El agua descansa en el Amado.
Contemplación del agua, seas el agua y cielo amor cual es el agua prevenida.
Adán,
asesino de la paloma, de tu paloma, del sí profundo que mueve el agua en cielo y llama en cielo,
sobre tu cuerpo nos ha crecido la selva oscura, cielo de nada, tierra de nada.
Apartamos el agua de la muerte bajo el agua perfecta;
sosegamos el agua atenta que saborea los nombres divinos.
Una es la luz de luz que ordena el reino que no fue creado.
Seas en agua y cielo; seas en llama y cielo.
Canales lúcidos del canto, y a través a través de la paloma blanca;
y soles fríos
a través de la beatitud, a través a través de la paloma blanca.
Nos une el agua de la obediencia.
Bajo la estrella del mar
seas el agua libre de figuras que besan amargura de muerte eterna;
después de nuestra soledad vendrá la voz, la voz del agua primera.
¿Qué tiene la noche
acabada de soledad en la belleza amarga?
Los ojos resplandecen detrás del agua de aquella estrella.
Andan los ángeles del monte de toda gloria,
y el bosque sacude el agua de su silencio que en el principio tiene su semejanza.
¿Qué tiene la noche?
El agua con sus términos perfectos.
Acabados de soledad en la belleza amarga
alzamos la voz, y ponemos el llanto en los días de muerte.
Alegría en lo alto, y alegría en lo bajo de su tierra
que sube delante de los cielos y las estrellas que llevan el agua puesta en sus manos.
El agua, con sus términos perfectos;
y después de la soledad viene la voz, la voz del agua primera.
Adán,
tu noche traza la muerte sobre el fuego y el agua y el aire y la tierra,
y cae como cielo de agua y sueño y mal que arrastra pavor de soledad eterna.
Polvo y ceniza levantamos el agua para que mire Nuestro Señor el agua,
y apartamos el agua de la muerte, apartamos la tierra de la muerte
en el agua interior de la palabra mudada en canto.
Seas el agua libre de figuras que besan su amargura de muerte eterna;
el agua sobrenatural de aquella estrella,
la estrella de la imagen viva.
La inteligencia pura del ángel rompe la sequedad del mundo.
Los ojos resplandecen detrás del agua de aquella estrella.
Detrás del agua
los cielos mueven a los corderos
en un reposo de amor que está en las manos de la Pobreza.
Andaban mis ojos sobre el monte de todo principio y toda paz,
y soles que descansan como corderos saltaban por el agua y en el agua de los nombres divinos.
Adán,
criatura que ve su muerte, y el agua de su muerte, y la tierra deshecha de su muerte.
Bajo la estrella del mar
gemimos con el gemido de nuestra noche oscura;
somos criaturas de ceniza amarga que levanta su sér en el principio de los cielos y nuestra tierra.
Seas el agua libre de figuras que besan su amargura de muerte eterna.
Seas el agua libre de las figuras
lejos del agua
a través a través de la paloma blanca.
El puente resignado
y el agua simple y lúcida del canto
que agujerean profundos nombres en el desorden de mis noches frías,
y el ojo frío
a través de la beatitud, a través a través de la paloma blanca.
Queda amor en amor,
y se engendra y enciende en conocer la llama del amor divino.
Amoroso de la belleza
de la imagen de la belleza que son las criaturas.
Amoroso de la belleza
que mueve sus beatitudes imperfectas.
Señor,
consuma mi soledad en esta libre soledad de la belleza.
Se ilumina la estrella con el beso de los nombres divinos;
y a través a través de la paloma blanca,
el ángel que conoce el Nombre
anda en la estrella de su monte santo.
Los ojos resplandecen detrás del agua de aquella estrella,
y el bosque asciende su silencio que en el principio tiene su semejanza.
Me levante en su causa con los días del ángel en mi canto.
El tiempo angélico mueve tu tiempo de esperanza.
Tuvo principio el ángel y su tiempo custodia tu vida, y custodia tu muerte.
El ángel mueve tu cielo; de su gemido gimes en la gloria.
El agua y el aire y el fuego y la tierra de mis manos
llevan los signos que alegran los ángeles del cielo.
Estrella del mar
renuevo mi noche en el silencio de la estrella.
El agua que muere de muerte,
se despierta en el agua de la gracia.
Sobre el agua que muere de muerte levantamos el sér.
Bajo la estrella del mar
gemimos con el gemido de nuestra selva obscura.
Levantamos el sér bajo la estrella
bajo la cruz
bajo el lugar de los coros angélicos.
Contemplación del agua.
Mi noche cae entre gemidos del sér que crece levantado sobre las llamas.
El agua descansa en el Amado.
Seas el agua
libre del ángulo y la línea de lo imperfecto.
Seas el agua libre de las figuras.
Unimos el sér mudado por los ángeles de la divina gracia
que libra de la noche,
de esta noche de líneas y figuras.
Seas el agua que deshace las líneas y los ángeles hechos con la amargura de muerte eterna.
Seas el agua que hace su voz, agua criada,
instrumento habituado de soles y de lunas.
Seas el agua
no unida al agua del mundo;
seas el agua de la Ciudad de Dios.
El agua es aquella criatura
habituada de soles y de lunas.
Entiende el agua por el descenso del agua.
Poema publicado en 1934 en revista ARX. Foto s/d.
Jacobo Fijman nació en Orhei, Besarabia, actual Moldova, un 25 de enero de 1898. Murió en Buenos Aires en 1970.
1 comentario:
Una vez más la palabra calma la sed oceánica del alma: esa estrella de mar,única y toda.
Gracias una vez más, por esta obra que desconocía!
Abrazo y marea infinita.
Germana
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