A MIS HERMANOS (Eduardo Milán – Eduardo Darnauchans) soy de una generación hambrienta desprovista soy de una generación hambrienta desprovista amo a mi mujer, yegua salvaje de huesos alados, como su boca húmeda de polvo y saliva amo a mi mujer, que hizo sangrar el vientre de su madre salina y húmeda el día de la boca bien abierta y lágrimas soy de una generación hambrienta desprovista soy de una generación hambrienta desprovista amo a mi hombre, perro en celo de cuerpo entero destilado suda por los poros y los vuelos amo a mi hombre y sangro mi padre en el momento decisivo para mi aparición y regocijo soy de una generación hambrienta desprovista soy de una generación hambrienta desprovista ando, busco la caricia, el roce para repartir para repartir a manos enteramente llenas de vidrio picado soy de una generación hambrienta desprovista soy de una generación hambrienta desprovista En: “El Ángel Azul”, CD de Eduardo Darnauchans (Montevideo, 15 de noviembre de 1953 - 7 de marzo de 2007), Uruguay, 2006.
16
Electra, premonición de la Virgen María. Embarazada por el Espíritu de su padre engendra el crimen.
17
Un pájaro canta. Canta la canción de la sangre en un mundo de polvo y agonía.
18
Sol, recobra en tus fauces el mar que te ha sido prometido.
19
¡Oh, mapa de tu boca, mar de tu vientre, infierno de tu sexo!
20
Escucho la voz de las estrellas. Ella me dice que el espacio es infinito, que el tiempo es una utopía de nuestra sangre. Que las estrellas que habitan cada átomo de nuestro cuerpo también nos están oyendo. Que el clamor es total y desesperado. Que la muerte es un sueño del cual despertaremos en el reino alucinante.
21
Era un país de mármol con ríos de leche oscura y barcos de oro fino. El muro esmaltado del cielo estallaba en tréboles ardientes. Una luz espesa como sangre se llenaba las cosas y las almas.
En cestos de una paja desconocida morían cabezas humanas. Tras el horizonte saltaba un sol blanco herido, gotas de pus y mercurio se convertían en rayos. Alineados como en un bosque talado yacían cuellos de nieve. Un puñal despedía olor a vísceras y espanto.
El verdugo de aquel aquelarre de niños vengativos dormía junto al mar helado con sueño tranquilo.
22
Sobre la hierba bajo la cual respiraba suavemente el dormido, ella amó nuevamente con la misma pureza, con los mismos quejidos de placer y locura. Usó del mismo amor que clavado duraba en la memoria intemporal de aquel que anda en el Reino de los Muertos.
23
Creyó en dios, el dios perverso de sanguinario aliento. El altar es su cuerpo, sus pecados la hostia, la campana infernal su memoria.
24
Te ruego Monte Calvario que me protejas. Señor de la crueldad dame tu mal. Como eres dios me puedes colmar de mal. Haciéndome daño me salvas del mundo.
25
Herodes desde el cielo te ha gritado: Virgen, Virgen estrangula a tu hijo. Reina sola en las planicies del Infierno.
26
Toda madre mata a su hijo con el cuchillo del pezón.
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En: “Visión de los hijos del mal (1965-1967)”, Editorial Sudamericana, 1967.
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Miguel Ángel Bustosnació en Buenos Aires el 31 de agosto de 1932. Poeta, secuestrado y desaparecido por la dictadura militar el 30 de mayo de 1976.
Músicas cerradas armonías cúpulas abiertas. De- lirio lanzado al futuro.
1
Afuera oigo la lluvia, adentro siento la lluvia. Mi cuerpo de barro se deshace.
2
En medio de ruidos y terrores clama una voz. Llega a mí solo. Es el grito del espíritu que me posee. Adivino su mensaje. Mi horrorizada lengua sigue su ritmo maldito. ¿Hasta cuándo paredes de mi cráneo? Hasta que sea colmada la eternidad.
3
La única verdad que poseo es mi muerte. La única mentira es mi vida.
4
De la noche vengo. A la noche voy. Un solo relámpago de luz turbia mi cuerpo.
5
Esta espantosa reliquia del dolor: la alucinada memoria.
6
Los años de vacas gordas son los espejismos de la fiebre.
7
Recoge las uvas del mar.
Haz el vino del cielo. Embriágate con tierra.
8
De madera era el bosque, de carne tu cuerpo, de sangre el olvido.
9
Escribe mientras sea posible. Escribe cuando sea imposible. Ama el silencio.
10
En la Región de los cielos las piedras de los sueños van rodando en tus ojos.
11
Abre la puerta, la única puerta. La puerta del Sueño.
12
Mata el pájaro. Guarda el canto.
13
El Espíritu Santo a María: te haré concebir pero seguirás siendo virgen, para que yo no tenga celos de mi mismo.
14
¿Adónde me conducirá la locura que no sea al corazón de los hombres?
15
El dios de la antimateria teme la caída en el infierno de la materia.
En: “Visión de los hijos del mal (1965-1967)”, Editorial Sudamericana, 1967. Miguel Ángel Bustos nació en Buenos Aires el 31 de agosto de 1932. Poeta, secuestrado y desaparecido por la dictadura militar el 30 de mayo de 1976.
era en París, perfume en el sobaco y los pies sucios. Aquel era el poeta del amour, aquel de la tristesse pero vallejo se moría de hambre. Hay quienes nacen con plomo en el trasero, siempre caen sentados, ya se sabe. Aquel lustraba con cuarzo sus revistas, aquel volvía locas a las lunas pero vallejo se moría de hambre. Quién hubiera dicho, tan morocho mas no llevaba la vaca no convidaba champaigne, más bien parecía un argelino. No devoraba ostras ni jabalí ni mejor me callo, era un exaltado, se moría de hambre. No se ponía capas de armiño, no llenaba ollas y ollas de retórica, en fin, estaba loco, era un poeta de verdad. Estuvo lejos de la fiesta, ni lo llamaron, le fregaban los codazos en la mesa y en vez de probarse la sonrisa y el laurel él se probaba su muerte querida, tan solito estaba que nadie temía traicionarlo. Antipático el cholito, del más pésimo gusto, esos pantalones como nieblas palúdicas, esa camisa con tardes y flecos y café y horror dónde estaba la corbata. Ay, no, las burguesitas no lo querían y las pequeñas burguesitas tampoco lo querían, en realidad ¿quién lo quería? Esa peste no supo mantener una familia, mayakovski ya se había horadado el sueño otros lo harían de golpe o de a poquito. La vie en rose, la luna jardinera y lararí y la crepúsculo y la monamour y la… Cuando reventó hubo muchas flores pero ya no las podía comer.
_ En: “Poemas”, Casa de las Américas, Cuba, 1971. _ Julio Huasi (Buenos Aires, 20 de marzo de 1935- 11 de marzo de 1987). _
Lo que voy a contar nunca lo conté. Pasaron ya veinte años de aquel suceso, durante los cuales acontecieron verdaderos prodigios científicos. Me animo ahora a escribir, apenas algo, sobre aquel episodio que me sucedió en la localidad de City Bell, esa ciudad cercana a La Plata.
Vivía yo entonces en una quinta. Dormía frente a un ventanal horizontal que me permitía ver un campo de vacas y caballos, bastante amplio. Pero no tanto. Las noches plenas de los campos urbanos, que eso era aquel predio vecino a la urbe, no significa campo profundo, son noches bulliciosas, con grillos chillones, perros inquietos, rumores y otros ruidos inclasificables. El silencio rural aquí no existe.
De pronto la llana llanura se platinó intensamente. Vi que algo descendía no desde una nave ni desde una intensa luz, no, desde una vibración inmaterializada. Reinó la paz silente más impresionante. Creció el silencio rural, casi con agresividad. No me es posible acertar cuánto duró la espectral maravilla. ¿Días? ¿Un segundo? Acaso me habré dormido y desperté cuando la empleada de servicio entró a mi habitación protestando porque opinaba que los cables de alta tensión caídos en el césped significaban peligro para los niños que levantaban cualquier cosa del suelo. Luego volvió desaforada. Las piletas de todas las quintas se habían vaciado, hasta el fondo. Después llegó el encargado de cortar el pasto, también desaforado. Quería saber quién había sido el mal nacido que le había quemado una buena parcela de achiras y rosales. Callé. Actitud extraordinaria de mi parte, que soy proclive al diálogo. Callé como respondiendo a órdenes que superaban mi costumbre de proclamar novedades. Una novedad que habría agregado un oropel a mi estatus de escritora en aquella ciudad. Me quedé callada. Lo que voy a contar, nunca lo conté.
En: LAS 12 Viernes, 14 de agosto de 2009
Aurora Venturini nació en La Plata el 20 de diciembre de 1921. Poeta y narradora.
Buen día, perro, mujer buen día.
Árbol buen día, señora buen día.
Buen día, hijo, hermano buen día.
Buen día, día.
Día, buen día.
Soy todos tus olvidos
y de todos tus olvidos
aparece mi alimento.
Aquí tu libertad,
aquí tu intención
apelmazada de ser pájaro.
Aquí la piedra de tu risa.
Aquí... mi boca arriba y gritando
buen día a todo lo que pasa.
Yo soy el quedar roto de tu paso olvidado.
Y aquel que te camina, descalzo entre tus pasos.
Nada sé, no. Nada sé...
Buen día, día.
Día, buen día.
Buen día, sol, soles buen día.
Tontos buen día, señora buen día.
Buen día agua, fuego buen día.
Buen día aire, luna buen día.
Juntos cavaremos hasta la superficie de la tierra.
Tu dolor es amor transformándose en mundo.
Todo lo de buscar, ya fue encontrado.
Creciendo vengo desde antiguo informe
y una caja es tu cuerpo donde el dolor no cesa.
Buen día, día.
Día, buen día.
Embelésate ahora que estas vivo.
Este mundo era ya una loqueria.
Vamos... adelante.
Traerás todo junto,
llanura y vegetal entrelazados.
Agua sobre fuego y
fuego bajo tierra.
Sé bien que tus coros se pondrán contentos.
Que suba lo que crece
lo que se aparta, aparte
lo que vino, se encuentre
lo que se fue, se vaya.
Aquí voy yo,
el que rio y rió
bajo y sobre las vertientes.
Aquí voy yo,
el que tentó al amigo.
Oíd… qué hermoso río que sueña en ti llamando
Humano… Humano… Humano
El pensamiento corre.
El cuerpo baila.
Los ojos iluminan.
La voz llega y escapa.
¿Por qué trastocar la lozanía que hay en tu alma?
Ah! El yugo.
Ah! La enfrascadora jornada.
La estridente coraza.
Brindo contigo, Hölderlin.
Por lo gratis, la bendición etérea.
Y ólguense las manos serviciales.
La tares del amor,
creativo y fraternal.
Buen día, día.
Día, buen día.
Buen día, remanso, tempestad buen día.
Buen día, ruta, muerte buen día.
Buen día, día.
Hey! Y si hubieras contraído compromiso
con la muerte?
¿Y si hubieras muerto acaso?
Peleando
o creyendo.
¿O intentando escaleras para atrapar las espaldas
del cielo?
Habrías llevado gloria hacia allá
(sí, hacia desde donde ya no se vuelve)
Pero también, habrías dejado fábula, utopía
y polvo
entre mis cofrades mortales.
Buen día, día.
Día, buen día.
Pobre eres si no llevas repletas las arcas
de tu corazón.
Idiota perdido aquél que no se reconozca en un
odio insensato.
Qué imbécil no verá su pasión más desjuiciada.
Y qué clase de rico será quien no lleve todo junto
y en un solo puño
la psiquis y el latido de su pueblo.
Buen día, día.
Día, buen día.
He venido a mover y dar
marcha a la fanfarria.
Me fecunda la música que tonifica y cura.
Los poetas me acusan de deber ser valiente.
Las artes para siempre,
las musas sin cadenas.
Como, huelo, duermo, rio, beso juego…
Me recuesto cara al cielo.
y mi reposo goza en la paz de cada origen.
Buen día, día.
Adiós barcos anclados sobre torrentosas aguas.
Buen día, día.
Día, buen día.
No nosotros, regocijo del rocío
sobre narices esplendidas.
No, no, no, no nosotros
elásticos enhebradores de deseos.
No, no, no.
No, no nosotros
bravos Napoleones sin batallas.
El compromiso nunca ha sido un bálsamo para mí,
no, soy de aquí
yo, potro tenso
y me quedo para cantar y amar
desde un huerto manual en mis hermanos.
Buen día, día.
Día, buen día.
Algunas líneas de este texto pertenecen al poeta Hölderlin.
Letra extraída del LP “Buen día, día”, Miguel Abuelo, 1984.
Miguel
Abuelo (Munro, Buenos Aires, 21 de marzo de 1946 – 26 de marzo de 1988).
Me gustaban los libros que me llevaban a otra vida. Por eso leía los libros que leía. Muchos. Todos trataban de una vida real, pero no de lo que me pasaba a mí cuando volvía a abrirlo por donde lo había dejado la última vez. Cuando leía perdía el sentido del tiempo. Las mujeres siempre sienten curiosidad por las vidas de los otros; la mayoría de los hombres son demasiado ambiciosos para entenderlo. Otras vidas, otras vidas que has vivido antes o que podrías haber vivido. Y esperaba que tus libros trataran de otra vida que yo sólo quería imaginarme, no vivir; imaginarla por mi misma, sola, sin palabras. Así que mejor no los leía.
Hoy corro el riesgo de escribir tonterías.
Escribe lo que descubras.
Nunca sabré lo que he descubierto.
No, nunca lo sabrás. Lo único que tienes que saber es si mientes o tratas de decir la verdad, ya no te puedes permitir equivocarte en esta distinción.
En: “Aquí nos vemos”, Alfaguara, 2006. Trad.: Pilar Vázquez. John Berger, Londres, 1926.
los trabajadores: encárgate. los descamisados. encárgate. encárgate. el pueblo únicamente: de allí vino. arriba: los pilatos lavándose: mi calvario. la hora. arriba: ¡esa es! ¡esa es! mi bautismo: cada. ¡esa es! ¡esa es! los puñetazos. esto: cada golpe morir. ¡esa es! ¡esa es! esto: cada golpe nacer.
Dedos de él, masajeando cuello y nuca de ella. Acaban de conocerse. Le ha revelado él la magnitud de su deseo: "Te quiero comer". El reencuentro, seis meses más tarde, será dulce e interminable. Lo que le demore asarla en el horno a leña de su casa de campo.
¿FUERON LOS BIGOTITOS?
¿O las lucubraciones del profesor sobre el Ser y el Tiempo, aquel 1924, en Marburgo, Alemania? Ella, dieciocho años; él, treinta y cinco. Ella es un ave de lírico vuelo estricto, él un águila de planeo calculador. Ahora, mientras miras la foto de ella, esos ojos tristes, esa semisonrisa triste y dulce, es decir trilce, es decir dultris, el mechón que cae sobre la oreja derecha y las mangas del bluson abuchonadas y con puños de encaje, le advertís, en un susurro: “Tené cuidado, él no te conviene”. Pero ella no te oye. Sigue trilce. Sigue dultris. Sigue Hannah Arendt.
LA VENTANA INDISCRETA
La observaba cada noche, con avidez de fisgón. Ella, en entreabierta bata de noche, sentada ante el boudoir, se maquillaba interminablemente, se perfumaba, cepillaba el cabello suelto en ondas sensuales. Así cada noche. Luego se ponía de pie, giraba hacia aquel vecino indiscreto y apagaba la luz. Desde el edificio de enfrente, él se sabía ya enamorado. Hasta que, decidido, cruzó la calle y, temblando de excitación, oprimió el timbre. Ella abrió la puerta, sonriente y tanteando el aire. Era ciega.
ACROBACIA AMOROSA
Quiso retratar los gestos del amor: sólo cuerpos desnudos ardiendo en el vacío.
En: “Quarks”, microficciones, 2009. Jorge Ariel Madrazo nació en Buenos Aires en 1931. Poeta, narrador y periodista.
Jorge Ariel Madrazo en Aromito: El sol no sabe de moral y otros poemas.
Foto: Isabel Sarli en Carne, 1968.
siete años ya sin vivienda, siete años ya tenía el niño; mira en la calle la cuna que exilia
y en la lluvia un techo que baila; por la mañana, la ciudad despierta y para sí misma se lanza:
la multitud inventa la puerta en el muro, en un estrepito se abre un espacio entre onda y orilla,
entonces el inmueble, por asedio no de amor, sino de necesidad, es invadido por intermedio
del hambre que es una ciudad acogedora del desvio y rellena su voracidad
con cuerdas, martillos y alambres que unen a los hombres con el techo en un movimiento del vacío
y teje una red abierta: ignoramos si ella decora el exilio o la pertenencia
y el niño, en esta breve hora reside entero en la alegría solamente por no alejarse
_ Traducción Julián Axat.
_ Pádua Fernandes (Rio de Janeiro, 1971) vive en San Pablo, donde es profesor Universitário. Fue colaborador de la extinta revista portuguesa de cultura “Ciberkiosk”; en la actualidad integra el consejo editorial de las revistas “Jandira” (Juiz de Fora) y “Cacto” (San Pablo). Autor de “O Palco e o mundo” (Ediciones Culturales del Subterrâneo, Lisboa, 2002). Organizador y autor del Posfacio de la Antologia “A encomenda do silencio”, del reconocido poeta português Alberto Pimenta. Su ùltimo libro, al que pertenece el poema traducido, es “Cinco lugares da fúria” (Hedra, São Pablo, 2008). _ Foto: Duanne Ribeiro, para a revista Capitu. _
Antes de que ocurriera vivir era más fácil, el sol era más limpio.
Antes de que ocurriera el caracol subía la pared. Cuánto dolor en la pared. Cuánto dolor en todas partes.
Antes de que ocurriera yo no sabía nada.
_ En: Los nuevos. Selección de cuentistas y poetas. Centro Editor de América Latina, 1968.
_ Raúl Gustavo Aguirre (Buenos Aires, 2 de enero de 1927 - 18 de enero de 1983). _ Ilustración: Daniel Santoro. “Centauro descamisado emboscado II. Carbón y acrílico, 140 x 120 cm sobre papel, 2009”. _
"son hermosos", dijo el rubio mientras se acercaba tenía la cámara en la mano y una remera azul "son hermosos", repitió al advertir que no lo había entendido mi chica se volvió y su cara rozó la mía otra vez sólo atiné a agradecerle protocolarmente a ese desconocido que se nos había acercado en algún lugar del parque lezama ella creo que sonrió y después se volvió hacia mí y "el rubor poblaba sus mejillas" literariamente.
_ MANIFIESTO
un fantasma recorre mi cama un susurro en el cuarto vacío y quieto un clamor silencioso de revolución un ejército de hormonas agitadoras pienso en vos sueño con vos todo lo sólido se desvanece en el aire.
_ NUESTRA
nuestra tenista está gritando eufórica con el ceño fruncido en desafío el brazo pegado al cuerpo el puño cerrado en alto las piernas flexionadas en un instante congelado (empuña la raqueta por lo alto del mango el torso inclinado a la derecha la boca abierta en un grito eufórico de labios finos los ojos en sombra las cejas debajo de la vincha y en el medio la frente pura con arrugas de pasión como en una publicidad la nariz justa el pelo la oreja la muñeca perfecta las piernas de tenista y el vestido corto retrepado y en el hueco se aprecia claramente la bombacha crema) se ve también con claridad la cadenita el medallón centrado perfectamente en la planicie bajo su cuello como encajonado entre las sutiles marcas de las clavículas y sin caer hacia el abismo entre las tetas invitan a comulgar sus piernas: la izquierda casi recta - la derecha un poco levantada en el aire acompañando el grito nuestra tenista acaba de derrotar a la belleza rusa y eso es suficiente para ganar la tapa de suplementos deportivos como éste en el que su imagen apenas deja espacio para el nombre y un título breve acomodado como puede ahí abajo medio tapado por las estribaciones del vestido sobre la poderosa pierna izquierda apenas flexionada que sostiene el cuerpo grácil/ágil/contundente/preciso/mortal ella está baldeada por la luz del sol que traza panoramas blancos en la mitad de su cara pero deja sin tocar el hueco oscuro de la boca y los ojos recortados en sombra el sol arroja blancos brillantes sobre sus hombros los nudillos de su puño alzado que tapa el logotipo sobre el seno parte del antebrazo derecho la mitad de la pierna de ese lado y la parte interior del vestido en que se pierde y sobre la raqueta borde y armazón tira el sol una quemazón blanca una imagen violenta de victoria patria y de fe y de éxito y de ardor nuestra tenista antes no era tan linda detrás de ella todo está fuera de foco: el fondo oscuro un hombre sentado con anteojos de sol el marcador que indica el match point concluido antes tenía una belleza agresiva unos ojos penetrantes un buen cuerpo una linda sonrisa en fin nada pero ahora la transfiguran la victoria el gesto el ardor que también es nuestro no sonríe sólo grita en este momento para ella no existe nada más que el grito es algo serio que aquí ahora en la tapa del suplemento deportivo la hace mucho más linda que la belleza rusa con su cuerpo exangüe arqueado hacia adelante caído derrotado empujado a una página interior (la belleza rusa con la gorrita apuntando al suelo así como las manos la vista la raqueta que pesa una tonelada un apreciable pedazo de piel dorada cubierta de blanco con volados un pedazo consumible y descartable) en cambio nuestra tenista ahora convoca al ardor al sueño de gloria al sueño húmedo al sueño nacional no hay sombra que vele la bombacha clara entre sus piernas pero sí sus ojos y su boca y su pelo ahora oscuro y sin embargo hay una sombra más el abismo comprimido entre sus tetas un abismo donde entra un tomo de psicología social o la palma de una mano abierta o una nota enrollada lista para ser arrojada al mar en una botella al mar o acaso un porrón de cerveza nuestra tenista es fuerte y hermosa nuestra tenista le ganó a la belleza rusa nuestra tenista convoca al ardor y al sueño patrio y nosotros un poco avergonzados guardamos en secreto el suplemento y apagamos la luz.
_ Sebastián Lalaurette nació un 31 de diciembre de 1974 en algún lugar de la Provincia de Buenos Aires. Vive en La Plata. Periodista y escritor en ciernes. Edita y dirige la revista literaria Sismo Trapisonda y administra el blog literario El Emporio del Espejo Deformante. _
Si uno los ve, no parecen nada del otro mundo. Toman vino (mucho) y hablan pavadas como cualquiera. Inclusive, más que cualquiera. Pero si uno los escucha, descubrirá algo raro: hablan pavadas, pero nunca de dinero. Y si el tema fueran las mujeres, como al descuido aparece la dulzura. Los libros surgen siempre en sus diálogos. Los árboles. La política. El país. El fútbol, poco. Y no es que no les guste. Sencillamente, hablan de otras cosas. No parecen nada del otro mundo y no lo son. Tienen la extraña virtud, apenas, de hacer lo que aman, aunque sea por un rato de sus vidas. Y de hacerlo por nada y para nada. Tal vez, hasta lo hagan para nadie. Uno los ve ahí, fumando como locos, sentados en cualquier bar. Se ríen, las copas van y vienen, afuera late la noche. Ellos, igual, no miran sus relojes. Y alguno ni lleva reloj. Pierden casi siempre. Pero cuando ganan, vale la pena. Porque lo que consiguen es para compartir. Uno los ve allí, juntos. Llevan largo rato en el mismo sitio. Cuando lleguen a casa sus hijos estarán dormidos y su mujer, despierta. Con seguridad los va a retar. Sin embargo, ellos siguen allí. Hablan, aunque también pueden callar. No necesitan del sonido de su voz para sostenerse. A ellos los sostiene una voz interior. Una vocecita que les dice: “Por aquí. Por aquí”. A veces, la escuchan. Si de pronto se enojan es porque les duele el mundo. La indiferencia les parece imposible. Ellos saben que la indiferencia es la principal enemiga de la vida. Y aunque el mundo no les dé importancia y ellos tampoco se la den a sí mismos, la tienen. El mercado, en tanto, vende otra cosa. Los poetas están solos en el bar y conversan. La ciudad, afuera, duerme. La luz entera depende de ellos, de ellos dependen las palabras y el amor pero ellos siguen conversando, simplemente. Aunque antes, piden otra botella.
(A Néstor Mux, Gustavo Caso Rosendi y José María Pallaoro)
_ En: Diario La Capital de Rosario, 7/11/09. _ Sebastián Riestra nació en Rosario, Argentina, en octubre de 1963. Es poeta y periodista. Publicó en poesía: “El ácido en las manos” (1991), “El porvenir de los muertos” (2002), “Clitoriana” (2003) y “Romero” (2004). _ Foto: 1er Encuentro Poesía La Plata – Rosario. Parados: Horacio Preler, Humberto Lobbosco, Sebastián Riestra, César Cantoni, José María Pallaoro, Raúl “Bigote” Acosta, Andrea Ocampo, Eduardo D`Anna, Néstor Mux, Martín Raninqueo. Sentados: Norma Etcheverry, Héctor Berenguer y Gustavo Caso Rosendi. _
Desde un parterre de mi casa suburbana y melancólica, como suele ser la edad adolescente, lo veía rodar en bicicleta. El era el flaco de la bicicleta. La figura fantasmal, pero de carne y hueso, que desvelaba mis primeras ensoñaciones.
Pero yo no estaba sola. Mi mamá espiaba furiosa, porque el flaco significaba sólo un albañil. Y yo, por mi parte, significaba una estudiante de la secundaria, nacida en una familia de bien, con un futuro por delante que se merecía mucho más que ese objeto rodante.
Yo esperaba en la puerta de calle, al atardecer, el rodar de los ciclos del amor primero. Se unían a mis esperanzas el perfume de las violetas, de los jazmines y el color de las caléndulas llamadas por los malintencionados “culo de vieja”. No entiendo por qué la llamarían de ese modo.
Me he mirado al espejo con esfuerzo, colocando otro espejo a mis espaldas, y el susodicho está igual que hace 40 años. Alguna vez sabré el porqué de tal infundio.
Vuelvo al flaco de quien nunca supe siquiera el nombre: mis compañeras de estudio tenían sus novios, yo nominé James al flaco mío e inventé situaciones ardorosas para no ser menos. Y no lo fui. Confieso que antes me había enamorado de Gary Cooper mientras él rodaba A la hora señalada. El ciclista del sueño se le parecía.
Un crepúsculo abrileño, el flaco habló. Todo su parlamento consistió en una insinuación de tres palabras: “chiquita pero preciosa”. Mi mamá, que oyó, exclamó de viva voz: Qué pronto se le calentó la cola. Fue sólo eso. Pero bastó. Advertí en mi ánima la quebradura del vaso de Samain en el que muere la flor pura: “No lo toquéis, roto está ya”. Mi mamá murió sin darse cuenta de mi dolor dramático de adolescente. El flaco de la bicicleta no rodó nunca más por la callejuela sus ciclos enamorados. O yo no pude verlo.
En: LAS 12 / Viernes, 6 de noviembre de 2009. Aurora Venturini nació en La Plata el 20 de diciembre de 1921. Poeta y narradora. En 2007 recibió el Premio de Nueva Novela Página/12 por su libro “Las primas”. Foto: jmp
Noche, noche propicia harta de nuestros errores si me decidiese te comprendería pero ahora tengo ganas de hacerte un favor voy a orinar en tu boca lujosa. Noche, noche serena el tiempo de mi infancia ya no existe pero volvemos a jugar volvemos a sorber la luna contamos las estrellas como si fuera cierto. Noche, noche propicia qué puedo hacer por tu cuerpo desnudo qué puedo hacer por tu rostro infinitamente acariciado infinitamente puro inmemorial yo que sólo voy a vivir unos años. Noche, noche serena quiero hacerte una broma voy a escupir dulcemente en tu boca suntuosa como un brindis por tu vida secreta y mi historia pequeña tan pequeña que no me escuchas no me escuchas maldita.
_ En: Revista “El Corno Emplumado”(1962-1969), México, número 13, enero 1965. Editores: Sergio Mondragón y Margaret Randall. _ Gianni Siccardi nació en Banfield (Provincia de Buenos Aires) en 1933. Murió en 2002. Entre otros libros de poemas publicó: “Poesía Junta”, 1960; “Travesía”, 1967; “Ella”, 1989; “Fragmentos”, 1995; “Mirlo”, 2004. _ Gianni Siccardi en Aromito _
LA CASA DE UN POETA OFICIAL 7076 no es un número, es un puerco, y se ha cruzado conmigo en la calle de las Victorias. ¿De qué Victorias, pequeños estilizados? ¿Las de vuestras venas, vuestras ensaladas de plata, vuestras costumbres de aceite y, sobre todo, vuestros besos de mansedumbre? Mendigos de labios de oro, nosotros tenemos nuestros nidos en el corazón de la esmeralda, en la piedra cuyo lujo inmortal se ahoga en nuestra herida. Cuando nos tiran tierra a la garganta del amor, nosotros estamos destruyendo por el mundo, ¡nos odia vuestra delicia! ¡Pero qué fauces de adiós, desubicado y ubicando los amores por el mundo!
En: Revista “El Corno Emplumado” (1962-1969), México, número 13, enero 1965. Editores: Sergio Mondragón y Margaret Randall.
Queda la resaca de tanto café y cigarrillo, el lejano fulgor de rubias y martinis más allá de toda madrugada, las calles desiertas, un cuarto solitario, el dolor en la mandíbula. Todo se reduce a balbuceos cuando el cuerpo comienza a comportarse como una pesada carga y los puños ya no responden. Estás solo de cara a las alcantarillas viendo como tus frases sentenciosas resbalan por las cloacas dejando entrever la sonrisa amarga del caso no resuelto. Sabes que la alarma ha sido falsa, tu propia imaginación exacerbada por tanta vigilia. Después de haberte jugado la vida tantas veces sobrevives en la ironía, comprendes que aún no has visto el rostro de tu enemigo.
_ En: “Candelabros”, Ediciones El Jabalí, 1994 _ Daniel Chirom (Buenos Aires, 15 de mayo 1955 – 1 de diciembre 2008) _ PRESENTACION DE REVISTA EL JABALI
La revista ilustrada de Poesía El Jabalí viene ocupando, desde 1993, un lugar destacado en el ambiente a fuerza del respeto por la mejor tradición poética y una constante apertura no sólo hacia poetas poco conocidos o injustamente olvidados sino también hacia nuevas expresiones. Desde hace más de quince años El Jabalí es editada ininterrumpidamente gracias al esfuerzo realizado por su creador Daniel Chirom, quien falleció en diciembre del año pasado habiendo dejado prácticamente listo el número 19 de la revista. El Jabalí inaugura una nueva etapa de de la publicación bajo la supervisión del Consejo de Redacción -compuesto por Roberto Raschella, Delia Pasini y Juan Pablo Bertazza-, que intentará homenajear el destacado trabajo de Chirom de la manera que él mismo hubiera querido: realizándola
El número 19 de El Jabalí será presentado el jueves 5 de noviembre a las 19 hs en el Centro Cultural de la Cooperación Floreal Gorini (Corrientes 1543), espacio Juan L. Ortiz, sala Laks, 3er piso. _