lunes, 24 de mayo de 2021

MARIELA LAUDECINA Algún propósito que valga la pena



Mirar un árbol detenidamente
es construir una valla de silencio
entre los ojos y las hojas.

 

 

Descalza
hurgo en la tierra con los dedos
los yuyos me hacen cosquillas
en los tobillos
Una mariposa naranja y otra blanca
revolotean cerca de la reposera
El viento despeina y cae una piña
rueda y se estanca al pie de una mora
Las chicharras alardean
otros pájaros se cansan
el sol se va yendo
como quien se retira
sacándose el sombrero
Lo más parecido a la felicidad
transita en la espalda de una hormiga.

 

 

Me tiro de espaldas sobre una piedra
Concentro la atención en el fluir de la cascada
No me importa más nada.

 

 

La arena se desliza hacia el río
Los niños gritan ¡oro, oro!
Los viejitos bajo las sombrillas
no dicen nada.

 

 

El cielo amenaza con tormenta
Las pequeñas margaritas se cerraron
¿Adónde van los pensamientos en este lugar?

 

 

Me pongo el vestido nuevo
porque lo que se toca o se mira
por primera vez
produce escalofríos
cosquillas en la panza
Como el amor o aquello que se le parece
El estreno más allá de los órganos, de la piel
interrumpe
Será mejor no verte otra vez

 

 

Bailo en medio del living

con mi remera preferida

y el pelo más rubio

Festejo con sidra

Al final de la noche

tirada de espaldas

en el patio

miro las estrellas

Hay viento

y lo llamo

no por su nombre

sino

con un silbido afinado

en idioma ventisquero

Le pido

que me limpie de palabras

de pensamientos

y los órganos al respirar

Se luce

Acorde va, azote viene

Y a favor, siempre a favor

Yo

agradecida.

 

 

El nombre de una mujer que canta en la ducha

factoría de alergias

desertora en asuntos políticos

una colifa a punto de sobriedad

Así me veo en el reflejo de la ventana en primavera 

                                                     /solo en primavera/

 

 

Minifalda  turquesa
piernas largas 
y manejo excelente del español

Se acercó y me invitó una cerveza

Charlamos de música

de su país y el mío
A mitad de la noche

me acariciaba el pelo

y a punto de besarme

apareció un tipo

le dijo que tenía que prepararse

tocaban en un bar de Valparaíso

Quizá, hubiera sido mi primera vez
con una mujer

Fui al baño, me apoyé en la pared

y vi un graffiti: “Agachate que te parto”

No pude alcanzar el orgasmo.

 

 

Sirve el té,  la sopa y el vino

en la misma taza de plástico

Pensaba en regalarle vasos y me dijo

Ni se te ocurra, prefiero algo lindo

Trabaja con locos

y escribe poemas de mujeres ágiles

de sexo en la cocina

de peces y  hombres con cola de rata

Su hijo no saluda

le gustan los Red Hot Chili Peppers

y habla como erudito

Chunchuna está en su época bravía

Agosto la despeina y se ve jocosa

Tiene un romance con un músico

y ya menciona a un colombiano

al que le quedan las horas contadas

Por la calle, los hombres

no pueden dejar de mirarla

Hoy la envidio un poco

solo un poco.

 

 

Estoy tan triste como si hubiese 

muerto alguien, dije

y me veias llorar, desesperabas

y yo insistía, va a pasar

pero no 

el llanto ascendía hasta rajar el techo

Caía pintura, cielo raso, ladrillos

y vos

me cubrías con los brazos primero
luego ponías el cuerpo 

no te importaba el dolor

Y cuando al fin silencio 

yo exhausta y vos magullado 

nos sacudíamos el polvo

limpiábamos el living

y nos acostábamos 

abrazados.

 

 

En su casa paterna

ahora, lujoso estudio de agrimensura

él, en silencio me ha llevado a recorrer 

las habitaciones, con tableros de dibujo

y sillones detrás 

El living con cuadros que pintó su padre

y el patio con jardín

Supuse que pretendió, quizás

que reconociera algo de lo que fue su hogar

Luego nos tiramos de espaldas 

en el piso, frente al balcón

-Es lo único que conservé de la vieja casa

y algunas paredes, me dijo

Lo abracé y cerré los ojos 

-Acá fue nuestra primera vez, volvió a hablar

y de pronto estábamos en la casa de Chacras de Coria

en pleno invierno, bajo las sábanas

Sonó un teléfono 

y aparecimos otra vez en el estudio 

Era su mujer

y fue cuando recordé que había tenido hijos

pero no conmigo

que vivía en otra ciudad 

amaba a otro hombre y tenía dos gatos

que él fue mi primer amor

que alguna vez me arrepentí de haberlo dejado 

y por eso, simplemente por eso, volví a visitarlo. 

 

 

Sentados en el pasillo
con el sol de frente
Vicente fuma y bebe vino
Yo estoy risueña
Le digo que quería regalarle una camisa
pero que no me alcanzó la plata
Como si leyera uno de sus poemas, me dice:
-Regalame medias, un par de medias suavecitas; muy suavecitas.

 

 

El combate del amor cansa, dije
y me hundí en el plato de comida
Hubo un temblor
y tuve la esperanza de que si la tierra se partía
el agua haría su trabajo
Acercaría las sillas
y nos buscaríamos las manos
los ojos
para no ahogarnos.

 

 

Anoche
en un barrio desconocido
una ola gigante
arrasó a mi madre
a mis abuelas y a mí
Mamá dijo:
Vamos a congelar el agua
mirala fijamente
concentrá tus fuerzas
y el agua se detuvo en un iceberg
Duró poco
el hielo se partía y el mar nos alcanzó
Nos abrazamos
mi madre, mis abuelas y yo
La primera vez que no temo morir
despierto.

 

 

Al fondo del patio
mi abuela mataba una gallina
Ya la había visto algunas veces
Aunque nunca quiso que estuviera presente
yo la espiaba detrás de los rosales
Fuerte y serena como una guerrera
precisa en cada movimiento
le retorcía el cuello hasta dejarla sin aire
y con un palo de escoba
le ajustaba el pescuezo en el suelo
La cargaba al hombro de las patas
y la desplumaba en agua hirviendo
Nunca sentí pena
ni nada
La saboreábamos al escabeche
y con mis primos
nos disputábamos la cabeza.

 

 

Pablo Katchadjian tiene los bigotes como Alberdi

y voz de bajo que canta blues

Hombre pequeño

aunque en la foto parece alto

Anoche leyó dos poemas

¿Será ruso Pablo Katchadjian?

¿O lo era su abuelo?

¿Conocerá Mockba?

El apellido me suena a Karadajian

Andaría bien para un ring

con anteojos, traje, moño

y el himno ruso anunciando su entrada.

Pablo Katchadjian bebía wisky

¿Tomará merca?

¿O sólo fumará caños?

Parece simpático y divertido

no así generoso

Se me ocurre que juega al ajedrez

y que se levanta de mal humor por las mañanas

Leí uno de sus libros

ese donde narra sueños

y no podía parar de leer

Este chico es intuitivo y lógico por partes iguales

me dije

La noche festivalera repleta

y yo miraba a Pablo Katchadjian

¿Tenía un anillo de casamiento?

¿o era una baratija para atraer a las mujeres?

¿Por qué usaba botas color rojo?

¿Será snob?

¿Excéntrico?

Me quedé con ganas de que leyera algo más

y en otra ocasión lo hubiera invitado a un té con masitas

o que fueramos a vivir juntos una semana

Pablo Katchadjian me inspira cierta desconfianza.

 

 

Me gusta sentarme en el bar de la Ayacucho

a tomar café y ver pasar gente

charlo con el dueño

hablo con los vendedores ambulantes

le  pregunto sobre sus vidas

y cuando ya no hay nada que me distraiga

y vuelvo a la tristeza

miro el cartel luminoso de la esquina

que dice Se puede. Ahora sí se puede

Municipalidad de Córdoba.

 

 

El amor no es libre
Si lo fuera sería más sencillo
de un solo color, de sola materia
para no confundirse con otros destellos
No sería el péndulo contradictorio
ni la cosa deforme que te golpea
El amor no es libre
ni podrá serlo nunca
Es fantasía en boca de los que anhelan
no ser heridos, abandonados
Quieren convencerse a todo discurso
de la capacidad de soltar lo impensado
El amor es el esclavo más abyecto que inventamos
para tener algún propósito que valga la pena.

 

 

Selección de textos y fotos de de jmp, blog personal de Mariela Laudecina (2009 – 2017)

Mariela Laudecina, Mendoza, agosto de 1974 – Córdoba, 24 de mayo de 2021)

2 comentarios:

Aldo Luis Novelli dijo...

Otra tristeza más y van...conocí a Mariela en un encuentro en junín, Buenos Aires.

José María Pallaoro dijo...

Abrazo grande, Aldo, la tristeza es grande, sí
jm