miércoles, 2 de septiembre de 2015

Luis Benítez, Dame un poema


EL POEMA DE HIERRO

Dame un poema de hierro que restalle
sobre las vacías cabezas y una mano firme
en la muesca de la antorcha, un poema
de sangre y de huesos impacientes
y la pluma de carne firmando sentencias
en las culposas mentes de los jinetes locos;
que convierta en sal a los cobardes,
un poema de hierro oxidado y torvo
paleteando en el estanque a medianoche,
cuando ni los muertos sueñan con la aurora.
Un martillo de palabras para dejar al mundo
con las cuencas vacías; rabioso ademán,
piedra encendida en la boca de los que duermen
mientras el agua sube en el Gran Cuarto Esférico;
un puñetazo en el sexo de la muchacha arrodillada,
idiota, paciente humanidad, que no ve, que no oye,
sólo conversa con las cenizas de sus dioses muertos.


CÉSAR VALLEJO

Por los corredores de la imaginación ir caminando,
libre y solo para siempre, como cuando era
y no sabía que era un niño,
hasta olvidar que estoy imaginando.
Que esta carne pesada, que orina y suda,
en una o dos ideas se resuma
o vuelva bien atrás, a esa casi nada
que casi nada ve en su cielo nublado.
Devuélveme al chimpancé o hazme sólo literatura,
mas no me dejes la condición de hombre.
Eso que todo lo pesa en mí
afuera no pesa nada.


REVELACIONES

Alexander Graham Bell arrojó al futuro
Esta pequeña cosa que llevo en el bolsillo,
Que me espera paciente en un rincón de la casa,
Que me acecha silenciosa todavía en la oficina:
Ha colonizado el mundo con voces que no son suyas
Y nos obliga ruidosamente a contestarlas.
Contengan la noticia horrenda o la venganza que nos dibuja
Un rictus que no reconoceremos nunca ante los otros;
Sean el aguijón de nuevas urgencias o breves palabras
Que serenan y apaciguan, él las trasmite igual
Que a la cobarde amenaza que no tiene un rostro,
Los saludos inútiles en cada aniversario o el estúpido
Intento de vendernos interminablemente algo.
Indiferente a lo que dice su micrófono,
Lo lleva a miles de kilómetros para que inevitablemente lo reciba alguien,
Como un bombardero atento sólo a la puntual
Entrega de su carga que cambia las cosas para siempre.
Quizá su placer desde hace un siglo sea engañarnos
Creyéndole que hablamos con los vivos,
Cuando al teléfono exclusivamente lo hacemos con fantasmas.


NADIE SABE DÓNDE ESTUVIMOS

toda la tarde llovió
y nadie sabe dónde estuvimos
de ahora en más me quedaré en tu sombra
viviré el fin de las estaciones cuando
el insecto retorna a su estado de larva
listo para creer que cada uno que anda
por la calle es uno que yo conozco
pero yo me quedaré en mi cuarto
hecho de tu sombra
en una habitación oscura
donde la muerte es una paloma mensajera
donde entro en esa pobre tan mínima luz
sea como eso sea


Foto: Alejandro Moritz / Télam.

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