martes, 13 de enero de 2009

“Barrilete: Salimos a remontarnos” por Alberto Costa


Esa era la consigna del grupo Barrilete. Estaba escrito en la cola del barrilete que hacía de logotipo. Ahora, a más de 35 años de distancia, pienso que no nos dimos cuenta que el piolín no era elástico, pero en aquellos años los límites eran el desafío, eran como la soga, estaban para saltárselos. Santoro trabajaba en el Sindicato de Músicos, tal vez por eso empezamos a pensar en la SADE (Sociedad Argentina De Escritores) como en nuestro sitio natural, tenía que ser nuestro sindicato. Éramos todos escritores, "rantes" por vocación, "muchachos de barrio" que escribían poesía, y no teníamos porqué hacernos a un lado y dejar nuestra casa sólo para los Aristócratas de la Literatura. El principio era asociarnos y para eso había que tener, como mínimo, un libro publicado. Nos hicimos Editorial. En realidad eran ediciones de autor, pero con el sello de Editorial Barrilete. Por este motivo, en 1965, publiqué mi primer libro: "Lo que duele". Hice la presentación en la librería Falbo, en una Galería de la calle Florida. Aquello fue muy curioso, Falbo sabía organizar esas presentaciones, había mucha gente, recuerdo la presencia de Bernardo Verbitsky porque después me escribió una carta comentando poemas de mi libro y dándome mucho ánimo, y la del político Juan Carlos Coral que editaba un periódico: "Los de abajo", en el que publiqué un artículo, típico de aquella época, titulado, ni más ni menos que: El acto cultural más importante es la revolución. También cantó, acompañada a la guitarra por Oscar Matus, su marido y editor, en esa época, su primera época, Mercedes Sosa.Algún tiempo más tarde Matus nos editó un disco con poemas de Santoro, Patiño, Margarita Belgrano y míos. Los músicos eran, como nosotros, pibes que empezaban: Núñez Palacio a la guitarra y Oscar Mederos al bandoneón. Se llamó Buenos Aires vuelta y vuelta. No tengo ni uno. Y por no tener, no tengo recuerdo del nombre del genial diagramador e ilustrador de las tapas. Le pido disculpas. Cuando me secuestraron quemaron todos mis archivos, como para que no quede de mí ni la memoria.Desde acá, 2001, parece que todos éramos "pibes que empezaban", porque en la presentación de un libro con Faja de Honor de la SADE -cuando estaba en la calle Méjico, en una casa colonial, con aljibe y todo- también cantó una muchacha que estaba empezando: Susana Rinaldi. Lo difícil es describir el entusiasmo y la pasión con que vivíamos cada hecho, y eran muchos, tantos que se entremezclan. En lo que cuento hay algunas alteraciones cronológicas -no más de algunos meses o algún año- debidas a la falta de ficheros y a la intensidad de cada etapa. Una fue la anterior a Onganía, la siguiente llegó hasta el 73 y la última, la que parecía la del triunfo, culminó con el secuestro, el asesinato, la desaparición, o el exilio, de casi todos los integrantes de nuestro grupo y de nuestra generación.Pero no lo sabíamos, y cuando lo supimos ya no podíamos parar. Salimos a remontarnos y en eso estábamos.Vuelvo atrás. Onganía todavía estaba en algún cuartel. Nosotros queríamos desarrollarnos como escritores entendidos como trabajadores de la cultura. Y como trabajadores queríamos nuestro sindicato y ahí estaba: la SADE. Estábamos en plena campaña de afiliación y no era fácil. Los escritores jóvenes se mostraban reacios y los no tan jóvenes desconfiaban de nosotros. Éramos raros. Distintos.
En nuestra revista publicábamos a los poetas del tango, a Discépolo, Homero Manzi, Evaristo Carriego, y otros. No era muy usual verlos en revistas literarias. También visitamos en su casa a Leopoldo Marechal, que nos recibió con su mono de obrero puesto y nos dijo que lo hacía siempre que se ponía a escribir, para él la escritura era un trabajo, y se ponía el mono para trabajar. Como cualquiera. Después sí vino el golpe de Onganía, y empezaron los resquemores. Algunos eran más cuidadosos que otros. En Barrilete publicamos nuestro repudio y algunos de los integrantes se fueron. Nada que reprocharles. Ahora. En aquel momento nos puteamos. Los que nos quedamos nos fuimos haciendo más radicales.En algún momento alguien trajo unos poemas que habían escrito en Salta algunos integrantes de la guerrilla de Massetti. La discusión fue muy dura. De pronto entró en cuestión el tema de la calidad de los escritos publicables en Barrilete. Nos dábamos manija entre nosotros y la mayoría decidió que había que publicarlos por su valor testimonial, no por su valor poético. Eran cosas de aquella época. El pelado Santoro, fundador de Barrilete, se fue, junto con otros cuantos. Nos quedamos Patiño, yo, y algún otro. Y comenzó otra etapa, la anteúltima... (seguí leyendo acá).

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ALBERTO COSTA nació en Quilmes, Provincia de Buenos Aires, el 24 de diciembre de 1941. Es Capricornio y Serpiente de Metal. Escribió los libros de poemas: “Lo que duele”, “Poemas con Taquicardia” y “Poemas a la marchanta”. También editó un poema-afiche: “Si llego a morir”, días antes del golpe de Videla, se vendieron 4500 ejemplares en una semana. Hoy, el autor, se avergüenza parcialmente de él porque en un verso dice que la tristeza debería ser prohibida por decreto oficial. Hoy piensa que tanto autoritarismo sería cruel e insoportable. Y le da vergüenza no haberlo pensado en aquellos días. Fue codirector de la revista Barrilete y Secretario General de la Agrupación Gremial de Escritores. Sobrevive en Madrid desde el 10 de septiembre de 1977. Es Director del Equipo Editorial de Francachela, en España.
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1 comentario:

Anónimo dijo...

jmpallaoro, querido cumpa:
este es el testo "corregido" ( mas bien reajustado...)
para ese homenaje a "BARRILETE" ( tal ves aún,
persistan algunos "orrores" por el intento de reprodusir
una escritura fonética, mas plegada a nuestro hablar
que a esa otra de las academias aún con pretensiones "imperialistas"!
( disen que hay un sistema en el propio interné
que "corrige" las grafías! cosa vederes! )

buscaré con mas calma algún dibujo que hise por Roberto y, si lo encuentro, te lo mando! puede serte útil: vos verás!

hoy yamé a alberto costa y charlamos sobre su envío, etc... todo va bien!

fuerte abraso y salud y poesía!

poni