lunes, 18 de septiembre de 2017

Daniel Giribaldi, La maravilla y el milagro



RETORNO EN EL MÁS ALTO CERRO

     Pero retornas, húmeda la risa, fresca
la voz y clara la presencia lejana; pero
retornas dando sentido a este rumor que brota del poema
cuando menciono el agua
que corre allá debajo y que te nombra,
el sol, que pesa menos; el aire
interesado en todo lo que vive,
en la ternura de las bestias,
en el yacer paciente de las piedras,
en las distantes lámparas que alumbran y presiden nuestro día.

     Hay un jirón de luz en cada espina
y la sierra está ahora más cerca
del corazón de la mañana, la tierra
tiene alas en el vado, el arroyo
va cantando a morir. Las bocas ávidas de octubre
absorben su frescura y en el cielo gira
una noria de pájaros.

     Hoy es feriado en la tristeza. Las abejas
trabajan sus seis horas y expiran. La estación se descalza
y cumple su ritual, talla
su aguamarina el trino y hay pedazos de cielo en los charcos.
Todo reafirma tu presencia, en tanto
el arco de tu voz en el recuerdo dispara y recupera
los domingos del tiempo.

     Pliegan las nubes su extenuado velamen, fragatas
celestes navegan este azul que te proclama. Lejano,
un camino
mira pasar rebaños de horas extenuadas, un carro
que conduce tardes muertas, el frágil ataúd de la dicha.
Pero retornas, y aunque el recuerdo es cárcel
de doradas columnas verdes, borra
las cicatrices de encuentros no tenidos, de voces
que no nos fueron reveladas.

     Hablo de lo ideal, naturalmente, de nacimientos
que no se produjeron, de partidas registradas tan sólo
en la novela cursi que el día desbarata
y de esta persistencia en la gracia, que vuelve
cuando vuelves y que se va
Cuando te alejas, o de este vano
tenerte en un poema, cuando la vida
a un paso de este pie,
torna azules los cerros a lo lejos,
al par que nos mantiene
maduros aún para la maravilla y el milagro.



En: Diez poemas de amor, Ediciones Poesía Buenos Aires, 1956.

Daniel Giribaldi (Diógenes Jacinto Giribakdi, Buenos Aires, 1930 – 1984). Foto: Jmp

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