martes, 19 de diciembre de 2023

MARTÍN KOHAN Mi padre me dijo

City Bell 19 del 12 de 2023



VIII 

     Recuerdo que mi padre dijo: “Los milicos son gente de reglas claras”. La primera de esas reglas establecía: “El superior siempre tiene razón, y más aún cuando no la tiene”. Recuerdo que me dijo que entendiera bien eso, porque si entendía eso, entendía todo. 


XII 

     Mi padre era un hombre muy dado a contar anécdotas. Muchas de esas anécdotas, como suele ocurrir, provenían de sus ya lejanos quince meses de servicio militar, y apenas se supo con certeza que el número que me había tocado en suerte era el cuatrocientos noventa y siete, todas ellas volvieron a ser contadas, una por una, como por primera vez.
     Había una que refería una formación matinal en el patio del cuartel. Unos treinta soldados en ropa de fajina y en posición de firmes. Y un teniente coronel, cuyo nombre mi padre se esforzó inútilmente por traer a su memoria, pasando revista. En un momento determinado, el teniente coronel pregunta a toda voz: “¡Soldados! ¿Quién de ustedes sabe escribir bien a máquina?”. Y agrega: “El que sabe escribir bien a máquina, que dé un paso al frente”. Por un instante, nadie dice nada. Hay que ver qué significa exactamente escribir “bien” para el teniente coronel. Por fin, casi en el extremo de la fila, un pelirrojo pecoso que no mide más que un metro y medio da un paso adelante y exclama: “¡Yo, mi teniente coronel!”. El teniente coronel se le acerca y a los gritos lo interroga: “¿Usted, soldado, sabe escribir bien a máquina?”. El soldado exclama: “¡Sí, mi teniente coronel!”. “Bueno”, le dice el teniente coronel, “agarre ese balde y ese cepillo que ve allá, y en una hora me limpia bien las letrinas del regimiento”. 
     Mi padre sacaba una moraleja de esta historia: en el servicio militar, conviene no saber nunca nada. Me aconsejó que aprendiera esa lección elemental. “No hay que actuar como los judíos”, me dijo, “que siempre quieren hacer ver que saben todo”. 


XV 

     Mi padre me contó que había un militar que tenía este lema: “Al pedo, pero temprano”. Me dijo que esa consigna ilustraba bastante bien el modo de razonar de los militares. Después insistió mucho en que no fuera a mencionar esta anécdota a nadie en la conscripción, ni siquiera a los compañeros. “Vos calladito”, me dijo, y me guiñó un ojo. 


XX 

     Mi padre me dijo que los militares tenían, a su manera, algún sentido del humor. Una broma muy frecuente en el servicio militar consistía en lo siguiente: se formaba a la tropa y se la arengaba acerca de los males que traía la masturbación en exceso. Luego venía la advertencia: “Al que se hace mucho la paja, le salen pelos en la palma de la mano”. 
     Nunca faltaba quien, en ese momento, no podía resistir la tentación de verificar el estado de la palma de su mano. A ése le tocaban todas las pullas y las carcajadas, a veces por el resto del año. 
     Mi padre me encomió no incurrir en ese instante en el atisbo de mis palmas, mantener la vista al frente y las manos pegadas al cuerpo en posición de firme; así podría yo también, en lo sucesivo, participar de la diversión. 


City Bell 19 del 12 de 2023

En Dos veces junio, Random House Mondadori S.A., edición digital: noviembre de 2011 / 
Martín Kohan (Buenos Aires, 24 de enero de 1967) / Fotos: jmp / 
Los autores y textos forman parte de estudio en ejercicios de taller, y su destino es solo para este objetivo.-

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