viernes, 29 de octubre de 2010

Quisiera que me recuerden


QUISIERA QUE ME RECUERDEN

Quisiera que me recuerden
sin llorar ni lamentarse,
quisiera que me recuerden
por haber hecho caminos,
por haber marcado un rumbo,
porque emocioné su alma,
porque se sintieron queridos,
protegidos y ayudados,
porque nunca los dejé solos,
porque interpreté sus ansias,
porque canalicé su amor.

Quisiera que me recuerden
junto a la risa de los felices,
la seguridad de los justos,
el sufrimiento de los humildes.

Quisiera que me recuerden
con piedad por mis errores,
con comprensión por mis debilidades
con cariño por mis virtudes.

Si no es así, prefiero el olvido,
que será el más duro castigo,
por no cumplir con mi deber de hombre.


En: “Joaquín Areta. Siempre tu palabra cerca”, Libros de la talita dorada / Colección Los detectives salvajes, 2010
Foto: Jmp, Plaza de Mayo, 28 de octubre de 2010


Nuestro querido compañero Néstor leyó el poema de Joaquín Areta de “Palabra viva. Textos de escritoras y escritores desaparecidos y víctimas del terrorismo de Estado. Argentina 1974-1983.” SEA (Sociedad de Escritores y Escritoras de la Argentina). Buenos Aires, Argentina, 2005.

martes, 26 de octubre de 2010

Emiliano Bustos – Acerca de “Si Hamlet duda le daremos muerte”, 1


PAPEL PICADO, KEROUAC Y HAMLET



“Adiós a todo Führer que nos dé duro con un palo
y también con una soga
creyendo que como él somos apenas sensitivos.
Y buenas noches amigos, buenas noches,
hasta que un día nos volvamos a encontrar
en la hora soberbia y enloquecida de los esqueletos”.

Jorge Teillier



1. “¡Les vendimos papel picado!”. Hace tres o cuatro años, dos poetas de los noventa se abrazaban a la salida de unas jornadas sobre poesía argentina. Se abrazaban efusivamente. Uno, aclamado por la crítica; el otro, fungido de arrabal; los dos, sin embargo, glamorosamente noventistas. El abrazo parecía sincero, caluroso. La tribuna, compuesta mayormente de estudiantes de letras, críticos y poetas (seguramente en ese orden), era la indicada. “¡Les vendimos papel picado!”; la frase festiva fue levemente gritada. El abrazo podía remedar, si se quiere, la mímica de un abrazo histórico, como esos que se han dado los libertadores y los grandes políticos, pero este abrazo tenía el regocijo de quien logró algo grande entregando muy poco o nada. “¡Les vendimos papel picado!”. Luego los poetas se separaron; se sabe: el lugar del triunfador no es fijo, precisa moverse constantemente, como el dinero. El arrabalero (y este arrabalero en particular) se amiga, conversa, llegado el caso acompaña. Además, la tribuna había visto y escuchado perfectamente lo que había para ver y escuchar.

2. No sé dónde leí que Jack Kerouac escribía en grandes rollos de papel, algo así como formularios continuos, circunstancia material que contribuyó a su estilo, inspirador, como dicen, del road-movie. Podía sentarse y escribir por horas, sin necesidad de interrumpir lo suyo para cambiar el papel. Conquistó una dimensión –por el papel– de continente, expansión, río. El papel picado parecería ser otra cosa. Impensable escribir sobre una superficie tan fragmentada. Su utilidad es eminentemente festiva. ¿Por qué esos poetas se regocijaban por haber vendido papel picado? Era como el festejo por un engaño exitoso. Ciertamente no se podía conocer con exactitud el pago obtenido, pero no era imposible inferirlo de las regalías literario-críticas, muy bien ejemplificadas por ese encuentro en un centro cultural dependiente de la Facultad de Buenos Aires. ¿Exitosos por vender papel picado? Por qué no. Los poetas y los críticos, ¿no compran papel picado? Papel picado como estafa, como nada, como qué. Los noventa y el papel picado. ¿Los sesenta podían vender papel picado? Urondo, Santoro, Walsh, ¿vendían papel picado? Los lectores, ¿compraban papel picado? Y el poeta o crítico que compra papel picado, ¿qué hace?, ¿lo devuelve transformado?

Independientemente de otras especulaciones (que se podrían hacer), dos poetas, aclamado uno, arrabalero el otro –aunque clamorosamente noventistas ambos– se abrazaban (se siguen abrazando) a la salida de uno de los “palacios” culturales de nuestro medio mientras vociferaban: “¡Les vendimos papel picado!”. La venta de papel picado en la literatura argentina es un hecho, y merece estudio.

3. Sabemos que la historia de Hamlet es dura. Podría citar el Hamlet parodiado de Jules Laforgue, pero igual sigue siendo dura su historia. Asesinaron a su padre. Los asesinos y los traidores y todos los que ocultan la verdad andan por ahí, sin culpa, funcionando en el reino, pero Hamlet duda. Sabemos que cualquier gran sistema de poder puede funcionar entre asesinos y víctimas, pero Hamlet, siendo parte, pudiendo ser parte, duda. Construye –justicia, verdad, venganza– dudando. Y la memoria le funciona siempre, implacable. Entre el poder y la memoria se inclina por la memoria, por la venganza de la memoria. Una gran declaración de principios, asimismo una gracia suprema. Su verdadera pureza. Y la locura. ¿Locura?

No sé si coincido con el título de este libro, pero a veces, es cierto, hay que arrinconar toda duda, un poco al modo en que los límites de una huella arrinconan la presión, el momento, el destino.

4. Todas las antologías de poesía argentina que me vienen a la memoria funcionan de la misma manera. Desde mediados de los noventa un “cuadro de honor” domina la escena; pueden variar algunos nombres, pero el consenso que se fue armando en torno a un núcleo firme sigue ahí, aunque muchos de los que tuvieron una participación no menor en su conformación (me refiero más que nada a los críticos, aunque también a algunos poetas), hoy se lamenten o se permitan criticar ese estado de cosas casi siempre evadiendo, como avestruces, la autocrítica (1). No entrarían en este cuadro las antologías publicadas fuera del corredor Buenos Aires-Bahía Blanca-Rosario, aunque tampoco todas las antologías publicadas en Buenos Aires, Bahía Blanca o Rosario responden a lo señalado. Me refiero entonces a las selecciones que más aceptación crítica tuvieron (tal vez las únicas que tuvieron aceptación crítica). En fin, los consensos no suelen apelar a muestras representativas (¿existen las muestras representativas?) para su conformación –al menos en el ámbito del arte–, suelen ser la lógica del molde.

Personalmente creo que esta antología desoye ese consenso. Y no tanto por proponer otros nombres –que lo hace– sino por mostrar un estado de cosas diferente. Para muchos de estos poetas la política, por ejemplo, ya no es un paisaje. No es que la política no haya irrumpido en la última poesía argentina, particularmente a partir de la segunda mitad de los noventa, sucede que en casi todos los casos lo hizo de un modo epidérmico. La política y la historia ingresan por la propia experiencia de muchos de los poetas aquí reunidos; no hay estrategias hacia un discurso determinado, abandonado o continuado según las circunstancias (canónicas). No imagino cómo podrían hacerse a un lado algunas indelebles marcas, puestas ahí por el propio pasado, por la historia, por la memoria. En cierto modo, todas esas antologías de las que hablaba, desde Poesía en la fisura (Ediciones del Dock, 1995) hasta la solventada por el actor Viggo Mortensen, de reciente edición, mencionan de un modo enfático lo actual, el presente como espectáculo único. La que nos ocupa ahora tal vez pueda ser tildada de “setentista” (¿el “setentismo” es un tren fantasma o, como Hamlet, se ocupa del lenguaje presente de unos “fantasmas”, de unos ausentes?) porque menciona el tiempo presente de un modo más amplio, extendido, y en esa extensión del presente está la memoria, y seguramente de un modo especial la memoria de los setenta, que encierra la infancia o el tiempo de los padres (propios, políticos, sociales). Incluso algún poeta nacido bastante después de los setenta reivindica para sí ese tiempo, algo de ese tiempo; aunque la crítica es también feroz porque la derrota fue feroz y es actual. Asimismo, desde el discurso poético de muchos de estos textos no falta una extensión, una apertura y una asociación en el decir propias de un momento de la poesía, la literatura o la cultura que se opone, en cierto modo, al “poquitismo” (2) noventista; aun así, no se detectan en este sentido intenciones programáticas (como no es programático el supuesto “setentismo” que señalo), sino necesidades. Para la poesía argentina la dictadura fue un corte; para muchos de los poetas nacidos durante ese período es un recorrido sistemáticamente inicial, sistemáticamente histórico, sistemáticamente crítico. Asimismo, esta antología se diferencia claramente de otras al no estar clausurada por los relatos de belleza y felicidad de los noventa. Me parece que los aquí seleccionados superan con holgura el “mandato” objetivista y la contratapa de Ema la cautiva, en donde Aira, modestamente profético, coronaba a la indiferencia (ninguna indiferencia, parecerían decir muchos poemas, puede venir del menemismo, la cárcel o la incompleta democracia).

(1). Daniel Freidemberg, que a través de sus críticas contribuyó a generar una especial atención sobre la poesía de los noventa, ha tomado distancia del fenómeno, aunque tal vez un poco tarde. Jorge Fondebrider –miembro fundador de Diario de Poesía, como Freidemberg– señala en el prólogo a una reciente antología de poesía argentina publicada en Chile, que el statu quo, defendido desde ciertas revistas y por la cátedra, estaría siendo puesto en duda. Resulta extraña la distancia que Fondebrider asume respecto a la conformación de ese statu quo, que lo tuvo como indudable protagonista en tanto crítico (pensar la relación Diario de Poesía-18 whiskys). Es tanto el “ruido” producido por ese consenso o statu quo, que ciertos críticos deciden detenerse ahí: Jorge Monteleone, encargado de la enorme antología 200 años de poesía argentina (Alfaguara, 2010), evitó incluir autores de los noventa por la gran atención que la crítica –según da a entender– le prestó a dicho período.

(2). Frase que Santiago Sylvester le atribuye a Daniel Freidemberg. Según Sylvester, Freidemberg, refiriéndose a los noventa, habría sustituido “minimalismo” por “poquitismo”.

Si Hamlet duda le daremos muerte (Antología de poesía salvaje) se presenta el 4 de noviembre a las 19:30 hs en el Centro Cultural Islas Malvinas, Avenida 51 y 19 de la ciudad de La Plata.

Emiliano Bustos – Acerca de “Si Hamlet duda le daremos muerte”, 2


Creo que la frase de Aira fue más entendida (como herramienta “no política” y justamente por eso extremadamente política) que la poesía de Perlongher, aunque ambas, en deglutido pastiche, multiplicaron epígonos. En cuanto al objetivismo, hay que recordar que, más allá de sus múltiples definiciones, su manera “despojada” y “apegada a los hechos” (ese apego fue política de supremo desapego) dominó buena parte de la escritura poética hecha en los últimos veinte años (3).
Aquello de las “chicas pop” y los “muchachos futboleros” (4). Estas “vertientes” no son, hasta donde puedo ver, el corsé de los aquí antologados. Tampoco veo esas actitudes de eterno adolescente, que bien describe Mariano Pérez Carrasco en una bibliográfica: “Estos escritores (los de los noventa) viven la tragedia de que –en virtud del exitismo o de estéticas a la moda– quisieron vivir el presente, expresar el presente y solamente el presente. Hicieron del presente un fin; y como ese presente que eligieron coincidió temporalmente con su adolescencia, quedaron detenidos en aquel tiempo. Son los viejos jóvenes de los noventa” (5). Podría mencionar, también, la mentada cuestión de la antilírica, crucial piedra de toque para tantos poetas en los últimos años. ¿Alguien asume ese uniforme, el de la antilírica, en esta antología? Y hablando de uniformes, no pude ver en estas páginas los medrosos tratos canónicos en los que tantos poetas perdieron y pierden tanto tiempo.

La presente selección funciona todo el tiempo desde una época más amplia, como memoria, como hecho social y cultural presente. El formulario continuo de Kerouac, no la venta de papel picado. Tal vez por esto me parece que, ya desde la selección, ésta es una muestra poética apasionada. Asume la época (que siempre es la historia) con pasión.

5. Como Hamlet, todas las generaciones de poetas han tenido sus fantasmas y sus padres. Nosotros, poetas más o menos jóvenes pero actuales, padecimos la muerte de muchos padres y el posterior ocultamiento de cuerpos, lugares, obras. Como defensa no fue un mal ataque darle voz a los fantasmas. Pero, claro, el tiempo pasado entre fantasmas puede volverse demasiado real. Y entonces hay que dejar la duda, desmalezar, avanzar y largar peso. Pero largar peso no es perder historia. Es criticar, discutir. Los sesenta se pelearon o discutieron con lo anterior, lo mismo los setenta (aunque cortados por la dictadura) y los ochenta. A partir de los noventa sucede otra cosa. Es como si la discusión (la historia) se hubiera detenido, hacia atrás, hacia adelante. Es el puro presente, sin
discusión. Los noventa no se discutieron. De hecho, muchos poetas posteriores no pudieron, no supieron o no quisieron discutir con los noventa. Entre los primeros y los segundos noventistas se dio una relación vertical, como la que se puede dar entre los directivos y los empleados de una empresa. Por eso tanto epígono, por eso todavía puede olerse el desmesurado cuidado por la “fuente de trabajo”. Por eso mucho de lo que vino después parece diluirse, aguarse, derramado del “gran vaso” de los noventa. Bueno, me parece que esta antología no respeta de ese modo a los noventa. Y tal vez no los respete de ningún modo. ¿A quiénes podrían, cualquiera de estos poetas, venderle papel picado.

(3). Al parecer no existen demasiadas dificultades a la hora de definir críticamente tanto al neorromanticismo como al neobarroco-neobarroso. Los reunidos en torno a la revista y grupo Último Reino dejaron, salvo excepciones, más enunciados que poesía. El neobarroco fue prolífico en todos los planos. A diferencia de estas corrientes, el llamado objetivismo se presentó (o lo presentaron) huérfano de padres, planos y poses. Se supone que Joaquín Giannuzzi es su máximo inspirador (al menos lo fue para muchos poetas usualmente vinculados al objetivismo), pero nadie está totalmente de acuerdo en señalarlo como tal. Debido a cierta intención “democratizadora” o “racional” que el objetivismo intentó inyectarle al discurso poético “irracional” (léase neobarroco) de la época, resulta paradójico el sentido pretendidamente “rector” que –desde los poemas pero aún más desde la crítica (ver algunas reseñas paradigmáticas publicadas en Diario de Poesía, particularmente en sus primeros años)– fue asumiendo respecto de otros lenguajes y formas poéticas (fundamentalmente, como quedó dicho, el neobarroco). Como la “ortodoxia” que inauguran en el cine mundial el Dogma 95 y, entre nosotros, películas como Pizza, birra, faso o la serie televisiva Okupas: nada podría ser dicho de otro modo porque esa, la filmada por “nosotros”, es la “realidad”; todas las películas y los modos de actuar anteriores son impostados, como es imposible toda historia que no sea “mínima”, que no cuente el devenir de un perro o las vicisitudes de un anciano en busca de una mecha para su calentador. Las semejanzas entre este cine argentino y el objetivismo son obvias.

(4). Ver El poema y su doble (Ediciones Simurg, 2003) de Anahí Mallol.

(5). Ver artículo de Mariano Pérez Carrasco en Hablar de poesía n° 18. Lo que Carrasco no menciona es que la adolescencia de estos poetas transcurrió, en la mayoría de los casos, durante la dictadura, circunstancia –junto a las demás señaladas por él– no menor a la hora de analizar esa “detención”.


Si Hamlet duda le daremos muerte (Antología de poesía salvaje) se presenta el 4 de noviembre a las 19:30 hs en el Centro Cultural Islas Malvinas, Avenida 51 y 19 de la ciudad de La Plata.


Emiliano Bustos (Buenos Aires, 1972). Publicó: Trizas al cielo (Libros de tierra firme, 1997), Falada (Libros de Tierra Firme, 2001), 56 poemas (La carta de Oliver, 2005), Cheetah (El Surí Porfiado, 2007).

lunes, 25 de octubre de 2010

Presentación ANTOLOGÍA DE POESÍA SALVAJE Si Hamlet duda le daremos muerte


Lo presentamos el 4 de noviembre a las 19:30 hs en el Centro Cultural Islas Malvinas, Avenida 51 y 19 de la ciudad de La Plata. Organiza Mil Botellas.


Poetas que participan de la Antología Salvaje:
Emiliano Bustos, Alejandra Szir, Nicolás Prividera, Eduardo Rezzano, Leandro Barret, Fernando Alfón, Daniela Andújar, Inés Aprea (ésta no es trapisonda pero le pega en el palo, ya que Carlos Aprea sí fue de la partida en tres de los cinco números de la revista), Andrés Szychowski, Emmanuel Taub, Dafne Pidemunt, Vilma Watkins, Juan Martín González Moras, Diego Roel, Mauro Cesari, Enrique Schmukler, Fernando Manzini, Rodrigo Malmsten, Gabriela Milone, Jonás Gómez, Leticia Hernando, Lucio Greco, Lorena Fernández Soto, Marcos Bauzá, María Eugenia López, Mariano Schuster, María Romina Pérez, Nicolás Castro, Marilina Cuesta, Pablo Ohde, Jorge Areta, Rosario González Sánchez, Alberto Elías, Leandro Andrini, Joaquín Piechocki, Emiliano Cruz Luna, Sebastián González, Juan Pablo Bertazza, Verónica Sánchez Viamonte, Tomás Fernández, Tomás Watkins, Demetrio Iramain, María Virginia Fuente, Carlos Juárez Aldazábal, Rodrigo Zubiría y Sebastián Lalaurette

martes, 19 de octubre de 2010

Si Hamlet duda le daremos muerte


Lo nuevo de la colección Los detectives salvajes (dirigida por Julián Axat) de Libros de la talita dorada. Una antología de jóvenes poetas. Para degustarla lentamente.

Lo presentamos el 4 de noviembre a las 19:30 hs en el Centro Cultural Islas Malvinas, Avenida 51 y 19 de la ciudad de La Plata. Organiza Mil Botellas.

lunes, 18 de octubre de 2010

Alicia Salinas – Qué saben de la primavera quienes tanto la nombran


POSTA

Qué saben de la primavera
quienes tanto la nombran.
Ni llano ni río para que el poema
provenga de Rosario. En su origen,
una virgen, un altar, el palenque
para descanso de caballos
y gentes camino a la metrópolis.

Una misión contemporánea: averiguar
dónde están las mariposas (anuncian
la retirada del invierno). La señora
se preocupa porque los nuevos edificios
le tapan el sol, mientras caen obreros
al vacío y las orugas se extinguieron.

Busco a los poetas
en bares que conocí, soñé, me contaron.
Whisky hasta el amanecer, embebidos
de otras profesiones y oficios
se reían de sí, secretamente
envidiaban la sombra del vecino.
Los busco bajo las baldosas del centro
pues llegaban de los barrios al reducto
elegido, al buril del librero
que bruñía su próxima lectura.

Qué saben de la primavera
los que no entienden la poesía.
Donde la palabra daba vida
a la crisálida, torres clavan
su sombra y aún hay alguien
camino a ningún sitio
del que soy sólo su posta.

No cultivo el desencanto pero
cae la noche y todo lo que duele
es más doliente. Quizás por eso
susurra sus respuestas el olvido.

Poema leído en el Encuentro Internacional de Poesía “Teatro El Círculo”, Rosario, Santa Fe, Argentina, 3, 4 y 5 de Octubre 2010..

Alicia Salinas nació en Rosario el 21 de septiembre de 1976. Periodista, docente, poeta.
Foto: Teatro El Círculo de Rosario.

Alicia Salinas – Esa moneda rueda hasta la alcantarilla


PRIMAVERA

Halaga el jazmín del país
como cada septiembre.
Moraleja blanca de la vida:
cavernosa voz de sus aromas
en el pequeño patio de baldosas
que resiste, con su antiguo
aire y hechura, el ímpetu
volcánico de la metrópoli.

Milagro, nuevo ciclo
de la tierra en los finos
filetes de las flores, tallando
a la enramada ramilletes.
Sensación de gratitud
ante semejante panorama.

Cómo pensar ahora a la ciudad
también en sus hedores,
en la moneda que resbaló
de manos del mendigo
por un temblor, viento
intenso de primavera, vahos
del alcohol de mala calidad
bebido cada noche mientras
regresamos a casa del trabajo
o vamos felices a una fiesta.

Y esa moneda rueda
hasta la alcantarilla, cae
por los ductos oscuros, corta
el moho con su filo, atraviesa
el centro mezclada con las heces,
conoce las veleidades de roedores
e insectos poco amables
a los humanos. Hasta llegar al río,
donde se hunde en la profundidad
del gigante que fluye.

Halaga el jazmín, dulce
y generoso entrega
por entero su belleza
también a los vecinos
y transeúntes. Acaso
al mendigo que extiende
su mano a veces, y sólo atino
a darle una moneda.

Poema leído en el Encuentro Internacional de Poesía “Teatro El Círculo”, Rosario, Santa Fe, Argentina, 3, 4 y 5 de Octubre 2010..

Alicia Salinas nació en Rosario el 21 de septiembre de 1976. Periodista, docente, poeta.
Foto: Teatro El Círculo de Rosario.

Alicia Salinas – Años después de vivir contra el río


RIBEREÑA

Años después de vivir contra el río,
lo que fluye persevera y purga.
En la orilla remedo todo pasado,
vuelvo al ruedo de mí misma.
A qué cuenco va el silencio
de los ceibales. Tarde en fuga.

Desde la isla refulge la dentadura
vertical de las torres donde antes
llanura y luego patios con jazmines.
En qué rincón quien espera y quien
no olvida.

Como el río arrastra lodos y ramajes,
me persigue siempre una pena.
Aún si brillo, palpita el sueño trunco.

¿Y si busco lo que no es posible?
¿Si han demolido también la casa
de los que me amaron, si ellos
ya no saben cómo encontrarme?

Falso Manhattan, la soledad era esto.

Yo que viví de espaldas al río,
hoy mi sangre transcurre e inunda.
Amarronada agua, siempre
adelante.

Poema leído en el Encuentro Internacional de Poesía “Teatro El Círculo”, Rosario, Santa Fe, Argentina, 3, 4 y 5 de Octubre 2010..

Alicia Salinas nació en Rosario el 21 de septiembre de 1976. Periodista, docente, poeta.
Foto: Teatro El Círculo de Rosario.

domingo, 17 de octubre de 2010

Alicia Salinas – Últimamente en Rosario el aire lava espacios


NOTICIAS DE ROSARIO

¿Has visto el viento cuando se arremolina
entre dos torres
en lo poco que queda de vereda ancha?
Quienes aman las cosas inútiles
atienden el juego de la rueda.
Hojas pequeñas, sedimentos,
papeles minúsculos, ya sucios,
donde podría haberse escrito un poema perfecto,
devora esta boa al recostar su osamenta
sobre las polvorientas lajas de la calle.

Últimamente en Rosario
el aire lava espacios, huellas
y cáscaras de lo que dejamos de ser.
Espectáculo desapercibido
para la mayoría absorta.
Debo advertirte: estas calesitas
donde nadie saca la sortija
un día pueden enredarnos en su movimiento
artero y a la vez vívido.

Hermano, hoy he visto girar los remolinos.
Algo decían esos vuelcos
de lo que partió,
no de lo que ya sabemos ido.
Saludos desde el llano, a la espera
de la lluvia.

Poema leído en el Encuentro Internacional de Poesía “Teatro El Círculo”, Rosario, Santa Fe, Argentina, 3, 4 y 5 de Octubre 2010..

Alicia Salinas nació en Rosario el 21 de septiembre de 1976. Periodista, docente, poeta.
Foto: Teatro El Círculo de Rosario.

sábado, 16 de octubre de 2010

Leonardo Martínez – Agua donada por el vendaval de la gracia


POSIBLE CONVERSIÓN

Belleza y verdad
Las perseguimos corriendo hacia delante
y seguro ellas quedaron atrás
Como el amor que sentimos siendo niños
al canto de los pájaros
con la honda tensa listos
y la pedrada justo dándoles
en el corazón de su música

Marchitos ahora
no podemos restaurar lo perdido
Inaugurar quizás un mundo
donde pedrada corazón música verdad belleza
fueran agua donada
por el vendaval de la gracia

En: “Los ojos de lo fugaz”, Ediciones del Dock, Buenos Aires, 2010

Leonardo Martínez nació en la provincia de Catamarca en 1937. Desde hace veinte años reside en Buenos Aires.

Foto: Leonardo Martínez en Teatro El Círculo, Rosario, octubre 2010.

Leonardo Martínez – Lo que soy toca la grandeza de la fugacidad


LOS OJOS DE LO FUGAZ

I

¿Qué música me mira?

Desde tapiales derruídos
acechan
mañanas de labranzas
viciosa siestas
atardeceres de un corazón sin muertes

¿Qué música me oprime?

Todo viene del mar o la montaña
del cielo o del abismo
Todo viene en algo dormido
anterior al murmullo de las hojas
o al grito de las bestias
encerrado en las piedras

¿Qué música está mirándome?

¿Es la música del puñal
cuando calaba hondo
y suplicabas
y tus ancas se abrían al arado de la perduración?


¿Quién compone esta música oída con los ojos?

La miro gotear en la oscuridad
y mi corazón
se escurre como lágrima
y lágrima escarchada
es mi corazón en la oscuridad

¿Qué manos acunan el candor de esa música?
¿Qué manos acunan el candor del porvenir?

Toco lo que no fui y huelo al solitario derramar en sueños
la materia de su noviazgo fértil

Lo que soy toca la grandeza de la fugacidad
En mi ceguera palpo el presente despellejado

II

Alguna música me ama
se interna sin límites
Clava sus agujas
y me susurra el secreto
del viejo maestro

Escucho

Las palabras despertarán al alba
cuando los caballos atraviesen el horizonte
y el niño sentadito ante la tropilla al galope
huela los colores terrosos azafranados negros
de reales frontinos y malacaras
perdiéndose en reflejos por el oriente
y el día se extienda levísimo
y la desconocida que llevamos en las entrañas
empiece su baile ciego
Y en una espiral sin retorno
arrastre al niño
al vértigo del principio

En: “Los ojos de lo fugaz”, Ediciones del Dock, Buenos Aires, 2010

Leonardo Martínez nació en la provincia de Catamarca en 1937. Desde hace veinte años reside en Buenos Aires.
Foto: Leonardo Martínez en Teatro El Círculo, Rosario, octubre 2010.

viernes, 15 de octubre de 2010

Leonardo Martínez – La belleza nos unió tras ese aire de Mozart


ELLA CANTABA

La belleza nos unió tras ese aire de Mozart
que tarareabas en el viaje
cuando el tren reducía las Salinas Grandes
a un muñón de sol
Madre súbita
cantabas un canto de conjuros
a la hora de la separación y el infortunio
volviéndome niño aparecido de tu vientre

Éramos sin edad
éramos sin nombre
pasajeros al borde de un adiós
caminando hacia un dónde inesperado

Hoy te acercaste
temblor del álamo
en otra despedida
y de nuevo el cobijo de tu vientre
fue mío y nací de tu parición
y tu leche se derramó porque era tanta
un río de leche para el mundo

Sin edad sin nombre
pasajeros nada más
los mismos de antaño
acunados por el titilar de las estrellas
en las naves poderosas del sueño

El más allá rueda al alcance de las manos
Preparo la sopa
Sacudo el mantel con las migas del desayuno
Acomodo la mesa y espero a los huéspedes
del mediodía

En: “Los ojos de lo fugaz”, Ediciones del Dock, Buenos Aires, 2010

Leonardo Martínez nació en la provincia de Catamarca en 1937. Desde hace veinte años reside en Buenos Aires.
Foto: LM en Teatro El Círculo, octubre 2010.

Abuelas



CARTA ABIERTA A ERNESTINA HERRERA DE NOBLE

La Plata, 14 de octubre de 2010


A la Directora del Diario Clarín,
Señora Ernestina Herrera de Noble
:

He leído en la edición de hoy del diario Clarín, que usted dirige, un artículo sin firma titulado “Caso Herrera Noble, desmienten vínculo de una abuela”.

En ese artículo su medio de comunicación dice que “es cronológicamente imposible que la hija de la directora del diario Clarín, Ernestina Herrera de Noble, tenga algún vínculo identitario con Clara Anahí Mariani Teruggi”. Luego sostiene que “lo cierto es que Clara Anahí Mariani fue secuestrada el 24 de noviembre de 1976 mientras que la guarda de Marcela Noble Herrera fue otorgada por la justicia a la Señora Ernestina Herrera de Noble el 14 de mayo de 1976, es decir 6 meses y 10 días antes del secuestro de Clara”.

Finalmente continúa diciendo que “la imposibilidad es aun mayor si se toma en cuenta que la convivencia entre Marcela Noble Herrera y su madre, Ernestina Herrera de Noble, es anterior a la desaparición de la nieta de la señora Mariani, según surge de la propia documentación oficial y del juzgado federal de San Isidro. En ese expediente consta que el 15 de junio de 1976, el Registro Nacional de las Personas de la Provincia de Buenos Aires otorgó el documento nacional de identidad a Marcela y el 29 de julio de 1976 la Policía Federal expidió su cédula de identidad”.

Quiero decirle que la única manera de comprobar o descartar un vínculo identitario son los análisis genéticos que usted viene obstaculizando desde hace muchos años. Por eso le pido, con todo respeto, que si usted quiere demostrar la inexistencia de tal vínculo, coopere con la Justicia y contribuya a que los análisis de sangre se realicen tal como lo establece la ley, sin que las pruebas sean contaminadas y evitando cualquier tipo de artilugio tendiente a evitar el conocimiento de la verdad.

Tengo 86 años y no quiero morirme sin reencontrarme con mi nieta, y creo que es posible que Marcela y Clara Anahí sean la misma persona. Pero también soy conciente de que tal vez Marcela no sea mi nieta, y que sea la nieta de alguna de las mujeres que me acompañaron desde noviembre de 1977, cuando fundé Abuelas de Plaza de Mayo. En cualquiera de los dos casos, cuando se conozca la verdad, sentiré la satisfacción de que se haya recuperado la identidad y la historia de una joven que aún hoy sigue siendo víctima del daño producido por quienes perpetraron el Plan Sistemático de Robo de Bebés.

Como usted sabe, he pedido a la Justicia que los datos de Marcela sean cruzados con todo el banco de datos. Por un lado, esto es lo que corresponde porque así lo indica la ley, pero además, usted misma admitió en un editorial publicado en Clarín el 12 de enero de 2003 que Marcela y Felipe posiblemente sean hijos de desaparecidos. En esa oportunidad usted escribió: “Me encuentro frente a dos realidades muy diferentes. Primero, el deseo legítimo de las Abuelas de saber si mis hijos fueron arrebatados a detenidos-desaparecidos. Segundo, los abusos del juez Marquevich. Muchas veces he hablado con mis hijos sobre la posibilidad de que ellos y sus padres hayan sido víctimas de la represión ilegal”.

El argumento mediante el cual hoy, en el artículo periodístico del diario a su cargo, se sostiene una supuesta imposibilidad de que Marcela sea mi nieta por existir 6 meses de diferencia, nada dice: hemos comprobado que la emisión de documentación apócrifa y de datos falsos por parte de los funcionarios que servían al poder dictatorial, ha sido una táctica frecuente por quienes robaban bebés de modo sistemático.

En tal sentido, el ex juez Marquevich -que la detuvo a usted en el año 2002 por “falsificación de documentos públicos, inserción de datos falsos y uso de documento público falso” declaró en diciembre pasado que “resulta paradigmático el caso de Herrera de Noble, porque se trata de expedientes de adopción absolutamente falsos desde su inicio hasta su finalización”.

Sólo a modo de ejemplo de la documentación falsa producida con el fin de robar niños, citaré un caso entre los más de 50 niños que recuperamos durante los años que presidí Abuelas de Plaza de Mayo. Paula Logares -nieta de Elsa Pavón, cuya identidad restituimos en 1984, nació en 1976 y fue inscripta por sus apropiadores como nacida en 1978, es decir que en este caso, la supuesta “imposibilidad cronológica” que hoy se menciona en su diario, era de dos años, es decir, mucho mayor a seis meses.

Por todo eso le pido que en vez de utilizar los falsos datos producidos por la dictadura, permita que Marcela se realice los exámenes científicos que la ley indica para que se sepa de una vez y para siempre quién es esa joven. Al igual que yo, muchas otras mujeres están sufriendo desde hace 34 años buscando que se sepa la verdad.

Atentamente,

María Isabel Chorobick de Mariani
DNI Nº 8.319.665


Foto: Clara Anahí Mariani. Nació el 12 de agosto de 1976, es hija de Diana Teruggi y Daniel Mariani. El 24 de noviembre de 1976 fuerzas policiales y del Ejército Argentino asaltaron a sangre y fuego la casa de sus padres. Allí fue asesinada Diana junto a otras personas y secuestrada Clara Anahí, que tenía entonces 3 meses de vida. El padre de Clara Anahí, Daniel Mariani, también fue asesinado en La Plata el 1º de agosto de 1977. María Isabel Chorobik de Mariani, "Chicha", fue fundadora y presidenta de la Asociación Abuelas de Plaza de Mayo, institución a la que dejó de pertenecer en 1989. Es la fundadora de la Asociación Anahí, dedicada a promover, preservar y defender los Derechos Humanos. Desde 1976 Chicha no ha dejado de buscar incansablemente a su nieta.
Web: http://www.asociacionanahi.org.ar
Email personal de Chicha: mariaisabelchorobik@sinectis.com.ar

jueves, 14 de octubre de 2010

Concepción Bertone – Todos dicen que va a nevar en la ciudad


ESPERANDO LA NIEVE

a Glauce Baldovín, in memoria



Todos dicen que va a nevar en la ciudad.
Todos quieren ver en la nieve algo nuevo,
algo raro y ligero porque
no sabríamos convivir con eso. El rostro
del otro es nuestro rostro y el hielo de la nieve
lo refleja. Pero nunca cayó. Sólo piedras
de hielo y algo de la tempestad
que destruyó a los árboles. La tarde
se hizo noche y el cielo
me develó el humor de los pájaros, la tijera
de una bandada ruidosa
buscando dónde anidar.

Y nada
que no supiéramos –salvo volar-
nos pasa. La nieve
cae siempre en otra parte.

El derroche es una ley
del arte y de la naturaleza apaleada. Siempre
hay tiempo, tibiezas
de Barragán antiguo, enaguas de jerga,
lienzos bordados por mi abuela
contra la guerra que,
en ese hacer sumida, florecía en la tela.
Flor rebelada contra la nieve
que había que cavar para ver la luz,
el suelo fangoso que dejaba la pala
enterrando la bala del cansancio
que le hizo estallar una noche
el corazón.

El tuyo, el de ella. Se supone cordial
la huella del pespunte, el hilván,
la mirada ciclópea de la aguja, lo que cava
la pala cuando siembra . El filo del papel
o del hilo. Se supone cordial
entre los yuyos donde se afila un lirio
no pisar su destino de cuchillo

salvando una parte
de un día de pesar
.

Del peso del avatar, de ese mal
expresado nombre
de lo adverso. Reverso
del candor, cuando te mata.

Del libro inédito “Esperando la nieve”. Para Aromito, poema leído en el teatro El Círculo, octubre 2010.
Concepción Bertone, Rosario, Argentina. Foto: Facebook.

Concepción Bertone – Una luz en la pupila, un punto iluminado, un asunto


ELEGÍA PARA JUAN MANUEL INCHAUSPE

Leva en la mirada oscura, navega
el pensamiento en la arruga del ceño, ceñida
como una vela al viento
la cabeza de Juan
en el perfil izquierdo de su cara.
La cabeza apoyada
sobre la mano derecha que rodea el mentón, el candado
del pelo de la barba, la herida
de la boca encerrada bajo el bigote. Alta.
La mano alada eleva la cabeza, la alza
por encima del cuello,
del cogote –como él decía–
sin perder la elegancia, en la elegía
de una vieja conversación: cerveza santafesina
en la mesa de la amistad tranquila, la mesa clara
de Saer y de Juan, en otra foto.

Pero en ésta leva una luz. La luz
de una expresión infusa en los sesos, del peso
inexpresado de eso en la mirada. No
el reflejo de un foco, ni el haz
que se astilla contra un cristal, detrás,
contra su nuca. No.
Una luz en la pupila, un punto iluminado, un asunto
rodeado de pura luz en la oscuridad de sus ojos. Algo
como el alma que no sabemos, el fuego que no inventamos,
el veneno vencido con el mismo veneno. Eso.
Misterio escayolado que en los huesos queda
y fulge en la osamenta su “furiosa estrella: Arturo,
el Centauro, la Osa....” nombres de fuego
dictados a otros hombres, dijo Juan. Acordado,
fiel
al eco de su voz, dijo: Combate y
Trabajo. Las palabras, de pronto, anclan
en su cabeza
donde la araña trama
la tela tensa del poema: “Que sea
la frialdad de los otros
lo que ha venido aquí
envolviendo mi cabeza,
empujándome.
¿Qué importa?”

¿Qué importa ahora
la cabeza de Juan, el medio cuerpo
en blanco y negro, el botón de la camisa,
la sortija de un mechón de cabello
apretado a la sien. Un recuerdo de él
en los diarios?

(No vivió para eso sino para los besos, los labios
que fueron sueños, sudarios, mortaja fluvial de los sueños,
epitafios de tantos, Tuñón)

“Todo arde”
Mi cuerpo solo en el desierto del colchón
donde siento que la muerte me abraza
más amorosamente que la vida. Para decir
estuve, estuve en tal pasión,
en tal recodo...


También, Juanele, el Juan
–para los íntimos– en esa fotografía
tomada por Courtalón,
sobre mi escritorio, me abrazaba
en su guía
como el faro que atrae a la tormenta,
y la ilumina, la enfrenta claramente
a los ojos. Esa luz. Y el despojo
de todo eso. La poesía, la vida. Aquello
de la creación que Saer definía como un complot: el lugar
donde se está montando una bomba. Una bomba
montada en el corazón de una esquina
en la que Juan José te cuenta:
para escribir “El limonero real” tardé nueve años
y a “Cicatrices” lo escribí en veinticinco noches. Esa luz
que no luce, que vela la rebelión, la pelea
velada del cuerpo. El apareo
de ese goce que nace del roce fugaz, de la rosa real
de lo narrado
. Como
cruzar a nado el vientre del Paraná
partido en dos por un trueno. Por
el filo calado del lamparón.
Y el ruido en el que se quema el río, es música....

(Esa luz, esa acústica. Un sonido abandonado al oído.
En el caracol del oído donde suena esa música. Esa
que no llegaba nunca y cuando llegaba
era seda acordada, cuerdas de un laúd magnífico. El oficio
y el arte, Juan)

Ahora,
roza la eslora de tu cara el fluir. Aflora
igual que el ahogado a otra orilla, el recuerdo:
y vive allí,
no en la mano amputada de aquel amor,
no en el abrazo de tu palabra camarada, sino
en el muñón enamorado de esa palabra.

Aquello

embelesado en la luz, atravesado por la luz
que leva en tu mirada, que navega
en esa luz primera y última: llama del ser
que fue de luz, ultimado
por ser de luz. Ahora

Se incendia
en la fugacidad de otra tarde, todo. Todo
arde, Juan. Porque esta hora
de decepción, que alimenta la rosa del porvenir

se pierde. No se besa. Se muerde
el amor. Se devora, se hurta, se harta. Se atiza
para morir de su fuego. Como el árbol del alcanfor, Juan.

Su llama no deja ceniza.


Del libro inédito “Esperando la nieve”. Para Aromito, poema leído en el teatro El Círculo, octubre 2010.
Concepción Bertone, Rosario, Argentina. Foto: Facebook.

miércoles, 13 de octubre de 2010

Raúl Artola – Instrucciones para organizar un baile y cortejo fúnebre, 1


INSTRUCCIONES PARA ORGANIZAR UN
BAILE Y CORTEJO FÚNEBRE


Echar a las sabandijas del salón mientras dure la fiesta.

Poner un cartel que diga: "Siembra, siembra, que alguien cosechará".

Soltar un jilguero de su jaula a mediodía.

Establecer un puente con el limonero más cercano.

Bajarle una estrella al más dolido de los tuyos.

Resucitar una mariposa, boca a boca.

Tentar al Maligno, pobrecito.

Tomar lo ajeno, que lo tuyo ya te lo han quitado.

Cortejar a la bordona, mirando a la prima.

Apagar la luz, para ver mejor.

Estimar en cuánto lo que mucho vale.

Apreciarlo de nuevo, has tasado poco.

Tomar agua entre las manos y contar los segundos que dura.

Desabrochar los botones de la camisa, de arriba hacia abajo, uno por hora.

Enarbolar lo que se pueda.

Desarbolar la nave capitana, propia o enemiga.

Besar a la mujer más próxima, sin apuro.

Besarla de nuevo.

Tantear tu cuerpo, de abajo hacia arriba, para comprobar que nada falte.

Averiguar el cumpleaños del malvón. Agasajarlo.

Atropellar la sombra, sin malicia.

Amasar la harina de trigo como las abuelas.
Mantener en la tibieza.

Arropar la última pena. Evitar que se enfríe y tosa.

Doblar la punta de una carta y escuchar si se queja.
Pedir disculpas.

Alentar a la mujer que tiene reuma.

Abandonar un vicio. La molienda del cerebro, por ejemplo.

Abrir un tanto la ventana, para que salgan las ánimas aburridas.

Calzar en la cintura un abrojo de cardo, por las dudas.

Encender una vela en la entrada, por los tuertos y miopes invitados.


En: “Teclados”, El Suri Porfiado Ediciones, 2010

Raúl Orlando Artola dirige la revista-libro “El Camarote” (Arte y cultura desde la Patagonia). Nació el 5 de diciembre de 1947 en Las Flores, provincia de Buenos Aires, y está radicado en Viedma, Río Negro, desde 1975.
Foto: Facebook

Raúl Artola – Instrucciones para organizar un baile y cortejo fúnebre, 2


INSTRUCCIONES PARA ORGANIZAR UN
BAILE Y CORTEJO FÚNEBRE


Remontar un barrilete con los colores de Dionisos.

Pedir a Apolo que lo repinte en las alturas.

Dibujar el contorno de la teta de tu madre, cuando niño.

Tomar una copa de ajenjo, acompañado.

Rastrear la huella de un gato en medio de la lluvia.

Clamar por las ganancias, sin contable.

De las pérdidas se ocupan los avaros.

Entrar como saliendo, sin permiso.

Tratar a la niña con el respeto a la mujer que será.

Tratar a la mujer con la ternura merecida por la niña que fue.

Hacer un mueble sin dañar el árbol.

Tomar un cordel de seda y amurallar los deseos.

Invitar a Casimira, la tortuga de cien años.

Hacer algo útil, de penitencia.

Llamar a los músicos sin bocina.

Preparar el escenario con florcitas.

Armar paquetes con dulces para todos.

Invitar a los presentes a tomar asiento.

Pedir a la orquesta que comience a tocar.

Sacar a bailar a la más vieja de las damas.

Declamarle amor en alta voz, con duras palabras.

(Los demás harán lo propio).

Si no, qué gracia tiene.

Esto ya es el futuro. No considerar.

Que te rija sólo la belleza, los días pares.

Los nones también.

Organizar tu funeral con tiempo.

Consultar para ello a Cesárea Tinajero.

Que la oración fúnebre la canten Chavela Vargas,
Eric Clapton y Caetano Veloso, en el estado en que se encuentren.

Que la última palada de tierra la eche tu hijo menor, el no nacido.

Que el epitafio diga: Guarden los pañuelos.

Que sobre la tumba planten la encina verde de Serrat y un retoño del árbol de Gernika.

Que los asistentes se retiren silbando "Someone to watch over me", de Gershwin.

Que si alguien no la sabe, se le permita recitar por lo bajo la formación del Boca Juniors de 1981, de grata memoria.

No volver al camposanto. Los huéspedes se encargarán de todo.

Regresar y tomarse las últimas copas.

Que las sobras se repartan entre los pudientes, casa por casa.


A Mauricio Redolés
Al subcomandante Marcos



En: “Teclados”, El Suri Porfiado Ediciones, 2010

Raúl Orlando Artola dirige la revista-libro “El Camarote” (Arte y cultura desde la Patagonia). Nació el 5 de diciembre de 1947 en Las Flores, provincia de Buenos Aires, y está radicado en Viedma, Río Negro, desde 1975.
Foto: Facebook

Teresa Leonardi Herran – Va y viene tu alegría


PANIDA

Va y viene tu alegría
desde el yuchán en flor hasta el caballo muerto
El secreto que tanto perseguimos
esta apresado en tu mirar gozoso
y en tu gorjeo que abomina al tiempo
Eres un dios pequeño
que inventas sin saberlo
un luminoso espacio
donde él y yo aprendimos
el pánico sentido de la vida
que ahora nos desnuda
su corazón de claridades pleno


INFANCIA

Un gran árbol que no sabe nada
de la llegada de su hermana agua
en los carruajes suaves de la lluvia
trémula y dulce como la primera luna

La miel que espera en palacios cerrados
el búho que vela el sueño del bosque
la oruga de ojos límpidos que mira
caer los años como copos de azúcar

De este sueño de infancia había salido
memoria tuvo el corazón despierto
“cuando su madre con él jugaba a la payana
cuando la maravilla nacía de los días”

En: “El que vino de lejos”, Crear, Salta, 2009.

Teresa Leonardi Herran nació en Salta en 1938. Publicó, entre otros libros de poemas: “Incesante Memoria”, 1985; “Blues del contraolvido”, 1991; “El corazón tatuado”, 1993; “Noticias de los comulgantes”, 2006.

Teresa Leonardi Herran – Ella sin zapatos en el centro del mundo


ABUELA EN EL CENTRO DEL POZO

En el centro de la habitación
la abuela suspendida de su día final
lejos del árbol de raíz invertida
habla como si todos debieran escucharla
pero sólo la sorpresa deslizándose de la gastada boca
y palabras iguales a otros agonizantes

Ella sin zapatos en el centro del mundo
contando las arrugas de un rostro
que ya no reconoce en un espejo
viendo regresar la muchacha que fue entonces
cuando debajo de la noche soñó con el amor
y no esta casa derrumbada que es su vida

Y el viento llama a la puerta siete veces
y sus ojos con miedo le dirán que no es tiempo
porque los días de oro aún se deben
la felicidad que ellos prometían está en mora

La abuela en el centro del pozo
sin su vestido de baile ni la carroza del hada madrina
con manos piadosas invocando a los santos
los hermosos ausentes de la última hora

La abuela en el centro del río
En la barca que guía un desconocido
Oh dulce las imágenes la han abandonado
las aguas la retornan una materia niña
deseante sin memoria en busca de otro cuerpo

En: “El que vino de lejos”, Crear, Salta, 2009.

Teresa Leonardi Herran nació en Salta en 1938. Publicó, entre otros libros de poemas: “Incesante Memoria”, 1985; “Blues del contraolvido”, 1991; “El corazón tatuado”, 1993; “Noticias de los comulgantes”, 2006.

Teresa Leonardi Herran – Los amigos se hacen escasos en tiempos de desgracia


EN ESTA SUBITA EDAD DE HIELO

Los amigos se hacen escasos en tiempos de desgracia
Encerrados detrás del miedo o la derrota
se disfrazan con trajes de época
para no ser reconocidos

Persistente mi corazón
clama a gritos por un remedio que cure la memoria
por una mágica poción que borre los tatuajes
de amaneceres que cantaron
en nuestra casa sin paredes

Pero el duelo es tan repentino
Sobrevino el reloj chacal el aire gasificado
el ojo indiferente a los rostros amados
las tijeras para los albatros

De tanto naufragio solo quedó tu risa
niño de azúcar mi fiel creyente
Todos los días me traes el sol
En esta súbita edad de hielo
vos me proteges de la muerte


NO CONOZCA MI TRISTEZA EL NIÑO MIO

No conozca mi tristeza el niño mío
oscuros bosques donde llora la vida
campos minados donde la luz se pierde
boca con sed de siempre fragmentada en instantes

No conozca mi dolor el niño mío
Ande sin un puñal en el costado
sin una cruz de hierro sobre la espalda rota
No tenga ojos cegados por el amor perdido
ni el cuerpo flechado como San Sebastián

Conozca el hijo mío el gran sol del mañana
que vendrá anunciado por ángeles distintos
el amor liberado para infinitos rostros
la amistad posible como el canto de un pájaro
la confianza en los hombres de corazones justos
reyes todos al fin sobre la nueva tierra

Y que relea mi viejo Tolstoi
diciendo adiós a los fusiles que no volverán
-pájaros enmohecidos emigrando del mundo-
Ría su corazón adolescente
contemplando la hierba que crece sin medida
al norte al sur al este y al oeste
únicas fronteras sobre el mapa verde

En: “El que vino de lejos”, Crear, Salta, 2009.

Teresa Leonardi Herran nació en Salta en 1938. Publicó, entre otros libros de poemas: “Incesante Memoria”, 1985; “Blues del contraolvido”, 1991; “El corazón tatuado”, 1993; “Noticias de los comulgantes”, 2006.

Teresa Leonardi Herran – 1981


1981, CONJURO PARA UN AÑO QUE COMIENZA

Hacer un claro en esta noche
juntando todos los fueguitos
que nos protejan del desespero
Hacer que vuele de la cabeza
una torcaza impenitente
Lleve en su pico los deseos
de esa mañana que aun nos deben
de ese país que se parezca
a ese que ayer nos dibujaron
los compañeros que se fueron
Hacer de oído el corazón
para escucharlos regresar
en tanto viento que se cuela
por intersticios de este tiempo
y anuncia el reino que será


EL AMANTE DE LOS COLIBRIES

El amante de los colibríes
reaprende de ellos la lengua adánica
la que habló durante nueve meses
en la azul esfera amniótica
Ahora en el descuidado jardín
su alegría se ordena en torno
al vibrar de alas que el aire transparentan
No hay dudas en esos cerebros llenos de sol
que buscan las aguas dulces que su huésped les acerca
No hay vacilaciones en esos cuerpos
cuando danzan tejiendo
sus breves y ardidas copulas
Junto a las achiras el pastor de vertiginosos arcoiris
olvida el idioma que le enseñé
y con trinos llama al desayuno matinal
a sus hermanos equilibristas

En: “El que vino de lejos”, Crear, Salta, 2009.

Teresa Leonardi Herran nació en Salta en 1938. Publicó, entre otros libros de poemas: “Incesante Memoria”, 1985; “Blues del contraolvido”, 1991; “El corazón tatuado”, 1993; “Noticias de los comulgantes”, 2006.

martes, 12 de octubre de 2010

Teresa Leonardi Herran – Un oscuro reloj deambula por tu sueño


RUEGO DEL ZORRO AL PRINCIPITO

Un oscuro reloj deambula por tu sueño
La amazona sin rostro ha venido a buscarte
Y si vos, tan demente por tu única rosa
decidieras volver a lo invisible
¿cómo encontrarte después entre las galaxias,
yo, el necesitado del astrolabio de tu corazón?

Este ruego de naufrago a ti va dirigido
No busques otra pradera que esta tierra enceldada
Combate aquí y ahora al baobab nacido de una verde moneda
A su sombra letal la Edad Glacial regresa
Se detiene la danza de todo lo viviente

Petit Prince
si renuncias al viaje
yo seguiré cosido a tu costado
y en la coreografía de los astros
ninguno equivocará su paso de oro
Será dulce esperar junto a tu cuerpo
que maduren los frutos que anhelamos:
cayendo en el abismo
el pálido banquero de tu cuarto planeta
y un tiempo sin usura
poniendo los manteles del banquete terrestre


Son estos poemas fragmentos de un discurso amoroso para mi hijo Martín. En todos ellos peco de poeta confesional, pero ¿acaso puede no serlo cualquier madre a quien inspire la epifanía que son hijas e hijos? Con él caminé días de sol y la atroz noche de la dictadura. Junto a él sigo aguardando la llegada de la luz definitiva “cuando estaremos desayunados todos” (Vallejo)

En: “El que vino de lejos”, Crear, Salta, 2009.

Teresa Leonardi Herran nació en Salta en 1938. Publicó, entre otros libros de poemas: “Incesante Memoria”, 1985; “Blues del contraolvido”, 1991; “El corazón tatuado”, 1993; “Noticias de los comulgantes”, 2006.

lunes, 11 de octubre de 2010

Juan Gelman – Hay que estar en estado de vigilia permanente


–El modo en que participó la Argentina, haciendo hincapié en la memoria y los derechos humanos con la muestra Ausencias y la antología de escritores desaparecidos, era impensado hace diez años, ¿no?

–Escuché críticas por ahí, pero que corresponden a cosas un poco diferentes. Ausencias, la muestra fotográfica, me parece absolutamente extraordinaria, sin palabras... creo que tenemos el mejor gobierno posible al que podía aspirar la Argentina; ahí están los datos, pero no voy a incurrir en ellos. Hay cosas no resueltas, hay errores que comete el Gobierno, pero al mirar un poco lo que es la oposición, ¡Dios mío!; es una oposición sin programa que lo único que propone es que cualquier medida o proyecto del Gobierno es malo. Me gustaría saber qué proponen porque no veo que haya propuestas. Una buena oposición ayudaría a enriquecer el trabajo del Gobierno, pero tenemos una oposición tonta, destructiva... no, no es tonta: obedece a intereses muy claros.

–Parte de esa oposición que pertenece a la izquierda progresista sostiene que el Gobierno usa la política de los derechos humanos. ¿Qué piensa cuando se plantea este tipo de crítica?

–Esa izquierda tiene que hacer algo, no puede opinar desde el punto de vista de los intereses de la oligarquía o de los ganaderos; tiene que criticar desde aquello que está teóricamente en su campo. Me parece que toda insistencia es poco, todavía no se puede decir que la sociedad en su conjunto haya tomado conciencia de lo que realmente ocurrió. Aunque no se repita la dictadura militar –que yo no lo excluyo–, ninguna sociedad puede caminar con paso firme si no hay una conciencia cívica. Y la falta de memoria debilita la conciencia cívica.

–¿Por qué dice que no excluye que se repita una dictadura militar?

–Me parece que empezamos una nueva era de golpes de Estado –Honduras y Ecuador–, de manera que no veo por qué vamos a estar exentos. No digo que vaya a ocurrir ya ni nada por el estilo. El Ejército cambió un poco, pero los intereses en juego son muy fuertes. Hay que estar en estado de vigilia permanente.

La mirada súbitamente turbia de Juan parece cruzada por ramalazos del pasado. O de un presente que no tiene el menor remilgo de intentar emular –con otros ropajes– las experiencias del terrorismo de Estado de los años ’70. Un vecino en los territorios del dolor se aproxima, luchando contra esa forma de timidez que irrumpe, a veces, cuando se está ante alguien admirado y leído hasta el paroxismo. Fernando, el nieto de Elsa Oesterheld, le pide a Gelman si le puede dedicar la antología bilingüe de poesía, compilada por Daniel Samoilovich. “Ya me firmó Diana Bellessi”, le cuenta y le aclara que admira a la poeta y a él. El acento afectivo de la letra de Juan, que se imprime sobre la primera página del libro, se nota a la legua. Cumple el pedido como si en verdad fuera el guiño que estaba esperando; algo que debía suceder. La brevísima interrupción inclina la cancha hacia el terreno de la poesía. Juan dice y repite esa suerte de estribillo que recita cuando se enciende un grabador o le ponen un micrófono: “Ni los premios ni los reconocimientos escriben por uno”.

–¿Pero les sirve a sus libros y a la poesía en general que sea tan premiado?

–El problema de la poesía y el arte en general es que está vinculado con fenómenos sociológicos más complejos. La poesía no es una isla de la realidad. Peor que el poeta que vende poco es la situación de la gente que no puede leer; no sólo por el precio del libro, sino por la situación de pobreza, que me parece más grave que lo otro. La poesía siempre estuvo arrinconada en los catálogos de las editoriales; pero la necesidad de escribir poesía siempre va a existir.

–¿Cómo explica esa necesidad de seguir escribiendo poesía a los 80 años?

–Porque nunca la agarré; la sigo buscando a ver si la agarro alguna vez (risas). La señora es muy huidiza y supongo que ése es el motor. Soy tenaz, a ver si algún día la puedo acostar de espaldas, pero mientras tanto me pone de espaldas ella a mí. Y esto no es coquetería.

–Cuando mira sus libros, ¿cree que alguno envejeció distinto?

–El que envejece distinto a todos mis libros soy yo. No sé qué decirle porque todos obedecen a distintos momentos y esos momentos son importantes para mí. Después, que envejezcan o no... ahí está Cronos que decide.

–Sus libros no son parecidos entre sí; cada obra representa una pequeña ruptura. ¿Esto respondió a un plan, al hecho de no querer repetirse, no escribir en piloto automático siempre el mismo libro?

–No, no creo. Uno escribe en general de pocas cosas, pero en la medida en que el tiempo pasa diría que es como una espiral: lo mismo se ve desde otro lugar; entonces ese otro lugar exige otra expresión. Lo que me mueve a escribir son obsesiones. El otoño que viví en 1960 no es el mismo que estoy viviendo ahora; y no me refiero a la edad, sino a las estaciones. Cuando esa obsesión te acosa, si trazás una coordenada, la obsesión empieza en círculo y la expresión en cero. En la medida en que vas logrando de algún modo la expresión de esa obsesión, la obsesión baja en intensidad y la expresión gana. El peligro es repetirse cuando la obsesión está muerta porque conseguiste un mecanismo. Cuando cierro algo que agotó la obsesión, leo con mucha atención los últimos poemas para que no sean la repetición de la maquinita. Pero no me propongo nada; es imposible proponerse algo con la poesía. Los poemas andan por donde ellos quieren.

–¿Festejamos el Nobel de Literatura el próximo año?

–No creo que me lo puedan dar. Hace 26 años que la Academia Sueca no premiaba a nadie en lengua castellana, un espacio de tiempo muy grande tratándose de la tercera lengua en importancia. Hasta que vuelva a ser premiado un escritor en lengua castellana pueden pasar otros 26 años, como mínimo.

Juan vive la experiencia de silabear el mundo en cada poema que escribe. Ahora mismo desglosa pedacitos de versos que mañana –tal vez– serán un nuevo poemario. “El libro impreso nunca va a desaparecer”, subraya con la convicción de quien ha oído muchos falsos apocalipsis. “Internet no tiene nada que ver con el momento de la escritura, pero sí con la difusión de poemas. Hay grandes dificultades para editar poesía, especialmente para los jóvenes y los que no son best sellers, aunque en general la poesía no lo es”, plantea. “Por Internet se difunden a los grandes poetas; pero también ha favorecido un cierto ejercicio light de la poesía. Muchos creen que escriben un poema y los cuelgan. Y algunos son para colgarlos a ellos. A los poemas me refiero.” (Risas.)

JUAN GELMAN, ANTES DEL CIERRE DE LA FERIA DEL LIBRO “La poesía no es una isla” / Por Silvina Friera / Desde Frankfurt / Página/12 Domingo, 10 de octubre de 2010
Imagen EFE