miércoles, 10 de octubre de 2012

Eduardo Espósito, cuatro de Las puertas de Tanhäuser



LECTURAS

Y esperabas el arribo de la siesta
para leer tu diario en llamas
en la hueca reposera del silencio
Ya callados los pájaros
bajo amenaza el viento
dominando el motín de los sentidos
te ibas fundiendo a la intemperie
y ni siquiera la llegada de la noche
lograba divorciarte del paisaje
Apetencia voraz de tu intelecto
Genio y figura
Así caías de la tinta a la catrera
con la sola gimnasia de unos párpados
obligados penosamente al sueño
Las brasitas del día arrinconadas al fin
y la rumiada pastura de un periódico.

A Olaf Stapledon


HUEVOS FATÍDICOS

La panza tiesa de los días
se apoya laxa en las comisuras del mundo
Van pasando las horas como imanes
Este naufragio aspira a ser certeza
Se ha borrado la línea divisoria
entre la espiga y el suelo
Ya no hay mar donde empollar
los fatídicos huevos de la ira
Todo cabe en este caldero de pócimas
                                                 austeras
Y los días
combados por el peso de las revelaciones
aguardan a la sombra nuevas nupcias
Inclemencias montadas por la biología.

A Mikhail Bulgakov


CAPUT MORTUUM

Entonces
de su cabeza ensangrentada
sale volando la alondra.
JULIO LLINÁS

Corre el lápiz más lento
de lo que debiera
                          Aún así
sigo pecando de poeta adocenado
Soy otro caso de versillo fácil

Con la salida del sol
hizo efecto el jengibre
ya no me oprime la migraña
                                      pobrecita
Qué será de ella
el día que yo falte
Huérfana de cuello
será un silencio roto
                              entre dos truenos
Una pulsión a recordar
Toda vez que me nombren.

A Robert Bloch


EL MIEDO MANEJA EN LÍNEA RECTA

Ella despierta El Miedo maneja en línea recta
Ella no sabe dónde duerme apretada la belleza
Sólo admite un sueño de tragedia griega
como si los dioses chusmearan con la almohada
los más grises secretos de un marido
Ella lo despierta con el más común de los lugares
Su pubis un grueso alfiletero
Él la calma seguro de sí y de su amor
Frota ventanas desiertas
Reduce aquel sueño a una ecuación inexistente
La vaguedad de la escena se desliza
como un pan que nadie muerde en la vigilia
El sol hábil en subir los ánimos del pájaro
aniquila el pavor de lo irreal
Él la colma de escamas de sábanas gastadas
para que Ella abreve en lo tangible
En tanto el Miedo desconcertado por el clímax
saca la mano para doblar.

A Theodore Sturgeon

En: “Las puertas de Tanhäuser”, El Mono Armado, 2011.

Eduardo Espósito nació en Buenos Aires en 1956.
Poeta y coordinador de talleres de escritura.

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