Como mi madre
yo también nací reina
enjaulado en este cuerpo esclavo y sediento
prisionero de un designio
en el que no me reconozco.
Soy reina
porque elijo serlo
y perpetúo así una especie rara para algunos
no tanto para otros.
Si tengo diamantes y rubíes en mi corazón
soy reina
aunque me tilden de perverso
me señalen y se escondan
no naden en mi río.
Soy reina
y me poseyeron hombres oscuros
que con el día se disipaban
dejándome solo y triste
como a Juana, Isabel o Cleopatra.
Soy reina y no tengo palacios
ni abanicos en mi rostro
tampoco habito en los cuentos
ni me despertarán con un beso
pero tengo diamantes y rubíes en mi corazón
y me bautizo reina,
me perpetúo así, como mi madre.
Entonces no estaba mal
tocarse bajo las sombras
y que el árbol sea testigo del calor
del deseo.
Pero un viento tenaz increpaba
y sentíamos pecado
en aquello que al fin no estaba prohibido.
No estaba mal
sentir el gusto a menta
desde la boca del otro,
sentirse por un instante
la triste durmiente
la que espera siempre
la que llora por amor en los puertos.
No estaba mal después de todo
indagar lo que sentíamos
como un amuleto de libertad
y que esa libertad no sea precipicio.
Muchos hombres llevan mi marca
y andan por ahí
recordando mi canto triste
indagando esos rincones que conocíamos
y andan flotando o cayendo
por enormes trampolines
y son trapecistas
o felinos
o migajas.
Esos hombres marcados
tienen en su sangre la derrota y la victoria,
el desdén y la esperanza,
el hambre y la saciedad.
Es una marca imborrable
a fuerza de pasión y entrega
tatuada desde el mismo miedo, la cobardía,
la resignación.
Yo también quedé marcado
y es cada vez más triste mi canto.
Me has herido
con el puñal
que escondes en tus ojos
y brotan aves
en mis fronteras.
Sangro melodías,
mientras amanece.
Jugábamos a la escondida
en el patio trasero,
incrédulo
buscaba el roce
del niño aquel:
mi caballero.
Todavía
traspiro
si me escondo.
Marchito se recuesta sobre mí
como esos malvones en las tardes de verano,
su cansancio reposa
en mi cansancio.
El hombre que soy
ama su mirada que muta según la tristeza.
El hombre que es me alimenta,
desde su geografía me ampara, me abriga.
Nos amábamos
sobre las uvas caídas
y era el vino rancio de la tarde
conjura y pecado.
Todavía bebo el vino aquel
pero extraño el aroma dulzón
de tu piel sedienta.
Confieso que he amado
y me apuntaron todas las manos
y sangró mi casa
y estuve en guillotinas
de lenguas pudorosas
y denunciaron mi corazón desnudo
y encarcelaron los gorriones de mis ojos
y solo me dieron un vino rancio
que no bebí.
Confieso que he amado
y es mi gloria la condena.
Me gustan los hombres tristes porque tienen historias.
Cuando estoy con un melancólico sé que no hay disfraces, que desde la fragilidad afloran, como un vino añejo, las suaves palabras, las miradas como océanos cabalgando en mis arenas. Un hombre triste enseña sus heridas, también las cicatrices. Sabe que fue un niño corriendo entre las piedras, sabe que creció y aunque es castillo todavía le gustan las mañanas y los grillos. Esos hombres liberan gorriones cuando hablan, son como plantitas de menta que parecen ínfimas pero tienen el aroma de la vida entre sus tallos. Les gusta viajar también subirse a la noche que es su morada donde escriben los cansados pájaros.
Me gustan los hombres tristes porque tienen historias.
Son ellos los que se percatan del viento entre las ramas, del sonido tenue del silencio, de las glicinas. Se persignan porque creen aun que les duelan las constantes condenas. No hablan, escuchan, te miran, te palpan. Los hombres como ellos descubren tesoros que escondemos en la isla y acarician la vejez que duele en el rostro. Tienen los pies cansados pues la vida es cansancio un bello cansancio y se agitan cuando aman. Los hombres así son como bosques que nos doblegan, son gotas de lluvia, son oasis.
Me gustan los hombres tristes porque también soy triste aunque disimule la tragedia habitando mi casa.
En Reina, Ediciones Vinciguerra / summa poetica / Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Argentina, 2016 / Selección y fotos: jmp / (Marilyn Monroe, fragmentos, poemas, notas personales, cartas) /
Gustavo Tisocco (Mocoretá, Corrientes, 25 de octubre de 1969 / Poeta /
22 comentarios:
Qué hermoso Palla. Mil gracias...!!!!
Amo ese poema de mi Ami gus
Tremenda, como siempre la poesía de Gustavo, profunda, cinematográfica por momentos, conmovedora. Gracias por difundirlo! abrazo para los dos!
Qué buenos poemas! El amor, la sensualidad, el sexo, la extrañeza del cuerpo en el deseo. Abrazo, Inés Legarreta.
Qué poemas‼️ Bellísima selección‼️ 👏👏👏
Qué hermosura. Qué hermosura.. gracias. Los poemas son bellos pero la nota me emociona hasta las lágrimas. ❤️🦋
Siempre me conmueve Tissoco💓
Poemas de gran profundidad, intensos y valientes. Gracias por compartirlos. Todo mi respeto y cariño a Gustavo, un grande.
Hermosos poemas de mi bello poeta! Te amo hermano🥰🥰
Soy Mary Guerreiro
Gustavo Tisocco nos interpreta humanos. Nos conmueve su decir!
Qué hermosa portada, y sus poemas! Gracias por la lectura!
bello, profundo, inspirador ❤️
Gustavo... ❤ Gracias JoséMa
Amo la poesía de Gustavo. Especialmente estos poemas.
Absoluta belleza. Definitivamente... "me gustan los hombres tristes"
De excelencia, jugada, honesta, bella la poesía de Gustavo Tisocco. Los mismos adjetivos caben para su persona.
Verónica M. Capellino Rando
Maravillosos poemas. Gran poeta Gus. Gracias 🌈❤️ Maria Gold
Hermosa poesía gracias Gus 🌈❤️ Maria Gold
Hermosos poemas, Gustavo! 🙌 Los hombres tristes ❤️ Beto
Bellos poemas y el elogio a los hombres tristes tan humano! Bravo querido Gustavo 🌹
Muchas gracias a este blog por publicar estos bellos y conmovedores poemas de Gustavo Tisocco, un poeta que quiero y admiro por su poesía (honesta y valiente) así como también por su gran generosidad. Juany Rojas, desde Chile.
Gran selección de piel amigo bello! Me encanta! Gracias por está publicación poeta!
Publicar un comentario