PANTERAS NEGRAS
Cuerpos
más bellos todavía por la cólera y en lo profundo de su sangre
el latigazo
de las plantaciones
es un
espléndido palacio iluminado por antorchas del tabaco
y una
brasa sobre la lengua
una nota
desgarradora desde los éxtasis de la tortura
la
estirpe real de las sentinas aúlla allá lejos los sexos emplumados los
delirantes
fardos
del sol sobre la espalda de los cargadores
y
luego el sollozo
y
luego el machete de Nat Turner como un ángel fanático
¡Oh mansión!
También los invitados suelen danzar suspendidos de un nudo con un orgasmo más
intenso
que el
paraíso de la violación entre los muslos de una blanca
y a
todo ese esplendor
a toda
esa avidez que hace reverberar cada forma del mundo
nadie
sino tales príncipes de flancos humeantes
penetrará
jamás
Los elegidos
de
ayer y de siempre a la tertulia del ciclón
Y la
descarga eléctrica que desliza en sus venas una bola de fuego hasta la eternidad
y las
dos mariposas calcinadas que vuelan de los senos de su raza en un círculo mágico
y el
gruto de una lluvia caliente entre las jaulas del exilio
hasta
tales injurias
hasta
la flor ciclónica del Lynch
desde
los cafetales bañados por la luna un fantasmal Misisipí
un
insondable sufrimiento
una
conjuración de ojos insomnes
fluye
en el tráfico acecha en las siniestras oficinas
pero
también un desesperado viento trepa
hasta
el sórdido cuarto donde canta el caimán
y
también es posible que en la cama la hembra desnuda a la intemperie de su
aliento brille en la sombra
su
vagina violeta como el alba
sus
nalgas iluminadas de neón están más allá de semejantes prostíbulos
y de
esas certidumbres
de
esos jardines concéntricos de la memoria
despierta
el puro instinto de la cólera para que no se pierda nunca en nuestras almas
la
presión de un gran sueño un furor inocente
Sobre
el orgullo de los amos vuestra risa
hace orinar
al juez y el pastor balbucea en un tugurio bendito
y
entre los mostradores
entre
las confituras psicodélicas
entre
los diques y los cargamentos
entre
la música envuelta por el humo donde hacéis chocar como cráneos
tres
bolas de billar bajo las moscas de Harlem
hay
una bala que os besa con gruesos labios de ciruela y aguarda vuestra seña
Panteras Negras
una bala
con el sudor de un sexo de reina nocturna enardecida por el hechizo de una
trompeta
una
bala que os obedece y hace sonar su crótalo para vosotros la larga cola de astros
de la diosa serpiente de la manigua
de una
bala que estalla
como
un baldazo de fuego sobre un montón de basura
En
revista “Macedonio”, año II, número 6/7, invierno de 1970. Directores: Juan
Carlos Martini y Alberto Vanasco. Imagen: Nat Turner.
Enrique
Molina (Buenos Aires, 1910 – 1997).
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