron y lo consumieron.  Luego vino el año que terminó con su agonía de saxafrax.


XIV

Gravitaban alrededor de su pan agrio las circunstan­cias de los rebotes, de los renacimientos, de las fulmina­ciones y de las brazadas incrustantes en la fuente de Saint‑Allyre.


XV

En poesía, ¡cuántos iniciados alistan hoy todavía, sobre un hipódromo situado en el verano lujoso, entre las nobles bestias seleccionadas, un caballo de carrera en cuyas entrañas recientemente zurcidas palpitan polvos repugnantes! Hasta que la embolia dialéctica que azota a todo poema fraudulentamente elaborado haga justicia en la persona de su autor por esta impropiedad inadmisible.



.
René Char (Francia, 1907-1988).

De: “Seuls demeurent” (1945). Partición Formal. En: “Antología”.
Selección y versiones de Raúl Gustavo Aguirre.
Ediciones Del Mediodía,  Buenos Aires, 1968.
Foto: RCh, s/d.

jueves, 19 de julio de 2012

Conviene que la poesía sea


X

Conviene que la poesía sea inseparable de lo previsi­ble, pero no formulado todavía.


XI

¿Puede ser la guerra civil, nido de águila de la muer­te encantada? ¡Oh, radiante bebedor de porvenir muerto!


XII

Disponer en terrazas sucesivas valores poéticos de­fendibles en relaciones premeditadas con la pirámide del Canto en el instante de su revelación, para de obtener ese absoluto inextinguible, ese rama del primer sol: el fuego no visto, indescomponible.



.
René Char (Francia, 1907-1988).

De: “Seuls demeurent” (1945). Partición Formal. En: “Antología”.
Selección y versiones de Raúl Gustavo Aguirre.
Ediciones Del Mediodía,  Buenos Aires, 1968.
Foto: RCh, s/d.

miércoles, 18 de julio de 2012

René Char, Heráclito, Georges de la Tour


IX

A DOS MERECIMIENTOS – Heráclito, Georges de la Tour, a ustedes les agradezco el haber, durante largos momentos, arrojado fuera de cada pliegue de mi cuerpo singular este señuelo: la condición humana incoherente, el haber torneado el anillo desnudo de la mujer según la mirada del rostro del hombre, el haber vuelto ágil y susceptible mi dislocación, el haber gastado las fuerzas de ustedes en la corona de esta consecuencia sin medida de la luz absolutamente imperativa: la acción contra la realidad, por tradición destacada, simulacro y miniatura.



.
René Char (Francia, 1907-1988).

De: “Seuls demeurent” (1945). Partición Formal. En: “Antología”.
Selección y versiones de Raúl Gustavo Aguirre.
Ediciones Del Mediodía,  Buenos Aires, 1968.
Foto: RCh, s/d.

martes, 17 de julio de 2012

René Char, todos viven


VIII

Todos viven hasta la noche que completa el amor. Bajo la autoridad armoniosa de un prodigio común a todos, el destino particular se cumple hasta la soledad del oráculo.


.
René Char (Francia, 1907-1988).

De: “Seuls demeurent” (1945). Partición Formal. En: “Antología”.
Selección y versiones de Raúl Gustavo Aguirre.
Ediciones Del Mediodía,  Buenos Aires, 1968.
Foto: RCh, s/d.

lunes, 16 de julio de 2012

Emiliano Bustos y Gotas de crítica común por Nicolás Correa


BUSTOS NO ES UN CYBORG

Por Nicolás Correa, poeta

Bustos no es un cyborg.

Las redes se despliegan en todos los sentidos. Es la forma en que se produce el proceso de digestión: Bustos ha sufrido la poesía de otras generaciones, la ha leído, la ha sentido en el cuerpo, la ha digerido y finalmente, felizmente, es capaz de develar la forma en que la red se despliega.


La intertextualidad, sí, en ese caso la red se vuelve visible, pero no es lo único, porque la red es en su poesía, hacia adentro y hacia fuera. Va y viene, sufre la filiación al pasado, sufre la producción del presente. Constantemente pierde y recupera una memoria construida de tradiciones, de eventos continuos, de temporalidades, relaciones entre padres e hijos, digestión en proceso.

Bustos no es un cyborg.

El poeta pone el cuerpo en el ritual, le pone el cuerpo al peso de la red para que la sociedad no perciba la densidad del proceso, y expone las variables hereditarias: padres e hijos, padres versus hijos, padres o hijos.

Observación del ritual: devorar otros textos, convertirlos en jirones de textos que son solo visibilidad intertextual, porque la parte oscura queda en Bustos, los efectos del rito son su poesía. Pero no está sólo.

El origen de nuestra patria literatura, el devenir de nuestra patria literatura, los días anteriores de que nuestra patria literatura salga de la pampa y sea trágica nación: “… descansaré a la/ sombra de lo único que tiene la pampa/ y los poetas medirán el impulso asesino…”[1] Lee en el código hereditario la posibilidad de llevar la antorcha, de cargar con los muertos, pero tiene una capacidad asesina.
Bustos no es un cyborg, está lejos de ser una máquina.

Aleja la llama de la memoria, la apaga y la prende funcional, luminaria de una poética que mastica las herencias. Aquellos míticos personajes, no son ellos, sino visible intertextualidad, son entidades vacías, “Aquiles es la furia/ el capricho, luego la pena por Patroclo;/ pero Héctor se está despidiendo de su hijo, ahí,/ en algún lugar de su hermosa casa…”  Hay un Aquiles, un Héctor, un Astianacte, pero son otros. Robados de su patria, devueltos a otro espacio, y es en ese lugar donde ya no son míticos, sino padre, hijo y enemigo, de carne y hueso.

Gotas de crítica común no es una máquina, es brujería. Y Bustos no es una máquina, las máquinas no digieren, cumplen funciones, es brujo, curandero, hechicero. Es capaz de pensar una patria poética.   


[1] “El chancho muerto” en gotas de crítica común. Emiliano Bustos, Libros de la talita dorada, City Bell, 2011. En este poema, Bustos lleva a cabo el ritual: el sacrificio del chancho. El valor de lo sagrado produce un nuevo simiente/ devenir. Las tripas son regadas en la red, el peso de las vísceras no comestibles, Bustos devuelve a su lugar a los poetas, exige rituales, exige una nueva forma de leer, de escribir, de pensar la producción y no la reproducción del discurso, pero desde la totalidad, contradictoria, sí. En palabras de Cornejo Polar, Bustos es el poeta de la totalidad contradictoria, es por momentos, imposible de asirlo, aunque la referencialidad sea visible. Bustos ejerce la brujería, se maneja a saltos en el tiempo, desordena los hechos históricos, en otros momentos los mantiene lineales o los vuelve cíclicos. Puede leer en el pasado el encantamiento de las serpientes o la serie poética de otros que intentan detentar brujería.


Ficha técnica: Gotas de crítica común / Emiliano Bustos / 
Libros de la talita dorada. 2011 / Colección Los detectives salvajes / 104 pág.

FUENTE: CULTURAMAS

sábado, 14 de julio de 2012

Robert Desnos, te irás cuando quieras



ES DE NOCHE

Te irás cuando quieras
El lecho se ciñe y se afloja con las delicias igual que un corsé
de terciopelo negro
Y el insecto resplandeciente se posa sobra la almohada
Para estallar y entonces reunirse con lo oscuro
El oleaje llega martillando y se calla
Samoa la bella duerme entre algodones
Conejar ¿qué haces con las banderas? las arrastras por el fango
A la buena de Dios y en lo profundo de todo fango
El naufragio se acentúa bajo los párpados
Relato y describo el sueño
Recojo los envases de la noche y los ordeno sobre el estante
El ramaje del pájaro de madera se confunde con la irrupción
de los tapones en forma de mirada
Nada de volver allí nada de morir allí la alegría desborda
Un invitado de más a la mesa redonda en el claro verde esmeralda
del bosque con yelmos resonantes cerca de un
montón de espadas y armaduras abolladas
Nervio a modo de amorosa lámpara apagada al fin del día
Yo duermo




De: "Corps et biens", 1930. Versión de Aldo Pellegrini.

Robert Desnos (París, 4 de julio de1940 – Campo de concentración 
de Theresienstadt, 8 de junio de 1945).
Gracias a Silvia Loustau.

Robert Desnos, siento que mi comienzo está próximo


DESTINO ARBITRARIO

a Georges Malkzine

Ahora llega el tiempo de las cruzadas.
Por las ventanas cerradas los pájaros se obstinan en hablar
como peces de acuario.
Junto al escaparate de una tienda
una bonita mujer sonríe.
Felicidad no eres sino lacre
y yo paso como un fuego fatuo.
Una multitud de guardianes persigue
a una mariposa inofensiva fugada del asilo.
Se torna en mis manos calzón de encaje
y tu carne se torna de águila
¡oh sueño mío cuando te acaricio!
Mañana habrá entierros gratuitos
ya no se resfriarán
hablarán el lenguaje de las flores
se iluminarán con luces hasta ahora desconocidas.
Pero hoy es hoy.
Siento que mi comienzo está próximo
semejante al trigo de junio.
Gendarmes ponedme las esposas.
Las estatuas vuelven la espalda sin obedecer.
En su zócalo inscribiría injurias y el nombre de mi peor enemigo.
Allá lejos en el océano entre dos aguas
un bello cuerpo de mujer hace retroceder a los tiburones.
Suben a la superficie para contemplarse en el aire
y no se atreven a morder esos senos
esos senos deliciosos.


De: "Corps et biens", 1930. Versión de Aldo Pellegrini.
Robert Desnos (París, 4 de julio de1940 – Campo de concentración 
de Theresienstadt, 8 de junio de 1945).
Gracias a Silvia Loustau.

Luis Alberto Spinetta, bajan


BAJAN

Tengo tiempo para saber
si lo que sueño concluye en algo.
No te apures ya más, loco,
porque es entonces
cuando las horas
bajan, el día es tibio sin sol;
bajan, la noche te oculta la voz. 

Y, además, vos tenés sol,
despacio también
podés hallar la luna.

Viejo roble del camino,
tus hojas siempre se agitan algo.

Nena, nena, que bien te ves
cuando en tus ojos
no importa si las horas
bajan, y el día se sienta a morir;
bajan, la noche se nubla sin fin.

Y, además, vos sos el sol,
despacio, también
podés ser la luna...

(viola para despertar a los dioses)



LP Artaud, 1973
LAS, músico, poeta, luz (1950-2012)