miércoles, 14 de enero de 2009

"Roberto Santoro: rejuntando pedasos de a cachitos" por Poni Micharvegas


La escena fugás transcurre en el puerto de Buenos Aires. Nunca supe cuándo fue. Si en el mismo nefasto 76 o en los meses inisiales del 77. Un barco de pasajeros va a sarpar rumbo a Europa. Entre los que se despiden en la dársena - ha desidido dejar el país terremoteado por una violensia desatada e incalculable -, está el poeta Luis Luchi. Sus companieros de aventuras líricas, Roberto Santoro entre eyos, le abrasan y le besan. También lo hasen con Nélida, la cumpa de Luchi. Hay una emosión mas que honda. Ahogante. Luisito –así le yamábamos a Luchi los prósimos y los prójimos -, le pregunta a Santoro: “Y vos, Roberto, cuándo te embarcás? Tendrías que hacerlo cuanto antes”. Luisito me narró muchas veses aquel episodio que, según él, hubiera cambiado la vida de Santoro. Para Luchi era como una idea recurrente, una obsesión pertinás. “Tengo una responsabilidad, Luchi. Yo me quedo. Compartiré con los cumpas lo que venga…”.

Mi amistad y frecuentasión con el poeta de “Poesía en general”, se incrementócuando – después de habernos bajado por la fuerza de CPU ( Canto Popular Urbano), un frente artísticocultural que reunió a poetas, músicos, cantores, actores y bailarines entre disiembre de 1972 y enero de 1974, tuvimos que disolvernos por las amenasas constantes y el apriete que sufríamos al poner en juego un inaugural discurso poético cantado y una actitud de compromiso vital sercana al soniado Hombre Nuevo. Cada tanto me caía a las reuniones de la AGE ( Agrupación Gremial de Escritores), convocadas en el local de la SADE( Sociedad Argentina de Escritores ), y cuyos propósitos de defender derechos de creadores y discutir la realidad candente de esos días, nos resultaba útil para saber qué estaba susediendo en nuestra capa y en todo lo relacionado con la espresión de la libertad, cada ves mas reprimida, sensurada, perseguida. Ayí concurrían muchos companieros de la letra y la asión: Diego Mare, Vicente Zito Lema, Simón Kargieman, “Coco” Moreyra, David Viñas, Ricardo Piglia, Alberto Costa, Carlos Patiño, José Antonio Cedrón y los que después, tristemente, engrosarían esa lista inaudita de los yamados “detenidos-desaparecidos”, eufemismo y paráfrasis del genosidio aniquilante instaurado por los milicos y sus húsares de la muerte: Lucina Álvarez y su cumpa Oscar Barros, Haroldo Conti, Juan Carlos Higa, Dardo Dorronsoro y el mismo Roberto Santoro. Nunca dejó de impresionarme el alto presio que pagó la AGE frente a la represalia: seis companieros de los cerca de la cincuentenade integrantes activos. Poetas que yevamos en nuestros corasones!


Roberto, “El Negro”, era un hombre dinámico, empenioso, desidido. Arrastraba tras él una épica de muchacho inquieto, insatisfecho con la vida que nos había tocado bancar, con una voluntad radical de cambio manifiesto, resuelto no sólo a yevar la poesía a la caye sino a traer la caye a la poesía. Una sola ves leímos juntos en un acto de solidaridad, en un club de barrio. Él lo hacía con una vos aguda, desasosegada, perentoria: profería sus poemas breves e insisivos, especialmente los de “Uno mas uno humanidad”, rápida, velosmente ( “una tras otra como punialada e’surdo”, que dirían en el campo crioyo…). Procuraba un efecto tenso, de aclarasión y determinasión urgente, de señalisasión dramática. La última ves que le ví, yo ya había desidido dejar Argentina: las cosas no me iban nada bien y un cretino amaneuense calificado de “periodista”, se propuso arruinarnos la existencia metiéndonos en un libraco, en lo que podía interpretarse como una “lista negra”, a unos 800 companieros: “El mito peronista”, del funambulesco fantasma Roberto Aizcorbe, sostenido por los servisios secretos de la Marina y pagado por los capitalista Bunge y Born. Tomábamos un refresco en un bar de San Telmo y hasíamos tiempo para ir a una reunión donde programábamos actos. No le comenté al “Negro” mi desisión. Para qué yenarlo de mi angustia, de mi insertidumbre, del panorama sombrío que tenía por horisonte…



Estábamos en Brasil, resguardados en el chalé de mi amigo Joâo Portinari, en Buzios, cuando en un diario leímos la notisia de su secuestro en su lugar de trabajo. “La Familia Unitas” le había pasado por encima. Como hiso con 30 mil ciudadanos mas y con siento de miles de exiliados ( fenómeno éste todavíano satisfactoriamente estudiado ni analisado y, menos aún, reparado política,cultural, artística, sientífica ni materialmente! ) y miles de presos políticos y sientos de hijos y nietos de militantes o simpatisantes apropiados por los fratisidas, con esa revolución aún pendiente. Ya habíamos pasado el trago amargo del secuestro de Haroldo. Sabíamos de las detensiones del extraordinario poeta Miguel Ángel Bustos y del periodista Enrique Raab. Y estaban anulados los recursos de habeas corpus! Y del autista criterio aquel de “aquí no pasa nada!” se viró despeyejadamentea un penoso “por algo habrá sido!”.

Cada ves que leo para audiensias los poemas de Roberto Santoro, ayí donde sea, la siudad o el país que sea, al pronunsiarlos, siento que profiero con gotas de sangre viva en la sombra de la garganta, todos los nombres de los sin nombre que fueron avasayados por un plan criminal sesudamente madurado y ferosmente puesto en acto. Por eso el título que le puse a esta nota: nuestras vidas marcadas a fuego para siempre, no han de ser otra cosa que rejuntar pedasos de a cachitos…
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Poni Micharvegas: Poeta, músico, pintor, editor autogestionario, médico, sicoanalista. Actualmente reside en Madrid, donde se esilió a mediados de 1977.
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Por espreso deseo del autor, se respeta la escritura fonética de este trabajo,ya que es epresión a su rechaso de un “academisismo verticalista y hegemónico” que pretende determinar no sólo el lenguaje sino la realidad de nuestros pueblos latinoamericanos.
Madrid / 2M434NE( antiguo 15.VI.2008 d.C.)
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5 comentarios:

Carlos Aprea dijo...

impresionante tu trabajo de recopilación y selección de los casi olvidados barriletes, gracias Jm! nos veremos pronto seguramente, un abrazo

José María Pallaoro dijo...

Gracias Carlitos.
No pude avanzar con otros trabajos (una selección de poemas y una breve historia del grupo por nuestro querido amigo Rafael Vásquez, poeta e integrante del grupo barrilete) por inconvenientes en el blog. Desapareció la barra de herramientas y no puedo (o no sé cómo se hace) ingresar textos e imágenes.
Esperaré nuevos vientos.
Un abrazo, y ya charlaremos sobre lo que viviste en el 50 aniversario de la revolución cubana,
jm

Anónimo dijo...

Cher Poetinomadi:
Excelente envío de la historia de Santoro y el
Barrilete, desconocía todo ello y me parece sorprendente.
Espero que la
crisis no te mange.

Abrazi. El Mitre

Celest dijo...

Te escribe Celeste de Córdoba...que conoce a Roberto Santoro a través de un susurrador de poemas (un tubo de cartón de 1 metro 57)

"y nunca pude decirte algo semenjante al sol pero distinto"

¡Gracias por tu labor!

José María Pallaoro dijo...

Muchas, muchas gracias, Celeste, y seguí en la hermosa tarea de susurrar poemas, un beso, josé maría