martes, 17 de octubre de 2017

Raymond Carver, Mientras escribe



EL RASGUÑO

Me desperté con una mancha de sangre reseca pegoteada sobre uno de mis párpados.
Un arañazo, profundo, cruza transversalmente las arrugas de mi frente.
Sin embargo, últimamente, estuve durmiendo solo.
¿Por qué un hombre, incluso en un mal sueño, alzaría la propia mano para lastimarse la cara?

Esta mañana pretendo responder esta pregunta y otras similares,
mientras observo en silencio mi rostro que se refleja en los cristales de la ventana.


NATURALMENTE

Un claro entre las nubes.
El macizo perfil de las montañas azules que recortan el horizonte.
El amarillo seco de los rastrojos.
El río negrísimo.
¿Qué estoy haciendo en este lugar, solo y cargado de culpas?

Sigo comiendo las frambuesas de la fuente.
Sin hacerme problemas. Si estuviera muerto,
pienso, no podría saborearlas.
Nada es tan simple.
Sí, todo es así de simple. Naturalmente.


UNA TARDE

Mientras escribe, sin mirar el mar, siente entre sus dedos el temblor de su lapicera.
La marea se retira arrastrando pequeñas piedras, restos de vida marina.
Todo esto no tiene nada que ver, no, con el origen de su emoción. No.
Su corazón se acelera porque ella, en ese instante, ha decidido entrar completamente desnuda en la habitación.
Somnolienta, por un momento no puede imaginar dónde está.
Se dirige al baño. Sacude su pelo.
Se sienta en el inodoro con los ojos cerrados, la cabeza inclinada;
las piernas extendidas, abiertas.
No ha cerrado la puerta del baño, él puede verla.
Quizás, ella esté recordando lo que sucedió esa madrugada.
Porque después de un rato, abre un ojo y lo mira, y sonríe con mucha dulzura.



Revisando libretas encuentro estos poemas de RC. Seguramente versiones de una antología de Visor, Bajo una luz marina, o de alguna otra que realizó Esteban Moore o... Posiblemente los textos estén intervenidos, no lo sé, no lo recuerdo. Sea lo que sea, bien o mal, los comparto.
Raymond Carver (EEUU, 25 de mayo de 1938 – 2 de agosto de 1988). Foto: Jmp.

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