sábado, 17 de julio de 2021

FERNANDO PESSOA Al final de este día



21

         Al final de este día queda lo que quedó de ayer y quedará de mañana: al ansia insaciable e innúmera de ser siempre el mismo y otro.

 

 

26

         Dar a cada emoción una personalidad, a cada estado de alma un alma.

 

 

50

         Hablar es tener demasiadas consideraciones con los demás. Por la boca mueren el pez y Oscar Wilde.

 

 

81

         ¡Cuánto tiempo hace que no escribo! He pasado, en unos días, varios siglos de renuncia insegura. Me he estancado, como un lago desierto, entre paisajes que no existen.

         Mientras tanto, me corría bien la monotonía variada de los días, la sucesión nunca igual de las horas iguales, la vida. Corría bien. Si durmiese, no me correría de otro modo. Me he estancado, como un lago que no existe, entre paisajes desiertos.

         Es frecuente el desconocerme —lo que sucede con frecuencia a los que se conocen… Me hago compañía en los varios disfraces con que estoy vivo. Poseo, de cuanto muda, lo que siempre es lo mismo; de cuanto se hace, lo que no es nada.

         Recuerdo, lejano en mí, como si viajara para dentro, la monotonía, todavía diferente, de aquella casa provinciana... Allí pasé la infancia pero no sabría decir, si quisiese hacerlo, si con más o menos felicidad que paso la vida de hoy. Era otro el quien soy que vivía allí: son vidas diferentes, distintas, incomparables. Las mismas monotonías, que las aproximan por fuera, eran sin duda diferentes por dentro. No eran dos monotonías, sino dos vidas.

         ¿Con qué propósito me acuerdo?

         El cansancio. Recordar es un descanso, porque no es hacer. Qué de veces, para que el descanso sea mayor, recuerdo lo que no fui, y no hay nitidez ni añoranza en mis memorias de las provincias en que estuve como los que moran, tabla a tabla del entarimado, oscilo el oscilo de otras, en la vastas salas donde nunca viví.

         De tal modo me he convertido en la ficción de mí mismo que cualquier sentimiento natural que tengo, desde luego, desde que nace, se me transforma en un sentimiento de la imaginación: la memoria en sueños, el sueño en olvidarme de él, el conocerme en no pensar en mí.

         De tal modo me he desnudado de mi propio ser que existir es vestirme. Sólo disfrazado es cuando soy yo. Y, en torno a mí, todos los ocasos incógnitos doran, al morir, los paisajes que nunca veré.

 

31-3-1934

 

 

96

         Vivir es ser otro. Ni sentir es posible si hoy se siente como ayer se sintió: sentir hoy lo mismo que ayer no es sentir: es recordar hoy lo que se sintió ayer, ser hoy el cadáver vivo de lo que ayer fue la vida perdida.

         Apagarlo todo en el cuadro de un día para otro, ser nuevo con cada nueva madrugada, en una revirginidad perpetua de la emoción: esto, y sólo esto, vale la pena ser o tener, para ser o tener lo que imperfectamente somos.

         Esta madrugada es la primera del mundo. Nunca este color rosa amarilleciendo para blanco caliente se ha posado así en la faz con que el caserío del oeste encara lleno de ojos vidriados el silencio que viene en la luz creciente. Nunca hubo esta hora, ni esta luz, ni este ser mío. Mañana, lo que sea será otra cosa, y lo que yo vea será visto por unos ojos recompuestos, llenos de una nueva visión.

         ¡Altos montes de la ciudad! Grandes arquitecturas que las cuestas escarpadas sostienen y engrandecen, resbalamientos de edificios diferentemente amontonados, que la luz teje de sombras y quemazones, sois hoy, sois yo, porque os veo sois lo que [...] y os amo desde la amurada como un navío que pasa junto a otro navío y tiene añoranzas desconocidas en el paisaje.

 

18-5-1930

 

 

190

         El mismo escribir ha perdido la dulzura para mí. Se ha trivializado tanto, no sólo el acto de dar expresión a emociones cuanto el de perfeccionar frases, que escribo como quien come o bebe, con más o menos atención, pero medio enajenado y desinteresado, medio atento y sin entusiasmo ni fulgor.

 

 

 

En Libro del desasosiego de Bernardo Soares, Seix Barral, Barcelona, España, 1986 / Traducción del portugués, organización, introducción y notas de Ángel Crespo (España, 1926 – 1995)

Fernando Pessoa (Lisboa, Portugal, 13 de junio de 1888 – 30 de noviembre de 1935) / Selección de textos y fotos: jmp

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