jueves, 23 de septiembre de 2010

Eduardo D’Anna – El caballete y El sabio


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EL CABALLETE

Irene no pinta en el caballete
que era de mi madre, porque
los tiempos han cambiado, y el
arte conceptual, parece que
no precisa que el artista mire
así, a cierta distancia del cuadro,
lo que está haciendo, como antes hacían
los pintores en la calle. Ellos
se ponían en la barranca, y el río
se quedaba detenido, imposible,
en la tela. A los chicos nos parecía
una magia. Y lo era. Era la magia
de la representación, una
mentira como cualquiera; mi madre
pintaba así sus flores, sus edificios
rosarinos en construcción –que hoy
están ya viejos o demolidos- poniendo
la tela sobre ese caballete.
¿Y qué es, Irene, para vos, hoy, eso,
un apoyo para poner tus construcciones,
pero una vez que están terminadas?

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EL SABIO

Estaciono en una ciudad
desconocida. Dejo el auto
preocupado. Como si no
supiera que a él, estar solo
por un ratito, no le molesta.

Quedarse descansando así,
sin buscar pruebas
de la existencia del mundo.

Un auto grande ya,
con algunos problemas físicos;
pero que sabe lo que vale
dejarse estar, tranquilo,
en una calle
de la que no se sabe ni el nombre.


En “2491”, Ediciones Recovecos, Córdoba, 2010

Eduardo D’Anna nacío en Rosario en 1948. Poeta, ensayista, novelista y dramaturgo.
Foto: detalle de tapa de 2491 y dedo, Jmp

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