miércoles, 11 de mayo de 2016

Ana Cecilia Prenz Kopušar, Conocí a Amir Bukvić en los años en que transcurría la guerra en Yugoslavia


     Conocí a Amir Bukvić en los años en que transcurría la guerra en Yugoslavia. Era el director del Centro Cultural de Bosnia y Herzegovina en Zagreb y todos los años visitaba Trieste para participar en el Congreso sobre Lenguas y Literaturas de los países del Mediterráneo. Lo más impactante en su personalidad eran la profundidad y autenticidad con que acompañaba sus discursos siempre impregnados de esa identidad multicultural que caracteriza a todo bosnio y que también se refleja en la obra que aquí presentamos: Aristóteles en Bagdad.
     Se trata de una obra dramática de intriga que se desarrolla en la edad de oro de Bagdad. Un rey joven e iluminado vive obsesionado por la filosofía de Aristóteles y a menudo en los sueños debate con él. Deseoso de conocimiento reúne a su alrededor a los mejores pensadores, filósofos y científicos de su reino sin tener en cuenta su religión y nacionalidad. La lectura de las obras del filósofo griego estimula las discusiones entre los personajes, aunque, a menudo, no todos los conceptos resultan claros. Amir Bukvić cuenta que Borges significó para él una nueva forma de conocer el mundo árabe. Algunos de los temas tratados en el libro El Aleph se reflejan en su obra y, como en la Busca de Averroes, los personajes de este drama se interrogan sobre las palabras "comedia" y "tragedia".
     La palabra como universo, la identidad perdida y reconquistada, el laberinto, el desierto, los espejos, el tiempo, los sueños son algunos de los motivos presentes en esta obra teatral. Naturalmente, circunstancias y situaciones del pasado obran, simbólicamente, para expresar problemas, relaciones y límites del mundo contemporáneo. Los mismos remiten a la situación de Bosnia.
     Un astrónomo, un médico, un filósofo, un místico, un poeta, un matemático, un traductor, son los personajes que acompañan al rey en sus reflexiones. Cada uno de ellos está obsesionado por un concepto que se convierte en la clave para comprender la existencia. Uno de ellos define al desierto como el laberinto más grande, con mil pasillos invisibles que Dios ha creado; clara es la referencia al cuento de Borges Los dos reyes y los dos laberintos. La luz se convierte en la adivinanza del todo. Quien logra descifrarla ha hecho un gran paso; y el tiempo no existe, existen sólo mundos distintos bajo luces distintas. En los sueños los personajes se confrontan con los propios pensamientos.
     Como escribe el autor en el prólogo del drama que aquí incluimos, Borges es una de sus fuentes de inspiración pero no la única. Czeslaw Milosz, en su libro El pensamiento cautivo, trata al ketman como a una problemática actual y Bukvić retoma esta idea:

No he respetado los hechos históricos, tampoco los he eludido; tomé lo que necesitaba para poner en movimiento mi imaginación. Es verdad que en aquellos tiempos vivía un rey fascinado por Aristóteles. Lo soñaba y en los sueños conversaba con él. Es verdad que aquel rey, obsesionado por Aristóteles, reunía en su palacio a los mejores científicos, filósofos, artistas y no les preguntaba por su nacionalidad, fe, ni color de la piel. Es verdad que el mismo Aristóteles reunía, en aquellos tiempos y espacios, a gente peculiar que provenía de países distintos. Sobre todo Judíos y Árabes que con gran interés lo traducían y estudiaban en profundidad. Es verdad que, a menudo, ellos mismos se encontraban ante conceptos y palabras cuyo significado no sabían descifrar. Es verdad que el filósofo árabe Averroes (Ibn Rusd), cuyas enseñanzas filosóficas se basaban en la obra de Aristóteles, encontró en sus textos dos palabras desconocidas: comedia y tragedia –   y que no logró penetrar la esencia de su significado. Parece ser que murió sin haberlo descubierto. (Borges escribió algo al respecto). Es verdad que Aristóteles en traducciones y originales viajaba seguido de Bagdad a Toledo para ser más tarde asimilado en Europa. Es verdad que el poco conocido ketman en aquel tiempo se había transformado en una institución permanente de defensa de los pensamientos y sentimientos del cercano Oriente. (Czeslaw Milosz en libro El pensamiento cautivo trata al ketman como un problema de la contemporaneidad).  Es verdad que en el s. XIII los Mongoles destruyeron Bagdad, entonces capital del mundo.
Pero, ésta es sólo mi representación de aquellos tiempos, bastante similares a estos en los que vivo. Por lo tanto, le aconsejo al lector que deje de lado lo que he indicado anteriormente y se abandone a su imaginación. Una fantasía especial enriquecía los tiempos en los que estamos por penetrar. Si no hubiera sido así hoy seríamos más pobres de Mil y una noches. (Amir Bukvić, Introducción al drama)

Los personajes, en la sexta escena del I acto del drama, presentan al Ketman. Como indica el mismo autor, el mismo significa saber adaptarse en los malos tiempos.

En el jardín, bajo una palmera. Ester teje y canta en voz baja. Said en la penumbra la mira, Ester se para, se gira, y ve a Said.
SAID: Perdóname, tenía que esconderme porque llegaba el mensajero del rey. No era prudente que me viera. Tú sigue tejiendo y cantando. (Ester continua con el trabajo). Yo soy Said.
ESTER: Lo sé.
SAID: ¿Y tú?
ESTER: (en voz baja, asustada): Ester.
SAID: Un nombre insólito.
ESTER: Tu padre ha dicho que es un bien tener dos nombres.
SAID: Mi padre lo llama: Ketman.
ESTER: ¿Ketman?
SAID: Saber adaptarse en los malos tiempos. Cuando estás solo entre una mayoría que reina, no digas quién eres, así te proteges de los locos que creen que su entorno tiene que conservarse puro. Por eso, nuestro padre, a nosotros dos, hijos de madres de fe diferente, nos ha enseñado, por prudencia, y desde la tierna infancia, el Ketman. Me ha aconsejado de aplicar el Ketman cuando viajo por las tierras cristianas, a Isaac, le ha aconsejado el Ketman hasta en el palacio. Cuando el viejo rey estaba aún vivo. (Silencio. Ester teje, Said la mira). Nunca he visto una tal armonía de colores. Es demasiado bonita esta alfombra. Más la observas y más rapta la mirada. Cuando esté terminada, la admirarán.
ESTER: Y le caminarán encima.
SAID: Y no sabrán quién la hizo.
ESTER: Qué necesidad hay de saber quién ha construido el palacio, si es grandioso. Es suficiente disfrutar de la obra.
SAID: Yo disfruto mirando como tejes con maestría.
ESTER: Quiero alcanzar la perfección, cuando creo que la estoy alcanzando, entonces, a propósito, cometo un error.
SAID: No veo errores.
ESTER: Son tales que solamente yo los conozco. Aquí y aquí.
SAID: No me habría dado cuenta si no me los hubieras mostrado.
ESTER: Nosotros no somos dignos de la perfección, tampoco cuando el Señor nos inspira. (Silencio. Ester teje. Said ve una araña que baja por la hoja de una palma).
SAID: Una araña transparente que, al atardecer, se arrastra a lo largo de este rayo de luz. Tu maestría es parecida a la de la araña. Como es vario este mundo. (Toma a la araña con ternura). Creo ya haberla encontrado una vez, seguramente más veces también, en diferentes lugares, en otros tiempos y mundos.
ESTER:  ¿A quién?
SAID: A esta araña. Mira como se retuerce en la palma de mi mano. (Ester se levanta y mira a la araña en la mano de Said. Said suelta a la araña y mira a Ester). Si no hubiera estado este rayo de luz que desaparece, no la habría visto, ¿tampoco te hubiera visto a ti? La luz revela la realidad, sobre todo, cuando está desapareciendo.
ESTER: Isaac me dijo que estás obsesionado por la luz.
SAID:  Y por los mundos en las luces. (La luz cae sobre Ester y Said. Se oye una música baja). Este atardecer. Mira, ¿no parece la última luz excitante que desaparece? Cuanto más se acerca a su desaparición, tanto es más bella, sorprendente y llena de misterio. Mientras se va retirando, mira, nace otra, apagada, que recibe su belleza, su maravilla y hace sombra sobre tu rostro hermoso. (Said le acaricia el rostro con ternura). Unirse y separarse, desaparecer y renacer. Cada uno de nosotros se refleja en el otro. Nada es inmutable, nada turbio, todo puede convivir en armonía. La luz que desaparece se encuentra con la luz que nace. Nadie atraviesa el mundo del otro, la tierra de los otros, porque es parte de él en los otros mundos, en las otras tierras.
ESTER (en voz baja): Hablas bien, pero entiendo poco.
SAID: El alma del hombre es sensible a la luz porque ella misma está hecha de luz. Nuestra alma es sensible a un tipo de luz, mientras el alma de otro es sensible a un diferente tipo de luz. Así, en muchos mundos alrededor de nosotros hay millares y millares de almas que no saben de la existencia recíproca. (Parece que Said está por besarla, y Ester por aceptar el beso).
ESTER (retrocede): ¿Por qué te estabas escondiendo del mensajero del rey?
SAID:  Una luz particular envuelve el palacio del rey.
ESTER: Cuéntame cómo se vive en el palacio del rey. (Oscuridad. Se siente una música baja que anuncia el cambio de escena).

En los siguientes fragmentos que proponemos, la incomprensión de los términos "comedia" y "tragedia" nos introducen en una reflexión más amplia sobre la indeterminación, la precariedad de la existencia, la imposibilidad de comprender el por qué de determinados acontecimientos. Como en el cuento de Borges, los personajes de Bukvić, se encuentran ante la situación de poder descubrir el juego del teatro. Sin quererlo, y sin saberlo, asisten a una representación teatral. El autor junto con sus personajes reflexiona sobre los límites culturales del conocimiento. Las palabras "comedia" y "tragedia" adquieren otro significado en un contexto cultural que desconoce la representación teatral.

Escena 11 (acto I): El hombre que tiene que morir.

La entrada del Palacio preparada para el cuento que se cuenta a sí mismo.
AZER: El cuento que van a ver y escuchar por primera vez, se desarrolla en el palacio del rey Salomón, en su ciudad. Aquí, delante de la sábana, imaginen el palacio del rey Salomón; detrás, una calle en la ciudad donde él paseará. El rey será mi humilde persona, de hecho, yo intentaré imitar al rey Salomón de la manera más auténtica… auténtica… posible. El experto Al-Farabi imitará al Consejero del rey. (Entra Farabi). Nuestro sabio Feysal imitará al hombre que tiene que morir. (Entra Feysal). Lo que van a ver y escuchar, será una sorpresa para el oído y para la vista. (Azer sale, y vuelve a entrar). ¡El cuento se titula “El hombre que tiene que morir”; y la manera insólita en el que será contado lo hemos titulado “El juego de las sombras vivientes”, (Azer sale).

Escena 3 (acto II):
Cada mañana le doy gracias a Dios porque he comprendido que no sé nada del poder y tampoco debo saberlo.
Benjamín está escondido. Una voz baja en hebreo hace su oración de la mañana. En los últimos versos de la oración son mencionadas las palabras comedia y tragedia. Benjamín ha rogado a Dios que lo ayude a descubrir el significado de las palabras desconocidas. Cuando termina la oración, Benjamín toma el libro y sale.
MUZAFAR: Esperaba que terminaras la oración.
BENJAMÍN: Un gran gesto.
MUZAFAR: Benjamín, ¿qué vio Feysal aquella noche?
BENJAMÍN: No sé.
MUZAFAR: Entre amigos no se esconde nada.
BENJAMÍN: Esta vez no ha hablado.
MUZAFAR: ¿Qué es la comedia?
BENJAMÍN: No lo he descubierto todavía.
MUZAFAR: ¿Y qué es la tragedia?
BENJAMÍN: Seguramente en la biblioteca lo descubriré.
MUZAFAR: ¿Ustedes inventan nuevas palabras para introducir la confusión en el palacio?
BENJAMÍN:  ¡No seas ridículo!
MUZAFAR: Lo que pasa no es ridículo.
BENJAMÍN: No, es triste. ¿Puedo ir a la biblioteca?
MUZAFAR: El recorrido es enlosado. (Benjamín sale. En la oscuridad se entrevé la sombra de Farabi. Cuando ve a Muzafar se la acerca).
FARABI: Cada mañana le doy gracias a Dios porque he comprendido que no sé nada del poder y tampoco debo saberlo. (Farabi se encamina).
MUZAFAR (lo sigue): Caminas como una sombra por el palacio.
FARABI (caminando): Me he convertido en la sombra de mi sombra.
MUZAFAR: Entonces seguro que sabes lo que vio Feysal aquella noche.
FARABI (se para y mira el suelo): ¡Mira! Cada losa está compuesta por un número infinito de círculos. He dicho a mí mismo: como no sé cuántos círculos tiene cada losa, las contaré. Ayer terminé de contar; el número de las losas que llevan a la biblioteca es exactamente 27.375.
MUZAFAR: Te he preguntado por Feysal.
FARABI: Aprecio a Feysal.
MUZAFAR: Yo aprecio la verdad. Y es verdad también que, cuando llegaste a este palacio, le ocultaste al viejo rey tu fe para mostrarte digno creyente de su religión.
FARABI: Yo no hablé y el viejo rey no preguntó.
MUZAFAR: Si yo se lo hubiera recordado, lo habría hecho. Así, gracias a mí, has vivido mucho y has trabajado todos los días.

Escena 15  (final, acto II):
Silencio. Se oye solamente el hipo de Farabi. Benjamín avanza absorto en algunos pensamientos. La luz, más fuerte, ilumina su cara. El rostro pensativo de Benjamín se transforma en radiante júbilo, como si entendiera.

BENJAMÍN: “Sentimos dolor por los que en manera injusta sufren”.
FARABI (del mismo modo): Tengo miedo de lo que está por pasar.
BENJAMÍN: “¡... y sentimos miedo cuando reconocemos que el que sufre es nuestro semejante!” Eso dijo Aristόteles.
¿Podría ser quizás esta la comedia...?
¿O bien... la tragedia?(Oscuridad).

La obra de Bukvić, centrada fundamentalmente en el Mediterráneo árabe judío, conlleva otros significados que, como mencioné al comienzo, se remiten a los hechos y espacios de proveniencia del autor; es decir, los acontecimientos de la última guerra en Bosnia y Erzegovina obran como “telón de fondo” del drama.

     Amir Bukvić (Sarajevo, en 1951), es autor de las obras teatrales: “Ciudadanos del sueño” (Premio Teatro Nacional Croata), “Un caso imprevisible” (Premio Teatro ITD de Zagreb), “Homo Novus”, “El día de una mariposa”, “El disidente”, “Cambios”, “Los niños de CNN” (que obtuvo varios reconocimientos), “El viaje por medio del universo del príncipe pequeño”, “La respuesta del príncipe pequeño” y “Shalom en Toledo” (Premio “Marin Držić”), reeditado con el título “Aristόteles en Bagdad” (2004). También obtuvo el premio “Alija Isaković” con el drama “El juego de las sombras”. Muchos de sus dramas se han traducido a varias lenguas (inglés, italiano, español) e incluido en antologías. Dirigió películas y documentales sobre su país natal contando la situación de su país: “Los ojos de Bosnia” y “Los niños de Sarajevo”. El primero habla del pueblo bosniaco y el segundo de la vida de los niños durante la guerra. BBC utilizó algunas escenas originales de esas dos películas para el documental “Las dos horas de Londres” sobre la guerra en Bosnia-Erzegovina. El objetivo principal de su escritura es el encuentro entre los hombres de todas las nacionalidades. Amir Bukvić es considerado, en su país, el escritor intercultural por excelencia. Actualmente vive y trabaja en Zagreb.


EpA:
Ana Cecilia Prenz Kopušar (Belgrado, 1964). Reside en Eslovenia.

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